Oscar Wilde (1854-1900) |
Oscar Wilde se convirtió
para los homosexuales en una figura de mártir, un símbolo inolvidable de la
vulnerabilidad y la resistencia gay. Responsable más que nadie por formar el
estereotipo popular del homosexual amanerado, refinado y de ingenio que hace
ostentación de las costumbres de la clase media, es también ejemplo de las
realidades políticas de la opresión gay. Él es una figura simbólica, no sólo
porque su encarcelamiento fue parte de la realidad política de que posteriores
los homosexuales debieron enfrentar, sino también por su desafío y su empeño
por la lucha por la liberación gay.
La gran fama de Wilde es breve y comenzó en 1888 con la
publicación de su colección de cuentos de hadas, donde se encuentra “El
Príncipe Feliz”, que coincide con su período de actividad homosexual. Durante
los próximos siete años, engendró una
prosa importante, obras como “El retrato de Dorian Gray” (1890, 1891), “El alma
del hombre bajo el socialismo”, “Las intenciones” (1891), “El crimen de Lord
Arthur Savile y otros relatos” (1891), y “Casa de las Granadas” (1891), así
como sus cinco obras de teatro de gran éxito: “Salomé” (1893), “El abanico de
Lady Windermere” (1892), “Una mujer sin importancia” (1893), “Un marido ideal”
(1895) y “La importancia de llamarse Ernesto” ( 1895).
Este breve período
de realización genuina terminó abruptamente el 18 de febrero de 1895, sólo
cuatro días después de la apertura triunfal de “La importancia de llamarse
Ernesto”, cuando el Marqués de Queensberry dejó una tarjeta para Wilde en su
club: “To Oscar Wilde posing as a sodomite”[1]
(Para Oscar Wilde quién presume de sodomita). Animado por Lord Arthur Douglas
(hijo del Marqués de Queensberry) que odiaba a su padre, Wilde demandó a
Queensberry por difamación penal: un juego que fue ganado por el amargo e
inestable Marqués y que iba a culminar en los procesos propios de Wilde de "gross
indecency between males."[2]
(Indecencia grave entre hombres).
Lord Alfred Douglas "Bosie" |
La gravedad de la
pena de Wilde - que contribuyó a su muerte prematura en el exilio en París en
1900 - y la extremidad de su sufrimiento lo hizo un mártir de la lucha por la
emancipación homosexual. Sin embargo, Wilde, hay que reconocer, que fue un mártir
por su propio pie, su martirio, después de todo, fue el resultado de su propia
locura, que aprovecharon sus perseguidores, y que normalmente no estaban
dispuestos a procesarlo a él ni otros homosexuales de alta posición social o de
importancia artística de Wilde. De hecho, sus juicios y condenas son atribuidos
más al papel de su amante Lord Alfred Douglas, la necedad del escritor y
su gusto por la dramatización, y quizá también en su necesidad inconsciente por
ser noticia, tal como lo afirma y explica:
“His martyrdom, after all, resulted as much
from his own folly as from the viciousness of his persecutors, who were not
eager to prosecute him or other homosexuals of high social standing or artistic
prominence. Indeed, his trials and conviction may fairly be blamed on his (and
Alfred Douglas's) willed stupidity and penchant for self-dramatization, and
perhaps as well on his unconscious need for exposure and punishment.”[3]
Sí Oscar Wilde, que realmente presumía de “sodomita”, y no temía en
proyectar su homosexualidad a través de sus gestos, formas, obras y
comportamiento en sociedad, ¿por qué decide enjuiciar o demandar al Marqués de
Queensberry “por calumnias y esgrimiendo la amoralidad del arte como defensa.”[4]?
