miércoles, 17 de abril de 2013

EL RETORNO HOMOERÓTICO DE PLATÓN: HOMOSEXUALIDAD EN EL RENACIMIENTO.


PRELUDIO.

La filosofía de los antiguos griegos es el umbral del pensamiento occidental. Aristóteles, Platón y Sócrates junto con otros grandes hombres de ideas lograron un adelanto tan admirable para  responder las interrogantes de la inteligencia humana, que no sólo iluminaron un camino a través de los mitos primitivos, sino que también fraguaron sus ideas a toda la posteridad, conservando vigencia hasta nuestros días. Los pensadores griegos buscaron primero la verdad en el mundo físico para luego buscarla en la interioridad de cada hombre y su comportamiento social. Los antiguos analizaron sus gustos y conflictos, sus placeres y sus hastíos, y a todo le dieron una razón de ser y de existir, se abrieron a la multiplicidad de formas y pensamientos para encontrar el modus vivendi de su realidad y el de las deseadas utopía.

PLATÓN.
Ante el paso inexorable del tiempo,  este avance se interrumpió durante la Edad Media a causa de la coacción a sangre y fuego de las afirmaciones y dogmas religiosos por parte de la hegemonía del cristianismo que tomo forma de tiranía bajo la sombra de la Iglesia. No obstante, en remotos monasterios y abadías, las escondidas bibliotecas atesoraban aquel pensamiento aristotélico, platónico y socrático, y muchos de aquellos monjes presos de sus propios placeres y demonios leyeron, tradujeron, transcribieron y guardaron con celo las ideas que si bien estuvieron ocultas, luego abrieron la mente de muchos de ellos y dieron su fruto que fue degustado con formidable apetencia por los hombres que originaron el Renacimiento.

Si bien la homosexualidad ha existido toda la vida, los griegos supieron darle un lugar privilegiado y la practicaron por mucho tiempo, los intelectuales y guerreros se confundían entre pederastas y  catamitas, y los roles sexuales entre aquellos hombres se barajaban e intercambiaban con la misma pasión como debatían sus brillantes ideas o como lograban  sus conquistas o se entregaban a sus batallas.

Si bien la Iglesia y todo el pensamiento medieval condeno la homosexualidad no acabaron con ella y es aquí donde comienza a librarse a escondida el “amor socrático o platónico”, y aquella “Sodoma” cual  Ave Fénix, y que muchos hombres de Iglesia creían muerta, empieza a resucitar de sus cenizas, como advierte en 1177, el Abad de Clairvaux  al Papa Alexander III: “La Antigua Sodoma está surgiendo de sus cenizas”. Realmente, y reitero, la homosexualidad no había muerto, desde la Grecia de los grandes filósofos ya sabemos que ha existido y los antiguos romanos la practicaban igualmente, con la llegada del Cristianismo tal vez empieza su persecución, pero persistió y el amor homoerótico sobrevivió a pesar del anatema de la iglesia. Ausonius (ca. 310 – ca. 394), que fue un poeta latino y maestro de retórica en Burdigala (hoy día Burdeos, Francia) dijo que era común entre los galos y los otros bárbaros. Con la esperanza de erradicar “ese vicio infame”, Carlomagno decretó la muerte por sodomía – pero sin gran efecto.

Unos 200 años, en el Concilio de Reims en 1049, el diácono Pedro, hablando en nombre del Papa León IX, había criticado las prácticas abominables de los laicos y el sacerdocio. William de Nangis escribió que en 1092 el Obispo de Orleans Juan era llamado o se hacía llamar “Flora” por sus diferentes amantes; y en las noches, los jóvenes prostitutos que vendían sus servicios a otros hombres caminaban por las calles de cantando tonadillas homoeróticas relacionadas al Obispo de Orleans en su honor: “Quidam enim sui concubii, appelleant cum Floram”...

Algunos cronistas, como el inglés Odoric Vital o como también se le conoce Orderic Vitalis (1075 – 1142), sostuvieron que  los invasores normandos infectaron a los señores franceses con el “vicio contra natura”,  el cronista escribió:

…“los petimetres afeminados  prevalecieron a lo largo de la tierra y ellos sin ninguna restricción minaron su libertinaje asqueroso; los catamitas, que merecen ser quemados en la hoguera,  repetidamente se miman en las invenciones horribles de Sodoma.”

SODOMA.
Grabado de una escena bíblica de la historia
de Sodoma.
Según el mismo Vital, Robert II Curthose, duque de Normandía, apodado Shortbritches - calzones cortos - por su preferencia por los jovencitos, nos describe al aristócrata como:

…“un príncipe como  una vaca, lascivo, que se dio al lujo y a la pereza, y que puso las manos sobre las riquezas que legítimamente pertenecían a la iglesia y las dividió entre sus amantes rufianes y aduladores infames”…

De hecho, los normandos habían demostrado  ser indiferentes  a la hora de escoger  para satisfacer sus deseos sexuales y tomaban de igual manera tanto mujeres como  hombres durante sus conquistas. Después de la toma del país, masacrando a los viejos, y repartiéndose las riquezas, igualmente se repartían y hasta se compartían los niños y niñas que “utilizaban para su placer” bajo las miradas estoicas y frías de sus esposas. Debe señalarse, sin embargo, que en un poema sobre el asedio de París, Saint-Abbon  en 988 (Abad de Fleury, ahora el ciudad de Saint Benoit-sur-Loire) acusa a los señores de Francia y no los normandos, del “abominable vicio”.

