lunes, 22 de octubre de 2012

HOMOSEXUALIDAD, MASCULINIDAD Y MASCULINIDADES.


El ideal de la transpostmodernidad acepta y reconoce la adaptación, conciliación y consistencia de las construcciones sociales del género y de las subjetividades de la sexualidad.  El “mundo inteligente” de hoy, la sociedad de avanzada inserta la existencia de sujetos centrados y coherentes dentro de los contextos y las relaciones sociales.  El hombre ya no es solo visto como macho, y la mujer como hembra, existe una diversidad en cada uno de nosotros que sobrepasa esa línea de la ortodoxia heterosexual o de la heteronormativa; en el proyecto social moderno como en la práctica social los individuos son mucho más complejos  y sus prácticas menos lineales y dicótomas que lo que generalmente esperamos o se esperaba.  El hombre o mejor dicho la masculinidad no resiste el examen tradicional de las dicotomías tradicionales, pues son muchas las miradas que colocan lo “masculino” frente a la diversidad y heterogeneidad de las subjetividades,  tanto así que hablamos de identidades, sexualidades y múltiples construcciones del género.

 El Gran Misterio de las Masculinidad y las Masculinidades.

Según Wikipedia la masculinidad es… “un conjunto de características asociadas al rol tradicional del hombre. Algunos ejemplos de esas características son la fuerza, la valentía, la virilidad, el triunfo, la competición, la seguridad, el no mostrar afectividad etc.” (Wikipedia)

Al mismo tiempo existen otras “masculinidades” distintas a las tradicionales y que son  un acumulado de construcciones culturales nacidas a través de la historia, por las cuales se les asignan a los hombres ciertos roles sociales propios de su género. En la heteronormativa o la ortodoxa visión de la sociedad la masculinidad es sólo una y es aquella que se describe o mejor dicho están coligadas claramente y únicamente con el patriarcado como lógica de relación y de comprensión del universo, donde el varón u hombre es el género predominante en la condición humana.

Esta masculinidad es conocida también como masculinidad hegemónica o machismo y es tan antigua como la misma escritura o anterior a ella. Esta postura antropológica del hegemonismo masculino se fundamenta o tiene sus orígenes en la superioridad del hombre principalmente en el hecho religioso o dogmático de Dios-Hombre, así desde un principio el macho o varón es dueño y señor, ley y justicia, fuerza y poder, y por lo tanto los roles característicos que se les asigna a la masculinidad hegemónica están la virilidad, caballerosidad, superioridad, fortaleza, templanza, competición, inteligencia,  entre otros, conllevando a una división social del trabajo desigual donde el hombre tiene un lugar en el mundo asociada a la fuerza de trabajo y la mujer al de la reproducción.

La controversia sobre la masculinidad hegemónica o machismo nos conduce ante el dilema de definir si en las relaciones sociales existen diferentes masculinidades o si no son todas revelaciones de lo mismo.  Pero el machismo es siempre el mismo, la masculinidad hegemónica es la misma del hombre dominante a la del hombre dominado, lo que encontramos no es otra cosa que  las mismas manifestaciones de la hegemonía del género masculino,  esas mismas manifestaciones que se sobre imponen a la mujer por su género y por su posición social atravesando todas las categorías sociales.   El macho rico domina a la mujer rica como el macho pobre domina a la mujer pobre, el macho blanco domina a la mujer blanca como el macho negro domina a la mujer negra… y así sucesivamente… el macho domina y maltrata al más débil.

No obstante las ideologías masculinas son sólo construcciones epistemológicas, cognoscitivas  y discursivas dominantes en las sociedades que se estructuran sobre la base de relaciones irregulares entre los géneros. Según la filósofa y feminista Moira Gates las categorías son socialmente construidas y no existen independientes del sujeto; poseen un contexto primordialmente cultural e histórico; la cultura etiqueta el cuerpo y crea condiciones en que ese cuerpo vive y se recrea.

Así desde que nacemos se nos enseña cómo deben comportarse los niños, pues la sociedad espera que tanto los niños como los hombres seamos valientes, atrevidos, osados, fuertes y no debemos manifestar debilidad física ni emocional, desde la más temprana edad por ejemplo se nos dice que “los hombres no deben llorar”. Igualmente debemos demostrar superioridad física en los deportes aunque no sean de nuestro agrado, por ejemplo el padre que obliga al niño al practicar el futbol o beisbol, karate o lucha libre, porque la práctica de un deporte es de macho, de hombres, y por lo tanto la masculinidad debe ser demostrada, ser “ganadores”, y en esa necesidad “inventada” de probar que somos hombres “machos” va creando en muchos para no decir todos una ansiedad  que dura toda nuestra existencia, y es peor aún este desafío para nosotros los homosexuales que vivimos insertados dentro de la heteronormativa o de sociedades altamente homofóbicas.