Oscar Wilde necesitaba estar en la palestra y vio esto como una forma de
mantenerse arriba y seguir siendo el centro de atención, tal como hacen hoy día
muchos “artistas” con la “prensa del corazón”. Si nos ponemos a ver, la demanda
expuesta por Wilde es reaccionaria y nada desafiante. Es como si alguien me
llamara a mi “Homosexual” y yo me sintiera ofendido y demandara por calumniarme
cuando yo he declarado abiertamente mi clara identidad sexual no sólo en mi
blog, sino también en las redes sociales a la cual pertenezco. No quiero
compararme con Wilde, mi humilde trabajo no tiene nada que con la excelencia de
la prosa y la poética de apreciado Wilde, sólo lo hago para que entiendan la
naturaleza errada de tal demanda.
Por supuesto Oscar Wilde pierde la demanda y Queensberry procede a contrademandar a Wilde por Sodomía, pero Wilde decide enfrentar el juicio en vez de huir como tantos homosexuales prominentes de aquel entonces. El magistrado quién llevaba el caso retrasa la emisión de la orden de detención a fin de que el acusado pueda exiliarse en el extranjero. Pero como dije antes Wilde se queda en Inglaterra más movido por su alienación y su locura que por limpiar su nombre, como se asegura en la siguiente cita:
“That he did not go into exile, as so many
prominent Victorian homosexuals had done when faced with the prospect of
scandal and prison, is a measure less of his rebelliousness than of his felt
need to maintain his position in society.”[5]
Igualmente la
defensa florida en su segundo juicio del amor platónico o como el mismo dijo "amor
que no osa decir su nombre" es prueba de que Oscar Wilde nunca defendió su
homosexualidad, siempre la negó. Extracto de su defensa:
"The Love that dare not speak its
name" in this country is such a great affection of an elder for a younger
man as there was between David and Jonathan, such as Plato made the very basis
of his philosophy, and such as you find in the sonnets of Michelangelo and
[William Shakespeare]. It is that deep, spiritual affection that is as pure as
it is perfect . . . It is in this century misunderstood, so much misunderstood
that it may be described as "the Love that dare not speak its name",
and on account of it I am placed where I am now. It is beautiful, it is fine,
it is the noblest form of affection. There is nothing unnatural about it, and
it repeatedly exists between an elder and a younger man, when the elder has
intellect, and the younger man has all the joy, hope and glamour of life before
him. That it should be so, the world does not understand. The world mocks at it
and sometimes puts one in the pillory for it."[6]
Los actores Allan Aynesworth y George Alexander en la premier de "La Importancia de llamarse Ernesto" en 1895. |
Oscar Wilde se convirtió
así en víctima de su propio deseo de figurar y al mismo tiempo víctima de de la
intolerancia y la hipocresía de una sociedad que había ridiculizado y expuesto
y sin embargo nunca pudo rechazar por completo. Se convirtió en el chivo
expiatorio de inseguridades sexuales y morales de su sociedad. Tal vez el único
héroe del juicio de Wilde fue Alfred
Taylor, que lealmente se negó a declarar contra su amigo y cliente Oscar Wilde.
Alfred Taylor era un homosexual que manejaba varios jóvenes prostitutos o gays
que lo utilizaban como “celestina" o
alcahuete.
Alfred Waterhouse
Somerset Taylor fue el hijo de un fabricante de chocolate. En 1883 heredó 45.000 libras, la cual procedió a gastar hasta
llegar a la bancarrota. Él le presentó varios jóvenes a
Oscar Wilde, en su burdel masculino de
Westminster. En 1893 Alfred Taylor se “caso” con su pareja Charles Mason y Taylor fue la novia pues se vistió como la
ocasión exigía a una novia victoriana. En 1894, Arthur y Marling, un imitador femenino, fueron
arrestados por el uso de ropa femenina en una fiesta ofrecida por John Preston
en Fitzroy Street.
Oscar Wilde y Lord Alfred Douglas "Bosie". |
En 1895, cuando
Wilde fue detenido, Taylor fue arrestado con él, y acusado de proxenetismo. La
policía encontró una considerable colección de ropa femenina en su habitación.