En el siglo XII, la amistad masculina fue idealizada y colocada en un “lugar sagrado” – como a menudo sucedió y sucede en las sociedades guerreras. Las mujeres eran consideradas peligrosas – pues aminoraban el coraje y el valor o la fuerza de los combatientes – e indignas de intimidad espiritual con los hombres.  En los poemas épicos de la edad media los hombres estan generalmente dedicados a cuerpo y alma a sus compañeros de armas. Así, en la Canción de Aspremont (final siglo XII), la esposa de  Agolant, rey Sarazin cuestiona el duque de Naimes:

“francés, dime la verdad: ¿tenéis mujeres en su tierra? Y los cristianos todos están tan guapo como tú?”
“Señora … “no sé nada, pero muchos de esos hombre son muy finos tantos  como yo mismo. ¿Usted pregunta, yo estoy casado? No señora y yo nunca consideraría tal cosa, porque mi corazón pertenece totalmente a mi Señor.”

Walter Pater ha buscado ejemplos de “amor platónico” o mejor dicho de “amor homoerótico” (ideas que explicare más adelante cuando nos adentremos propiamente al Renacimiento) en romances caballerescos medievales. Él escoge el Romance de Amis y Amiles, dos Caballeros cuya devoción varonil entre sí se convierte en pasión absoluta. Amis mata a sus hijos para lavar con “la sangre de la inocencia” el cuerpo de su amado amigo Amiles que sufre de lepra. De hecho, los ritos de iniciación de fraternidades del caballero, la educación de guerra para niños reunidos en bandas armadas bajo el liderazgo de jóvenes príncipes vestidos en forma hermosa y galante, los torneos organizados con la precisión formal de las danzas y la segregación de los sexos podrían alentar sólo a la homosexualidad – que floreció entre los cruzados y en las cortes de Francia, Inglaterra, Italia y España.

William de Nangis informa que en el año 1120, cuando el barco en que navegaban encalló y que luego fueron salvados por los caballeros de una embarcación del hijo de Henry I, todos esos caballeros practicaba la homosexualidad. La poetisa Marie de France, que vivió en la corte de Enrique II, en Inglaterra, explica que Guenevere (personaje femenino de uno de sus poemas) se burlar del joven caballero Lanval, que había tenido la temeridad de resistir sus sugerencias amorosas:

“He oído susurrar muchas veces
Que a las mujeres no estas inclinado;
Pero que con bajos criados y otros de su rango
Tu prefieres hacer tu deporte.”

Las crónicas medievales hablan con indignación las costumbres depravadas de los grandes señores. Froissart dice del Conde de Foix, Gaston Phoebus, que:  

... “es el único uno que conozco que no ha mentido con uno de sus secuaces”... “Todos lo hacen; el duque de Berry tiene su mascota Take Thibaut: un truhán y reparador de diques que el duque había tenido en su afecto no se sabe por qué, este truhán era un ingenuo tenue y un tonto que no poseía nada excepto lo que se benefició de él; este duque lo hizo rico con regalos de plata y oro por un valor de 200 mil francos, que los pobres de Auvernia y Languedoc habían pagado, siendo gravados tres o cuatro veces al año, y que dichos impuestos permitian al duque sus placeres irrazonables.”

La notoriedad de Take Thibaut era tal que, en su gran poema Le Testament, Francois Villon da su nombre al obispo de Orleans, Thibaut d'Auxigny, a quien acusa de prácticas sodomita. Hay que aclarar u observa que en el Medioevo era una práctica común  acusar a los enemigos de sodomía o sodomita, los término generalmente para la homosexualidad y los homosexuales. Los Caballeros Templarios, los Albigenses, los Valdenses fueron denunciados como devotos de “abominable vicio” contra naturam.

Considerando que las cronistas mencionan con frecuencia casos de homosexualidad en la corte de Reyes como los casos de Juan El Bueno, que pasaba horas gozosos con su amante Lacerda durante su encarcelamiento en Inglaterra, o dicho con emoción y horror cómo Edward II fue empalado; los grandes poetas de la edad, Dante y Petrarca y los trovadores de Provenza, apasionadamente celebraron el amor de las damas o señoras de la corte. Como ha escrito Petrarca: “El manantial de amor es la belleza y nada más, y belleza es de quien es herido por el brillo de sus ojos.”

LA RESURRECIÓN.
Luca Segnorelli
En los escritos de estos poetas, belleza se incorpora o se refiere a la mujer. Pero en su vida diaria también conocían las pasiones de otra naturaleza. Dante coloca a dos poetas que fueron los precursores del estilo lírico nuevo – el dolce stil nuovo – entre los sodomitas en el Purgatorio: los trovadores Arnaut Daniel and Guido Guinizelli. El autor de La Divina Comedia estaba siendo relativamente indulgente, puesto que él no los puso en el infierno con su maestro, Brunetto Latino, que estaba allí, no por homosexualidad como se creyó durante mucho tiempo, sino por “pecar contra el Espíritu Santo”, considerado una especie de sodomía espiritual.

 Como el erudito francés  Nelli René escribe en su estudio de temas eróticos en la poesía de los trovadores L'Erotique des Troubadours, el ideal del amor cortés llevado a cabo por los poetas líricos del siglo XII “transfirieron los valores de la homosexualidad, de amistad idealizada en la antigüedad – los valores, si lo desea, del platonismo masculino – al amor heterosexual.”

Celebrando la feminidad de las jóvenes del castillo, los trovadores ayudaron a disipar la misoginia de los señores y los barones de la Edad Media. Gracias a ellos, las mujeres comenzaron a ser consideradas dignas de ser amadas, no meramente poseídas. De hecho, ahora había que ganar la estima de la mujer amada por realizando pruebas de valor y demostrando la caballerosidad. El amante fue devoto de su amada en la misma forma de que los caballeros fueron devotos a sus señores y estaban dispuestos a morir por ellas así como lo estuvieron por sus amados señores.

