Óleo pintado en 1560 por Maso da San Friano. Según los conservadores del Museo de las Ciencia de Londres, muestra la imagen más antigua de un reloj que ha llegado a nuestros días |
La medición del tiempo existe desde que el hombre diferencio el día de la noche, es decir que las primeras mediciones del tiempo se hicieron a través de observaciones astronómicas y durante mucho tiempo el cielo fue el instrumento principal de esa medición. Desde muy temprano en la historia, el ser humano se dio cuenta que podía recurrir a los fenómenos físicos que se repetían de forma periódica y aprovechar su regularidad para construir instrumentos que midieran intervalos de tiempo.
Los antiguos egipcios se guiaban o dividían el día según la posición del sol y durante la noche lo hacían por medio de la clepsidra; este instrumento era una vasija de cerámica con un orificio en la base por el que el líquido pasaba a una velocidad determinada en un tiempo prefijado. Los relojes de agua o acuosas clepsidras también fueron utilizadas por los atenienses en los tribunales para marcar el tiempo establecido a los oradores. Más adelante fueron introducidos a los tribunales romanos con el mismo objeto, además de usarlos en campañas militares para señalar las guardias nocturnas. El reloj de agua egipcio, más o menos modificado, siguió siendo el instrumento más eficiente para medir el tiempo durante muchos siglos.
Clepsidra Egipcia. |
Los romanos también utilizaron una vela donde cada fragmento consumido era un pedazo de noche gastado. Luego llegaron “las arenas del tiempo” o reloj de arena que funcionan bajo el mismo concepto físico de las clepsidras, es decir, permiten que la gravedad haga fluir una cantidad establecida de un elemento (en este caso arena por agua) para determinar distintos lapsos de tiempo.
Durante el Medioevo aparecieron los ingeniosos mecanismos accionados por pesas. Los relojes desde entonces se unieron al vertiginoso mundo de la mecanización. En el siglo XIII, en el lindero final de la Edad Media, apareció la primera máquina industrial: el reloj. Estos relojes primitivos estaban hechos de acero y sufrían de la expansión y contracción que provocaban los cambios en la temperatura. Eran inexactos en un rango de 15 a 30 minutos al día y tenían que ser ajustados diariamente. Su propósito inicial era hacer sonar las campanas cada hora en las torres de castillos, iglesias o centros de población. En el siglo XV se inventaron los relojes de una manecilla para marcar las horas y en 1505 el herrero alemán Peter Henlein consiguió construir relojes mecánicos tan pequeños que podían llevarse en el bolsillo.
La primera revolución relojera se dio en el siglo XVII, cuando el científico holandés Christiaan Huygens inventó el reloj de péndulo, alcanzando una exactitud similar a la de los relojes de sol. El péndulo de Huygens funcionaba movido principalmente por las fuerzas de la gravedad y sus relojes fueron los primeros cronómetros capaces de contar los segundos. La idea de emplear el péndulo para su aplicación al reloj la había formulado en 1636 Galileo Galilei pero, viejo y ciego, no la pudo llevar a la práctica.
El famoso Santos creado por Cartier, el primer reloj de muñeca. |
Una década más tarde del fin de la Gran Guerra, en 1929, el relojero estadounidense Warren Albin Marrisson inventó el reloj de cuarzo, con una imprecisión de entre 30 y 0,3 segundos por año. En 1957 aparecieron los relojes de pulsera eléctricos. El primer reloj de pulsera eléctrico del mundo fue el Hamilton Electric. Dichos relojes se alimentan gracias al empleo de pequeñas pilas y funcionan mediante diminutos dispositivos que hacen avanzar el segundero a saltos, mientras que las manecillas correspondientes a las horas y los minutos se mueven, con mayor lentitud, accionadas por un engranaje convencional.
Hoy día vemos relojes en todos lados, en los microondas, en el DVD, en los teléfonos celulares, en las computadoras, en el GPS, los televisores. Vemos relojes plásticos, otros de fino cristal donde vemos su interior y su extraño mecanismo, relojes de pulseras que son joyas y que valen una fortuna. Medir el tiempo se ha convertido en una obsesión humana, pero para mal o para bien del hombre el tiempo siempre controlara la acción humana.
Buster Keaton. El hombre parece querer dominar el tiempo... sin embargo cada día somos más esclavo de las horas. |
Fuentes:
Manzanera, Laura. Reloj no marques las horas // En: Clio, Año 9 ; N° 99.-- Barcelona : Edita MC, 2010.-- pág. 106.
http://www.tadforo.com/relojesyjoyas/
Por Félix Esteves
me salvo un regaño
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