El primer desnudo masculino en la
fotografía venezolana apareció en 1910 bajo la mirada de Pedro Ignacio Manrique
con el título de Apolo, más tarde surgirían otros Dioses desnudos en el arte
fotográfico nacional, por ejemplo no nos podemos olvidar de las bellas imágenes
que Alfredo Boulton captó del torero Luis Sánchez Olivares, Diamante
Negro; o para ser más contemporáneos de
las excelentes fotografías que nos regala desde España el artista venezolano
Rubendario; tampoco podemos omitir la mirada post-neoclásica de la fotografía
masculina de Sergio di Francesco o la placida desnudez masculina de Fran
Beaufrand; es imposible desconocer los desolados y lúdicos desnudos de Julio
Vengochea, y mucho menos podemos omitir los desnudos masculinos llenos de
simbolismo, de deliciosos oximorones, y barroquismo posmoderno de Nelson Garrido.
No obstante, el desnudo masculino
desde la perspectiva de la carnalidad atrapada en su deseo, y en la revelación
de la búsqueda del homoerotismo más puro, tenemos que nombrar a un novel
fotógrafo que con su curiosa mirada nos ha regalado ciertas imágenes que se
pasean desde la figuración hasta el onirismo fotográfico, estamos hablando de
Felipe Rotjes.
Si bien los antiguos griegos relacionaron
el desnudo con su geometría y en esa perfección quisieron compararlo y
trasladarlo a sus Dioses, Felipe Rotjes, trendy del siglo XXI y artista de autodestrucción/deconstrucción,
lucha contra las geometrías imperantes del ideal del cuerpo masculino para
poder vislumbrar en la figura masculina del hombre común la complejidad de su
existencia, así en la cruda piel, en la tensión de los cuerpos desnudos, en su interacción,
fusión y en su virtual desprendimiento se van narrando un nuevo Olimpo pero al
mismo tiempo un nuevo Averno, los hombres desnudos de Rotjes se pasean con
facilidad entre los dos mundos, porque no son Dioses, son humanos.
La fotografía de Felipe Rotjes nos
recuerda un poco la irreverencia homoerótica de Robert Mapplethorpe, no
obstante el fotógrafo norteamericano ya fallecido, era un clasicista, y pocas
veces se pudo despojar de los divinos y perfectos cánones de belleza griega que
aún perduran; tal vez la similitud de Mapplethorpe y Rotjes se encuentra en la
experimentación o la búsqueda del conflicto de apetencia/aversión que surge en
el testigo o publico que mira el objeto/cuerpo fotografiado que se convierte
así en poesía de lo bello o poesía de lo aberrante o del esperpento.
La fotografía del desnudo
masculino de Felipe Rotjes esta substraída de toda grandilocuencia perfeccionista,
refinamiento y armonía clásica, podemos asegurar que es carnalidad brutal y
cruda, sin ser pornografía. Desde su mirada “underground” Rotjes nos arroja sin
medir, sin tranzar, un homoerotismo diferente a lo que nos tiene acostumbrado
esta sociedad de consumo, el homoerotismo de Rotjes es real en su forma, pero
onírico en su sustancia. La desnudez masculina y su carga erótica, bajo el lente
de Rotjes, es la construcción de un universo animal pero al mismo tiempo tan
humano que desmitifica con sus hombres bañados de luz y sombra, la grandeza de mármol con que se construye a
diario la farsa o la comedia del cuerpo ideal.
En “Los vasos comunicantes”,
André Bretón decía que “el poeta del porvenir superará la idea deprimente del
divorcio inseparable entre la acción y el sueño”. Rotjes como poeta del lente y
del porvenir se confunde y se pasea entre la acción y el sueño, entre la
realidad y el onirismo. Con su fotografía se cumple el viejo dilema de que la
realidad sería imposible si no la comparamos con los sueños, y lo onírico fuera
inocuo, fútil e inútil sin la fiereza o brutalidad de la realidad. Y en ese
sentido, la fotografía de Felipe Rotjes son el camino recorrido y vital de su
vida, pero al mismo tiempo es el tiempo onírico de sus miedos y deseos. Una sola foto de Felipe Rotjes es un grito desesperado
o la risa de la maraña lineal de su recorrido por la vida, esa misma fotografía
es el alarido mudo o la mueca burlona de su inconsciente. En conjunto su
trabajo fotográfico aquí reseñado es la proclama dada de su singular cosmogonía
erótica.
Por Félix Esteves.
Hola muy bueno tu blog
ResponderEliminarMe gustaría probar como modelo de fotografía de desnudos masculinos
No tengo experiencia