EL DISFRAZ.
El traje lo mando a traer desde la misma Irlanda, sería la envidia de todos en la fiesta. Abrió el paquete y vio que el disfraz de duende traía unas instrucciones, pero pensó “quién necesita instrucciones para ponerse un traje de lycra verde”, lo tomo y enseguida se lo puso a pesar que el traje era sumamente pequeño, le quedaba bastante apretado, casi no podía moverse pero poco a poco la tela o su cuerpo se fue ajustando. Camino al espejo del baño y no pudo alcanzar a verse, ¡qué extraño! Todo le parecía más grande. Se subió a una banqueta para poder observarse, su sorpresa fue que no se reconoció, su cara había tomado unos rasgos monstruosos y su piel había tomado un ligero color verde, asustado trato de quitarse el disfraz pero le fue imposible la tela se le había pegado a su dermis, corrió a la caja donde había dejado las instrucciones y leyó con terror que aquel disfraz de duende irlandés era para siempre.
EL SECRETO FAMILIAR.
Fuimos a conocer al bebe. Mi prima murió en el parto. Mi tía nos contó que durante el embarazo mi prima solo comía porquerías. En ese momento llego la niñera, nos hizo pasar al cuarto donde dormía la criatura, nos inclinamos para ver bien de cerca... de repente el bebé abrió los ojos que eran rojos, retrocedimos y vimos con asombro que el párvulo nos mostraba unos afiladísimos dientes. Empezó a llorar, pero más que un llanto era como un rugido de rabia... la niñera corrió y lo tomo entre sus brazos y en ese mismo instante el pequeño le mordió el cuello, asustados tratábamos de quitarle la criatura a la muchacha pero la fuerza de aquel monstruo era sobrenatural, se soltó y se incorporo en el piso y con agilidad salto hacia la ventana perdiéndose en la oscuridad de la noche. Desde aquel día nadie sabe del monstruo, nadie habla de eso, pero desde entonces ninguno de la familia duerme tranquilo.
DULCE O TRUCO.
La niña se aproximaba ya a la última casa, estaba cansada y llevaba la cesta de su disfraz de gracioso esqueleto ya bastante llena, pero se proponía llenarla aún más, esa sería la última casa. Toco la puerta y enseguida salió una señora ya de bastante edad que parecía una dulce abuelita. “Dulce o Truco”, dijo la niña apenas se abrió la puerta. La señora amablemente le colocó unos deliciosos dulces en forma de rojas manzanas en una bolsita muy coqueta de celofán en su cestita y le ofreció otro y le dijo con extremado cariño “comete este de una vez que esta recién hechecito”. La niña glotona se lo metió en la boca y se lo trago casi sin masticar, dio media vuelta y se retiro sin dar las gracias a la dulce viejecita que le había proporcionado el dulce veneno en aquel antiguo truco de la “manzana envenenada”.
EL IDOLO.
Estaba el pequeño ídolo mirándola fijamente. Lo había adquirido en un viaje, no se acordaba en donde, solo le pareció un bonito recuerdo. Pero ahora su presencia era aterradora. Desde que regreso con él muchas cosas le sucedieron: la desaparición de su mascota, la muerte de sus plantas y lo que era peor, estaba padeciendo de una extraña enfermedad. Su tamaño se reducía considerablemente. Estaba menguando. Decidió botar el ídolo al rio, ya no lo quería más en su casa. Se vistió y salió llevando el terrible artefacto envuelto en un pañuelo, se paro en el medio del puente y lo lanzo en lo que creyó era lo más profundo del rio. Cuando llego a su casa aliviada por deshacerse de la horrible figura se percató que aún en la mesita de la sala estaba el pequeño monstruo de madera, quiso escapar, pero había menguado ya tanto que no consiguió alcanzar la perilla de la puerta y se quedo encerrada para siempre con el pequeño ídolo que aún la miraba fijamente.
LA GOTERA.
Todas las noches era un suplicio, una gotera que no la dejaba dormir. A pesar que ya los expertos habían revisado todos los grifos, la gotera persistía. Esa noche el ruido de la gotera era más fuerte que nunca y decidió cerrar la llave de arresto. Bajo al sótano y vio que la llave de entrada de agua a la casa quedaba en lo alto del techo, agarro una silla y se monto en ella para poder alcanzar el manubrio, pero la silla cedió al peso, ella resbalo hundiéndose en su cuello un tubo oxidado que la dejo guindando con un fuerte dolor... la sangre empezó a brotar y dibujo un delgado hilo desde la herida hasta la punta del dedo pulgar del pie... cayo la primera gota, la segunda gota... En su muda agonía comprendió que aquella gotera era el anuncio de una cruel muerte y escucho hasta el final hasta la última gota de sangre que caía de su tembloroso pulgar.
Por Félix Esteves
Divertido, tétrico. Pero bueno, así es el espíritu del Halloween. Buenas historias :)
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