sábado, 1 de febrero de 2014

RAYUELA EN RITMO DE TANGO.


Ayer termine de leer por enésima vez la obra literaria Rayuela de Julio Cortázar. Tal vez sea algo masoquista, pero es que esa incertidumbre de no entender nada y comprenderlo todo, que me envuelve en una duda casi existencialista me hace sentir bien, bueno, más que bien me hace pensar que lo pase bien… o que lo hice bien… aunque siempre me quede la incertidumbre que dicho placer sentido y consumido es como cuando uno sale a una pista de baile con una pareja desconocida y empieza una música de tango, y sin saber como empezar nos lanzamos a bailar y disfrutamos el baile aunque no sepamos nada y al final nos queda como la duda de que lo hicimos bien o mal. Y es que  leer Rayuela de Julio Cortázar es como aprender a bailar tango, en este sentido el lector debe desear con desesperación entender cada palabra, cada metáfora y cada frase, como el bailarín desea dominar cada paso, cada pirueta y cada construcción dancística. Pero Rayuela como los primeros ocho pasos del tango, al principio son sencillos, sin embargo hay que sentir, advertir y comprender cada movimiento, cada giro, y en consecuencia fluir a través de esos pasos, adueñarnos de la pista de baile… es decir atrapar las palabras de Cortázar-Horacio-Morelli, construir, demoler, desintegrar y armar la historia que deseamos hasta llegar al cielo, es decir jugar a la Rayuela.

Rayuela es un sumario de varias historias o novelas en unidad y conexión que el lector-descifrador debe integrar, afiliar y completar. Para decirlo de otra manera la novela Rayuela es como esos rompecabezas-baile donde las piezas-pirueta son cubos y cada lado de los cubos-pasos se puede concatenar indiferentemente dando un resultado variado sin distorsionar el punto central del juego-novela-danza.

Rayuela no es una novela lineal, es decir es bailar un tango sin coreografía impuesta o previa, es dejarnos llevar por el misterio de las palabras de Cortázar-Horacio-Morelli, así como el bailarín se deja llevar por los tristes y apasionados rezongos del bandoneón. Por lo tanto cuando agarramos Rayuela tenemos que dejarnos fecundar para poder gestar a nuestro gusto los destinos de los personajes: Horacio y Lucia, mejor conocida como La Maga. Y allí esta la primera advertencia del libro cuando el escritor nos dice:

“A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El lector queda invitado a elegir una de las dos posibilidades siguientes:
El primer libro se deja leer en la forma corriente, y termina en el capítulo 56, al pie del cual hay tres vistosas estrellitas que equivalen a la palabra Fin. Por consiguiente, el lector prescindirá sin remordimientos de lo que sigue.
El segundo libro se deja leer empezando por el capítulo 73 y siguiendo luego en el orden que se indica al pie de cada capítulo. En caso de confusión u olvido, bastará consultar la lista siguiente:”… 1

