Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera y el florecimiento de la cultura en España en 1931 y 1935, se comienza un nuevo tipo de prensa ilustrada que vino a refrescar y modernizar las publicaciones habituales y tradicionales, como también a multiplicar el surgimiento y la circulación de nuevas literaturas o divulgaciones de tipo periodístico. En España se empieza a crear una conciencia y una nueva concepción de hacer periodismo gráfico donde la estética y la ética del artista de la fotografía se vinculan con los problemas sociales, su entorno y su compromiso con el hecho histórico retratado. Es en este ambiente de cambio donde surge el gran trabajo de Agustí Centelles.
Agustí Centelles nace en Valencia, pero su familia se traslada a Barcelona cuando Centelles tenía apenas un año de edad. En 1924 entra a trabajar como aprendiz en el taller fotográfico de Ramón Baños donde aprendió la técnica del retrato. Más tarde se convirtió en ayudante de Josep Badosa quien le introdujo en el fotoperiodismo. En 1934 se independizó y colaboró en periódicos como La Publicitat, Diari de Barcelona, Última hora o La Vanguardia, y es en este último periódico barcelonés donde aparece su primera fotografía firmada y hace referencia a un atraco en la estación de la Plaza de España en 1934.
Al estallar la Guerra Civil Española Centelles fue destinado al frente de Aragón y se dedicó a realizar reportajes sobre las tropas en el frente. Realizó reportajes sobre la conquista de Teruel y sobre la batalla de Belchite. Fue también colaborador del Comisariado de propaganda de la Generalidad de Cataluña. Para Agustí Centelles la Guerra Civil de su amada España significo una transformación de su trabajo, y vio su cámara como un arma al servicio de la causa republicana y es así que es él quien recoge las primeras imágenes del Alzamiento en Barcelona la mañana del 19 de Julio de 1939. La guerra fratricida española fue el primer conflicto bélico que tuvo atención internacional y fue cubierta por los medios comunicacionales de todo el mundo. La fotografía de Centelles fue parte central en la apertura de la conciencia internacional.
En 1939 se exilia a Francia y se lleva consigo los negativos de aquellas imágenes que consideraba más relevantes. Las tropas franquistas requisaron el resto de los negativos que aún se encontraban en su domicilio y que, posteriormente, se trasladaron al Archivo de Salamanca. Agustí estuvo preso en diversos campos de concentración donde consiguió salvar sus negativos así como las cámaras fotográficas que se había llevado consigo. Consigue incluso establecer un pequeño laboratorio fotográfico clandestino en el campo de Bram donde tomo numerosas fotografías de las duras condiciones de los refugiados y la penosa vida de los recluidos en estos campos de concentración de Bram.
En 1939 consigue un permiso especial para abandonar temporalmente el campo de concentración y trabajar en la vendimia, pero consigue un trabajo en un estudio fotográfico en Carcasona y el permiso se convirtió en definitivo. En 1942 entró en contacto con la resistencia con la que empezó a colaborar realizando fotografías para identificaciones falsas para los soldados de la resistencia francesa y española que luchaban contra los nazis. Algunos de los miembros del grupo de la resistencia fueron detenidos en 1944 y el laboratorio fotográfico fue desmantelado. Centelles dejó sus negativos en una buhardilla de Carcasona perteneciente a la familia que lo había acogido durante su exilio. Hizo esto porque entendía que no podía volver a su país con un material que, de ser requisado, podía comprometer a las personas que aparecían en las fotografías ante las autoridades franquistas. Tras ello, regresó a Cataluña, entrando por la frontera andorrana, y se instaló en Reus en donde residió de forma clandestina durante dos años.
En 1944 regresó a Barcelona y se presentó ante las autoridades. Fue juzgado y quedó en libertad condicional, pero quizás la más cruel condena fue que quedo inhabilitado para el ejercicio de su profesión, tal como lo declara en una entrevista: “tristemente fue así. Después de la guerra acabó todo para mí. Tenía muchos lobos a mi alrededor. Algunos de ellos eran mis propios compañeros.” (1) Su pasado político le impidió dedicarse de nuevo al fotoperiodismo por lo que se decantó por la fotografía industrial y publicitaria. En 1976 se trasladó de nuevo a Francia para recuperar los negativos que había dejado durante su exilio. Las imágenes volvieron a exponerse y Centelles se convirtió en un símbolo de los fotoperiodistas de guerra. En 1984, un año antes de su muerte, el Ministerio de Cultura le concedió el Premio Nacional de Fotografía.
En el 2008 se hallan nuevas fotografías inéditas de Agustí Centelles en una caja de galletas, el material fotográfico es un fiel testimonio sobre la vida política y social española de los años veinte, treinta y cincuenta. El legado de este artista y fotoperiodista muestra con intenso vigor las imágenes de una España herida por su guerra interna, y su fotografía es un testimonio visual que nos adentra a la más profunda oscuridad de los errores y horrores de un conflicto fratricida.
(1) Carlos Delgado Mayordomo. Agustí Centelles: La Memoria en un desván.—En: Descubrir el Arte.—Madrid: Grupo Unidad Editorial, Revista S.L.U., 2009.—Año XI, n° 131. – págs. 70-76.
Por Félix Esteves
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