Esta mejora de la condición de la mujer en el siglo XII fue peculiar al sur de Europa. Algunos historiadores atribuyen este cambio a la influencia del cristianismo que “purifico” la moral; otros rastrean más hacia atrás, y se lo ameritan a la tradición poética de los árabes que se establecieron en Andalucía. Ahora, entre los árabes, como había sido el caso entre los griegos, el amor era a menudo homosexual, tal como está reflejado por el poeta  Ibn Da'ud  en su obra El Libro de la Flor, dedicado a un hermoso joven; mientras que el amor cortés, la Fin'Amour de los trovadores franceses era esencialmente heterosexual.

Y de hecho, aunque el amor homoerótico fue practicado con muchísima frecuencia, la homosexualidad es raramente mencionada en las obras literarias - las epopeyas, romances cortesanos y canciones – de los cuatro siglos que llamamos la Edad Media. Tuvo que venir el Renacimiento para que renaciera igualmente en las letras y todas las artes el deseo homoerótico y su llamado “Amor Azul”.

HOMOEROTISMO EN EL RENACIMIENTO.

Del Amor Platónico y el Amor Homoerótico.

APOLO Y MARCIAL.
Perugino.
El Amor Platónico es una expresión que, en su uso común, pretende referirse a la visión filosófica que tuvo Platón acerca del amor, aunque es malinterpretada por completo. Esta denominación habitual tiene como acepción el amor no correspondido que, por ello, persiste como un ideal imposible.  Sin embargo, esta interpretación es absolutamente disímil de la concepción platónica del eros o amor. 

Según la filosofía de Platón, y como él lo expresa en su obra El banquete, el amor es la motivación que lleva al conocimiento de la Forma de la Belleza, así como a la contemplación de la misma. Esta disposición es progresiva y comienza con la evaluación o valoración de la belleza exterior en una persona (Belleza Física), y luego avanza hacia la apreciación de la belleza espiritual (Belleza del alma), la de la belleza de las leyes y las costumbres en la sociedad, la que se encuentra en las artes y las ciencias, etc. Todas estas metas deben finalmente superarse hasta alcanzar el objetivo superlativo del proceso: el conocimiento apasionado, puro, y desinteresado, de la esencia de la Belleza en-sí, que se mantiene incorruptible y siempre igual a sí misma, el conocimiento de la Idea de la Belleza en cuanto es lo único que es bello en sí mismo y por sí mismo, y en cuanto aquello que es causa de que todo lo bello sea bello.

APOLO DE BELVEDERE.
La belleza clásica masculina representó parte del  ideal  renacentista.
El idead absoluta y sublime del amor platónico no es sino amar las Formas o Ideas eternas, inteligibles, y perfectas, la idea de tener un amor inalcanzable es solo un prosaísmo y una malinterpretación de su pensamiento. En el amor platónico no hay en absoluto elementos sexuales, sencillamente porque el auténtico amor para Platón no es el que se dirige a una persona sino el que se orienta hacia la esencia trascendente de la Belleza en-sí.

La concepción moderna de amor platónico fue desplegada en las observaciones que Marsilio Ficino hizo al condensar o simplificar el platonismo en el Renacimiento. El Neoplatonismo se basó en dos nociones primordiales: la jerarquía neoplatónica de las sustancias y la teoría del amor espiritual. La primera instaba la idea de una jerarquía de las sustancias, o de una gran cadena de seres, desde la forma más baja de la materia física como las plantas, hasta el más puro espíritu o Demiurgo, lo que equivaldría a un Dios o Alma Universal, por supuesto para los neoplatónicos el Demiurgo era Platón; entre estas dos formas o nociones los humanos ocupaban una posición central, o intermedia. Eran el lazo entre el mundo material y el mundo espiritual, y su supremo deber era ascender hacia la unión con el Demiurgo, la cual, componía el verdadero fin de la existencia humana. La teoría de Ficino respecto al amor platónico, o espiritual, afirmaba que, al igual que la gente está unida en su común humanidad gracias al amor, de esa misma forma todas las partes del universo se mantienen unidas por los lazos del amor compasivo.



Después de todo esto, es necesario aclarar que los hombres y en especial los intelectuales, escritores, filósofos y artistas del Renacimiento ubicaron la Belleza en el plano más alto de la espiritualidad, y todo lo bello era motivo de adoración y veneración. Por otro lado, el ideal de la belleza era representado por lo masculino, por las formas de la belleza masculina heredadas de los grecolatinos, así las formas excelsas de esculturas esculpidas como el “Apolo de Belvedere” por Leocares y “Doríforo” por Policleto, entre otras muchas obras, que resaltaron el ideal masculino de la belleza fueron los modelos para elegir el objeto de sus afectos, y el motivo de su adoración. De esta manera el amor homoerótico se hizo palpable en los sonetos, en las esculturas, en las artes en toda su totalidad, la belleza masculina y por lo tanto el hombre desnudo fue representado de una forma única como no se hizo y creo que no se ha hecho hasta ahora, la belleza de su fuerza física y espiritual fue motivo de grandes obras, y paralelo a esta maravillosa creación artística se dieron rienda suelta a los encuentros apasionados entre artistas y modelos, entre filósofos y sus alumnos, entre pintores y sus mecenas, entre Papas y sus monjes o feligreses; el erotismo homosexual, aunque no era una ley o aceptada por los principios eclesiásticos, los hombres se amaron entre si con la misma fuerza con que se impulsaron las ideas del antropocentrismo humanista del Renacimiento y que dieron cabida a la Modernidad.

***

Tal vez la dificultad más común que se tantea al discutir o estudiar el Renacimiento es la de señalar con precisión sus límites con respecto a la Edad Media, no obstante para hablar de la homosexualidad en este período histórico donde uno de sus principales slogan fue “El Hombre como centro de todas las cosas”, vamos a considerar que se desarrolla en los siglos XV y XVI, alargando su postrimería hasta bien entrado el siglo XVII. Si bien el Renacimiento supone un rompimiento con el Medioevo, mucha de su filosofía se vino desarrollando a lo largo de los últimos años de la Edad Media y fue gracias a la capacidad de racionalizar de los hombres de la iglesia que salvaguardaron los documentos de los antiguos griegos y latinos; así la penetración de la filosofía grecolatina – que tuvieron sus mayores escuelas de traductores en Toledo, Vich, Palermo y Nápoles – lograron sobrevivir desde el siglo XIII y calar en los nuevos hombres que idealizados por el pensamiento antiguo recargado con la visión individualista propia de la burguesía naciente, producto de las riquezas de los principados o ciudades-estados, los nuevos descubrimientos geográficos, y la imprenta, dieron origen al Renacimiento.