Desde que el escritor nos da estas indicaciones comienza a burlarse del lector inerte y estéril, sin embargo comienza con malicia a entrenar y a preñar al lector cómplice; Cortázar como un bailarín experto de tango nos da las señales, el verdadero y único precepto del Tango, es conectarse con el otro, darle sus tiempos, es un preguntar y esperar la respuesta, para después bailar. El Hombre-Escritor propone, pregunta, y la Mujer-Lector dispone, accede,  sólo después se mueven, y cuando se da este diálogo, es fácil bailar, es sencillo entender a Rayuela. Cortázar nos propone desde el principio leer la novela de la forma corriente o de la siguiente manera, siguiendo los capítulos así dispuestos:
73 - 1 - 2 - 116 - 3 - 84 - 4 - 71 - 5 - 81 - 74 - 6 - 7 - 8
93 - 68 - 9 - 104 - 10 - 65 - 11 - 136 - 12 - 106 - 13 - 115
14 - 114 - 117 - 15 - 120 - 16 - 137 - 17 - 97 - 18 - 153 - 19
90 - 20 - 126 - 21 - 79 - 22 - 62 - 23 - 124 - 128 - 24 - 134
25 - 141 - 60 - 26 - 109 - 27 - 28 - 130 - 151 - 152 - 143 - 100
76 - 101 - 144 - 92 - 103 - 108 - 64 - 155 - 123 - 145 - 122
112 - 154 - 85 - 150 - 95 - 146 - 29 - 107 - 113 - 30 - 57 - 70
147 - 31 - 32 - 132 - 61 - 33 - 67 - 83 - 142 - 34 - 87 - 105 - 96
94 - 91 - 82 - 99 - 35 - 121 - 36 - 37 - 98 - 38 - 39 - 86 - 78 - 40
59 - 41 - 148 - 42 - 75 - 43 - 125 - 44 - 102 - 45 - 80 - 46 - 47
110 - 48 - 111 - 49 - 118 - 50 - 119 - 51 - 69 - 52 - 89 - 53 - 66
149 - 54 - 129 - 139 - 133 - 140 - 138 - 127 - 56 - 135 - 63 - 88
72 - 77 - 131 - 58 – 131   (2)

No obstante la novela se puede comenzar desde cualquier capítulo, sin que por ello la perturbe en lo más mínimo, está en nosotros bailarines, construir nuestro baile, porque el secreto de Rayuela son las atomizaciones situacionales, tanto de los personajes como de las tramas. Cada parte está escrupulosamente y prolijamente trazada y planteada para dejarla abierta a la asociación y conmutación del lector.

Pero a Cortázar, no le vale solamente esto, irónicamente, después de las tres “estrellitas que equivalen a la palabra Fin”, les sigue los llamados por él los “Capítulos Prescindibles” o Morellianas, donde supuestamente están las claves para la comprensión cabal del texto en su dimensión última, o paradójicamente, para seguir enredando o jugando con el lector, tal como nos indica Olga Osorio:

… “los capítulos prescindibles de Rayuela son más pasto para estudiosos que una verdadera aportación a la obra. Dicen que se trata de un juego más del escritor y es posible que sí sea. Con los capítulos prescindibles Cortázar trata de crear la antinovela.” (3)

Por otra parte y además, la novela esta carente de fin entendido como solución o desenlace, como maraña descendente de los hilos accionales. De esta manera, los fines de la novela son conjeturas que dejan a los personajes en una especie de limbo o vacío metafísico, para que el lector afronte, juegue con su imaginación y decida. Cortázar consigue así la base de la complicidad mantenida hasta la última instancia, desde el primer momento que nos hace coparticipe de la historia, como un escritor con una pluma sin tinta pero que desde la memoria inmediata de nuestra lectura vayamos hilvanando las historias y escribamos nuestro propio final. Cortázar nos da los acordes, las melodía, las armonía, pero también nos da las disonancias, las estridencias… está en nosotros dar los abrazos estrechos, hacer las caminatas, los cortes, los enroques, los molinetes, los firuletes, dar las mordidas, las quebradas, dibujar los ochos (4), y adornar la danza hasta hacerla nuestra. Rayuela entonces es una danza que se baila siempre distinta, porque el lector que fue preñado con la complicidad de Cortázar interpreta la danza (lectura) de una manera diferente.

Rayuela, escrita en París, comprende dos desarrollos o secuencias paralelas y entrecruzadas, cuya identidad se produce por una relación de espacios: la primera secuencia, se titula “Del lado de allá”, constituyéndola en cuanto a novela de capítulos imprescindibles, los numerados del 1 al 36; pero se complementa, en los capítulos prescindibles, con la siguiente secuencia: 73, 116, 84, 81, 74, 93, 68, 104, 65, 136, 106, 115, 114, 117, 120, 137, 97, 153, 90, 126, 79, 62, 124, 128, 134, 141, 60, 109, 130, 151, 152, 143, 100, 76, 101, 144, 92, 103, 108, 64, 155, 123, 145, 122, 112, 154, 85, 150, 95, 146, 29, 107, 113, 30, 57, 70, 147, 31, 32, 132, 61, 33, 67, 83, 142, 34, 87, 105, 96, 94, 91, 82, 99, 35, 121, 36.

