Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

Amigos de Los Mínimos y Máximos

domingo, 25 de abril de 2010

EL ARTE EFÍMERO DE LA COCINA



Cualquier actividad artística se prolonga en un espacio determinado que es transformado en lugar estético: la acción humana utiliza los materiales mediante la actitud creativa dotándolos de signos cuya misión final y primordial es comunicar y sensibilizar, y es aquí que se encuentra la razón o la entraña del arte: la producción de un objeto, imagen, espacio, alimento, música o poema que condensa una vivencia simbólica de la realidad común o individual.
Una manzana es un fruto alimenticio rojo, verde o amarillo con cierto sabor determinado, pero cuando este es modificado por la acción creativa del chef o artista culinario se puede convertir en una obra de arte no solo en lo visual sino también en la parte odorífera y principalmente en la gustativa. Al comer la obra culinaria se nos presentan entonces ciertos elementos que reconocemos como la textura, el sabor, la humedad entre otros que nos dan las señales o signos cuya finalidad es estética, comunicativa y eleva principalmente el espíritu, más que alimentarnos.
Está claro que la cocina es un arte, y como tal, está sujeto a modas, vaivenes y tendencias, y por lo tanto hay clásicos que siempre estarán presentes, al igual que sucede en la pintura, la escultura, la arquitectura, la música y la literatura. Sin embargo, lo clásico hoy en día no es muy común; los críticos actualmente y muchos chefs, para no decir la mayoría, piensan que el clasicismo es casi un pecado, y una pérdida de tiempo. Desde su punto de vista postmoderno no alcanzan a comprender y entender que ese clasicismo no significa calcar o copiar la receta o lo ya establecido, sino que puede estar sujeto a muchas y variadas interpretaciones o recreaciones. Un ejemplo muy claro es la música, una aria de opera es la misma la interprete quien la interprete, sea Renata Tebaldi, María Callas, Leontyne Price, o Monserrat Caballé, los mismos pentagramas, las mismas notas y en idéntica colocación, partituras exactas, no obstante no suena igual. Pues en cocina pasa lo mismo, porque ambos artes son efímeros.
Un Asado Negro nos va a saber diferente prepare quien lo prepare, sean los chefs Yuraima Blanco, Sumito Estévez, Ariel Rodríguez Palacios, Ferrán Adriá o Paul Bocuse, pues cada uno tiene su estilo, su forma, su manera de manejar, crear y recrear los alimentos y cada uno nos presentara un plato u obra de arte diferente donde el común es un plato clásico.
Hoy en día con los nuevos adelantos y los diferentes estilos de vida, el arte de la cocina no escapa de ellos, vemos el surgimiento de la gastronomía molecular, la cocina fusión, la alimentación macrobiótica (muy común en las estrellas de cine), la gastronomía experimental entre otros movimientos de la mesa, son motivo de estudios, riñas y grandes debates. Lo que si es muy común es de confundir lo moderno y artístico con lo extravagante, así vemos platos tan extraños que hasta los nombres son tan difíciles de recordar como difíciles de comer. En todo caso el arte culinario siempre esta en cambio, el hombre avanza y con ellos sus alimentos y formas de prepararlos. Solo esperemos que como arte efímero la cocina no cambie tanto y no siga la ficción vista muchas veces en el cine como tragar simples pastillitas, porque si una cosa tiene el arte es su disfrute y goce y no hay nada más sabroso y placentero que degustar un buen plato trabajado con arte y maestría.

Por Félix Esteves

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