Taylor se negó a entregar la evidencia de que Wilde era gay y travesti al igual
que él. Los dos hombres fueron juzgados juntos y condenados a dos años de
trabajos forzados. Taylor después de cumplir su condena emigró a los Estados
Unidos, donde no se sabe nada de él excepto que en la década de 1920 estaba
trabajando como camarero en Chicago, por casualidad sirvió a Lord Alfred
Douglas, antiguo amante de Wilde, quien estaba de visita en la “Ciudad de los
Vientos.”
Desde un principio Wilde pierde el caso, su abogado comienza el alegato
contra la calumnia de Queensberry defendiendo a Wilde por la ambigüedad de una
carta íntima enviada a Lord Arthur Douglas “Bosie” donde le llama "Bello Jacinto", y
otras construcciones simbolistas. Pero la carta más que ayudarlo lo hunden,
primeramente porque los abogados de Queensberry no conocían la existencia de la
carta y esta da pie, ya sacada al aire por la defensa para utilizarla para
desacreditar al escritor. Wilde alega que la carta es "poesía en prosa
simbolista de inspiración helénica".
Pero sin duda, fueron las respuestas contradictorias de Wilde durante el
interrogatorio que lo llevaron derecho a la cárcel. A la pregunta de si había
besado alguna vez al criado de Bosie, contesta: "Oh, de ninguna manera,
era un muchacho muy poco agraciado", como lo explica Douglas O. Linder en
su artículo:
"Soon after that confident response, Carson
asked Wilde about a young man, sixteen when Wilde knew him, named Walter
Grainger. Did Wilde kiss him? "Oh, dear no!" Wilde replied,
"He was a peculiarly plain boy."
Carson zeroed in on his prey. Was
that the reason he didn't kiss him? Why
then did he mention his ugliness? "Why, why, why, did you add that?" [7]
Primera Edición de "El Retrato de Dorian Gray" en la revista mensual Lippicontt. |
No es de extrañar, que
dichas contradicciones e inseguridades que aparecieron en el juicio son también
parte de la reticencia y la timidez de sus representaciones de la
homosexualidad en los textos como "El retrato de Mr. WH" y “El
retrato de Dorian Gray”.
A pesar de Wilde se
merece un enorme reconocimiento por su valentía en incluso abordando temas gays
en una época en que era peligroso hacerlo, sus textos homosexuales antes de su
caída tienden a ser dispares entre sí. Oscar Wilde es heredero de una tradición
estética homosexual, que se extiende desde Winckelmann a Pater y de una
Inglaterra de fin de siglo en plena decadencia que no deja que sus obras al
igual que otras sean sorprendentemente moralista.
La homosexualidad
de Wilde en su obra se expresa indirectamente, generalmente se enuncia disimuladamente
en la forma de un interés recurrente en los secretos escandalosos, pasados misteriosos y vidas divididas, a pesar de que
puede haber contribuido a la novela “Teleny” que es una novela explícitamente homosexual erótica, también conocida como “El reverso de la
Moneda” (1893), que fue escrito al parecer por varios miembros de su círculo.
En su obra “La
importancia de llamarse Ernesto”, Wilde traduce la ambivalencia que sentía
hacia su homosexualidad - personificada por la noción misma del "Bunburismo,"
la necesidad de llevar una doble vida - en una parodia compleja de sí mismo y de
su sociedad y por lo tanto crea una obra maestra, quizá la mejor comedia en su
lengua. Sin siquiera mencionar la homosexualidad, Wilde en “La importancia de
llamarse Ernesto” crea la obra gay por excelencia, donde se crítica los valores
absurdos de la época victoriana, descubriendo en la comedia en un medio de
atacar secretamente los prejuicios de su sociedad y discretamente la defensa de
su propia inconformidad.
