PREAMBULO
Para poder entender la ficción
del Homintern es necesario conocer y relacionar el término traición con
homosexualidad, o mejor dicho como la heteronormativa quiso emparejar como
sinónimos ambos vocablos. Por lo tanto desde este mismo momento hemos de ver el
Homintern como una palabra más producto de la homofobia y de las políticas del
heterocentrismo.
La asimilación de los
homosexuales a los de traidores a la nación es un argumento repetitivo del
discurso homofóbico. Esta imputación, que gravita y se fundamenta en algunos argumentos
irracionales, se alimenta desde finales del siglo XIX de los escándalos políticos
y militares en los que había homosexuales incriminados.
En el imaginario colectivo se
suele pensar al homosexual como el otro y por lo tanto es visto como “extranjero”
y es situado in o voluntariamente por la heteronorma al margen de la comunidad,
ya sea familiar o nacional. Su conducta, analizada desde las mentes homofóbicas
es vista en términos de placer inmediato, es además considerado egoísta y
narcisista al ennoblecer una forma de sexualidad no reproductiva, por lo tanto
el homosexual es considerado un peligro para la civilización del
heterocentrismo.
El homosexual representa
igualmente para la sociedad heterocentrista, falocéntrica y patriarcal una
amenaza para el orden social, ya que el homosexual no duda en traspasar o
romper las barreras de clase para encontrar nuevos compañeros, poniendo en
peligro las jerarquías existentes y por lo tanto el status quo. Pero el
discurso homofóbico sigue y se extiende, y proclama que el homosexual, pensado
como afeminado, es o se le atribuye taras presuntamente inherentes al otro
sexo: versátil, voluble, charlatán y cobarde. En consecuencia, en los períodos
de crisis, dificultades, y tensiones bélicas los homosexuales son, condicio
sine qua non, junto a otras minorías estigmatizadas, los chivos expiatorios de
la venganza y la represalia pública.
Así, la imagen del traidor
homosexual es tanto más recurrente cuanto la homosexualidad es considerada colectivamente,
generalmente y siempre como una importación extranjera: en el siglo IX se
trataba de una “costumbre árabe”. En el siglo XIII se convirtió en una “depravación
francesa”. En el siglo XV y el subsiguiente se conoció como el “vicio italiano”,
en los siglos XVIII y XIX fue el “libertinaje inglés”; el “vicio occidental” en
Oriente, la “maldición de los blancos” en África negra; la “perversión gringa”
en Sudamérica, etcétera, etcétera.
ALGO DE HISTORIA.
Tanto en Inglaterra como en Francia
el caso Eulemburg, a comienzos del siglo XX, contribuyó a asimilar la
homosexualidad a un “mal alemán”. El
caso Eulemburg es considerado como el mayor escándalo sexual del Imperio
alemán. Aunque básicamente se trataba de una pelea entre Philipp, príncipe de
Eulenburg-Hertefeld, y el periodista Maximilian Harden, las acusaciones e
inculpaciones extendieron el conflicto hasta el punto de que se empleaba la
expresión Círculo de Liebenberg para describir el círculo de personas
homoeróticas que rodeaba al emperador Guillermo II, y cito a Leopold Stape:
"El palacio de caza de
Grunerwald fue el lugar elegido para la sonada orgía que hizo temblar los
cimientos del imperio alemán, allí acudieron varios miembros del entorno del Emperador,
el grupo conocido como ‘Círculo de Liebenberg’."
(http://leopoldest.blogspot.com/2011/04/el-caso-harden-eulenburg-la-orgia-que.html)
Durante la Primera Guerra Mundial
la sospecha de homosexualidad adquirió un tono especialmente amenazador; tal
como lo relata Marcel Proust en En busca
del tiempo perdido:
"Desde la guerra el ambiente había cambiado. No sólo
se denunció la inversión del barón sino también su supuesta nacionalidad
alemana"…
(http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/p/Proust,%20Marcel%20-%208%20El%20tiempo%20recobrado.pdf)
En Inglaterra, el diputado Noel
Pemberton Billing organizó una notoria y verdadera caza de brujas contra los
homosexuales, al denunciar en 1918 en un artículo llamado “El Culto al Clítoris”
en su capítulo “Los primeros 47.000”, el chantaje ejercido según él por los
servicios secretos alemanes sobre homosexuales británicos de alta posición. Noel
Pemberton Billing consideró que la homosexualidad estaba infiltrada y
corrompiendo la sociedad inglesa, y que esto estaba relacionado con el
espionaje alemán en el contexto de la Primera Guerra Mundial. Pemberton en su
ensayo, altamente imperialista, y basado en la información proporcionada por
Harold Sherwood Spencer, que afirmaba que los alemanes estaban chantajeando a
homosexuales británicos de alto rango,
para propagar el vicio de Sodoma y Lesbos. Por su parte, el periodista
Arnold White afirmó que los homosexuales alemanes se entregaban fácilmente a la
seducción sistemática de los jóvenes soldados británicos.
