Ayer termine de leer por enésima vez
la obra literaria Rayuela de Julio Cortázar. Tal vez sea algo masoquista, pero
es que esa incertidumbre de no entender nada y comprenderlo todo, que me
envuelve en una duda casi existencialista me hace sentir bien, bueno, más que
bien me hace pensar que lo pase bien… o que lo hice bien… aunque siempre me
quede la incertidumbre que dicho placer sentido y consumido es como cuando uno
sale a una pista de baile con una pareja desconocida y empieza una música de
tango, y sin saber como empezar nos lanzamos a bailar y disfrutamos el baile
aunque no sepamos nada y al final nos queda como la duda de que lo hicimos bien
o mal. Y es que leer Rayuela de Julio
Cortázar es como aprender a bailar tango, en este sentido el lector debe desear
con desesperación entender cada palabra, cada metáfora y cada frase, como el
bailarín desea dominar cada paso, cada pirueta y cada construcción dancística.
Pero Rayuela como los primeros ocho pasos del tango, al principio son sencillos,
sin embargo hay que sentir, advertir y comprender cada movimiento, cada giro, y
en consecuencia fluir a través de esos pasos, adueñarnos de la pista de baile…
es decir atrapar las palabras de Cortázar-Horacio-Morelli, construir, demoler,
desintegrar y armar la historia que deseamos hasta llegar al cielo, es decir
jugar a la Rayuela.
Rayuela es un sumario de varias
historias o novelas en unidad y conexión que el lector-descifrador debe
integrar, afiliar y completar. Para decirlo de otra manera la novela Rayuela es
como esos rompecabezas-baile donde las piezas-pirueta son cubos y cada lado de
los cubos-pasos se puede concatenar indiferentemente dando un resultado variado
sin distorsionar el punto central del juego-novela-danza.
Rayuela no es una novela lineal,
es decir es bailar un tango sin coreografía impuesta o previa, es dejarnos
llevar por el misterio de las palabras de Cortázar-Horacio-Morelli, así como el
bailarín se deja llevar por los tristes y apasionados rezongos del bandoneón.
Por lo tanto cuando agarramos Rayuela tenemos que dejarnos fecundar para poder
gestar a nuestro gusto los destinos de los personajes: Horacio y Lucia, mejor
conocida como La Maga. Y allí esta la primera advertencia del libro cuando el
escritor nos dice:
“A su manera este libro es muchos
libros, pero sobre todo es dos libros. El lector queda invitado a elegir una de las dos posibilidades siguientes:
El primer libro se deja leer en la
forma corriente, y termina en el capítulo 56, al pie del cual hay tres vistosas
estrellitas que equivalen a la palabra Fin. Por
consiguiente, el lector prescindirá sin remordimientos de lo que sigue.
El segundo libro se deja leer
empezando por el capítulo 73 y siguiendo luego en el orden que se indica al pie
de cada capítulo. En caso de confusión u olvido, bastará consultar la lista siguiente:”…
1
Desde que el escritor nos da
estas indicaciones comienza a burlarse del lector inerte y estéril, sin embargo
comienza con malicia a entrenar y a preñar al lector cómplice; Cortázar como un
bailarín experto de tango nos da las señales, el verdadero y único precepto del
Tango, es conectarse con el otro, darle sus tiempos, es un preguntar y esperar
la respuesta, para después bailar. El Hombre-Escritor propone, pregunta, y la
Mujer-Lector dispone, accede, sólo
después se mueven, y cuando se da este diálogo, es fácil bailar, es sencillo
entender a Rayuela. Cortázar nos propone desde el principio leer la novela de
la forma corriente o de la siguiente manera, siguiendo los capítulos así
dispuestos:
73 - 1 - 2 - 116 - 3 - 84 - 4 - 71 - 5 - 81 - 74 - 6 - 7 - 8
93 - 68 - 9 - 104 - 10 - 65 - 11 - 136 - 12 - 106 - 13 - 115
