Sonaron los cristales rotos.
Un silencio de humo negro cubrió el cielo.
Una melodía de violines nos hizo sordos
y unas marionetas nos cegó
y cerrarón nuestros ojos.
Las estrellas caidas
ahora deambulaban asustadas
entre las aceras
entre cientos de armas
fusiles
odios y de rabias encontradas.
Titilaban ahora de miedo en los mercados
mientras comerciaban
con el poco brillo que les quedaba
tal vez un pan por un anillo
o una cebolla... por un diente de oro.
Las estrellas ahora...
eran del suelo
del povo
y de sangre
y fueron muriendo
dentro del ghetto.
Mientras una vela enfermiza
alumbro mi último Sabbath
yo abrazado a mi familia
profundamente dentro de todo mi ser
gritaba
Mazal Tov...
Mazal Tov...
Los cristales rotos
que no vuelvan a llorar...
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