Con el surgimiento del humanismo en el siglo XV, las cosas cambiaron. Los escritores, poetas, pintores y escultores del renacimiento aclaman el pensamiento platónico – o más bien la neoplatónica – y en especial el ideal del amor entre hombres.

PICO DELLA MIRANDOLA.
Como ha escrito Walter Pater, la escuela neoplatónica del Renacimiento buscaba “hacer que Homero y Platón pronunciaran palabras que Moisés hubiera aprobado.” Para el filósofo italiano Marsilio Ficino y sus seguidores “el amor es las ganas de saborear la belleza"... y en sus ojos a menudo la belleza tomó la forma de un muchacho, ese que ellos pudieron amar, ese amor aceptado o configurado bajo “el pensamiento de Dios y en el de Platón.” Ficino tuvo su primer amor – un amor muy puro y casto – con el guapo Giovanni Cavalcanti. Ficino quería que los sacerdotes celebraran Misa agregando pasajes de la obra de Platón a la liturgia tradicional. Chiquito y feo, Ficino, sin embargo, fue amado por el “Príncipe de los eruditos”, Pico della Mirandola, quien se dice ya hablaba en hebreo, latín, griego, árabe y arameo minuciosamente a los veinte años. Pico fue tan increíblemente bello que la primera vez que Marsilio Ficino miró los ojos de él lo confundieron con un ángel; Tomás Moro también parece que fue sacudido por las miradas de Pico, que lo describe en términos muchos más que aduladores:

… “de forma decente y bella, de talla grande y alto, de carne tierna y suave, su rostro encantador y limpio, su color blanco, entremezclados sus sonrojos, sus ojos grises y de ligereza mirada, su blanco de los dientes y aún, su pelo amarillo y abundante”...


Marsilio Ficino.
Otro de los admiradores de Pico, Girolamo Benivieni, le enviaría muy amorosos sonetos. Los dos amigos – Pico y Marsilio – afirmaban que compartían la misma alma, y cada uno firmaba sus cartas con los nombres de ambos. Ellos fueron enterrados en la misma tumba. El amor espiritual cultivado de estos dos estetas irradia en su correspondencia. En una carta Pico escribe: “Hambre y sed de Marsilio, por la alegría que llena su vida, por el placer que habita en su mente”. Marsilio confía a su amigo Bembo:

“Bernardo, querido mío, pensé que te amaba yo tanto, que pude no posiblemente quererme más; pero afortunadamente me equivoqué en esta opinión, aprendiendo que tu ardientemente me amas, he empezado a quererme más ardientemente.”

En cuanto al poeta Poliziano, afirma que cuando vislumbra a un cierto Buonisegni, “libras de mis corazón como al novio cuando sube al sofá de la prometida Virgen.” Regalos refinados siguieron a menudo tan apasionados epístolas. Cavalcanti envió un par de tórtola a Marsilio como si éste fuera una joven a punto de desposarse; Poliziano representó a Lorenzo de Medici con canastas de lirios y rosas.

Marsilio Ficino, Pico della Mirandola y Poliziano se reunían con frecuencia, para cada una casa de propiedad de cerca de Fiesole. Se les invitó, junto a las fiestas extravagantes dadas por los clientes ricos y admiradores. Cada año, el 7 de noviembre de Francesco Bandini celebró un banquete para conmemorar la muerte de Platón. El hermoso Cavalcanti atraería todas las miradas - quien era el “Príncipe de la fiesta” - como lo hizo en las reuniones de Lorenzo de Medici (cuando, en una ocasión, pronunció un brillante comentario sobre los discursos de Fedro). Los estudiosos neoplatónicos tenían sus propios héroes: como Donato Accajuolo, que todavía era virgen a los treinta y dos, o Michele Verino, “que murió a la edad de diecinueve años por haber querido permanecer castos.”  El joven Verino escribió la tarde de su muerte a uno de sus amigos “Oh Paul querido”… “¿sabes tú de mi infortunio?  Los médicos me han recetado coito para mi salud. Si ese es el precio, prefiero no aferrarme a la vida.”

BACO.
Caravaggio.
Poliziano, que asombró a sus amigos con su enorme variedad de erudición y con sus múltiples talentos, que se cree que el único pecado contra el hábito naturaleza era la virginidad. Su vida sexual activa parece haber llamado la atención en su día, pero eso no le impidió ser empleado como tutor de los hijos de Lorenzo de Medici. En sus anécdotas florentinos, informes Varillas que Poliziano murió mientras toca el laúd para un chico que amaba con locura.

No era cosa fácil para un hombre en una posición prominente o de un dignatario de la Iglesia seguir siendo un ángel. La prostitución masculina floreció en Roma y en Florencia, y los jóvenes de buena familia se ataviaban en magníficas galas, perfumaban en exceso e incluso a veces se encrespaban el cabello como las mujeres. Son muy pocos los escritores e  intelectuales de los dos siglos del  Renacimiento que no pueden ser sospechosos de homosexualidad. Paulus Jovius fue llamado "el Hermafrodita" porque, según sus contemporáneos, él era “el hombre y la esposa”. Francesco Berni, el autor de parodias petrarquista y poemas satíricos que se originó el estilo "bernesco", el médico y matemático Gerolamo Cardano, Antonio Beccadelli, llamado “La Panoramita” y quien que dedicó su libro, El Hermafrodita a Cósimo de Medici, Aretino, Tasso, Maquiavelo y muchos otros, todos fueron tentados por el amor y no sólo del sexo opuesto. El  Profesor Pomponio Leto, a quien le gustaba caminar desde el Esquilino, con una linterna en la mano, mientras daba conferencias a sus jóvenes alumnos “a la manera de Sócrates” se quedaba sin saber qué camino tomar en plena oscuridad de la noche... “¡Había tantas posibilidades!” Como uno de los personajes de Aretino observa:

… “si todo el fuego del infierno estaba y existía para  escarmentar a todos aquellos  que se entregaban en el temible vicio contra la naturaleza, ni un solo caballero o estudioso permanecerían en toda Italia.”