La farsa
brillantemente representa la posición que Wilde ocupaba en relación con su
sociedad homofóbica, en ella, pero no de él. Tal vez el aspecto más conmovedor
de “La importancia de llamarse Ernesto” es el hecho de que su comedia es
alimentada por el deseo desesperado de Wilde para ser aceptado por la misma
sociedad que él satirizó. En sus primeras obras donde abordan la temática
homosexual de manera más directa, Wilde sin embargo, la ambivalencia del autor
no logra la resolución, y el resultado es una especie de parálisis imaginativa:
una suspensión triste entre el idealismo y el realismo en "El retrato de
Mr. WH" y un moralismo melodramático en "El retrato de Dorian Gray". Sólo
después de su caída vertiginosa, en el doloroso, pero astuto “De Profundis”
Wilde logra una visión a la vez
unificada y suficiente capaz de contener su carácter contradictorio, entre la
conciencia y el temor a la opresión gay.
"El retrato
del Sr. W.H." y el experimento defectuoso pero inquietante de Wilde en la
novela gótica, “El retrato de Dorian Gray”, comparten una serie de similitudes,
incluyendo una ambivalencia hacia la homosexualidad. Las similitudes pueden
deberse a que Wilde probablemente revisó la historia al mismo tiempo que revisó
la novela, que fue publicada originalmente en la revista mensual de Lippincott
en julio de 1890 por capítulos y volvió a publicarse ya como libro en 1891. En
un sentido real, sin embargo, “El retrato de Dorian Gray” es aún más
ambivalente sobre la homosexualidad de "El retrato de Mr. WH".
La fascinación de
la novela “El retrato de Dorian Gray” reside en la discrepancia entre su moral
y su tono de evidente contradicción. El moralismo de la novela se desprende de
su estructura de la trama, que hace hincapié en la caída y el castigo de un
hombre narcisista joven que hace un pacto con el diablo para conservar su
belleza juvenil. Wilde explicó la historia como una condena al exceso. Sin
embargo, el moralismo se ve limitado por el hecho de que los personajes buenos
de la novela son débiles y pasivos, mientras que los corruptos son glamorosos y
fuertes. Además, el narrador hace ambigua la doctrina hedonista enunciada por
Sir Henry Wotton y abrazado por Dorian Gray ciertamente seductora.
A pesar de la
terminación retributiva del libro, el sueño fáustico de un escape de las
limitaciones humanas y restricciones morales se hace más atrayente que la moral
superpuesta que condenan el narcisismo y el exceso. No es de extrañar que en la
imaginación popular, el nombre de Dorian Gray no evoque una imagen del mal,
sino de la juventud prolongada sobrenatural que se compra a un precio trivial
de un retrato desfigurado.
La homosexualidad
es un aspecto importante de “El retrato de Dorian Gray”, y la novela merece el
crédito como una representación pionera de las relaciones homosexuales en la
ficción inglesa. Pero es importante destacar que los enunciados sobre la
homosexualidad Wilde no los expresa directamente. Los lectores homosexuales de
aquel entonces sin duda habrán respondido al trasfondo del libro, de los
sentimientos homosexuales y haber encontrado el mismo nombre "Dorian"
sugerente de la homosexualidad griega, ya que era la tribu doria, que
supuestamente introdujo la homosexualidad en Grecia.
No obstante la
contribución más importante de Wilde a la literatura gay es la notable carta
escrita en prisión, “De profundis”, una obra que de manera creativa transmuta
el desastre de su procesamiento y encarcelamiento en un triunfo lúdico. Escrito
en un período de tres meses en 1897, después de haber sido encarcelado durante
unos dieciocho meses, y dirigida a Lord Alfred Douglas, “De Profundis” es mucho
más que el ataque de recriminación de un amante desilusionado o un
auto-servicio a las vías de autocompasión.
"De Profundis" Carta escrita por Wilde durante su amarga estancia en prisión. |
La importancia de
la carta de la cárcel de Wilde para la literatura gay es que en ella el
escritor rompe con el molde de la burguesía que había atacado con tanta
frecuencia, pero sin embargo, a la que tan tenazmente se aferraba. Como
resultado de su encarcelamiento, él descubre una nueva libertad y surge como un
ave fénix, víctima de la opresión gay que finalmente triunfa sobre una sociedad
filistea.
