¿Que es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
Mi amante besóme las manos, y en ellas,
¡oh gracia! brotaron rosas como estrellas.
Y voy por la senda voceando el encanto
y de dicha alterno sonrisa con llanto
y bajo el milagro de mi encantamiento
se aroman de rosas las alas del viento.
Y murmura al verme la gente que pasa:
"¿No veis que está loca? Tornadla a su casa.
¡Dice que en las manos le han nacido rosas
y las va agitando como mariposas!"
¡Ah, pobre la gente que nunca comprende
un milagro de éstos y que sólo entiende
Que no nacen rosas más que en los rosales
y que no hay más trigo que el de los trigales!
Que requiere líneas y color y forma,
y que sólo admite realidad por norma.
Que cuando uno dice: "Voy con la dulzura",
de inmediato buscan a la criatura.
Que me digan loca, que en celda me encierren
que con siete llaves la puerta me cierren,
que junto a la puerta pongan un lebrel,
carcelero rudo carcelero fiel.
Cantaré lo mismo: "Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen".
¡Y toda mi celda tendrá la fragancia
de un inmenso ramo de rosas de Francia!
Por Juana de Ibarbourou (1892-1979)
Biografía de Juana de Ibarbourou.
Escritora uruguaya en Melo, departamento de Cerro Largo. Su padre era español y su madre perteneció a una de las familias españolas más antiguas del Uruguay. Su poesía ha enriquecido la literatura de América marcándola con su fuerte y delicada personalidad plena de amor. Su poesía conquistó tan rápidamente la atención del público general y de los entendidos, que en el año 1929, en el Salón de los Pasos
Perdidos del Palacio Legislativo, un grupo de artistas y diplomáticos de distintos países encabezados por el célebre escritor Alfonso Reyes; proclamó a Juana de Ibarbourou, Juana de América.
Aunque no fue una participante activa del feminismo, sus versos esbozan una poética de frescas y claras resonancias intelectuales, voz llena de rebeldía y sensualidad que cantará sin rodeos o ambugüedades al placer del amor, lo que le valdrá, junto con Delmira Agustini, Alfonsina Storni y Gabriela Mistral, un lugar incontrovertible y permanente dentro de la poesía de lengua castellana o hispanoamericana. Algunos críticos han visto en la poesía de Juana de Ibarbourou una respuesta profunda y directa, al amaneramiento y exotismo de la poesía modernista.
De la obra de Ibarbourou emana, a través de sus limpios y hermosos versos, el esplendor sensual y emotivo de la unión amorosa, donde la naturaleza viene a ser el cómplice más fiel, convirtiéndose en expresión de vida la fusión amantes-naturaleza. El amor que se presenta como el estado naciente de dos cuya fuerza revolucionaria se rebela, aquí y ahora, como la expresión más auténtica de la esencia humana. Juana de Ibarbourou y la estética de la rebeldía, el goce por derecho propio.
Por Félix Esteves
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