Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

Amigos de Los Mínimos y Máximos

Mostrando entradas con la etiqueta Félix Esteves. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Félix Esteves. Mostrar todas las entradas

sábado, 16 de agosto de 2014

LA CARIDAD


¡No te he pedido caridad!
Y en mi reclamante boca
Tu helada boca posaras.
Y yo pasmado quedara
Como si le hubiese pedido a Dios
De regalo una tibia alborada.

Y entonces un fría llama
De aquel beso suplicado
Aniquilará mi alma.
Y mi corazón quedará partido
Como muere la golondrina
Despojada de su nido.

De tus labios no quiero la limosna

Ni el beso traicionero del olvido. 

Félix Esteves

jueves, 27 de febrero de 2014

BITÁCORA DEL DESEO HOMOERÓTICO EN LA OBRA LITERARIA DE E. M. FORSTER.


El escritor inglés Edward Morgan Forster (1879-1970) fue un viajero tanto en la realidad como en su ficción. Su periplo va desde las hermosas arenas del desierto egipcio, las excelsas ruinas griegas, los húmedos jardines floreados de la India, las tierras del progreso americano y las tardes amarillas de la eterna Italia. No obstante, en su hermosa ficción, coloreada por los profundos matices homoeróticos de su vida,  construye una bitácora diseñada para entender la homosexualidad en la Inglaterra Eduardiana.

Los escenarios geográficos donde se desarrollan las historias de E. M. Forster nos permite trazar un mapa que, por un lado, evoca sus viajes durante las dos primeras décadas del siglo XX, y por otro lado, de este mapa imaginario, es donde emergen los “Shangri La” o “Xanadú” de los dandis u hombres ricos  y educados homosexuales británicos a finales del siglo XIX y el siglo XX. Aquellas tierras extranjeras recorridas por Forster en su vida y con su bolígrafo eran los llamados Paraísos Homosexuales  de aquel entonces, pero Forster al final creó un paraíso homoerótico en su propia Inglaterra. Tal vez Forster soñó demasiado con ese ideal de país homosexual ubicado en tierras lejanas y al final de todo, se dio cuenta que ese paraíso podía estar más cerca de lo que él creía, como una vez dijera Terenci Moix: 

“Sólo aspiro a encontrar mi paraíso en la tierra. Y soy digno de compasión porque es posible que lo haya conocido en varias ocasiones y no me haya dado cuenta.” (1)

Pero los paraísos gais no nacen con Forster, la convicción de que hay un lugar extranjero lejano más adecuados y más comprensivo para los gays se remonta a los tiempos más antiguos, tal como lo reseña Gregory Woods en el Capítulo 2 de su libro “Historia de la literatura gay” (1998: 27-40).  Aquí dejamos una nota que persiste sobre los lugares ideales para la vida gay de aquel entonces, como el mito de Arcadia: “En la Arcadia, todo está concorde con las leyes naturales, y ese todo incluye el amor entre hombres y jóvenes.” (2). Hoy día todavía persiste la creencia de los lugares ideales para la vida gay como lo describe Henning Bech:

“La felicidad no es ahora, en la mayoría de la memoria existente o en el anhelo; no se encuentra aquí, pero si en otro país, un país extranjero, un tema habitual en la experiencia homosexual” (3)

La ubicación específica de un país extranjero ideal para la vida gay ha cambiado con los años y depende en gran medida de las tradiciones culturales locales o modas, por ejemplo para los homosexuales venezolanos New York, Barcelona, París, Los Ángeles, entre otras ciudades, serían las nuevas “Arcadias”. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX la geografía del deseo homosexual de los británicos ricos y educados se concentró casi exclusivamente en dos lugares: Grecia e Italia. En aquel entones se hablaba del “Amor Griego” y el “Divino Vicio Italiano”, y  que fueron utilizadas como sinónimos populares de la homosexualidad.

Grecia llegó a estar asociados con el amor homoerótico debido principalmente a la antigua tradición literaria y que fueron las obras de las cuales, como los Diálogos Platónicos, en que fueron consideradas o su equivalente a la “literatura gay”. En el caso de Italia también extensamente se creía que este país estaba más dispuesto a aceptar o al menos tolerar la homosexualidad debido también a su antigua literatura, como “El Satiricón” de Petronio.  Sin embargo, también hubo quienes encontraron la creencia popular bastante prometedora de una “Italia friendly gay” y querían aprovechar esa oportunidad, por las narraciones victorianas de John Addington Symonds, Frederick Rolfe (Barón Corvo) y Horacio Forbes Brown quien escribieron acerca de sus relaciones eróticas con jóvenes italianos o se instalaron en Italia dando motivos a la creencia de que las prácticas homosexuales eran posibles allí en la tierra de Virgilio y Dante más que en otros países europeos. Por otra parte, Italia pertenecía a los países del sistema jurídico que había sido influenciado por el Código Napoleónico a principios del siglo XIX y no penalizan la homosexualidad, que en Gran Bretaña desde la última parte del reinado de la reina Victoria hasta la década de 1960 era considerada una ofensa criminal.

El mito de Italia como un paraíso homosexual también se fortaleció con las artes gráficas, especialmente las fotografías de Wilhelm von Gloeden y sus seguidores. Los temas de las fotografías de von Gloeden eran en su mayoría desnudos de adolescentes a menudo de Taormina o Venecia; debe llamar nuestra atención el hecho de que la visión convencional de la homosexualidad conectada con el Mediterráneo y también del Oriente era de efebofilia, que es el amor de los hombres mayores para los muchachos de 15 a 19 años.

Es difícil señalar con certeza en qué medida Forster era consciente de estos paraísos gais cuando visitó por primera vez Italia con su madre en 1902, aunque ya con veintitrés años era muy posible que los conociera y que también estuviera en conocimiento de su propia sexualidad homoerótica. Es cierto, sin embargo, que sus primeras obras tales como las dos novelas: “Donde los ángeles no se aventuran” (1905) y “Una habitación con vistas (1908) se caracterizan por el uso extenso de las costumbres y valores extranjeros.

El valor real de su ficción temprana no se limita a Italia, sobre todo en las historias cortas, donde se incluye también a Grecia. La importancia de Grecia en estas obras es casi igual a la de Italia y las dos influencias tienden a mezclarse por ejemplo en obras como el relato “Albergo Empedocle” donde la acción se lleva a cabo en Grigenti, una colonia griega en Italia y en “La historia de un pánico”, donde los turistas ingleses encuentran el Dios griego Pan en el norte de Italia. Para ser más precisos, uno podría decir que las dos geografías (Italia-Grecia) a veces tienden a ser percibidas como una. Peter J. Hutchings lo ve de una manera extremadamente simple, alegando que

“La geografía sexual de Forster es como sigue: Italia es el romance heterosexual, Grecia por amor homosexual, Constantinopla como puerta de entrada a la perversidad polimorfa” (4)

Robert K. Martin es más preciso y describe el uso de Forster a la sexualidad en el mediterráneos como sigue:

“Durante la mayor parte de sus historias, Forster se opone a un mundo griego a un mundo más moderno, Inglés, o al mundo mediterráneo, en muchos casos el italiano, a un mundo anglosajón, norte. Su usanza del tema italiano es casi idéntica a la de Henry James, quien se opuso sistemáticamente a la sensualidad y la complejidad moral de Italia para y contra el materialismo y la simplicidad moral de Inglaterra” (5)

La primera fuente de interés de Forster por el Mediterráneo fue su preocupación con la antigüedad que comenzó ya en la escuela secundaria y se fortaleció durante su estancia en Cambridge donde estudio su historia y los clásicos. La influencia de personas como Goldsworthy Lowes Dickinson o Walter Pater combinada con la lectura muy amplia tanto en los clásicos y contemporáneos en la cultura antigua. Los viajes por el Mediterráneo, que Forster comenzó tras su graduación en 1902 y fue hasta la década de 1950, sólo refuerza este interés.