14 - 114 - 117 - 15 - 120 - 16 - 137 - 17 - 97 - 18 - 153 - 19
90 - 20 - 126 - 21 - 79 - 22 - 62 - 23 - 124 - 128 - 24 - 134
25 - 141 - 60 - 26 - 109 - 27 - 28 - 130 - 151 - 152 - 143 - 100
76 - 101 - 144 - 92 - 103 - 108 - 64 - 155 - 123 - 145 - 122
112 - 154 - 85 - 150 - 95 - 146 - 29 - 107 - 113 - 30 - 57 - 70
147 - 31 - 32 - 132 - 61 - 33 - 67 - 83 - 142 - 34 - 87 - 105 - 96
94 - 91 - 82 - 99 - 35 - 121 - 36 - 37 - 98 - 38 - 39 - 86 - 78 - 40
59 - 41 - 148 - 42 - 75 - 43 - 125 - 44 - 102 - 45 - 80 - 46 - 47
110 - 48 - 111 - 49 - 118 - 50 - 119 - 51 - 69 - 52 - 89 - 53 - 66
149 - 54 - 129 - 139 - 133 - 140 - 138 - 127 - 56 - 135 - 63 - 88
72 - 77 - 131 - 58 – 131 (2)
No obstante la novela se puede
comenzar desde cualquier capítulo, sin que por ello la perturbe en lo más
mínimo, está en nosotros bailarines, construir nuestro baile, porque el secreto
de Rayuela son las atomizaciones situacionales, tanto de los personajes como de
las tramas. Cada parte está escrupulosamente y prolijamente trazada y planteada
para dejarla abierta a la asociación y conmutación del lector.
Pero a Cortázar, no le vale
solamente esto, irónicamente, después de las tres “estrellitas que equivalen a
la palabra Fin”, les sigue los llamados por él los “Capítulos Prescindibles” o
Morellianas, donde supuestamente están las claves para la comprensión cabal del
texto en su dimensión última, o paradójicamente, para seguir enredando o
jugando con el lector, tal como nos indica Olga Osorio:
… “los capítulos prescindibles de
Rayuela son más pasto para estudiosos que una verdadera aportación a la obra.
Dicen que se trata de un juego más del escritor y es posible que sí sea. Con
los capítulos prescindibles Cortázar trata de crear la antinovela.” (3)
Por otra parte y además, la
novela esta carente de fin entendido como solución o desenlace, como maraña
descendente de los hilos accionales. De esta manera, los fines de la novela son
conjeturas que dejan a los personajes en una especie de limbo o vacío
metafísico, para que el lector afronte, juegue con su imaginación y decida. Cortázar
consigue así la base de la complicidad mantenida hasta la última instancia,
desde el primer momento que nos hace coparticipe de la historia, como un
escritor con una pluma sin tinta pero que desde la memoria inmediata de nuestra
lectura vayamos hilvanando las historias y escribamos nuestro propio final. Cortázar
nos da los acordes, las melodía, las armonía, pero también nos da las
disonancias, las estridencias… está en nosotros dar los abrazos estrechos, hacer las
caminatas, los cortes, los enroques, los molinetes, los firuletes, dar las
mordidas, las quebradas, dibujar los ochos (4), y adornar la danza hasta hacerla nuestra. Rayuela entonces es
una danza que se baila siempre distinta, porque el lector que fue preñado con
la complicidad de Cortázar interpreta la danza (lectura) de una manera
diferente.
Rayuela, escrita en París,
comprende dos desarrollos o secuencias paralelas y entrecruzadas, cuya
identidad se produce por una relación de espacios: la primera secuencia, se
titula “Del lado de allá”, constituyéndola
en cuanto a novela de capítulos imprescindibles, los numerados del 1 al 36;
pero se complementa, en los capítulos prescindibles, con la siguiente
secuencia: 73, 116, 84, 81, 74, 93, 68, 104, 65, 136, 106, 115, 114, 117, 120,
137, 97, 153, 90, 126, 79, 62, 124, 128, 134, 141, 60, 109, 130, 151, 152, 143,
100, 76, 101, 144, 92, 103, 108, 64, 155, 123, 145, 122, 112, 154, 85, 150, 95,
146, 29, 107, 113, 30, 57, 70, 147, 31, 32, 132, 61, 33, 67, 83, 142, 34, 87,
105, 96, 94, 91, 82, 99, 35, 121, 36.
