En la concentración eminente de un sueño extraño te vendrá a ti tu destino, repentino como el olor de las azucenas extraviadas en un campo de trigo, como el abrigo de la muerte enamorada en una noche donde los suspiros de Céfiro te helaran los huesos. Curiosa manifestación que llegará cuando ya te sentirás sin consuelo, con pena, y tu cuerpo de tu alma será un triste presidio. Despertarás sudando, la fiebre secará tus labios, comprenderás entonces la gracia con la que fuiste ungido, romperás la copa de agua que descansará en la mesita de luz, tomarás el cristal más delgado, afilado y brillante como una supernova en su más alto delirio, cortarás cada parte de tu cuerpo como heridas tuvo Cristo, sangrante te verás, tu carne se hará mapa rojo donde al mar de tus ojos cada vez se hará más chiquito. Te verás en una cruz de hielo que se derretirá tan rápido como tus pupilas se irán cegando, muriendo… ofuscación, aturdimiento, entelequia amanerada que llegará cuando más alejado estés de tu albur… la sombra de la luna y su desvarío llegará a ti como la epifanía lo ha conjurado: "La locura te llegará como la sangre derramada por un profeta en su agonía."
Por Félix Esteves
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