lunes, 1 de marzo de 2010

EL TRISTE PRISIONERO


Intranquilo y triste veía la noche pasar, no había estrellas en el oscuro firmamento, la luna era la gran ausente y el disminuido sonido de un desafinado violín de un grillo adornaba el silencio nocturno. Entre las rejas trataba de ubicar un lucero, una estrellita fugaz, quizás algún movimiento interestelar que le recordara la belleza del vuelo, lo dócil de la elevación y la permanencia del cuerpo suspendido en el aire… pero la noche era muy negra, tan negra que termino de cubrir sus sueños de libertad.
A la mañana siguiente, los niños vieron al pajarito muerto en su aula de oro y plata, mientras sus padres les consolaban y le prometían volver al bosque para atrapar a un nuevo prisionero amarillito con su fina garganta de cristal.

Por Felix Esteves

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