En el curso entre las dos grandes
guerras las sospechas de traición se volvieron más políticas. La expansión de
una subcultura homoerótica en las capitales europeas, como Berlín, Londres, Paris
y hasta la misma Barcelona habían sido observadas con desconfianza por una
opinión pública obsesionada con el fantasma del contagio gay, mientras que el desarrollo
de los movimientos homosexuales militantes alimentaban los rumores de un
complot homoerótico, supuestamente alentado y auspiciado por los comunistas.
EL HOMINTERN.
No existió nunca un grupo
homosexual que conspirara cual Pinky y Cerebro para conquistar el mundo. Lo que
realmente existía era una trama imaginada de ciertos grupos de psicóticos
alimentados por la filosofía heterocentrista y que temían a la expansión de la
influencia homosexual. Existía, eso sí, La Internacional Comunista, que fue una
verdadera organización creada por Lenin en 1919 y que fue disuelta en 1943. Hay
que aclarar también que muchos homosexuales fueron atraídos por el movimiento
comunista, porque este proclamaba la igualdad en todos los sentidos, tanto
social como de género. De ese modo, muchos políticos temieron a los
homosexuales y comunistas, porque ambos estaban en contra de todo el status quo
y eran según las esquizofrénicas palabras heterocentritas, algo muy
preocupante:
"Como las cosas se va desarrollando
la Internacional Homosexual se ha convertido en una especie de auxiliar de la
Internacional Comunista. Este es más que alarmante, ya que los homosexuales se
están multiplicando como la arena de la orilla del mar."
(Waldeck, R. G. Homosexual
International // En : Human Events. -- Vol. XVn, No. 39 — Section II. -- September
29, 1960)
El término “Homintern” a menudo
se dice que fue acuñado por Cyril Connolly o por W. H Auden, pero Harold Norse
reclamó para sí mismo tal creación. Lo más probable, es que varias personas
inventaran el término al mismo tiempo. La implicación humorística fue que los
homosexuales constituían una red secreta en todo el mundo y que estaba destina
a acabar con el poder del patriarcado y el heterocentrismo, es decir la
Homintern era un “Internacional Homosexual”
Las únicas personas que alguna
vez tuvieron este sencillo juego de palabras como algo serio eran los que
temían la expansión de la influencia homosexual. En simples conversaciones,
vieron parcelas, en grupos de amigos, las conspiraciones. Si bien es cierto que
algunas personas homosexuales se convirtieron en el centro de la literatura y
la cultura moderna, en general, el Homintern era sólo una forma de visibilidad
del movimiento homosexual que se destacaba superficialmente.
Un grupo de intelectuales en todo
el mundo fueron llamados o acusados de pertenecer al Homintern, por ejemplo en
Inglaterra, W. H. Auden o Stephen Spender, junto con su club universitario el
apodo de Homintern, porque simplemente simpatizaban con el movimiento comunista
y no ocultaban su homosexualidad. En Francia la alianza comunismo y
homosexualidad también fue tomada muy a pecho y en las ciudades portuarias y
militares donde la prostitución masculina era muy frecuente se hicieron
informes de vigilancia con el fin de tener una lista de los establecimiento
públicos frecuentados por los comunistas, homosexuales, extranjeros y marineros
gais podían conspirar con la paz francesa.
En la década de los 20 del siglo
pasado, los partidos comunistas, sobre todo el KPD alemán, apoyaba las reivindicaciones
homosexuales, no obstante a la hora de la verdad, sus actuaciones eran
ambiguas. A partir de 1934, cuando la Unión Sovietica puso en marcha su
legislación homofóbica, la nueva línea del partido asimiló la homosexualidad
como una perversión fascista, porque en cierto modo algunos grupos nazis como
la SA, y fascista como Las Camisas Negras, desarrollaron una estética gay u
homoerótica y valoraban las relaciones viriles, pero fueron rápidamente
eliminados. Los homosexuales fueron acusados de comunistas y muchos comunistas
de homosexuales, y la traición era sospechada tanto por ser comunista como por ser homosexual, y tanto los nazis como los fascistas italianos vieron a ambos como
un complot que impedía la expansión del pueblo alemán e italiano
respectivamente.
En la “amargada cristiandad
española”, que se autodestruía en una sangrienta guerra civil, muchos
homosexuales declarados comunistas fueron perseguidos, apresados y ejecutados; intelectuales,
escritores, poetas, cantantes, bailarines que por alguna razón mostraran en
público su simpatía al movimiento comunista fueron injuriados, vilipendiados, y
al mismo tiempo de ser acusados de comunistas y homosexuales, porque parecía que
una cosa llevaba a la otra y más si eras artista, gran parte de estos hombres perdieron la vida, o fueron
exiliados, pero todos fueron metidos en el mismo saco. Hemos de recordar al excelso
Federico García Lorca que murió fusilado y al padre del decadentismo español Álvaro
Retana, acusado en 1939 por “rojo y mariquita”.