 Por eso, en el propio Papado, se corría el rumor de que Paul II utiliza maquillaje para pintar su cara, incluso se rumoreaba que había muerto de un ataque al corazón en el momento en que era “sodomizado” por un joven y guapo monje. Su sucesor Pío II que se hacía llamar en su temprana juventud como  “María Pientissima”, en Siena; después de haber escrito bajo el seudónimo de Eneas Silvio, él mismo había declarado ser  amigo de gente como Beccadelli, el autor de El Hermafrodita. Se dice que el mismo Eneas Silvio, que había sido coronado como el Príncipe de los Poetas por el emperador Federico III, había contribuido algunos pasajes de ese libro, que tenía fama de estar lleno de “obscenidades”.  En aquel entonces, la palabra “obscenidad” no era tan despectiva, aunque si era una forma de ridiculizar la sodomía.

Existió también un libro en forma de ensayo titulado De laudibus Sodomiae (Elogio de la sodomía, 1548), dice que es el trabajo de Giovanni Casa, que, si no hubiera sido por su amor inmoderado por los jóvenes,  sin duda hubiera llevado el capelo cardenalicio.

SALAI.
Leonardo Da Vinci.
En los talleres de los pintores y escultores, los “actos inmorales” era el plato del día, especialmente los homosexuales, eran casi la regla. Los jóvenes que compartían la vivienda de sus maestros como aprendices o sirvientes solían ser jóvenes gays hermosos y a veces algunos eran bastante descarados. Si tenían una cara bonita o un cuerpo bien proporcionado, se sentaban como modelos. Tampoco fue la actitud de su maestro hacia ellos siempre estrictamente profesional. Esta el caso de Leonardo da Vinci, que en ese momento estaba trabajando en el taller de Verrocchio, cuando él fue acusado de cometer actos ilícitos con cierto Jacopo Saltarelli, de diecisiete años de edad. La acusación anónima había caído en un “tamburo”, el buzón especial para denunciar a sus conciudadanos a las autoridades. El 9 de abril de 1476, Leonardo fue a juicio, y el 7 de junio del mismo año fue absuelto formalmente.

En sus cuadernos, Leonardo se refiere a otro problema que causa enredos con uno de sus alumnos a quien apoda Salai que significa “pequeño diablo”. Vasari dice que Salai fue un joven muy guapo  “elegante y con una buena cabeza, cabello ondulado largo.” Leonardo hechizado por la belleza de Salai, lo acepta de inmediato como alumno… “tanta belleza física trasciende toda alabanza”. Por lo general la belleza física era primordial para Leonardo para elegir  a sus alumnos más que el talento o dotes artísticas, al menos eso es lo que se susurraba en toda Italia y otros tantos kilómetros más.

Salai, según Leonardo en sus notas, era un mentiroso, un ladrón y un glotón, sin embargo, el gran pintor se arruinó por el amor que le profesaba al joven, le colmaban con ropa costosa y regalos lujosos. Salai si bien era un picaflor y engaño en varias ocasiones al maestro, siempre estuvo a su lado, en las buenas y en las malas. A su muerte, Leonardo dejó un patrimonio considerable a Salai, aunque su mayor heredero resultó ser otro de sus estudiantes, Francesco Melzi.

La homosexualidad estaba muy extendida en el Renacimiento, y las denuncias eran frecuentes. No obstante pocas de esas denuncias progresaron, especialmente si los denunciados eran los pintores y escultores, que estaban bajo la protección de sus señores o mecenas. Así, en 1502 Botticelli – que era claramente homosexual, pero además el maestro de madonas era algo así como un misógino - fue acusado de tener “relaciones contra natura” con uno de sus ayudantes. Para su mecenas Tommaso Soderini, que le había advertido un día que tomara los votos del matrimonio  con el fin de poner fin a los rumores, Botticelli respondió horrorizado:

“Señor, te diré lo que me pasó una noche, soñé que había tomado una esposa, y esto me causó tanta angustia que me desperté, y tanto miedo tenía yo de volver a caer en ese sueño que me pasé el resto de la noche deambulando como un loco por Florencia.”

Luego fue Giovanni Antonio Bazzi, también conocido como Sodoma, un pintor excéntrico que vivía con una colección extraña de los animales como tejones, ardillas, monos y aves exóticas, y que no hizo reparos en anunciar sus inclinaciones sexuales. En una ocasión ganó una carrera de caballos, y los amigos y el público que se habían unido en el desfile de la victoria le preguntaron qué nombre deben gritar, Bazzi respondió: “¡Sodoma!” Tan fuerte fue la ovación que toda la ciudad fue alertada, y el pintor, galopando en su caballo Barbary con su pequeño mono colgando de su cuello y sus largos cabellos, escapó de la muchedumbre que quería apedrearlo. Sin embargo, luego el hecho fue olvidado o tomado como una anécdota más de las extravagancias del artista pero el nombre se quedó por siempre.


