miércoles, 20 de julio de 2011

NARCISUS

El transparente lago entrega con amor la figura
al joven sediento de cariño que toma su agua cristalina
asombrado siente que le besa apasionado los labios
la  húmeda estampa que se queda muda en sus pupilas.

El joven seducido observa la escultura que se le ofrece
con demencia de hombre enamorado sólo se estremece
y brota su miembro como una flor… crece y crece
y su amor por aquel ya es eterno y para siempre.

La imagen ya es una flor como blanco armiño
que se deja mecer con el aliento frágil y leve
del pobre que no se ha dado cuenta de su destino
ahora atrapado en la tierra por su vil vicio.

Se ama, se consuela… y no deja de verse
extasiado con su reflejo engalanado y embellecido
por los amarillas flores que crecen en sus sienes
y el verdor de hojas que en sus manos crece.

Ya es tarde, cuando quiere de él mismo desprenderse
cuando cansado de su soliloquio masturbado se siente
el llanto de sus ojos brota y un suspiro ahogado y breve
se escapa de su boca que se tuerce en un gesto leve:

¡Morir así viendo mi propia muerte!
Reflejada en el estanque que a mi sed de amarme
nunca quise parar y  detenerme
¡Ego que me hizo flor y que adorna ahora mi propia muerte!


Por Félix Esteves

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