En los Estados Unidos de
Norteamérica, ya Tennessee Williams y Aaron Copland fueron acusados de originar
“momentos raros” dentro la cultura y la sociedad norteamericana, igualmente
Cole Porter por su relación homoerótica con el bailarín ruso Boris Kochno, fue
sometido a cierta vigilancia. Pero la
Homintern no había impresionado tanto a los políticos estadounidenses, es después
de la Segunda Guerra Mundial, que se relanzó la retórica homofóbica y
anticomunista con la caza de brujas liderada por McCarthy en la parte de los
rojos y por los “traidores sodomitas” orquestada por el senador de Nebraska
Kenneth Wherry, que argumentaba que durante la guerra, los asuntos exteriores
estaban dominados por una elite de homosexuales, abiertos al chantaje, y que
eran o alcanzaban los 6000 miembros gais infiltrados en las más altas esferas
del Estado. Curiosamente la mano de derecha de McCarthy era homosexual, Roy M.
Cohn, y el jefe del FBI J. Edward Hoover también era homosexual.
Con la arremetida norteamericana
contra los homosexuales y comunistas, muchos países, especialmente Gran Bretaña
asumió el Homintern como una realidad, especialmente con el caso de “Los Cinco de Cambridge”: grupo británico de
espías reclutados por la Unión Soviética en el Trinity College de la
Universidad de Cambridge que trabajó durante la Guerra Fría del siglo XX:
Anthony Blunt, Kim Philby, Donald Maclean, Guy Burgess y John Cairncross. Se
infiltraron en la sociedad británica como “topos”, en la jerga de los servicios
secretos.anto Guy Burgess, como Anthony Blunt y Maclean eran homosexuales y eso
constituyo el apogeo de la paranoia del Homintern, donde se mezclaba homosexualidad,
traición, comunismo y control mundial.
En el mundo cultural fueron
muchos los artistas que fueron acusados de homosexuales y comunistas; el Homintern
de esa manera fue utilizado en la década de 1950 y 1960, apareciendo en un sin fin
de número de artículos de revistas de
circulación masiva para referirse a lo que se creyó por muchos y por mucho
tiempo como una conspiración internacional de gays influyentes que, según se
afirmaba , controlaban las artes y la cultura. Estos artículos de revistas a
menudo se ilustraban con el color lavanda, y por eso es también conocido a
veces a la Homintern como “La conspiración de lavanda”.
Los homófobos alegaron que
existía una red secreta mundial de propietarios gais de galerías de arte,
directores de ballet, productores de cine, ejecutivos de sellos discográficos, editores
y fotógrafos que, tras bambalinas, determinaban quien se convertiría en
artistas de éxito, escritores de bestseller, bailarines, actores y modelos. Los
psicóticos que veían en la homosexualidad una amenaza latente llegaron hasta
asegurar que programas de televisión como Batman eran producto del Homintern y
que era una forma de propagar la homosexualidad en los televidentes.
En los mediados de los años 90 el
hecho de que los magnates de los medios de comunicación David Geffen, Barry
Diller, y Sandy Gallin, el diseñador Calvin Klein, el pintor Ross Bleckner, y
escritor Fran Lebowitz eran todos amigos cercanos dio lugar a rumores de un
nuevo Homintern, pero ya sin el agregado comunista que se venía desvaneciendo o
desligando ya desde los sesenta, y que termino con la caída del muro de Berlín.
Para los homofóbicos la presencia
de más de una persona gay evoca la posibilidad de un golpe de estado, de un
desastre cultural perverso. Podemos citar el presidente Robert Mugabe de
Zimbabwe y sus partidarios que llamaban
el gabinete del primer ministro británico, Tony Blair, una “mafia gay” por el
mero hecho de que solía incluir dos ministros gay.
Lo que si podemos asegurar es que
los intelectuales gais son más propensos al dialogo y a las reuniones masivas,
pero no para controlar al mundo, no para hacerse dueños de la tierra, en general,
las masas homosexuales se están accionando para hacer respetar nuestros derechos,
y para eso no se debe actuar como una conspiración o realizar un complot, aunque
para la heteronormativa y sus psicóticos piensan que cualquier encuentro gay debe
inevitablemente ser pervertido o siniestro o ambos, y cuando ven las transacciones
culturales gais, ven un complot subversivo, pero tal cosa no lo es, somos más
inteligentes y esperamos con la lucha pacífica que el mundo cambie a favor de
todos.
Por Félix Esteves.
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