Esta primera secuencia o primera
novela, primer espacio, tiene como marco la ciudad de París, pero hay
recurrencias incesantes y continuas en la memoria de los personajes, que los
llevan a colocarse temporalmente en Buenos Aires.
La novela del segundo espacio, titulada “Del lado de acá”, comienza con el
capítulo 37 hasta el 56. Se ubica en Buenos Aires, pero los recuerdos y las recurrencias
frecuentes remiten a los personajes en su temporalidad interior a París. Además
mientras se mantienen ligada en su profundidad de situaciones, con la primera
novela, se complementa en los capítulos numerados: 98, 86, 78, 59, 148, 75,
125, 102, 80, 110, 111, 118, 119, 69, 89, 66, 149, 129, 139, 133, 140, 138,
127, 135, 63, 88, 72, 77, 131, 58, 131.
En la segunda dimensión espacial,
muchos de los capítulos prescindibles que ya estaban referidos en la primera
parte, o el tablero de dirección, remiten al lector dos o más veces al mismo
capítulo. Esta complejidad numérica, puede ser perfectamente puesta a un lado,
y leer la obra en forma corrida hasta el capítulo 155.
Independientemente de toda teoría literaria y lingüística, en la praxis narrativa, Rayuela es una experimentación hacia varios lenguajes esotéricos y lúdicos, en los cuales hasta los errores ortográficos tienen cabida. De la misma manera, y ya enunciado al principio, el escrito se desdobla y desdobla para ser una vez Cortázar, otras veces Horacio Oliveira y otras veces Morelli... para último desdoblar en el lector como escritor tácito o mudo de los posibles desenlaces. Rayuela rompe todas las posibilidades de apresamiento en sus dimensiones, para destruir el tiempo, los espacios, los personajes y confundir la realidad con la "otra realidad" o voz interior.
En el fondo Rayuela, es una
novela y una teoría de la novela donde se va criticando destructivamente la
tradición del género y dogmatizando algunos elementos. Es también una
meditación filosófica del pensamiento occidental con algunas reminiscencias del
budismo zen, donde el autor toma de ambos mundos o sistemas conceptuales algunos
elementos, pero que también se burla de ellos.
Pero, Rayuela asimismo es una historia de amor, y con mucho humor:
amores apasionadísimos, separaciones dolorosas, bromas y situaciones hasta
ridículas que nos hacen sacar carcajadas. Sin embargo, Rayuela es una aventura
personal, es una búsqueda autobiográfica, es una voz interior, es hasta un
exorcismo, en la medida que Julio Cortázar se libera de sus demonios … “si yo no hubiera escrito Rayuela,
probablemente me habría tirado al Sena”. (5)
Rayuela es como bailar un tango… difícil
y divino… nostálgico y sensual, si es primera vez que va leer Rayuela, déjese
atrapar, lea con las ganas de seducir y ser seducido… tal vez decida amar por
siempre esta novela (que es la suma de las novela y la antinovela por antonomasia) como la amo yo, o se obsesione con ella y termine como dice el tango aquel:
“Maldito tango que
envenena
con su dulzura cuando
suena,
maldito tango que me
llena
de tan acerba hiel.
El fue la causa de mi
ruina,
maldito tango que
fascina...
¡Oh tango que mata y
domina!
¡Maldito sea el tango
aquel!” (6)
(2) Ibídem.
(4) Figuras y pasos del Tango (Danza)
(6) Maldito tango. Música: Osmán Pérez Freire. Letra: Luis
Roldán. 1916.
Por Félix Esteves
Muy divina y distinta forma de ver Rayuela.
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