Muchos hombres para tapar su ansiedad desarrollan conductas masculinas exageradas pero realmente esconden miedos e inseguridades a no ser vistos como hombres reales y otros porque realmente son homosexuales y temen ser descubiertos. En la sociedad de la heteronormativa  se nos ve (a los homosexuales) como que no somos verdaderos hombres, creando  sentimientos de inferioridad o de que hay algo malo en nosotros. En la cultura occidental el  ser hombre es una ventaja pero no lo eres hasta que no lo pruebas: debes ser deportista, tener varias mujeres, por lo menos pelearte y caerte a puños una o dos veces y por supuesto haber salido triunfador.

En las culturas altamente homofóbicas y machistas ser homosexual es no ser hombre y por lo tanto los gays aunque se sientan hombres son tratados como seres inferiores como muchas veces son tratadas las mujeres, por lo tanto a estos hombres gays se le hace tan difícil salir del closet y prefieren construir una personalidad falsa para no verse rechazados por sus familiares y disminuidos por la sociedad imperante, muchos de estos hombres terminan cansándose y teniendo hijos, llevando una doble vida que por lo general termina en el quiebre familiar, el alcohol o la droga, o simplemente en manchar más la imagen de la homosexualidad dentro de la sociedad, pues de seguro la culpa es absorbida y achacada al gay  y no a la misma sociedad que lo lleva a mentir y llevar esa doble personalidad.

De igual manera las sociedades machistas, falocentristas y de la heteronormativa que restringe  las manifestaciones no heterosexuales, al mismo tiempo se alimenta de la fuerza del dominio de las masculinidades subordinadas, entendiéndose estas últimas a “aquellas que no cumplen con el paradigma tradicional del dominio y la opresión”… (Ramírez, R. L. & García Toro, V. I.; 2002).  

Las masculinidades subordinadas o mejor dicho aquellas masculinidades no tradicionales – a pesar que han existido desde mucho tiempo – es hoy día que son más tangibles y son el producto  de los cambios sociales que eclosionaron en el siglo pasado. Estos procesos de cambio y transformación pueden percibirse en la diversidad de formas en que los hombres nos hacemos hombres en la actualidad. Asimismo  podemos observar los cambios en el resultado de esas construcciones que dan principio a todos las gamas de lo que se significa como masculino o lo que significa ser “hombre”: el homosexual, el metrosexual, el hombre aborigen, el hombre pobre, etc.

Como dijimos antes, existen masculinidades hegemónicas, como los blancos, heterosexuales, ricos y masculinidades marginadas, como los GLBT, pobres, afro, indígenas y otros. La resolución dominante establecía la identificación del hombre como la expresión de un solo modelo y de una sola concepción. En la actualidad, observamos que la masculinidad no es una sola sino que existen muchas, determinadas por el momento histórico, por la cultura, por la forma de la sociedad. Desde la pauta sociológica y la Antropológica, cada sociedad dispone de un modelo predominante de masculinidad, al cual tratan de ajustarse los distintos tipos de masculinidades existentes en una sociedad y en el momento histórico definido.

La homosexualidad como un tipo de masculinidad marginada y subordinada, trata de establecer sus reivindicaciones sociales, el respeto a sus derechos como seres humanos y ciudadanos, no obstante grupos de la hegemonía machista y de la heteronormativa mantienen su discurso racista, homofóbico y de altos niveles de violencia como una forma de probar su identidad, defendiendo su masculinidad excluyendo a los otros y reforzando el fundamentalismo heterosexual, religioso y de las estructuras inequitativas de la sociedad patriarcal.

Homosexualidad… ¿otra forma de ser hombre?

La mayoría de los hombres construyeron su identidad sexual basándose en la masculinidad hegemónica y heterosexual ya que durante mucho tiempo fue tomada como el único referente social. A esta masa de hombres, y por qué no también de mujeres que defienden la masculinidad hegemónica, le enseñaron que el amor no era posible entre dos seres del mismo sexo y durante muchos siglos, el hombre que deseaba a otros hombres era visto como la negación del masculino, era asociado a la mujer, que era considerada como el lado débil de la especie humana.

La homosexualidad, en la ideología de la masculinidad hegemónica, patriarcal y de la heteronormativa, está considerada como una enfermedad, una desviación  sexual que amenaza la estabilización de la división sexual y de la vida. La masculinidad hegemónica, no sólo ha sido ejercida durante siglos por los hombres es también construida por las mujeres, ya que tiene que ver con el ejercicio de las formas aprendidas socialmente de ser hombre y de ser mujer. En los años setenta del siglo pasado con los diferentes movimientos de liberación sexual y el feminismo han contribuido a disminuir la fuerza de la masculinidad hegemónica y a fortalecer a su vez con las nuevas formas de masculinidades.

