Ya no importan las
palabras
ni los escudos que nos
fabricamos
mentiras que salieron
de nuestras bocas
para aplacar la maldad
de los extraños.
Ahora ya no importa que
mi llanto me delate
ni que mi gemido sea tu nombre
ahora es vano mi grito
que al cielo implora
por tu alma que el
cielo me arrebata.
Quizás la vida se me
hará más corta
si a tus labios sin
miedo me acercara
y besará de una vez la
huella de la muerte
que dejo la Parca
sobre tu boca.
Ya ni importan las
palabras
ni las miradas de
desprecio que me arropan
dejare las marcas de
mis manos en la tierra
que ahora estéril cubren tu
descanso.
Gritare lo mucho que
te amo
pero en vano desaparecerán
con el viento
parece tarde mi fatua valentía
cuando te ofrezco mi
pasión después de muerto.
Ahora ya nada importa
porque mi amor no te devolverá
la vida
y los amores buenos
solo vuelven
para desaparecer como el
brillo de la espuma
del mar que se viste
con la aurora.
Por Félix Esteves
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