Siempre quiso alcanzar las estrellas, en su locura ni dormía, se la pasaba la noche entera contemplando el cielo, maquinando escaleras que lo pudieran llevar hacia ellas. Entonces vio un gran árbol y subió a lo más alto de aquella secoya que parecía con sus ramas sostener el cielo. Alzó la mano para agarrar la estrella más cercana... su esfuerzo fue en vano, cayo y su único deseo le fue otorgado. Ahora esta en el cielo, pastoreando a las bellas estrellas que pastan almas y sueños en las celestes praderas.
Por Félix Esteves
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