Pero es a partir de los ochenta que los estudios sobre homosexualidad y en los noventa con las investigaciones sobre las diferentes masculinidades que empiezan a verse desde otra perspectiva más positiva las nuevas formas de ser hombre y comienza a romperse la masculinidad hegemónica como un ideal de masculinidad.

Simone de Beauvoir nos decía ya en 1949 con su obra “El Segundo Sexo” que “la mujer no nace, se hace”… (De Beauvoir, Simone; 1981), esta afirmación en la actualidad se hace extensible a la construcción de la masculinidad, a la idea de que también el hombre se convierte en hombre mediante toda una serie de convenciones sociales que convergen en una ideología de la masculinidad contrapuesta a su Otro, la mujer, al mismo tiempo con las variaciones que han ocurrido en los últimos siglos es patente que las diferentes masculinidades hayan aparecido, mutado, cambiado, progresado, disminuido, pero principalmente variado en una gama de formas de ser hombre y ser mujer para terminar con el binarismo absurdo del macho-hembra o mejor dicho el binarismo o bipolarismo de la heterosexualidad y la heteronormativa.

En el mundo de la transpostmodernidad, cada vez más democrática, más libre, los hombres están reivindicando la valoración de modelos masculinos no hegemónicos. Y aunque todavía existen el machismo y la supremacía socio-cultural del Hombre sobre la mujer y los homosexuales, algunos hombres (muy pocos) junto con las feministas y homosexuales están reclamando y exigiendo una masculinidad igualitaria y no hegemónica. Es decir que todos por igual tengamos los mismos derechos.

El Hombre, lo Masculino y el Cuerpo del Deseo Homoerótico.

No se puede borrar, eliminar,tapar u olvidar que el cuerpo es el símbolo personal y social de la identidad.  Es a través del cuerpo como alegoría o símbolo que la masculinidad representa su heterogeneidad y variedad de manifestaciones corpóreas.  El cuerpo masculino no es solo una conformación de lo biológico sino objeto y lugar del ejercicio del poder. 

De esto da cuenta el hecho de que algunos cuerpos son más visibles que otros, más aceptados, más llamativos, más celebrados y por lo tanto más deseados.  El cuerpo heterosexual saludable ocupa el espacio del deseo hegemónico en contraposición de los cuerpos excluidos representados socialmente como los cuerpos enfermos, envejecidos o que realizan conductas que son socialmente rechazadas. Así los cuerpos atléticos y fuertes, son los más buscados y deseados tanto por las mujeres como por los hombres gays; y en esa inmutable línea entre la hegemonía heterosexual y la resistencia del deseo homoerótico, los hombres gay en el deporte a pesar de que cumplen con todas las normas de la masculinidad (menos la sexualidad), son suprimidos porque amenazan la habilidad o la capacidad del deporte de reproducir la hegemonía masculina.

El cuerpo masculino es el medio por la cual se construye el deseo, y ese deseo responde no únicamente a los aparatos biológicos sino al contexto social y a los significados culturales que se atribuyen al cuerpo y sus manifestaciones.  Ese cuerpo y sus deseos se definen en realidad por el contexto y no por su esencia.  Es sabido claramente la influencia del contexto social cuando se describe que hombres homosexuales versátiles en su comportamiento sexual asumen un rol pasivo cuando perciben a su pareja sexual como más masculina basándose en su apariencia de más agresivo, más alto, con el pene más grande, más atractivo o de tez más obscura.  Es la relación con el otro lo que conforma el deseo y construye la masculinidad y sus expresiones eróticas.

Con lo anteriormente dicho tampoco quiero afirmar o asegurar que todos los homosexuales que tienen cuerpos atléticos y altamente masculinos (musculosos, peludos, u otras características del macho heterosexual) sean exclusivamente activos o que los hombres gays que tengan cuerpos más afeminados o “redondos” o curvos sean exclusivamente pasivos, existe una alta pluralidad de gustos y formas de ser y hacer el amor y el sexo, pero el cuerpo del deseo homoerótico corresponde en su mayoría a los ideales del ideal clásico masculino y de la heteronormativa.

Más allá del estereotipo que plantea las relaciones entre los hombres dentro del contexto del binomio de género, el homoerotismo o las relaciones homosexuales son mucho más complejas; para muchos heterosexuales los hombres machos son los que penetran a los hombres afeminados y por lo tanto los homosexuales son aquellos que se dejan penetrar mientras que los activos siguen siendo hombres. Pero claramente eso no es así, la diversidad dentro de la homosexualidad es mucha y dentro de una habitación pueden pasar muchas cosas. Existen homosexuales muy “machos” que les gusta ser penetrados por homosexuales afeminados, travestidos, o por hombres tan “machos” como ellos, igualmente existen hombres afeminados que quieren son activos y pasivos con sus iguales e igualmente con los hombres muy “machos” que buscan a sus iguales para mantener relaciones eróticas donde se intercambian los roles.

