Cola de venezolanos para comprar alimentos. |
En Venezuela existen dos mundos
paralelos, dos realidades; el primero, la Venezuela del oficialismo, y el segundo, la Venezuela del hambre, la que
padecemos casi todos los venezolanos. El
pueblo se está muriendo de hambre y esa realidad no es esquiva ni evasiva, no es un
sueño, ni siquiera una pesadilla, es algo que está allí, tangible, evidente y
demasiado corpórea. El oficialismo puede argumentar mucho sobre la supuesta “Guerra
Económica”, fantasear sobre las ventajas del “Socialismo del Siglo XXI”, discurrir
sobre los beneficios de sus medidas económicas, pero no puede borrar con sus
mentiras, y con su discurso ideológico esa realidad o mundo paralelo del
hambre.
En estos 17 años de chavismo, el gobierno
se ha beneficiado con el subdesarrollo que llevábamos a cuesta, sino además que
lo ha incrementado, porque desde sus inicios comenzó a montar un aparataje
ideológico y seudo-educativo que cegó y anubló al pueblo. El Totalitarismo sabe muy bien que
educar a un pueblo subdesarrollado es peligroso.
El chavismo le ha irrigado al
pueblo a través de su bazofia ideológica antivalores, los ha convertido en
objetos, cuyo único valor es el del robot que repite y actúa según los mandatos
del régimen. Pero hasta el robot más sencillo necesita “alimentos”. Y mientras los
chavistas llenaron y siguen llenando sus arcas han dejado a sus “robots” sin “aceite
y combustible”.
Las vanidades y presunciones del
chavismo por ser una “Religión” con su “Dios” y sus “Apóstoles”, buscó “pócimas mágicas” para solucionar los
problemas del país como “misiones”, “cooperativas”, “comunas” entre otras
tantas, logrando que al pueblo se le olvidara la realidad, y creyera
fervientemente en la supuesta felicidad del régimen. El gobierno hizo creer al pueblo que vivía en
un supuesto “Paraíso”, más no lo educó para construir una verdadera felicidad.
El pueblo está despertando, o mejor
dicho ya se despertó, “Amor con hambre no dura” y “No hay mal que dure cien
años ni cuerpo que lo resista”, cada vez son más los venezolanos descontentos,
amargados e inquietos por la nube negra que nos arropa. Hay demasiada hambre, demasiada miseria.
Félix Esteves