GIOVANNI BAZZI mejor conocido como IL SODOMA. 
A la edad de catorce años Michelangelo Buonarrotti era un estudiante de Domenico Ghirlandaio y tuvo el gran honor de ser admitido en el “Jardín de los Medici”, una escuela de escultura creada en los jardines del Palacio Medici bajo la supervisión de Bertoldo (un antiguo alumno de Donatello). Miguel Ángel se le dio una habitación en el palacio, y él comía con los Medici - de allí estableció amistad con el futuro Papa Julio II. Entre los humanistas toscanos y artistas que se reunieron en torno a los Medici, el joven se encontró con muchos personajes famosos y respetados que alegremente se permitían lo que Savonarola llamaba  “el vicio abominable.” Pero en el momento en que Savonarola estaba organizando su “hoguera de las vanidades”, utilizando como leña pinturas, libros licenciosos, adornos, pelucas y otras deliciosas “futilidades”, Girolamo junto con Pico della Mirandola componían un himno que era entonado a su vez por jovencitos de extrema belleza vestidos únicamente con túnicas blancas y coronas de olivo y Michelangelo esculpia  a “Bacchus” borracho y lascivo que jugaba con un enamorado cupido.

Se dice que el modelo para la bella escultura era un joven modelo de alta alcurnia, sin embargo el artista se guardó el nombre pero se oyeron comentarios sobre la sexualidad del escultor, entre ellos: “Es imposible ser más pecaminoso con un cincel.” El gran escultor y pintor no era ciertamente corto en modelos. En una carta escrita en 1515 a Nicolo Quaratei, relata que un hombre se acercó a él un día pidiéndole a aceptar a su hijo como un aprendiz. Miguel Ángel se negó, tras lo cual el hombre trató de convencerlo  diciéndole:

“ ‘Si tomas a mi hijo como ayudante y aprendiz, de seguro será de gran ayuda, pues también podrás tenerlo y poseerlo en la cama’… lo cual Michelangelo respondió con suavidad: ‘lamentablemente, estoy renunciando a ese consuelo, ya que no quiero privarlo a usted de tal deseo.’ ”


Las historias de amor que Miguel Ángel o Michelangelo alude en sus sonetos fueron generalmente infelices. En 1522 el artista se enamoró de Gherardo Perini, que es quizás la juventud vigorosa en su  escultura “Victoria”, donde un fuerte y musculoso joven hombre pisotea a un anciano, que se dice y hasta parece ser el escultor. Dos años más tarde se separaron, y Miguel Ángel se lamentaba en uno de sus poemas inconclusos:


“A partir de esta misma piedra lo vi  abriendo sus alas,
Él  quien  me elevo a lo más alto y ahora me deja caer.”

Otra gran pasión del escultor era cierto Febbo di Poggio, un joven caprichoso que estuvo siempre pidiéndole dinero. Luego están los sonetos de la muerte de Cecchino dei Brazzi, el hijo de un exiliado florentino, que murió a la edad de quince años y era el ídolo de la bien llamado banquero-poeta Luigi del Riccio. Estos poemas se cree que han sido inspirados por el dolor de Luigi. Miguel Ángel también alimenta una pasión platónica y muy cortés para Vittoria Colonna, una gran dama, pero más bien fea diecisiete años menor que él, que murió en 1547.

VICTORIA.
Michelangelo Buonarrotti.
Pero, como dice Vasari, “más que a nadie le gustaba al maestro que Tommaso Cavalieri, un señor de Roma, que se inclinó por las artes a una edad muy tierna.” Este fue un amor casto según la mayoría de los contemporáneos de Michelangelo, excepto para el poeta Aretino que deja caer indirectas venenosas sobre esta amistad en su intercambio mordaz con el escultor. De todos modos, Miguel Ángel murió de la mano de Tomás en 1564.

Nos tomaría un descomunal espacio si tuviéramos que enumerar todos los artistas del Renacimiento, que fueron homosexuales o que se cree que han tenido implicaciones homosexuales. Sin embargo, no debemos dejar de hablar de Benvenuto Cellini, que, a pesar de que vivio en el “closet” y cuidadosamente evito incidentes que “opacaran” su autobiografía, fue a juicio no menos de tres veces por el delito de sodomía.

Cellini, al igual que Caravaggio tenía una debilidad fatal para “el bueno para nada”, y es que los maestros se rebuscaban  sus amantes en tabernas de mala muerte o en las oscuras calles de los barrios bajos. A un señor que se quejaba de manera disoluta de Cellini, se maravilló de la paciencia del Papa, Pablo III, que le respondió:

“Usted debe darse cuenta de que los hombres que han pasado por el maestros no son tan importantes como su arte”… “su obra  como el mismo Benvenuto no están sujetos a las leyes ordinarias”...

Se dice que esta respuesta que defendía la honorabilidad y la misma vida del artista era que el Papa Pablo III tenía “rabo de paja” pues su hijo bastardo era un comprobado sodomita y se rumoreaba que Pedro, así se llamaba el joven, fue asesinado por haber intentado violar a un joven monje.

A pesar de las denuncias que cayeron en el tamburo, los artistas del Renacimiento fueron capaces de seguir sus inclinaciones sin tener que preocuparse mucho acerca de las represalias legales, como ser quemado en la hoguera. A medida que envejecían, los pintores y los escultores solicitaban gratificaciones de sus jóvenes estudiantes que consideraban simples pecadillos “pecados pequeños que una gota de agua bendita lava.” Así notoria eran las costumbres de los artistas que en una de sus sátiras Ariosto menciona un dicho gracioso entre la gente común que “Es tan peligroso darle la espalda a un pintor como para compartir su cama.”