La facultad
fundamental del auténtico yo crea que Wilde en “De Profundis” es la
imaginación. La imaginación, como se utiliza en el trabajo, es un término
pre-existentialista para la atención de las personas a las ideas recibidas y las
relaciones, sino que indica una vivacidad del espíritu, la conciencia del
significado de la experiencia, un estado de alerta crítica a la naturaleza de
nuestras relaciones para con los demás y las instituciones sociales, y un
cuestionamiento constante de establecidos por los códigos sociales.
En “De Profundis”,
la imaginación es el medio por la cual Wilde da libertad a su relación
problemática con la sociedad. La carta aunque dirigida a Lord Arthur “Bosie”,
realmente va dirigida a toda la sociedad que lo juzgo y encarcelo. No obstante,
el aspecto más audaz de “De Profundis” es las representaciones simultáneas de
Wilde como Cristo a su imagen y él mismo en la imagen de Cristo. Cristo (Wilde)
o viceversa, sacrificado por una sociedad que lo amo y después lo repudió.
En “De Profundis”,
Wilde defiende su homosexualidad, a través del “uranismo”, oblicuamente, pero
con fuerza, y la obra merece un lugar destacado en la literatura de apología
homosexual. Franca admisión de Wilde de su homosexualidad, de su identidad
sexual en un elemento del nuevo auto-conocimiento que ha adquirido en el crisol
de su sufrimiento Escéptico del modelo médico de la homosexualidad emergente en
el siglo XIX, se refiere con desdén a César Lomboroso, un criminólogo italiano
que cree que la homosexualidad era un trastorno congénito, a ser tratado en los
manicomios en lugar de las prisiones.
El juicio de Oscar Wilde según caricatura de la época. |
Aunque abierto a
una conexión teórica entre la homosexualidad y la creatividad artística, como
se deduce de apologistas de la homosexualidad como John Addington Symonds y
Edward Carpenter y aprobado en "El retrato de Mr. WH" y El retrato de
Dorian Gray, Wilde señala lacónicamente que el fenómeno patológico en cuestión
se encuentra también entre los que no tienen talento. Es decir que todos,
podían “patológicamente” padecer de homosexualidad”.
“De Profundis” hay
una nueva conciencia de su relación con una sociedad cuyo código violó
ingenuamente. Pero el aspecto más conmovedor de “De Profundis” es el relato
gráfico del dolor físico y mental a la cual fue sometido en prisión. Abandonado
por Douglas, humillado por un público vengativo, estigmatizado y echado fuera
de la sociedad, describe su vida como una verdadera "Symphony of
Sorrow".[8]
Pero el tema
supremo de la obra es el significado del sufrimiento. Wilde declara que el
sufrimiento es una revelación y que antes no tuvo la oportunidad de discernir
sobre su vida ya que no había sufrido y por lo tanto no se le había revelado su
realidad. Al final concluye que los
hombres profundos son aquellos que han tenido el privilegio del sufrimiento: "to
have become a deeper man is the privilege of those who have suffered."[9]
Este hombre nuevo,
que sufrió en prisión, triunfo en “De Profundis”. Como resultado de ver el
mundo de otra manera, es capaz de aceptarse a sí mismo y de aceptar su difícil
situación sin amargura. Él aparece como una especie de Arlequín figura de
Cristo, un payaso mártir que disfruta de la última risa. Ejerce su imaginación
para traducir su martirio en un triunfo similar a la comedia cristiana
implícita en el Viernes Santo y la Resurrección.