Aún podría ser limitante señalar su interés en la tradición literaria clásica y viajes como las únicas fuentes de la utilización de tales ajustes. Sería tan erróneo presentar estos intereses a partir de un origen exclusivamente personal. La segunda mitad del siglo XIX fue un período de creciente preocupación por la antigüedad especialmente en Gran Bretaña. La cultura victoriana empezó a proclamar su interés a las “culturas menores” de Europa, especialmente las del Mediterráneo, donde el imperio británico tenía desde hace mucho tiempo intereses económicos y geográficos, y necesitaba adaptar aquel mundo habitado por los “buenos salvajes” a su idiosincrasia.

Además Forster fue influenciado por los trabajos de Symonds y Lowes Dickinson, desarrollando una distinción, que significó no sólo la libertad del alma en contraposición a la rigidez moral,  sino también la libertad sexual en comparación con el rígido patriarcado y heterocentrismo asociado a la religión. En este sentido, la cultura mediterránea se convierte en la ficción de Forster  en el estímulo al ser físico, instintivo, pero al mismo tiempo cualquier intento de revelar la verdadera identidad, donde es percibida y presentada como potencialmente peligrosas. El cura del cuento corto “El amigo del cura” es un ejemplo perfecto de esta actitud, como habla de su amistad con un fauno, que puede ser leído como una presentación con velo de la homosexualidad, dice:

“Si respirará una palabra de eso, mi vida presente, tan agradable y provechosa, llegaría a su fin, mi congregación se desintegraría, y yo, en lugar de ser un ente activo a mi parroquia, podría resultar un gasto a la nación.” (6)

En  “El amigo del cura”, escrito en 1907, un ligero cuento fantástico, es el encuentro transformador de un joven clérigo con un fauno o Dios Pan, la historia en primera lectura parece poco más que una anécdota, sin embargo, oculta bajo su manto mitológico y de comedia el reconocimiento homosexual y la aceptación de que es, sin duda una autobiografía.

Como resultado de su encuentro y la aceptación de sí mismo, el protagonista se eleva más allá de conceptos tales como la culpa, el pecado y la conformidad, sin embargo, también es consciente del precio que la sociedad se cobrará en caso de que revelar la fuente de su felicidad recién descubierta.

El estudioso de Forster, Robert K. Martin nos habla de esa influencia:

… “uno reconoce fácilmente un patrón común en la ficción temprana de Forster: un viaje simbólico a Italia o Grecia, la realización de una identidad con el espíritu griego y una transformación repentina, en la locura o la muerte” (7)


Esto es lo que le pasa al héroe de la historia corta “Albergo Empedocle” que descubre su “afinidad” (homoerótica) con un griego antiguo en Akragas (Agrigento) y como un loco es enviado a un manicomio. Lograr la concienciación de la homosexualidad de uno mismo a través de la influencia de un entorno exterior se presenta así como una locura, que refleja claramente la actitud de Forster a su situación en el período. Sin embargo el rechazo del espíritu puede ser igualmente devastador como su aceptación. Es así que en el caso del Sr. Lucas en “El camino de Colonus”, que es “salvado” cuando acepta la antigua influencia sólo para sobrevivir como un vivo muerto.

La influencia es mucho menos peligrosa cuando se sintió fuera de Grecia como ocurre en “La historia de un pánico” (aunque en este caso el final quedo abierto) y en “El amigo del cura” citado anteriormente. En ambas historias los semidioses griegos (Pan y un fauno) aparecen sin su elemento y ejercen una influencia más beneficiosa. Así, los trabajos tempranos de la Grecia de Forster fue más bien una variación de la Grecia ideal que sentían ya ciertos escritores de la época  sobre el país real, del que tuvo tal vez una limitada experiencia. Judith Scherer Hertz va tan lejos como para afirmar que:

… “los primeros de las estrategias desarrollada por Forster para contener su energía sexual fue la creación de un paisaje de fantasía. A menudo en Grecia, a veces en Italia o incluso en una Inglaterra habitada por  semi-divinidades, es el lugar donde se encuentra su verdadera naturaleza, donde se permite la identidad sexual real”… (8)


Forster, en sus primeras obras, así como ama los clásicos griegos y los estudia, teme acercarse demasiado a ellos, tal vez un temor por descubrir su realidad homoerótica, o el simple temor de ser descubierto, Grecia es tratada entonces de lejos, someramente la hace resonar en sus líneas; Una explicación para esa actitud puede encontrarse en “Una habitación con vistas”, donde el reverendo Beebe confiesa:

“No he estado en Grecia y no quiero ir, y no me imagino a ninguno de mis amigos allí. En conjunto es demasiado grande para nuestra pequeña porción. ¿No crees? Italia es casi tanto como podemos manejar. Italia es heroica, pero Grecia, divinos o diabólicos”… “y en cualquier caso absolutamente fuera de nuestro foco suburbano” (9)

Estas conclusiones pueden ser parcialmente propias de Forster, ya que rápidamente se concentró en Italia como un escenario más apropiado a su ficción. En este sentido pertenece nuevamente a un establecido

"Abrazó la tradición romántica de Italia como el hogar de la luz y la pasión, en contraposición del esnobismo y la tenebrosidad inglesa. Como Shelley y Browning, Forster encuentra a Italia rica en extremos morales y emocionales que hacen las cosas más melodramáticas." (10)

Por ejemplo, en su novela “Donde los ángeles no se aventuran”, traza la autoconstrucción incipiente del protagonista Forsteriano por excelencia, Philip Herriton, un esteta dolorosamente tímido y reprimido sexualmente. Sin embargo, como resultado de su encuentro con Italia, Philip madura para entender algo de la complejidad de la vida, a pesar de que no tiene en cuenta lo que Forster informa sutilmente al lector atento: que su atracción sexual real no es la respuesta intelectual que se desarrolla por su prójima Caroline Abbott, sino la pasión física que siente por Gino Carelli, el guapo joven italiano que funciona en la novela como una especie de figura griega, de Pan, un símbolo de la sexualidad natural y la libertad de las restricciones sociales.

Italia se convierte así para Forster en un lugar para una “rebelión” contra las conformidades sociales y la posibilidad de un escape contra las restricciones del puritanismo inglés de la época. Es decir, el paraíso gay italiano es un lugar donde los amantes que ha ofendido el sistema pueden encontrar por lo menos el refugio de su amor, como es en el caso de “Una habitación con vistas”.

Aunque la trama de “Un habitación con vistas” parezca primeramente una apología  al amor heterosexual, la novela es en realidad el producto de un intento consciente de sí mismo para descubrir su propia homosexualidad. Forster cuando escribía dicha novela,  anota en su diario una lista de autores y artistas homosexuales famosos, como Housman , William Shakespeare, John Addington Symonds, Walter Pater, Walt Whitman, Edward Carpenter, Samuel Butler, Luca Signorelli, y Miguel Ángel, todos los cuales se valoran en la novela o son de otra manera influyentes en él.

Tal vez, “Un habitación con vistas”, se pueda tomar como una autobiografía, si entendemos que la protagonista de la novela  Lucy Honeychurch en realidad es el reflejo del mismísimo Forster cuando viajo a Italia con su madre,  Lucy al igual que Forster se debatía entre las amenazas de romper con los parámetros de su status social y educación, o seguir sus instintos y emociones, y descubrir su verdadero yo. Todos los demás elementos de la trama son consecuencia de la lucha de Lucy (Forster) para conciliar su interior y exterior. Italia con todas sus “vistas” y “visiones” se convierte en el nuevo Jardín del Edén que hay que alcanzar, cuando ya la (el) protagonista se despoja de sus miedos. De esta manera, la novela maneja un código basado en la igualdad sexual y social que está firmemente arraigado en el temprano movimiento de emancipación homosexual.

Las novelas con paisajes italianos o que ubicaban sus historias en Italia eran en realidad bastante exitosas en aquel entonces, lo suficiente para tener un número de sucesores como “Viento sur” de Norman Douglas (1917), de Aldous Huxley “Esas hojas estériles” (1925) y de Elisabeth Bowen “Hotel” (1927), y en donde en todas tanto la geografía como las costumbres italianas ejercían una fuerza liberadora en los temperamentos británicos. Forster cansado ya de la campiña italiana, y de la censura y la crítica a sus dramas homoeróticos, emigra sus novelas a otros paisajes, y busca un nuevo refugio homosexual que le llevó a Oriente, India y Egipto, como era de esperar, como según Edward Said nos afirma:

… “el lugar donde uno puede buscar experiencia sexual no estaba disponible en Europa. Prácticamente ningún escritor europeo que escribió sobre o viajó a Oriente en el período después de 1800 exentos sí mismo de esta búsqueda." (11)

De este periodo nace “Howards End”, que si bien es una novela claramente heterosexual, su drama implica la marginación o discriminación hacia lo que es diferente, en este caso el personaje de Helen Schlegel, una joven idealista, feminista y a veces demasiado intransigente y rebelde,  para una Inglaterra puritana y esclava de viejas costumbres. Por lo tanto el personajes de Helen es tratado por la mayoría de los personajes de la novela como la “rara” o la “anormal” de la familia, no es vista como una “oveja negra”, y allí está el punto clave pero escondido o disimulado de la homosexualidad como anormalidad de la cual Forster no participaba.

Esa conciencia homosexual sutilmente presente en “Howards End” se ve el berrinche o disgusto de Margaret Schlegel, hermana de Helen,  cuando oye por casualidad a su marido y un médico debatiendo sobre la “anormalidad” de la joven rebelde. El personaje de Helen de esa manera y a través de su supuesta “anormalidad” amenaza a los demás protagonistas, especialmente los masculinos, pero aún mejor es una intimidación a los patrones sociales de la época. La indignación sin duda, reflejada en Margaret Schlegel, no es más que el  propio descontento y antipatía de Forster en el etiquetado persistente de los homosexuales como anormales en la Inglaterra Victoriana y Eduardiana.

De esta brillante novela, ambientada en Inglaterra, Forster viaja a la India, no obstante, su primera parada exótica, físicamente hablando,  es en Egipto mientras trabajaba para la Cruz Roja en los años 1916-17. En Egipto tiene amistad con el poeta griego Constantino Cavafis y conoció en Ramleh (Alejandría) a un joven egipcio de 17 años, llamado Mohamed el-Adl con el cual mantiene relaciones homoeróticas. Después viaja a la India y publica “Pasaje a la India”. Estas experiencias geográficas le permitieron descubri  un número de maneras de ser y estar, no sólo culturalmente o literariamente, sino también a nivel físico y personal. Si bien, en Alejandría encontró su primera experiencia sexual y luego su cumplimiento en el amor, la India le dio la oportunidad de tener relaciones sexuales tan libremente como nunca antes.

En “Pasaje a la India” el vínculo entre Aziz y Fielding no es sexual, pero cada vez es más íntimo, empero, esta historia se puede leer como su historia de amor  (Forster y Mohamed el-Adl). “Pasaje a la India” nos invita a tomar la tolerancia como una forma de vida y esto es importante, en el sentido en que diplomáticamente Forster  educa al lector de aquel entonces en transigir, condescender, consentir y aceptar la diferencia. La diferencia existe en que Aziz es indio y Fielding británico, pero ambos se “desean” culturalmente, de esta manera Forster cubre con un velo el amor homoerótico bajo los tabúes raciales y políticos:

… “Forster procuró utilizar las prohibiciones raciales y políticas de la amistad de Fielding y Aziz para significar la opresión más amplia del amor homosexual, los aspectos políticos de la época resultaron  ser tan poderosos que totalmente subsumió el deseo homosexual en el texto.” (12)

Forster volvió a la configuración o formula del mediterráneo temporalmente en 1913 cuando empieza a escribir  su única novela abiertamente gay “Maurice”.  La decisión de Forster escribir “Maurice” fue el resultado directo de una visita de 1913 a Edward Carpenter en la casa que compartía con su amante de la clase obrera George Merrill en Derbyshire. Carpenter (1844-1929) fue un escritor, poeta y filósofo socialista, antologista y activista homosexual, que se dio a conocer a finales del siglo XIX y principios del XX en Gran Bretaña, siendo además una figura clave para la fundación de la Sociedad Fabiana y del Partido Laborista. Forster había admirado a Carpenter como pionero a principios del movimiento de liberación gay durante años y probablemente modeló al Sr. Emerson de “Un cuarto con vistas”  de él .

Animado por el ejemplo de Carpenter y Merrill, Forster concibió su novela pasional homosexual en un momento de inspiración. Él escribió el primer borrador de forma violenta y  eufórica, guiado por la certeza de que tenía imperativamente que ser con un final feliz. No obstante, más que cualquier otra cosa , era el final feliz lo que hizo Maurice no publicable,  dado que la homosexualidad fue ilegal en Inglaterra hasta 1967, y la novela fue interpretada como la glorificación del crimen y por lo tanto fue objeto de enjuiciamiento. Inclusive en manuscrito, Maurice tuvo una influencia literaria importante, tal como la tuvo en aquel entonces  “El amante de Lady Chatterley”, cuyo autor, D. H. Lawrence, fue uno de los muchos de los amigos y asociados de Forster en leer la novela en texto mecanografiado.

Sarcásticamente, cuando se publicó Maurice, gran parte de la crítica desestimo a Maurice y muchos llamaron la novela como un amante de Lady Chatterley “homosexualizado”; más exactamente, la novela de Lawrence es una Maurice “heterosexualizado”.

El principio de la novela ofrece una presentación directa de la influencia de la cultura griega clásica sobre los héroes - los estudiantes de Cambridge Maurice y Clive. Empréstitos y discutiendo el Simposio de Platón se convierten en los primeros signos de su homoerotismo.

Forster usa una doble estructura para explicar la homosexualidad, la novela se divide en dos secciones paralelas, donde se refleja o yuxtaponen una con la otra y donde se visualizan sus diferencias. La primera mitad está dedicadas a la relación entre Maurice y Clive, su compañera de clase de Cambridge que lo inicia en un homosexualidad elitista basado en la difidencia en el cuerpo y en una inspiración helenista. Esta parte de la novela relata una visión falsa de la homosexualidad como algo “superior” que se sublimiza de una forma demasiado platónica.

La segunda mitad de la novela se dedica a la alianza de Maurice con Alec, el empleado de la  casa de campo de Clive. En esta parte, Maurice eleva su homosexualidad como una salvación cuando conoce el amor físico y logra rechazar las barreras sociales. Este amor entre Maurice y Alec, es un amor real, un amor más completo y más parecido a lo que en aquel entonces era condenado por la ley Eduardiana. Maurice llega finalmente a someterse a las consecuencias políticas de la homosexualidad y la adopción de la configuración básica de la sociedad que confiere la condición de proscrito del homosexual en 1913. Tal vez la influencia literaria más importante en la novela de Forster es la obra de Oscar Wilde; más concretamente, “De Profundis”. Los ecos frecuentes de la carta de Wilde sirven para incorporar en el drama  mismo de la novela de Forster el martirio de Wilde como la realidad histórica, sociales y políticas de la homosexualidad y a las cuales todo homosexual deben enfrentar. Así Forster toma de Wilde el valor trascendente de la auto-realización y del sacrificio como la potencialidad redentora del sufrimiento para llegar al desarrollo final del homosexual. De esta manera el homosexual es un mártir, donde su consuelo (El Paraiso) es su propio mundo.

Al igual que Wilde, Forster tiene poca fe en la reforma social. Por lo tanto, al final de la novela Maurice y Alec deben rechazar completamente la sociedad, cuyas injusticias son el resultado de su homosexualidad. Pero a diferencia del amargo pesimismo de Wilde, la actitud de Forster se ve atenuada por una creencia optimista en el valor de las relaciones personales. Maurice y Alec juntos aceptan el aire y el cielo de Inglaterra como su derecho de nacimiento, de cara al mundo sin miedo, lo que demuestra que cuando uno ama al amado y el amado corresponde cualquier desvarió social no amella  ese amor. Forster elimina así los Shangri La y los Xanadú impuestos por el miedo social, es decir nos invita a disfrutar de ese amor homoerótico en nuestra propia tierra, como una forma de existir y luchar contra la pacatería y los tabúes sociales.

Forster en su vida y su obra comenzó trazó el mapa de destinos homosexuales de las generaciones anteriores. Su vida y su obra, sin embargo, pertenecieron a otra generación que tenía y tuvo que encontrar un nuevo camino para su vida y para su escritura, crear una nueva geografía del deseo homosexual por sí mismo. Este proceso de definición de sí mismo y sus obras le llevó a un descubrimiento sorprendente en su vida personal y en su escritura, que si uno está dispuesto a aceptar el precio de su homosexualidad, los lejanos paraísos no existen, y que la felicidad del homosexual puede ser aquí o allá, ahora y después, siempre que se asuma esa convicción de ser homosexual y luchar por ella contra los prejuicios como lo hicieron Maurice y Alec.

Forster y Bob en 1934.
Forster lo asumió asi, y muere en su querida Inglaterra, con su amado Bob al lado. Forster conoció al Bob Buckingham  en 1930, él era policía, pasaron un tiempo junto, sin embargo la relación se intensifico cuando Bob tuvo que casarse. Al principio fue difícil, pero con el tiempo lograron tranquilizar su relación y May la esposa de Bob acepto la relación homoerótica y se hizo más tarde amiga de Forster. Según la escritora y profesora de Literatura Inglesa Wendy Moffat escribe sobre la relación de Forster a May, la esposa de Buckingham, con verdadera ternura:

“Entre ellos, Morgan y May, hábilmente tallaron  un espacio íntimo para sus respectivos matrimonios con su querido Bob, con los largos fines de semana para May y para los fines de semana cortos para Morgan.” (13)


 Referencias.
(1) Moix, Terence. Memorias. El peso de la paja, 2013.
(2) Woods, Gregory.  A History of Gay Literature. The Male Tradition / New Haven and London: Yale University Press. 1998.—p. 35
(3) Bech, Henning.  When Men Meet. Homosexuality and Modernity / Cambridge: Polity Press, 1997.—p.  37
(4) Hutchings, P. J. “A Disconnected View: Forster, Modernity and Film” // En: Tambling, Jeremy (ed.); 1995.—p.224
(5) Martin, Robert K. “Forster's Greek: From Optative to Present Indicative” // En : Kansas Quarterly.— 1977, nº 9. – p. 70.
(6) Forster, E. M. The Machine Stops and Other Stories / London : Andre Deutsch, 1997. – p. 74
(7)  Martin, Robert K. Op. Cit. – p. 102
(8) Herz, Judith Scherer. “The Double Nature of Forster's Fiction: A Room with a View and The Longest Journey” // En :  English Literature in Transition, 1978, 21: 255
(9) Forster, E. M. A Room with a View. (The Abinger Edition vol. 3.) London: Edward Arnold, 1977. – p. 177
(10) Crews, Frederick C.  E. M. Forster: The Perils of Humanism / Princeton: Princeton University Press, 1962. – p. 71
(11) Said, Edward. Orientalism / Harmondsworth: Penguin Books, 1991. – p. 190
(12) Bakshi, Parmider Kaur. Distant Desire. Homoerotic Codes and the Subversion of the English Novel in E. M. Forster's Fiction / New York: Peter Lang, 1996. – p. 208
(13) Toibin, Colm. Lives of the Novelists: E. M. Forster.



Por Félix Esteves 


sábado, 1 de febrero de 2014

RAYUELA EN RITMO DE TANGO.


Ayer termine de leer por enésima vez la obra literaria Rayuela de Julio Cortázar. Tal vez sea algo masoquista, pero es que esa incertidumbre de no entender nada y comprenderlo todo, que me envuelve en una duda casi existencialista me hace sentir bien, bueno, más que bien me hace pensar que lo pase bien… o que lo hice bien… aunque siempre me quede la incertidumbre que dicho placer sentido y consumido es como cuando uno sale a una pista de baile con una pareja desconocida y empieza una música de tango, y sin saber como empezar nos lanzamos a bailar y disfrutamos el baile aunque no sepamos nada y al final nos queda como la duda de que lo hicimos bien o mal. Y es que  leer Rayuela de Julio Cortázar es como aprender a bailar tango, en este sentido el lector debe desear con desesperación entender cada palabra, cada metáfora y cada frase, como el bailarín desea dominar cada paso, cada pirueta y cada construcción dancística. Pero Rayuela como los primeros ocho pasos del tango, al principio son sencillos, sin embargo hay que sentir, advertir y comprender cada movimiento, cada giro, y en consecuencia fluir a través de esos pasos, adueñarnos de la pista de baile… es decir atrapar las palabras de Cortázar-Horacio-Morelli, construir, demoler, desintegrar y armar la historia que deseamos hasta llegar al cielo, es decir jugar a la Rayuela.

Rayuela es un sumario de varias historias o novelas en unidad y conexión que el lector-descifrador debe integrar, afiliar y completar. Para decirlo de otra manera la novela Rayuela es como esos rompecabezas-baile donde las piezas-pirueta son cubos y cada lado de los cubos-pasos se puede concatenar indiferentemente dando un resultado variado sin distorsionar el punto central del juego-novela-danza.

Rayuela no es una novela lineal, es decir es bailar un tango sin coreografía impuesta o previa, es dejarnos llevar por el misterio de las palabras de Cortázar-Horacio-Morelli, así como el bailarín se deja llevar por los tristes y apasionados rezongos del bandoneón. Por lo tanto cuando agarramos Rayuela tenemos que dejarnos fecundar para poder gestar a nuestro gusto los destinos de los personajes: Horacio y Lucia, mejor conocida como La Maga. Y allí esta la primera advertencia del libro cuando el escritor nos dice:

“A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El lector queda invitado a elegir una de las dos posibilidades siguientes:
El primer libro se deja leer en la forma corriente, y termina en el capítulo 56, al pie del cual hay tres vistosas estrellitas que equivalen a la palabra Fin. Por consiguiente, el lector prescindirá sin remordimientos de lo que sigue.
El segundo libro se deja leer empezando por el capítulo 73 y siguiendo luego en el orden que se indica al pie de cada capítulo. En caso de confusión u olvido, bastará consultar la lista siguiente:”… 1

Desde que el escritor nos da estas indicaciones comienza a burlarse del lector inerte y estéril, sin embargo comienza con malicia a entrenar y a preñar al lector cómplice; Cortázar como un bailarín experto de tango nos da las señales, el verdadero y único precepto del Tango, es conectarse con el otro, darle sus tiempos, es un preguntar y esperar la respuesta, para después bailar. El Hombre-Escritor propone, pregunta, y la Mujer-Lector dispone, accede,  sólo después se mueven, y cuando se da este diálogo, es fácil bailar, es sencillo entender a Rayuela. Cortázar nos propone desde el principio leer la novela de la forma corriente o de la siguiente manera, siguiendo los capítulos así dispuestos:
73 - 1 - 2 - 116 - 3 - 84 - 4 - 71 - 5 - 81 - 74 - 6 - 7 - 8
93 - 68 - 9 - 104 - 10 - 65 - 11 - 136 - 12 - 106 - 13 - 115
14 - 114 - 117 - 15 - 120 - 16 - 137 - 17 - 97 - 18 - 153 - 19
90 - 20 - 126 - 21 - 79 - 22 - 62 - 23 - 124 - 128 - 24 - 134
25 - 141 - 60 - 26 - 109 - 27 - 28 - 130 - 151 - 152 - 143 - 100
76 - 101 - 144 - 92 - 103 - 108 - 64 - 155 - 123 - 145 - 122
112 - 154 - 85 - 150 - 95 - 146 - 29 - 107 - 113 - 30 - 57 - 70
147 - 31 - 32 - 132 - 61 - 33 - 67 - 83 - 142 - 34 - 87 - 105 - 96
94 - 91 - 82 - 99 - 35 - 121 - 36 - 37 - 98 - 38 - 39 - 86 - 78 - 40
59 - 41 - 148 - 42 - 75 - 43 - 125 - 44 - 102 - 45 - 80 - 46 - 47
110 - 48 - 111 - 49 - 118 - 50 - 119 - 51 - 69 - 52 - 89 - 53 - 66
149 - 54 - 129 - 139 - 133 - 140 - 138 - 127 - 56 - 135 - 63 - 88
72 - 77 - 131 - 58 – 131   (2)

No obstante la novela se puede comenzar desde cualquier capítulo, sin que por ello la perturbe en lo más mínimo, está en nosotros bailarines, construir nuestro baile, porque el secreto de Rayuela son las atomizaciones situacionales, tanto de los personajes como de las tramas. Cada parte está escrupulosamente y prolijamente trazada y planteada para dejarla abierta a la asociación y conmutación del lector.

Pero a Cortázar, no le vale solamente esto, irónicamente, después de las tres “estrellitas que equivalen a la palabra Fin”, les sigue los llamados por él los “Capítulos Prescindibles” o Morellianas, donde supuestamente están las claves para la comprensión cabal del texto en su dimensión última, o paradójicamente, para seguir enredando o jugando con el lector, tal como nos indica Olga Osorio:

… “los capítulos prescindibles de Rayuela son más pasto para estudiosos que una verdadera aportación a la obra. Dicen que se trata de un juego más del escritor y es posible que sí sea. Con los capítulos prescindibles Cortázar trata de crear la antinovela.” (3)

Por otra parte y además, la novela esta carente de fin entendido como solución o desenlace, como maraña descendente de los hilos accionales. De esta manera, los fines de la novela son conjeturas que dejan a los personajes en una especie de limbo o vacío metafísico, para que el lector afronte, juegue con su imaginación y decida. Cortázar consigue así la base de la complicidad mantenida hasta la última instancia, desde el primer momento que nos hace coparticipe de la historia, como un escritor con una pluma sin tinta pero que desde la memoria inmediata de nuestra lectura vayamos hilvanando las historias y escribamos nuestro propio final. Cortázar nos da los acordes, las melodía, las armonía, pero también nos da las disonancias, las estridencias… está en nosotros dar los abrazos estrechos, hacer las caminatas, los cortes, los enroques, los molinetes, los firuletes, dar las mordidas, las quebradas, dibujar los ochos (4), y adornar la danza hasta hacerla nuestra. Rayuela entonces es una danza que se baila siempre distinta, porque el lector que fue preñado con la complicidad de Cortázar interpreta la danza (lectura) de una manera diferente.

Rayuela, escrita en París, comprende dos desarrollos o secuencias paralelas y entrecruzadas, cuya identidad se produce por una relación de espacios: la primera secuencia, se titula “Del lado de allá”, constituyéndola en cuanto a novela de capítulos imprescindibles, los numerados del 1 al 36; pero se complementa, en los capítulos prescindibles, con la siguiente secuencia: 73, 116, 84, 81, 74, 93, 68, 104, 65, 136, 106, 115, 114, 117, 120, 137, 97, 153, 90, 126, 79, 62, 124, 128, 134, 141, 60, 109, 130, 151, 152, 143, 100, 76, 101, 144, 92, 103, 108, 64, 155, 123, 145, 122, 112, 154, 85, 150, 95, 146, 29, 107, 113, 30, 57, 70, 147, 31, 32, 132, 61, 33, 67, 83, 142, 34, 87, 105, 96, 94, 91, 82, 99, 35, 121, 36.

Esta primera secuencia o primera novela, primer espacio, tiene como marco la ciudad de París, pero hay recurrencias incesantes y continuas en la memoria de los personajes, que los llevan a colocarse temporalmente en Buenos Aires.

La novela del segundo espacio, titulada “Del lado de acá”, comienza con el capítulo 37 hasta el 56. Se ubica en Buenos Aires, pero los recuerdos y las recurrencias frecuentes remiten a los personajes en su temporalidad interior a París. Además mientras se mantienen ligada en su profundidad de situaciones, con la primera novela, se complementa en los capítulos numerados: 98, 86, 78, 59, 148, 75, 125, 102, 80, 110, 111, 118, 119, 69, 89, 66, 149, 129, 139, 133, 140, 138, 127, 135, 63, 88, 72, 77, 131, 58, 131.

En la segunda dimensión espacial, muchos de los capítulos prescindibles que ya estaban referidos en la primera parte, o el tablero de dirección, remiten al lector dos o más veces al mismo capítulo. Esta complejidad numérica, puede ser perfectamente puesta a un lado, y leer la obra en forma corrida hasta el capítulo 155.

Independientemente de toda teoría literaria y lingüística, en la praxis narrativa, Rayuela es una experimentación hacia varios lenguajes esotéricos y lúdicos, en los cuales hasta los errores ortográficos tienen cabida. De la misma manera, y ya enunciado al principio, el escrito se desdobla y desdobla para ser una vez Cortázar, otras veces Horacio Oliveira y otras veces Morelli... para último desdoblar en el lector como escritor tácito o mudo de los posibles desenlaces. Rayuela rompe todas las posibilidades de apresamiento en sus dimensiones, para destruir el tiempo, los espacios, los personajes y confundir la realidad con la "otra realidad" o voz interior.   

En el fondo Rayuela, es una novela y una teoría de la novela donde se va criticando destructivamente la tradición del género y dogmatizando algunos elementos. Es también una meditación filosófica del pensamiento occidental con algunas reminiscencias del budismo zen, donde el autor toma de ambos mundos o sistemas conceptuales algunos elementos, pero que también se burla de ellos.  Pero, Rayuela asimismo es una historia de amor, y con mucho humor: amores apasionadísimos, separaciones dolorosas, bromas y situaciones hasta ridículas que nos hacen sacar carcajadas. Sin embargo, Rayuela es una aventura personal, es una búsqueda autobiográfica, es una voz interior, es hasta un exorcismo, en la medida que Julio Cortázar se libera de sus demonios  … “si yo no hubiera escrito Rayuela, probablemente me habría tirado al Sena”. (5)

Rayuela es como bailar un tango… difícil y divino… nostálgico y sensual, si es primera vez que va leer Rayuela, déjese atrapar, lea con las ganas de seducir y ser seducido… tal vez decida amar por siempre esta novela (que es la suma de las novela y la antinovela por antonomasia) como la amo yo, o se obsesione con ella y termine como dice el tango aquel:

“Maldito tango que envenena
con su dulzura cuando suena,
maldito tango que me llena
de tan acerba hiel.
El fue la causa de mi ruina,
maldito tango que fascina...
¡Oh tango que mata y domina!
¡Maldito sea el tango aquel!” (6)



(2) Ibídem.
(3) Olga Osorio. Entender, no inteligir. Sobre Rayuela, de Julio Cortázar. http://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero21/rayuela.html
(4) Figuras y pasos del Tango (Danza)

(6) Maldito tango. Música: Osmán Pérez Freire. Letra: Luis Roldán. 1916.

Por Félix Esteves

miércoles, 22 de enero de 2014

HOMOSEXUALIDAD EN EL RENACIMIENTO ESPAÑOL.

El Martirio de San Sebastián. El Greco.
Catedral de Palencia.

Para la mayoría de los historiadores el final de la Edad Media española es habitualmente la fecha de 1492, que es principalmente la fecha del Descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Para los españoles de aquel entonces, la fecha tenía un significado muy diferente; en España y toda Europa se tardaron unos veinte años aproximadamente para reconocer la importancia de los nuevos descubrimientos geográficos, que únicamente cobraron importancia cuando fueron hallados los metales preciosos en México y Perú, fue en realidad esto lo que hizo que América alcanzara una gran importancia para los españoles y el resto de Europa.

Para los españoles de 1492 el gran evento fue la unificación religiosa de España, a través de la prohibición del judaísmo y la expulsión de aquellos judíos que no se convirtieron al catolicismo. La expulsión de los judíos de España ordenada por los Reyes Católicos en Granada el 31 de marzo de 1492 fue acogida en Europa como un signo de modernidad, e incluso hay una pláceme de la Universidad de la Sorbona hacia las Coronas de Aragón y Castilla. Aunque el mismo Edicto de Granada (que indica los dominios o territorios) se refería también a los territorios italianos de la Corona de Aragón (concretamente del Reino de Sicilia, pues el Reino de Nápoles se conquistó en 1495), pudo haber un decreto posterior de Fernando II de Aragón, el Católico, para ellos.

Y por otra parte, la conquista del reino musulmán de Granada, la última y gloriosa retención islámica en Europa occidental. La Guerra de Granada fue el conjunto de campañas militares que tuvieron lugar entre 1482 y 1492, emprendidas por la reina Isabel I de Castilla y su esposo el rey Fernando II de Aragón en el interior del reino nazarí de Granada, que culminaron con la Capitulaciones de Granada del rey Boabdil, quien había oscilado entre la alianza, el doble juego, la contemporización y el enfrentamiento abierto con ambos bandos y que tuvo como consecuencias la integración en la Corona de Castilla del último reino musulmán de la Península Ibérica finalizándose el proceso histórico de la Reconquista que los reinos cristianos habían comenzado en el siglo VIII y por el cual el papa Alejandro VI reconoció a Isabel y Fernando con el título de Reyes Católicos en 1496. Esta conquista supuso la prohibición del Islam, aunque no inmediata, seguido dentro de diez años. Para los judíos españoles y musulmanes, por supuesto, el gran evento de la época era inversa, una catástrofe: la pérdida de la libertad de religión, con las opciones de conversión religiosa,  el exilio o la muerte en manos de la Inquisición.

Los Reyes Católicos de España. Fernando II de Aragón  e Isabel I de Castilla.

Lo que no se reconoce generalmente es el componente sexual a estos eventos aparentemente religiosos. Según el mito español cristiano de aquel entonces, la conquista del país por los invasores musulmanes del siglo VIII - en realidad una rápida y en su mayoría pacífica transición – fue la consecuencia de la depravación sexual de su último gobernante cristiano, el semi-legendario Rey Rodrigo.

Los musulmanes fueron demonizados por los cristianos como pervertidos, y que su religión no era más que una farsa para facilitar su indulgencia sexual. Los placeres sexuales hicieron los hombres débiles, y por lo tanto los musulmanes eran vulnerables; mientras la castidad masculina española los hizo fuertes guerreros, y la lucha para expulsar a los “invasores” no cristianos fue bendecida por el  Dios Católico y su Santa Iglesia. La fuerza moral y valentía y la última victoria cristiana nunca estuvo en duda, según esta mitología.

Así España se unificó y se convirtió en la primera nación moderna, en el cual la autodefinición del país tenía un fuerte trasfondo sexual; y donde la virtud, la castidad, la ideología socio-religiosa católica habían producido la nación; mientras la lujuria y la depravación había causado la derrota del enemigo. Un Dios agradecido gratificó a España con nuevas tierras, y en ellos, milagrosamente, grandes cantidades de oro y plata estaban allí para la corona, la iglesia y el pueblo español. Defender el catolicismo era defender la heterosexualidad, y ser un patriota español significaba ser católico y heterosexual. Las dos opciones legítimas fueron la castidad y el matrimonio para toda la vida, ni judíos, ni musulmanes, ni homosexuales tenían cabida en la nueva nación de la península ibérica.

Detrás de esta ideología sexual-católica estaba la creencia de que la sexualidad era una cuestión de elección consciente,  no hubo ni existía una clase separada de los hombres que nacieron con deseos homosexuales u orientación sexual distinta a la heterosexual, por lo tanto todos aquellos quienes cometían actos  homosexuales lo hacían consciente; por otra parte la heterosexualidad era el producto del amor de, para y hacia Dios, mientras que la homosexualidad, producto del libre albedrío de los hombres, era la decisión de hacer el mal, y del amor hacia Satanás, el Diablo.

La España del Renacimiento, estaba rodeada por las alcantarillas de la depravación, al menos así lo pensaban la gran parte de los españoles. Los piratas del Mediterráneo provenientes de Africa del Norte  que capturaban y vendían a los cristianos a los musulmanes  ricos para ser juguetes sexuales. Italia era por lo menos católica, pero también era suave y degenerada. Los nativos del nuevo mundo eran salvajes entregados a los sacrificios humanos y a la sodomía. Inglaterra, por deseo del monarca, rompió con la iglesia verdadera, para divorciarse de Catalina de Aragón. Y de la lejana Germania un cura hereje, Martin Lutero, no sólo repudió su voto de castidad, además sedujo y se casó con una monja.

Esta pequeña simplificación de la nacionalidad española del siglo XVI nos ubica en el contexto donde estudiaremos la homosexualidad. Por lo tanto podemos asegurar que la homosexualidad o los deseos homoeróticos era algo intrínsecamente anticristiano y poco español, por supuesto que los homosexuales y las conductas homosexuales existieron dentro de la España Renacentista  pero muy secretamente, pues se castigaba con la muerte.

Pero si bien, la homosexualidad a partir del siglo XIV es que comienza a ser perseguida y gravemente castigada en Europa, en ciudades como Ratisbona, Venecia, Florencia, Augsburgo y Basilea; en Castilla sin embargo los primeros ajusticiamientos por sodomía no se darían hasta 1495. En España entre 1494 y 1495 se colgaba de los pies a los acusados de sodomía, se les castraba y a continuación se les ataban los testículos al cuello. Los Reyes Católicos cambiaron el castigo que correspondía a los reos del que se consideraba como el peor de los delitos contra la moralidad y que hasta entonces había sido la castración y la lapidación, en la pragmática del 22 de agosto de 1497, donde se ordenó que se les aplicara el castigo que era más usual en el resto de estados europeos —ser quemado vivo—, junto con la confiscación de sus bienes:

“Ley I. D. Fernando y Dña Isabel en Medina del Campo a 22 de agosto de 1497. Pena del delito nefando; y modo de proceder a su averiguacion y castigo.
Porque entre los otros pecados y delitos que ofenden a Dios nuestro Señor, e infaman la tierra, especialmente es el crimen cometido contra orden natural; contra el que al las leyes y derechos se deben armar para el castigo deste nefando delito, no digno de nombrar, destruidos de la orden natural, castigado por el juicio Divino; por el qual la nobleza se pierde, y el corazon se acobarda” ... “y se indigna a dar a hombre pestilencia y otros tormentos en la tierra” ... “y porque las antes de agora no son suficientes para estirpar, y del todo castigar tan abominable delito” ... “y en quanto en Nos sera refrenar tan maldita macula y error” ...
… “mandamos, que cualquier persona, de cualquier estado, condicion, preeminencia o dignidad que sea, que cometiere el delito nefando contra naturam seyendo en el convencido por aquella manera de prueba, que segun Derecho es bastante para probar el delito de heregia o crimen laesae Majestatis, que sea quemado en llamas de fuego en el lugar, y por la Justicia a quien pertenesciere el conoscimiento y punicion del tal delito” ... “y sin otra declaracion alguna, todos sus bienes asi muebles como raices; los cuales desde agora confiscamos, y habemos por confiscados y aplicados a nuestra Camara y Fisco” ...
… “y mandamos, que si acaesciere que no se pudiere probar el delito en acto perfecto y acabado, y se probaren y averiguaren actos muy propinquos y cercanos a la conclusion del, en tal manera que no quedase por el tal delinquente de acabar este dañado yerro, sea habido por verdadero hechor del delito, y que sea juzgado y sentenciado, y padezca aquella misma pena” ... “y que se pueda proceder en el dicho crimen a peticion de parte o de cualquier del pueblo, o por via de pesquisa, o de oficio de Juez: y proceder contra el que lo cometiere, y en la manera de la probanza, asi para interlocutoria como para difinitiva, y para proceder a tormento y en todo lo otro, mandamos, se guarde la forma y orden que se guarda” ... “en los crimenes y delitos de heregia y laesae Majestatis” ... “que los que fueren acusados sobre este delito, que lo hobiere cometido antes de la publicacion desta Pragmática y no despues, que se guarden las leyes y Derechos que son hechas antes desta nuestra carta” ...
Reyes Catolicos Premática sobre el pecado nefando.
Archivo General de Simancas Leg. 1, num. 4
Titulo XXX. De la sodomía y bestialidad 1


Así pues, los Reyes Católicos con la promulgación de la Pragmática de 1497 modificaron y endurecieron las leyes sobre la sodomía al elevar la gravedad del crimen al nivel de la herejía y la traición, permitiendo “requisitos evidénciales relajados” e instituyendo la tortura sistemática incluso para el clero y la nobleza.

La Quema de los Herejes. Pedro Berruguete.
Museo del Prado.
La misma intensidad de la condena de la homosexualidad es un testimonio de su atracción, una implicación que no se perdió en contemporáneos. Las actividades poco atractivas no deben prohibirse. La iglesia católica a comienzos del siglo XVI fue una institución tan corrupta económicamente, moralmente y espiritualmente  que su oposición significó que la homosexualidad era algo incorruptible, leso e incluso que  poseía un tipo de pureza. En términos más sencillos: Si la Iglesia Católica se opuso a la sodomía, habrá muchas cosas buenas que decir sobre la existencia de los sodomitas.

Hay que tomar en cuenta que España se vio como el principal país católico. Fernando e Isabel eran por supuesto “los Reyes Católicos” y los defensores de todo el catolicismo. Si España es el país más católico, entonces se deduce que la homosexualidad en el país de los Reyes católicos era vista, al menos por muchos extranjeros, como más atractiva, más misteriosa, más seductora que  en otra parte del mundo. Vale la pena decir que la homosexualidad atribuida al español, y los musulmanes y los judíos españoles en cierta medida como algo exótico, y como una proyección y una creación del cristianismo español.

Por ejemplo, Argel en el siglo XVI, era reconocida por que se practicaba abiertamente la homosexualidad, donde los hombres de todas las clases vivían abiertamente con sus parejas masculinas (generalmente jóvenes) y podían circular libremente, donde además el gobernante tenía un harén masculino, según el testimonio de visitantes europeos indignados. Sin embargo esta cultura positiva hacia la homosexualidad no era algo nativo de Argel; abrumadoramente era algo traído allí y mantenido allí por aquellos nacidos en el Catolicismo Europeo, y en mayoría  los españoles católicos. A este conglomerado gay se les unió después los musulmanes y judíos que no renegaron de su religión. En cierto sentido, Argel era o fue el primer gueto gay de Europa.

Incluso dentro de la Península Ibérica, antes de 1492, hay pruebas limitadas de que el mismo fenómeno fue encontrado. Aquellos que deseaban tener la libertad de disfrutar de la homosexualidad se reubicaron a los reinos musulmanes del sur, reforzado la creencia dentro del catolicismo español  que la homosexualidad era una parte esencial y central de la cultura Hispanomusulmana.

En 1500 se hizo una gran fogata con los manuscritos árabes y judíos, quedando un vacío del conocimiento sobre el periodo final del Islam ibérico, siendo muy imperfecta las datas registradas. De igual manera se borraron los muchos de los aportes dados por el mundo musulmán y judío a la cristiandad española. Sin embargo, puede ser el caso de que la oposición cristiana a la homosexualidad contribuyó a una mitología positiva de ello en Al-Ándalus. En la poesía sufí, que se desarrolló tardíamente en la cultura hispano-árabe por ejemplo conseguimos hermosos versos como estos:

¡Cuántas noches me han servido las copas
las manos de un corzo que me compromete!
Me hacía beber de sus ojos y de su mano
y era embriaguez sobre embriaguez, pasión sobre pasión.
Yo tomaba los besos de sus mejillas y mojaba mis labios
en su boca, ambas más dulces que la miel. 2


En contraste, en la cultura musulmana, antes de la influencia europea,  la sexualidad era  sin duda buena. El deseo sexual era como tener sed: totalmente natural y significaba al tomar agua estar satisfecho. Así que los musulmanes al tener ser de sexo, lo hacían. Mientras que en la cultura española católica, tener ese tipo de sed era pecado y por lo tanto se era reprimido, más aún si esa sed era sentida por una mujer. Por otra parte, para la cultura hispano-árabe el amor homoerótico tenía una connotación urbana, de refinamiento y de poder masculino, y por lo tanto la poesía homoerótica nunca levanto escándalo. Tenemos que también decir, que el sexo hombre-mujer tenía un vínculo o conexión más reproductiva que satisfactoria, al contrario de las relaciones sexuales entre hombres que eran completamente por placer.

En la cultura sefardí, la situación es muy diferente. Su cultura era más autónoma, apartados lingüísticamente de los musulmanes y católicos, crearon un mundo poético aislado, aunque duro poco, porque  fue en la España gobernada por musulmanes que se estudió el hebreo y al  Antiguo Testamento, donde, por ejemplo, las dos voces en Isaías fueron identificadas. Fue también donde se compiló el primer diccionario de hebreo, y donde el renacimiento del hebreo como lengua literaria, no sólo religioso, comenzó. Así los letrados, traductores, y otros eruditos de aquel entonces se percataron de la homosexualidad del judaísmo, por ejemplo del Rey David y Jonatán, de la prostitución masculina del templo que se encuentra en la Biblia. En cualquier caso, en la poesía homosexual que escribieron ellos y sus contemporáneos, la homosexualidad es una práctica muy frecuente en su cultura. La homosexualidad es también parte de una metáfora religiosa y nacional, además que el amor para el Dios de Israel Jehová se expresó como el amor a un hombre.

Esta tradición homosexual en el judaísmo medieval ibérico floreció cuando el contexto cultural era completamente Hispano-árabe. El territorio Hispano-árabe se contrajo con cada nuevo siglo, los judíos empezaron emigrar al norte, a la España Católica. Los judíos  empezaron  a escalar estatus en la sociedad, eran los administradores, médicos, financieros y las personas a quien el rey y su gobierno dependían generalmente. Sin embargo, la poesía homosexual desaparece de la vista y se convirtió en parte de una tradición ocultista.  Este, entonces, es el fondo del Renacimiento español.

Los Reyes Católicos, inmersos en su afán de ser los portadores de la espada castigadora de Dios, decidieron acabar con el pecado nefando. Isabel “La Católica” cerró los baños de Granada después de tomar la ciudad en 1492, con el fin de obstaculizar las actividades sexuales que estos facilitaban. Los puertos de Sevilla y Valencia fueron altamente vigilados por las miradas inquisitorias, y los guetos gais como los existentes en las ciudades de Sevilla y Valencia desaparecieron, aunque nunca desaparecieron las actividades homoeróticas, y con ello aumento la clandestinidad de la prostitución masculina. Lo que si podemos asegurar es que existía redes de prostitución masculina e las ciudades portuarias españolas, especialmente en Sevilla puestas al servicio de personajes adinerados y que estaban dispuestos a pagar para satisfacer sus necesidades homoeróticas; los archivos de la Inquisición y de los tribunales civiles así lo confirman, según nota de Josefina Alventosa del Río en su libro “Discriminación por orientación sexual e identidad de género en el derecho español”:

“En este sentido, se ha recogido el dato de que los Tribunales de Granada y Sevilla, junto con el Tribunal de la Casa de la Contratación, instruyeron 175 casos de sodomía entre 1560 y 1699, en los que sentenciaron a unos cincuenta sodomitas a la hoguera” … “Pero no sólo existen datos de estas condenas en Sevilla. El ‘sexo contra natura’ tuvo un desarrollo notable en esta época en España.” … “entre 1450 y 1700, el Tribunal Inquisitorial instruyó 380 casos por sodomía en Valencia, otros 791 en Zaragoza y 453 en Barcelona; en Valencia, el tribunal sentenció a la hoguera a 37 hombres entre 1566 y 1775, la gran mayoría entre 1616 y 1630”… Los tribunales no condenaron a la pira a ningún sodomita después de 1630; en lugar de eso los condenaron al cadalso, a que se les administraran latigazos o al destierro perpetuo del Reino. En Castilla este cambio ocurrió en la última década del siglo XVII. Pero añade el Padre León que esos eran los descubiertos, diciendo «que no son los mayores pecadores los que mueren quemados, que otros hay que nos los prenden». Esta documentado en los expedientes judiciales que los «pecadores» eran de toda clase social y origen: nobles, clérigos, frailes, taberneros, maestros de escuelas, napolitanos, franceses, negros, mulatos, turcos ...; «mocitos galanes», «caballeritos» de 17 años e incluso niños.” 3

Los que se sentían atraídos por el sexo homosexual tenían las siguientes opciones: Una era la de emigrar. Como vimos más adelante, muchos emigraban al norte de África; otros preferían las ciudades de Florencia, Venecia y Roma, donde existía mayor tolerancia en comparación con España; Cervantes fue uno de los españoles que prefirieron pasar su juventud en las tierras itálicas.  Muchos incluso  preferían prefirieron las ciudades portuarias de Portugal y Holanda ya que eran ciudades más abiertas a la homosexualidad y  las leyes menos represivos. Muchos homosexuales emigraron al Mediterráneo Oriental, territorio Otomano, al igual que muchos judíos que se vieron obligados a autoexilarse. Grecia fue otra alternativa para los gais de aquellos años y por último estaban las nuevas tierras descubiertas: América.  

San Juan de la Cruz. Francisco de Zurbarán.
Museo Arquidiocesano de Katowice.
No obstante, España, con su exagerada catolicismo tuvo “territorios” donde la homosexualidad era bienvenida: hablamos de los monasterios, conventos y abadías. En el aislamiento de aquellas paredes eclesiásticas, entre rezos, existía la posibilidad de los intercambios homoeróticos.   Por ejemplo en su poesía mística San Juan de la Cruz toma el papel de la mujer frente a la unión con el Dios masculino, aquí un botón de “Llama de Amor Viva”:

¡Cuán manso y amoroso
Recuerdas en mi seno
Donde secretamente solo moras
Y en tu aspirar sabroso
De bien y gloria lleno,
Cuán delicadamente me enamoras!. 4

Otra de las órdenes religiosas disidentes e ideológicamente a escondidas homoeróticas, a parte de la fundada por San Juan de la Cruz y Santa Teresa, “Las carmelitas”, estaba la Orden de la Merced, el cual Tirso de Molina pertenecía. La obra de Tirso de Molina se caracteriza por lo andrógino de su forma y temas, donde el travestimos y otras formas de sexualidad son de gran importancia, tal como lo acredita Henry W. Sullivan:
“La variedad de expresión sexual en el teatro de Tirso de Molina, sin embargo, — mucho más rica que la de otros dramaturgos de su época —, es una realidad objetiva cuyas implicaciones piden nuestra consideración. En las ochenta y ocho obras dramáticas estantes de Tirso, es posible documentar la presencia de”… “el travestismo, el lesbianismo”… 5

Además Sullivan nos muestra su interés en estudiar el travestismo en la obra del gran Tirso de Molina:
… “a un resumen descriptivo del fenómeno teatral del travestismo en Tirso, y sus posibles implicaciones para una visión andrógina de la situación humana como ideal por parte del autor, ideal andrógino que borrase la diferencia entre los sexos como principio paradójico de la reintegración psíquica.” 6

La literatura ofreció la oportunidad de hablar sobre la homosexualidad, una de las primeras importantes representaciones españolas de la homosexualidad se produce en Francisco Delicado en “La Lozana Andaluza” (1528), una novela dialogada, con comentarios y explicaciones intercaladas en el texto personal del autor. En el libro se predica una filosofía del amor libre. Los personajes no presentan inhibiciones en sus hazañas sexuales. Su deseo es que todo el mundo puede actuar sexualmente en la forma de su elección. Por lo tanto, no es extraño que tanto el lesbianismo y la homosexualidad masculina aparezcan en el texto.

En las novelas pastoriles del Renacimiento Español, el amor homosexual se insinúa a través de las confusiones del travestismo y la androginia. Sin embargo, la androginia y el travestismo presentado en estas novelas suelen ser subsumido en  juegos adolescentes aparentemente inocentes. El jugar con los roles de género facilita el despertar y la exploración de los deseos sexuales, pero estos deseos son invariablemente heterosexual en el final. Por lo tanto, la homosexualidad implícita de estos textos no es más que una fase a través del cual los personajes pasan en su camino a “madurar” la heterosexualidad. Curiosamente, sin embargo, este privilegio de configuración homosexual es una forma de admitir la homosexualidad como una orientación sexual original.

La literatura del Renacimiento también está llena de pseudo- andróginos. Una forma popular es la del travesti femenino que recurrentemente se abre paso en el escenario del teatro del Siglo de Oro . Aunque algunas de las representaciones abrigan matices lésbicos, este tipo de carácter general, se viste como un hombre, no para expresar su naturaleza sexual, pero para obtener privilegios negados a ella porque ella es una mujer. Cervantes presenta, a través de las amistades del mismo sexo, las relaciones con muchos matices homosexuales.

La homosexualidad también fue tratada a través de la utilización de la mitología clásica. El poeta más importante, difícil e innovador de España del siglo XVII es Góngora. En su obra maestra, las Soledades, sin duda uno de los más famoso poemas en el idioma español, el protagonista joven alienado se describe al principio como más hermoso que un efebo, la alusión  a Ganímedes. Las Soledades comenzó una furiosa controversia, Quevedo conservador atormentado repetidamente atacó a Góngora como sodomita y un Judío, dos términos que eran, para entonces, casi sinónimos.

Un seguidor importante de Góngora fue Pedro Soto de Rojas, autor de un largo poema sobre Adonis, del que sólo se conservan fragmentos, otro fue el poeta y cortesano asesinado Juan de Tassis y Peralta Conde de Villamediana, cuyo nombre fue siempre una alusión a la homosexualidad y la cual la Inquisición le abrió un expediente o proceso secreto por sodomía con algunos esclavos negros y sirvientes.

Entre los muchos grandes pintores españoles del Renacimiento, no podemos dejar de nombra al Greco, que aunque griego de nacimiento, sabemos que era un toledano de corazón y también podemos decir que era homosexual, y que vivía con su amante traído desde iItalia, te llamado Francisco Preboste:

… “tenía un amigo íntimo llamado Francisco Preboste, que vino con él de Italia. Era amistad e incluso…amor. Hace unos años el pintor toledano Mariano Serrano ganó un concurso literario de Cartas de amor a Toledo con una epístola en la que el Greco salía del armario, es decir, confesaba su inclinación homosexual.” 7

Pero tal vez las mejores pruebas de la homosexualidad de El Greco eran sus pinturas de la figura masculina, donde los desnudos estaban impregnados de una intensa energía homoerótica.

Otras de las formas de escape, donde los hombres podían liberar sus conductas homosexuales y satisfacer sus necesidades homoeróticas era en la actividad de la caza. Los hombres se adentraban en los bosques con la excusa de la búsqueda de un jabalí, conejos o venados, y así fuera de la vista pública se desahogaban sexualmente con sus compañeros de cacería. Las casa de juegos o clubes masculinos eran también propicios para las relaciones homoeróticas, existen informes de casas de juego donde se suministraban jovencitos a los clientes.

Vista de Sevilla en el siglo XVI. Alonso Sánchez Coello.

El Renacimiento, la puerta de la era moderna, trajo consigo una nueva forma de ver la sexualidad, la filosofía renacentista que pregonaba el hombre por el hombre, y este como medida de todas las cosas, también avivó los deseos homoeróticos, ya reconocidos en la Grecia Clásica y que debido al oscurantismo del medioevo permaneció como una llama sin luz. Tuvieron que aparecer los nuevos hombres eclipsados por el clasicismo primario y todos su Dioses, como Apolo, Zeus, y otros tantos para avivar esa llama. España no escapo de  las flamas ardientes del amor homoerótico, ya con su transculturización judeo-islámica estaba preparada para recibir la nueva forma de ver el amor… no obstante existió un fuego tal vez más intenso, tal vez más “oscuro”, con menos luz, y más dañino que opaco los deseos homoeróticos… La Inquisición con todo su infierno logró opacar ese renacer, más no pudo con él.


 REFERENCIAS.
3 Alventosa del Río, Josefina. Discriminación por orientación sexual e identidad de género
en el derecho español. p.p. 145, 146.
5 Sullivn, Henry W. Tirso de Molina: dramaturgo andrógino. p. 811
6 Ibidem.
7 http://www.abc.es/20110128/local-toledo/abci-agujeros-negros-greco-201101281333.html

Por Félix Esteves

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...