Los intelectuales y los escritores - sobre todo los devotos de la Antigüedad  y del amor socrático o platónico – vieron en las ciudades-estados de la bota italiana el “Paradiso Perduto” que querían restaurar en el XV y el siglo XVI. Después de siglos de ascetismo cristiano y la disciplina severa, la aristocracia abrazó con entusiasmo el nuevo espíritu del paganismo. Los señores ricos llamaron a sus hijos  Aquiles o Agamenón; Filippo di San Gemignino cambió su nombre por el de Calímaco, un miembro de la famosa familia Sanseverino se hacía llamar Julius Pomponio Leto. En días de fiestas, los ciudadanos de las ciudades se convertían en sátiros, ninfas y jóvenes coronados como dioses antiguos desfilaron por las calles en elaboradas carrozas tiradas por caballos. Muchos de estos “nuevos sátiros” se entregaban a sus orgiásticas fiestas dignas de las bacanales antiguas.

ORFEO.
Bronzino.
Retrato de Cosimo I de Medici.

Poco a poco la filosofía neoplatónica suplanto los sistemas medievales de pensamiento. No sólo eran las almas de los santos considerados hermosos, pero también lo eran sus cuerpos, pues la belleza física era el reflejo de la perfección interior. De esta manera los escuálidos cuerpos de los mártires se transformaron en esplendidos Apolos, aparecieron desnudos al igual que Adonis  y a los musculados deportistas de la Grecia y la Roma Antigua. San Sebastián desde entonces fue representado como un inquietante andrógino que se retorcía al parecer más al placer de su desnudez que al propio dolor de las saetas que lo herían. San Juan Bautista se convirtió de un raro ermitaño a un musculoso y valiente pastor y el pequeño David, dejo de ser el delgado judío para transformarse en el esbelto y fuerte soldado que derroto a Goliat más con su imponente presencia que con su honda.

Según algunos cronistas una pintura de San Sebastián realizada por Fra Bartolomeo tuvo que ser retirada de una iglesia, ya que estaba dando ideas sexuales a los monjes. Antes de convertirse en un mártir San Sebastián pudo haber sido un soldado romano y quizás uno de los favoritos de Heliogábalo, cosa nunca comprobada, aunque existió el fuerte rumor. En cualquier caso su martirio fue motivo de inspiración para los  pintores del Renacimiento hasta nuestros días, y mucha de las veces es imposible saber que es lo más importante en las obras si su ambigüedad sexual o su éxtasis masoquista; desde entonces San Sebastián es un ícono de la homosexualidad.

SAN SEBASTIAN.
Guido Reni
Inventado por los griegos para justificar el amor entre los hombres y los jóvenes, el mito de Ganímedes fue reinterpretado en el Renacimiento como símbolo de la ascensión del alma, o de la “furia divina”, que se apoderó de un santo mortal (como Cristo como el águila y el santo como el pastor). Para Dante Ganímedes era el hombre, la Inteligencia Humana, el intelecto transportado por el Ser Supremo a las alturas de la contemplación.

La adaptación de temas antiguos al arte sacro cristiano permitió a los artistas del Renacimiento expresar su placer sensual. Savonarola, y más tarde el Concilio de Trento (1545), condenó violentamente esta cultura neoplatónica con sus santos travestidos como dioses antiguos y sus costumbres que recuerdan a Atenas en su apogeo. Aretino, cuyos licenciosos Sonetos no le impedían aspirar al cardenalato, hipócritamente proclamaba su indignación por los cuerpos desnudos en “El Juicio Final” de Michelangelo, y, un mes antes de la apertura del Concilio, escribió una carta abierta al artista declarando:

“Como cristiano bautizado me avergüenzo al libertinaje, que se muestra en la ilustración de un tema tan noble ... que muestran ángeles y santos unrobed, completamente privándole de modestia terrenal y el antiguo esplendor celestial.”

Aretino se quejó públicamente de que Miguel Ángel no había seguido su consejo, y lo regañó por no enviar un bosquejo preliminar de "”El Juicio Final”. Y añade con perfidia:

… “usted da su palabra sólo a la Gherardoes”… “y el Tommais de este mundo.” … “Su tipo de pintura pertenece a una taberna o algún establecimiento balneario obsceno, y no a la capilla mayor de todo el cristianismo.”

Cuando Aretino habla de “Gherardoes” y “Tommais”  se refiere a Gherardo Perini y a Tommaso Cavalieri, amigos homosexuales de Michelangelo, pero al pluralizar los nombres trata de magnificar las “raras” amistades del pintor.

El fervor religioso que despierta la Reforma y el Concilio de Trento envenenó la vida de los artistas que habían disfrutado del periodo de libertad y renovación artística a finales del 1400 y principios de 1500. Ya en 1550 uno de los discípulos de Miguel Ángel, Daniel Volterra, fue el encargado de cubrir los cuerpos desnudos en “El Juicio Final”, un trabajo que le valió el apodo de Braghettone. Después que Miguel Ángel murió, El Greco llegó a sugerir lavar la capilla, pintar de blanco y …“decorar con algo más apropiado”…

Las invasiones de Carlos VIII y Luis XII trajeron antiguas obras de arte y pinturas italianas a Francia. Gracias a la invención de la imprenta, los humanistas fueron capaces de difundir la sabiduría de los antiguos de toda Europa. En Alemania, Inglaterra y Francia, donde ya estaba floreciendo, la homosexualidad se hizo más refinada bajo la influencia del neoplatonismo. Pero después del Concilio de Trento, los intelectuales que no se sometieron a las leyes y doctrinas de la Iglesia eran sospechosos de herejía. Se convirtió en una práctica común para acusar librepensadores, protestantes y ateos de sodomía, era la mejor manera de deshacerse de ellos. Con mayor razón, ya que era fácil de apoyar la acusación con pruebas, o una apariencia de la prueba.