El hombre nuevo que
triunfa al final de “De Profundis” se deleita desafiante en su exclusión de la
sociedad, su marginalidad como paria homosexual. Por lo tanto, Wilde rechaza la
sociedad artificial que lo ha condenado y ve a la naturaleza de su ser homoerótico con
alivio y consuelo:
"Society, as we have constituted it, will have no place for me, has none to
offer; but Nature, whose sweet rains fall on unjust and just alike, will have
clefts in the rocks where I may hide and secret valleys in whose silence I may
weep undisturbed. She will hang the night with stars so that I may walk abroad
in the darkness without stumbling, and send the wind over my footprints so that
none may track me to my hurt: she will cleanse me in great waters, and with
bitter herbs make me whole."[10]
En este pasaje, hace una afirmación desafiante de
su condición como un hijo de la
naturaleza, y por lo tanto tan normal como cualquier otro, mientras la sociedad
crítica y juzga a todos y a cada uno de
sus miembros basados en leyes arcaicas y
del pasado.
Wilde se convirtió
en consecuencia, en una especie de grito de guerra a todos los escritores y
artistas que sufren, en un grado u otro, de la persecución de la hipocresía social.
Pero también, para los homosexuales, se convirtió en una figura de mártir, un
símbolo inolvidable de la vulnerabilidad y la resistencia gay. Él es una figura
simbólica, no sólo porque su encarcelamiento fue la realidad política de muchos,
además que formar parte de la historia judicial y triste de nuestra comunidad,
que en muchos países todavía padecen, son muchos las naciones que condenan la
homosexualidad con la cárcel, la tortura y hasta la muerte.
Pero lo que quizás
más es más importante, es que a pesar de que fue humillado, maltratado,
apresado y sufrir cientos de calamidades en la prisión Wilde resistió, y aquel
encarcelamiento fue por un desafío que le hizo ganar, aunque dolorosamente, la
auto-realización, el conocimiento de su identidad sexual, además de darnos una lección
importante en la lucha por la liberación gay.
[6] Gribben, Mark, The Trials of Oscar Wilde. http://www.trutv.com/library/crime/gangsters_outlaws/cops_others/oscar_wilde/12.html
[7] Linder, Douglas O., The Trials of Oscar Wilde:
An Account. http://law2.umkc.edu/faculty/projects/ftrials/wilde/wildeaccount.html
Estoy por salir y no puedo leer merecidamente tu entrada. No hay problema: hago lo que hago en ocasiones, la copio, la paso a pdf, me la pongo en el ebook y la leo en el tren (agarro el tren cada día para ir a trabajar, buffff). Bueno, sólo quería decirte que hay un libro interesantísimo que probablemente glosas en tu entrada, El marqués y el sodomita, una crónica escrita por su nieto sobre la vista oral del juicio. Si no la tenéis ahí y te interesara mucho podría ver si todavía se encuentra por estos lares.
ResponderEliminarBueno, te digo algo más una vez haya leído detenidamente tu entrada. De momento sólo señalar que yo sí puedo entender esas contradicciones: la época era la época, y ante las amenazas serias y graves, algo tuvo que decir para defenderse.
Bueno, te escribo en otro momento. Otro abrazo.
Ya veo que te ha comentado mi gran amigo Eastriver. Lo hace con tanta propiedad que poco me queda por añadir, salvo glosar este párrafo que me encanta
ResponderEliminar"Society, as we have constituted it, will have no place for me, has none to offer; but Nature, whose sweet rains fall on unjust and just alike, will have clefts in the rocks where I may hide and secret valleys in whose silence I may weep undisturbed. She will hang the night with stars so that I may walk abroad in the darkness without stumbling, and send the wind over my footprints so that none may track me to my hurt: she will cleanse me in great waters, and with bitter herbs make me whole."
Me puedo identificar tanto con él.
Somos afortunados de haber nacido en el presente, te imaginas a Wilde de bloguero. ;) Bs.
Emejota, lo de Oscar Wilde como bloguero nunca lo había pensado, pero ahora que lo medito, lo más seguro es que hubiese sido uno genial, sin embargo también creo que ya hubiese sido censurado.
EliminarMuchas gracias por estar siempre presente. Un fuerte abrazo
Félix Esteves.