Esta primera secuencia o primera novela, primer espacio, tiene como marco la ciudad de París, pero hay recurrencias incesantes y continuas en la memoria de los personajes, que los llevan a colocarse temporalmente en Buenos Aires.

La novela del segundo espacio, titulada “Del lado de acá”, comienza con el capítulo 37 hasta el 56. Se ubica en Buenos Aires, pero los recuerdos y las recurrencias frecuentes remiten a los personajes en su temporalidad interior a París. Además mientras se mantienen ligada en su profundidad de situaciones, con la primera novela, se complementa en los capítulos numerados: 98, 86, 78, 59, 148, 75, 125, 102, 80, 110, 111, 118, 119, 69, 89, 66, 149, 129, 139, 133, 140, 138, 127, 135, 63, 88, 72, 77, 131, 58, 131.

En la segunda dimensión espacial, muchos de los capítulos prescindibles que ya estaban referidos en la primera parte, o el tablero de dirección, remiten al lector dos o más veces al mismo capítulo. Esta complejidad numérica, puede ser perfectamente puesta a un lado, y leer la obra en forma corrida hasta el capítulo 155.

Independientemente de toda teoría literaria y lingüística, en la praxis narrativa, Rayuela es una experimentación hacia varios lenguajes esotéricos y lúdicos, en los cuales hasta los errores ortográficos tienen cabida. De la misma manera, y ya enunciado al principio, el escrito se desdobla y desdobla para ser una vez Cortázar, otras veces Horacio Oliveira y otras veces Morelli... para último desdoblar en el lector como escritor tácito o mudo de los posibles desenlaces. Rayuela rompe todas las posibilidades de apresamiento en sus dimensiones, para destruir el tiempo, los espacios, los personajes y confundir la realidad con la "otra realidad" o voz interior.   

En el fondo Rayuela, es una novela y una teoría de la novela donde se va criticando destructivamente la tradición del género y dogmatizando algunos elementos. Es también una meditación filosófica del pensamiento occidental con algunas reminiscencias del budismo zen, donde el autor toma de ambos mundos o sistemas conceptuales algunos elementos, pero que también se burla de ellos.  Pero, Rayuela asimismo es una historia de amor, y con mucho humor: amores apasionadísimos, separaciones dolorosas, bromas y situaciones hasta ridículas que nos hacen sacar carcajadas. Sin embargo, Rayuela es una aventura personal, es una búsqueda autobiográfica, es una voz interior, es hasta un exorcismo, en la medida que Julio Cortázar se libera de sus demonios  … “si yo no hubiera escrito Rayuela, probablemente me habría tirado al Sena”. (5)

Rayuela es como bailar un tango… difícil y divino… nostálgico y sensual, si es primera vez que va leer Rayuela, déjese atrapar, lea con las ganas de seducir y ser seducido… tal vez decida amar por siempre esta novela (que es la suma de las novela y la antinovela por antonomasia) como la amo yo, o se obsesione con ella y termine como dice el tango aquel:

“Maldito tango que envenena
con su dulzura cuando suena,
maldito tango que me llena
de tan acerba hiel.
El fue la causa de mi ruina,
maldito tango que fascina...
¡Oh tango que mata y domina!
¡Maldito sea el tango aquel!” (6)



(2) Ibídem.
(3) Olga Osorio. Entender, no inteligir. Sobre Rayuela, de Julio Cortázar. http://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero21/rayuela.html
(4) Figuras y pasos del Tango (Danza)

(6) Maldito tango. Música: Osmán Pérez Freire. Letra: Luis Roldán. 1916.

Por Félix Esteves

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