Así, Muretus de Montaigne (Marc Antoine Muret), un poeta mediocre y autor de numerosas traducciones y comentarios de Catulo, Tibulo, Terence, etc, fue acusado en 1552 de haber tenido inclinaciones antinaturales. Él fue encerrado en la prisión del Chatelet en París, y luego puesto en libertad gracias a la intervención de amigos. En Toulouse, donde luego fue a enseñar Derecho en la universidad, fue detenido de nuevo y acusado de haber cometido sodomía con uno de sus alumnos, solo por el hecho de hacer unos poemas que había publicado. Con anterioridad y donde narraba el amor homoerótico. Esta vez fue condenado a ser quemado vivo, pero él logró escapar y huyó a Italia, donde, a pesar de su reputación de homosexual, fue recibido por Ippolito d'Este y el Papa Pío V. Casi al mismo tiempo Richard Renvoisy, , que había compuesto música para las odas de Anacreonte, tuvo menos suerte y fue quemado en la hoguera en 1586 por haber hecho otro tipo de música, donde se alababa el amor entre hombres, se dice que fue acusado por uno de los coristas por practicar la sodomía.

En sus propios escritos Montaigne se burló de los homosexuales de su época  y del afectado neoplatonismo de Ficino y Pico de la Mirandola. Su amistad con Etienne de la Boétie, un magistrado, poeta y humanista cuatro años menor que él (Montaigne tenía veintiséis años), era sin embargo “neoplatónica” no sólo en lo amoroso y espiritual  sino también en el sentido erótico. Es cierto que Montaigne escribe que el amor en el “estilo griego” es aborrecible, pero por otro lado, el gran humanista, obviamente, no estaba del todo satisfecho con las mujeres. Pensó que el matrimonio no es más que un acuerdo contraído para otros fines que no sean el amor. La Boétie murió a los veintinueve años y, desconsolado, Montaigne dio rienda suelta a la profundidad de su dolor en palabras de los poetas latinos:

“Desde que ya no puedo compartir mis días con él decidí renunciar al placer y sus maneras. ¡Oh, hermano! Que eres más dulce que la vida, ¿Te veré más, a quien amo para siempre? Ah, Fate ha ttolen la mitad de mi alma lejos! ¿Qué estoy haciendo aquí, yo, que soy el otro dos?”

La musa que susurró en los oídos de los poetas franceses del siglo XVI era bastante obscena. Las travesuras de los jóvenes monjes y cortesanos encantó a escritores como Rabelais y poetas como Ronsard. Pero otros, como Agripa d'Aubigné reaccionó con indignación furiosa; su largo poema Les tragiques y su Isla de los hermafroditas están muy lejos de los auto-exámenes serenos de Montaigne. “El camino al corazón de un rey es a través del culo de un sinvergüenza”, farfulló Agripa.

 En los teatros de Londres, los papeles femeninos eran actuados por mozos elegantes, que estaban en gran demanda entre los jóvenes príncipes de la corte, sobre todo entre los que se encontraba James I, uno de los más famosos homosexuales coronado en la historia. Uno de estos “pequeños halcones”, como se les llamaba, y que fue amante del rey habló con descaro de sus relación amorosa y se burló del acento escocés del rey, y finalmente en 1608 su fraternidad se disolvió. Sin embargo, el culto de la belleza masculina platónico nunca le faltó adeptos en Inglaterra. Sus celebrantes más ilustres fueron Christopher Marlowe y William Shakespeare.

CRIMEN Y CASTIGO… La persecusión de la homosexualidad en el Renacimiento.

El Renacimiento, que  produjo muchos cambios culturales y políticos,  pero no en la persecución a los homosexuales no sólo continuó con la misma intensidad que se produjo en la Edad Media, sino que durante la época se produjeron algunas de las mayores persecuciones a este colectivo tanto por las autoridades de la Iglesia como por las civiles de toda Europa.

La inquisición española tenía autoridad sobre el crimen de “sodomía” en la Corona de Aragón. En los tribunales de Barcelona, Valencia y Zaragoza más del diez por ciento de los juzgados por la inquisición eran condenados a muerte en la hoguera; los juzgados por sodomía entre 1570 y 1630 fueron unos 1000, de los cuales más de la mitad fueron quemados vivos, los otros castrados y a los que corrieron con mayor suerte fueron simplemente torturados. De 1536 a 1821 la inquisición portuguesa se encargó de más de 4000 personas denunciadas por sodomía, de las que cerca de 500 fueron presas y 30 murieron en la hoguera, la mayoría durante el siglo XVII. En el siglo XV y principios del XVI hubo importantes persecuciones por las autoridades civiles en Venecia y Florencia. Así, de 1342 a 1402, hubo 13 ejecuciones en Venecia, y en Florencia, donde los castigos no eran tan severos, aunque incluían la castración y la muerte en la hoguera, se han contado 2500 condenas por sodomía.

En los países con iglesias reformadas se crearon instituciones inquisitoriales y legislaciones represivas. Por ejemplo, en Inglaterra se adoptó la Buggery act en 1533 durante el reinado de Enrique VIII, la primera ley gubernamental en este país contra la sodomía ya que hasta entonces la persecución de homosexuales y la ejecución de sus penas había sido llevada a cabo por los tribunales eclesiásticos. Esta ley definía como delito cualquier práctica sexual “antinatural contra la voluntad de Dios y el hombre.” Posteriormente fue reformada por los tribunales para que sólo incluyera el sexo anal y el bestialismo. Esta ley fue muy influyente posteriormente porque se extendió por todas las colonias británicas, y fue la base de legislaciones que han permanecido vigentes hasta el siglo XXI en países de América, África y Asia.

En 1532, Carlos V de Alemania, y I de España, creó una base legal que prohibía las mismas prácticas en su Constitutio Criminalis Carolina, que se mantuvo vigente en el Sacro Imperio Romano Germánico hasta finales del siglo XVIII.

Por Félix Esteves


3 comentarios:

  1. Bueno, realmente me ha parecido una entrada de lo más interesante, le felicito profusamente.

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  2. Tremendamente interesante y muy bien documentado.Felicidades

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  3. Te felicito por mantener un blog de gran interés y gran valor. ¡Adelante! y buena suerte en tu empeño grande.

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