martes, 26 de julio de 2011

REINALDO ARENAS: la Amarga Derrota del Desencanto hecha Poesía.

TU Y YO ESTAMOS CONDENADOS

Tu y yo estamos condenados 
por la ira de un señor que no da el rostro
a danzar sobre un paraje calcinados 
a escondernos en el culo de algún monstruo.

Tú y yo siempre prisioneros
de aquella maldición desconocida.
Sin vivir, luchando por la vida.
Sin cabeza, poniéndonos sombrero.

Vagabundos sin tiempo y sin espacio,
una noche incesante nos envuelve,
nos enreda los pies, nos entorpece.

Caminamos soñando un gran palacio
y el sol su imagen rota nos devuelve
transformada en prisión que nos guarece.



SONETOS DESDE EL INFIERNO

Todo lo que pudo ser, aunque haya sido,
jamás ha sido como fue soñado.
El dios de la miseria se ha encargado
de darle a la realidad otro sentido.
Otro sentido, nunca presentido,
cubre hasta el deseo realizado;
de modo que el placer aun disfrutado
jamás podrá igualar al inventado.
Cuando tu sueño se haya realizado
(difícil, muy difícil cometido)
no habrá la sensación de haber triunfado,
más bien queda en el cerebro fatigado
la oscura intuición de haber vivido
bajo perenne estafa sometido.



ÚLTIMA LUNA

Por qué esta sensación de ir a buscarte
hacia donde por mucho que vuele
no he de hallarte.
Qué terror sin tiempo ahora me impele
a por sobre tanto terror siempre evocarte.
No ha de encontrar sosiego nuestra pena
(que hallarlo sería comenzar otra condena)
y por lo mismo jamás cesaré de contemplarte.
Luna, una vez más aquí estoy detenido
en la encrucijada de múltiples espantos.
El pasado es todo lo perdido
y si del presente me levanto
es para ver que estoy herido
(y de muerte)
porque ya el futuro lo he vivido.
Ésa, indiscutiblemente, ésa es la suerte
que por venir del infierno arrastro.
Extraña amante,
sólo me queda contemplar tu rostro
(que es el mío)
porque tú y yo somos un río
que recorre un páramo incesante,
circular e infinito:
un solo grito.


Reinaldo Arenas

Escritor cubano nacido cerca de Holguín (Aguas Claras), donde creció bajo el cuidado de su madre, numerosas tías y sus abuelos maternos. Su infancia transcurrió entre la pobreza y la miseria, pero lleno de amor de las mujeres que le rodearon, no obstante la saña del abuelo la tenía siempre encima pues el abuelo no le gustaban “ las muchas rarezas” (amaneramientos) del niño.

Reinaldo empezó a escribir a los 13 años, aunque la llegada de la Revolución, a la que se anexó como guerrillero, retardó su vocación hasta 1963, cuando empezó a trabajar en la Biblioteca Nacional y redactó Celestino antes del alba. Conoció y entabló amistad con Piñera y Lezama Lima. Su libro El mundo alucinante fue prohibido por contrarrevolucionario, y a partir de ese momento y en adelante tuvo que esconder sus manuscritos. 

Otra vez el mar, que ocultó bajo tierra y en el tejado, fue hallado y destruido, pero lo rehizo tres veces. El ambiente en Cuba se enrarecía: la campaña de la Zafra de los Diez Millones, en la que el escritor fue obligado a contribuir cortando caña en una plantación, y las torturas al poeta disidente Heberto Padilla fueron para Arenas síntomas de su arriesgada situación, como escritor que no se sometía al régimen y como homosexual, que trató de paliar al casarse con la actriz Ingrávida González.

En 1973 lo detuvieron por contrarrevolucionario y traicionado en su huida por su amigo Coco Salá, fue conducido al cuartel de Miramar, desde donde trató de salir de la isla en un neumático. Fracasó, como cuando quiso huir por Guantánamo, donde estuvo a punto de ser ametrallado. Durante dos meses se refugió entre la vegetación del Parque Lenin, hasta que la policía lo encerró en el castillo del Morro: dos años entre palizas e intentos de suicidio.

Tras perder dos dientes por las innumerables golpizas, obligado a realizar trabajos forzosos  y confesar por escrito para evitar torturas, obtuvo la libertad. En los cinco años siguientes asistió a las muertes de sus amigos Lezama Lima y Piñera, se enamoró del joven Lázaro Gómez. Hasta que se unió al éxodo de los marielitos y falsificó a mano su pasaporte para convertirse en Reinaldo Arinas y eludir la lista de los que no podían salir del país.

En 1980 consiguió salir de Cuba, como dije antes en la diáspora de los Mariel. Su llegada a Miami no fue fácil, muchos de sus compatriotas e intelectuales le dieron la espalda, y aprendió que un exiliado sin dinero no era nadie. Arenas deambulo por 10 años con su "alarido desesperado" por Venezuela, Francia, Portugal, Suecia, Dinamarca y España. En Estados Unidos, donde colaboró en la revista Mariel desde su fundación en 1983 hasta su cierre en 1987, acabó el repaso a su vida que había iniciado 17 años antes en el Parque Lenin.
Reinaldo Arenas sufrió persecución no solo por su abierta homosexualidad, sino por su resuelta y contundente oposición al régimen impuesto por Fidel Castro, que le cerró cualquier posibilidad de desarrollo como escritor e intelectual durante los años de mayor ostracismo cultural en la isla.

Reynaldo Arenas le es diagnosticado el virus de HIV en 1987, tres años después se suicida el 7 de diciembre.

Por Félix Esteves

1 comentario: