Ayer compré un libro de poemas de amor. Su autor: un poeta misterioso del interior del país.
En el prólogo advierte que el libro tiene magia y no es recomendable leerlo en la noche. Si el sueño vence y la última imagen es la de un poema del libro, el lector puede ser cautivo de dicho texto.Pensé que era una licencia poética. Como siempre luego de una hora de lectura nocturna mis parpados comenzaron a ganar un peso que termina siendo insostenible.
Intento cerrar el libro, pero ya era tarde: todo era oscuridad y de pronto todo era luz.
Me encontraba en una superficie blanca con enormes trazos negros que luego descubro eran letras. Cada una tenía una longitud de aproximadamente noventa metros.
Caminé tratando de leer tan desproporcionado poema. Alcanzo a leer con dificultad las palabras amor y muerte.
De pronto un extraño viento me avisa que el libro estaba cerrándose. Comprendo que estaba muy cerca de la palabra muerte. Comienzo a correr con el viento cada vez más fuerte y unas letras aéreas inmensas amenazan aplastarme.
Por fin diviso un precipicio y desesperado me arrojo al vacío...
Un estrépito me despierta: era el libro que impacta en el suelo mientras lo observo aliviado y seguro en la cama.
Por Daniel Florentino López (Argentina)
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