No he cambiado las sabanas
allí estas tu... como siempre
como antes.
Cierro los ojos para sentir
ese olor profundo que dejastes
que inunda mi habitación.
Y ya no sueño
el sonido rítmico...
Diástole... Sístole...
en mi inmensa soledad
ya no me deja dormir.
Entonces abrazo tus sabanas
y veo aparecer la mañana
con la ridícula esperanza
de verte llegar con la aurora
Pero una triste y sangrante clépsidra
marca mi tiempo
Sístole... Diástole...
que ya no puedo
y no quiero vivir.
Por Félix Esteves
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