miércoles, 30 de marzo de 2011

"LA VENUS DEL ESPEJO" DE VELÁZQUEZ: La gran división del arte erótico español

La Venus del Espejo.
Diego Velázquez. Entre 1647 -1651.
Oleo sobre Lienzo. 122 x 177 cm. Barroco.
National Gallery de Londres, Reino Unido
La elegancia y la belleza que se desprenden de esta obra de Velázquez son indescriptibles. El autor pinta un bellísimo y sensual cuerpo en una preciosa postura sobre unas telas, blanca por debajo, y de un intenso azul oscuro casi negro por encima, contrastando con el tono níveo y nacarado de la mujer realzando su belleza. El pintor sevillano coloca a una mujer de belleza palpable, de carne y hueso que además resalta de una manera lujuriosa y carnal gracias a la gran cortina roja que le suma un fuerte erotismo a la obra. Lo único que nos indica su relación a lo mitológico es Cupido (dios del amor) que sostiene el espejo donde se contempla la modelo y en el que se aprecia su rostro algo distorsionado, produciéndose con este efecto una visión total de la diosa aunque la miremos de espaldas. Cupido tiene las manos atadas por un lazo de cinta rosa que está sobre el espejo, aludiendo tal vez a la atadura del amor que somete a la belleza.

A pesar que es un cuadro que los historiadores del arte han catalogado en el género mitológico, para mi es más que eso, es una pintura netamente erótica, la Venus recostada es una simple distracción para disfrazar el hecho venéreo o de deleite sexual implícito en la obra. La interpretación del cuadro es compleja como corresponde al gusto barroco – en el barroco todo es exquisitamente complicado - así el propio Velázquez aborda la pintura mitológica, humanizando el mito o lo que podría ser aún mejor, toma la necesidad lasciva y sensual de lo humano-erótico y lo mitifica. Velázquez disfraza a la mujer, a la sensualidad femenina de diosa para esquivar y engañar la ridícula e hipócrita censura de la época.

Autorretrato.
Diego Velázquez. 1645
Oleo/Tela. 104 x 83 cm. Barroco
Gallería degli Ufizzi, Italia.
Pero la obra “La Venus del Espejo” no sería lo suficientemente buena si sólo se queda en lo mero erótico, magistralmente el pintor nos expone la dualidad entre la realidad y la vanidad cuando descubrimos que la belleza del cuerpo se contradice con la vulgaridad real del rostro, expuesta inhumanamente por el espejo. Toda esta dual simbología ligada al Cupido atado nos narra deliciosamente la permanencia o la unión existente entre el amor, la belleza, la vanidad y la verdad.

Este hermosísimo cuadro al óleo aparece en el siglo XVII o lo que es llamado el “Siglo de Oro” en una España que a pesar de la crisis económica y política vive un periodo de esplendor cultural y artístico. Los pintores son por lo general contratados por las iglesias, ya que los nobles y la Corte española prefieren a artistas extranjeros. No obstante el talento de Velázquez es admirado en España no sólo por los curas y hombres de la Santa Iglesia si no también por la realeza, entre ellos Gaspar Méndez de Haro, Marqués de Eliche, gran coleccionista de arte erótico y quién según los teóricos y estudiosos del arte le pide al pintor el encargo de inmortalizar a una de sus amantes.

“La Venus del Espejo” es dentro de la historia del arte español una cierta anomalía, no sólo por ser el único desnudo de Velázquez, o por su original diseño y técnica, o porque es uno de los pocos trabajos eróticos que sobrevivió a la fuerte censura católica española de su época, sino que además viene a preceder a muchos otras obras de carácter erótico en el arte español, podemos decir que a partir de “La Venus del Espejo” el arte erótico de España se vio y se ve de otra forma, este cuadro viene a dividir el erotismo español en la pintura en dos grandes períodos: Antes y Después de Velázquez.

Por Félix Esteves

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