domingo, 7 de junio de 2009

UNA PESADILLA PERENNE



Aquella noche decidiste tomar las riendas de tu vida y borrar con todo el pasado que te unía a él. Fuiste al closet y sacaste la cajita de recuerdos que tenías atada con una cinta verde pistacho que el mismo te había regalado hace ya 22 años atrás. Sacaste todas las fotos y las rompiste en miles de pedazos, las cartas fueron quemadas y solo dejaste la caja con los pocos recuerdos familiares donde simplemente el no aparecía o no te hacían referencia a él. Rompiste los retratos encima de la mesita de noche, los que estaban en la biblioteca y los que en la sala te sonreían apenas tú llegabas. Fuiste al baño, sacaste sus perfumes y aquellas pequeñas pertenencias que él había olvidado el día en que te dijo adiós y cerró la puerta de la sala dejándote helada como un simple muñeco de nieve en navidad. Te sentiste aliviada, como mujer nueva, ya mañana irías a la casa de cultura y tomarías cualquier curso que te ocuparía el tiempo y así no podrías pensar en nada, solo en ti, tal vez conozcas a alguien de nuevo… pero no… era mejor descansar de los hombres. Tomaste unas velas aromáticas las prendiste y adornaste el baño con su tenue luz, llenaste la bañera y le colocaste aquellas sales relajantes que te regalaron tus amigas en tu último cumpleaños y que aún no habías disfrutado. Te sumergiste y pensaste en lo feliz que ahora eras y el divino futuro que te esperaba. Estuviste concentrada en ti misma, palpaste tus senos, que a pesar de tu madurez seguían firmes y hermosos, estaban duros sus pezones y una eléctrica sensación te pleno, bajaste tus manos y jugaste con tus labios, tu clítoris, como él nunca lo había hecho, estuviste un largo rato así manoseando con delicadeza y al mismo tiempo con fuerza rítmica aquella parte de tu cuerpo que tenias tiempo que no utilizabas con tanto gusto… con tanto placer… después de un largo rato aquella sensación eléctrica se convirtió en miles de descargas como una tormenta que te paralizo, te transmuto en otro ser por unos pocos segundos pero que en tu inconsciente duro miles de años. Ya relajada y autocomplacida te perfumaste con tu aroma favorito, te metiste desnuda en la cama y caíste rendida como si el mismo Morfeo te hubiese arropado. Al rato despertaste con una angustia en el pecho, estabas sudando como si estuvieses corriendo un maratón, prendiste la luz y fuiste corriendo de nuevo al closet y abriste la cajita que aún tenía la cinta verde pistacho, ahí aun estaban sus fotos, aquellos recuerdos que querías olvidar, te distes cuenta que seguían los retratos en la mesita de noche también los de las biblioteca y aquellos que estaban en la sala aun te sonreían con ridículo sarcasmo… ¡No puede ser! Exclamaste y fuiste directamente al directorio telefónico y buscaste con desespero el teléfono, llamaste a tu madre, pero fue en vano, nadie contesto, marcaste miles de teléfonos pero era imposible comunicarse… gritaste… gritaste y gritaste… Llegaron algunas enfermeras y trataron de calmarte, pero era imposible controlar tu ira y tu desesperación, te inyectaron algo que te hizo adormecer y fue cuando leíste en el hombro blanquecino del uniforme de una de las enfermeras: Clínica Psiquiátrica y de Reposo El Sagrado Corazón…

Por Félix Esteves

1 comentario:

  1. Hola Felix soy Dionisio. Hice un vistazo a tu blog, y me gusto. Si se trata que intercambiemos información intelectual, me encantaria. Pues aqui te dejo la dirección de mi pagina web:

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