Muchos estudios etnográficos arrojan que en ciertas culturas los hombres que mantienen relaciones eróticas con otros hombres que asumen el rol de mujer siguen siendo hombres mientras ellos tengan el rol de activo como es el caso de los hombres que mantienen relaciones sexuales con “Muxes” en México. En algunas tribus de Centroamérica, más específicamente en Costa Rica,   la masculinidad se privilegia con su manifestación imaginaria de que los hombres “penetran” y que los homosexuales son “penetrados”. Y por lo general, en los pueblos, zonas rurales y marginales de toda América Latina los estudios, los encuestados u hombres sometidos en las investigaciones  insisten en su masculinidad (al ser penetradores)y en su personal construcción de lo femenino en el “otro” (al ser poseídos o penetrados).

En las grandes urbes la diversidad de las relaciones homoeróticas son mayores  y los encuentros sexuales no se limitan a los estereotipos imaginarios de la heteronormativa, o la la ideología castrante de la bipolaridad hombre-mujer o macho-maricón; los homosexuales u hombres gays de las grandes ciudades al aceptar más fácil su sexualidad no tienen los tabúes, miedos y prejuicios de las sociedades rurales y marginales, y sus relaciones o actividades sexuales no son tan limitadas, claro existen sus excepciones, por ejemplo el gay que no quiere ser reconocido como pasivo por miedo a la estigmatización de ese rol dentro y fuera de la comunidad LGBT que aún es mal visto.

Un hombre puede ser en su exterior, o tener las características de la masculinidad desde el punto de vista de la heteronormativa o la masculinidad hegemónica, sin embargo puede ser el hombre más gay de todos. Igualmente un hombre con rasgos femeninos en su interior puede ser el más macho o heterosexual de todos. En el mundo existe una variedad de formas de entender la sexualidad humana y de entenderse a uno mismo; las masculinidades, así como las femineidades van surgiendo, creciendo, aumentando y dividiéndose en la medida que la bipolaridad o binarismo sexual hombre-mujer deja de ser una norma única.  

 
Bibliografía

 
Butler, Judith.
    Cuerpos que importan: Sobre los límites materiales y discursivos del“sexo” / Judith Butler. -- Buenos Aires : Paidós; 2002.
 
De Beauvoir, Simone.
     El Segundo sexo. – Madrid :  Aguilar, 1981. – p. 247.

Ramírez, R. L. & García Toro, V. I.

     Masculinidad hegemónica, sexualidad y transgresión / R. L. Ramírez y V. I. García Toro. – S.J. de Puerto Rico: Centro Journal; 2002. -- 14, 5-25.

Toro-Alfonso, José.

   Masculinidades y Homosexualidades: La Emancipación de la Norma y la Resistencia del Deseo / José Toro-Alfonso y Nelson Varas Díaz. – San Juan de Puerto Rico : Universidad de Puerto Rico; (2005?).
 
Fuentes de internet.
 
http://www.movilh.cl/ponencias/masculinidad.PDF


Por Félix Esteves

4 comentarios:

  1. Artículo interesantísimo, Félix. No se si conoces el artículo LA PLUMA HETERO.
    Te paso el link:

    http://www.hartza.com/pluma.htm

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  2. Hola Felix: Articulo muy interesante y completo sobre la homosexualidad de hoy en dia. He visto a muchos machos le gustan hacer revolcadas con otros hombres sin perder su esencia de masculinidad. Aqui en Panamá conozco a un politico (no puedo revelar nombre) le gusta hacer calentura con otros hombres pero hombres de verdad o sea nada de afeminado o amanerado sino 100% hombre. Asi que el mundo está cambiando muy rapido pero muchas personas no toleran ese cambio.....

    Besos

    Saludos desde la Ciudad de Panamá.

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  3. Finalment es un articulo de opinion. A mi modo de ver carece de argumentos solidos y algunas imprecisiones historicas como lo referente a lo heteronormativo que evidentemente fue un proyecto de la modernidad ilustrada. El texto de Beavouir es mucho mas que "una mujer no nace sino que se hace", es toda una teoria del desarrollo psicosexual en contraposicion a la vision Freudiana, eso te serviria mucho. Sin embargo es un buen escrito

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  4. Hay una novela en la que se trata el asunto de las distintas combinaciones de roles que se dan en la sexualidad, con independencia del género que se tenga y que recomendaría: "El amante lesbiano" de José Luís Sampedro.

    El asunto que planteas es interesante, Felix.

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