jueves, 27 de marzo de 2014

LIBERTAD ENCADENADA


Te quiero dibujar libertad
en este mundo de ciegos
de corazones yermos,
mi lápiz será las ideas justas,
de aquellos que ahora están presos
bajo el yugo de la opresión.

Te imagino libertad
bajo la sombra de los calabozos
en los tornillos que sujetan las tupidas puertas
y en los candados y cerrojos vírgenes
deseosos de ser desflorados
por tu mano de quijote.

Te ambiciono libertad
para la madre que espera con su grito mudo
el regreso del rebelde hijo que se fue a luchar.
Y para el niño que solo conoce el sonido del plato vacio
y el llanto de la madre al ver sus pechos secar
también te ambiciono libertad.

Te veo libertad
encadenada con hilos de sangre
oprimida bajo la bota militar
esclavizada por la ignorancia
cautiva de los falsos ídolos
silenciada por el cíclope caudillo.

Aún así te vislumbro libertad
liberta y libertaria
desencadenada y libre
vestida de bandera tricolor.
En una mano un paloma, en la otra, como espada una flor
montada en un  blanco unicornio

y  de tu pecho irradiando mensajes de amor. 

Por Félix Esteves

martes, 18 de marzo de 2014

EL HOMINTERN O LA CONSPIRACIÓN GAY.La historia de una ficción producto de la homofobia.


PREAMBULO

Para poder entender la ficción del Homintern es necesario conocer y relacionar el término traición con homosexualidad, o mejor dicho como la heteronormativa quiso emparejar como sinónimos ambos vocablos. Por lo tanto desde este mismo momento hemos de ver el Homintern como una palabra más producto de la homofobia y de las políticas del heterocentrismo.

La asimilación de los homosexuales a los de traidores a la nación es un argumento repetitivo del discurso homofóbico. Esta imputación, que  gravita y se fundamenta en algunos argumentos irracionales, se alimenta desde finales del siglo XIX de los escándalos políticos y militares en los que había homosexuales incriminados.

En el imaginario colectivo se suele pensar al homosexual como el otro y por lo tanto es visto como “extranjero” y es situado in o voluntariamente por la heteronorma al margen de la comunidad, ya sea familiar o nacional. Su conducta, analizada desde las mentes homofóbicas es vista en términos de placer inmediato, es además considerado egoísta y narcisista al ennoblecer una forma de sexualidad no reproductiva, por lo tanto el homosexual es considerado un peligro para la civilización del heterocentrismo.

El homosexual representa igualmente para la sociedad heterocentrista, falocéntrica y patriarcal una amenaza para el orden social, ya que el homosexual no duda en traspasar o romper las barreras de clase para encontrar nuevos compañeros, poniendo en peligro las jerarquías existentes y por lo tanto el status quo. Pero el discurso homofóbico sigue y se extiende, y proclama que el homosexual, pensado como afeminado, es o se le atribuye taras presuntamente inherentes al otro sexo: versátil, voluble, charlatán y cobarde. En consecuencia, en los períodos de crisis, dificultades, y tensiones bélicas los homosexuales son, condicio sine qua non, junto a otras minorías estigmatizadas, los chivos expiatorios de la venganza y la represalia pública.

Así, la imagen del traidor homosexual es tanto más recurrente cuanto la homosexualidad es considerada colectivamente, generalmente y siempre como una importación extranjera: en el siglo IX se trataba de una “costumbre árabe”. En el siglo XIII se convirtió en una “depravación francesa”. En el siglo XV y el subsiguiente se conoció como el “vicio italiano”, en los siglos XVIII y XIX fue el “libertinaje inglés”; el “vicio occidental” en Oriente, la “maldición de los blancos” en África negra; la “perversión gringa” en Sudamérica, etcétera, etcétera.  

ALGO DE HISTORIA.

Tanto en Inglaterra como en Francia el caso Eulemburg, a comienzos del siglo XX, contribuyó a asimilar la homosexualidad a un “mal alemán”.  El caso Eulemburg es considerado como el mayor escándalo sexual del Imperio alemán. Aunque básicamente se trataba de una pelea entre Philipp, príncipe de Eulenburg-Hertefeld, y el periodista Maximilian Harden, las acusaciones e inculpaciones extendieron el conflicto hasta el punto de que se empleaba la expresión Círculo de Liebenberg para describir el círculo de personas homoeróticas que rodeaba al emperador Guillermo II, y cito a Leopold Stape:

"El palacio de caza de Grunerwald fue el lugar elegido para la sonada orgía que hizo temblar los cimientos del imperio alemán, allí acudieron varios miembros del entorno del Emperador, el grupo conocido como ‘Círculo de Liebenberg’."
(http://leopoldest.blogspot.com/2011/04/el-caso-harden-eulenburg-la-orgia-que.html)

Durante la Primera Guerra Mundial la sospecha de homosexualidad adquirió un tono especialmente amenazador; tal como lo relata Marcel Proust en En busca del tiempo perdido:

"Desde la guerra el ambiente había cambiado. No sólo se denunció la inversión del barón sino también su supuesta nacionalidad alemana"…
(http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/p/Proust,%20Marcel%20-%208%20El%20tiempo%20recobrado.pdf)

En Inglaterra, el diputado Noel Pemberton Billing organizó una notoria y verdadera caza de brujas contra los homosexuales, al denunciar en 1918 en un artículo llamado “El Culto al Clítoris” en su capítulo “Los primeros 47.000”, el chantaje ejercido según él por los servicios secretos alemanes sobre homosexuales británicos de alta posición. Noel Pemberton Billing consideró que la homosexualidad estaba infiltrada y corrompiendo la sociedad inglesa, y que esto estaba relacionado con el espionaje alemán en el contexto de la Primera Guerra Mundial. Pemberton en su ensayo, altamente imperialista, y basado en la información proporcionada por Harold Sherwood Spencer, que afirmaba que los alemanes estaban chantajeando a homosexuales británicos de alto rango,  para propagar el vicio de Sodoma y Lesbos. Por su parte, el periodista Arnold White afirmó que los homosexuales alemanes se entregaban fácilmente a la seducción sistemática de los jóvenes soldados británicos.

En el curso entre las dos grandes guerras las sospechas de traición se volvieron más políticas. La expansión de una subcultura homoerótica en las capitales europeas, como Berlín, Londres, Paris y hasta la misma Barcelona habían sido observadas con desconfianza por una opinión pública obsesionada con el fantasma del contagio gay, mientras que el desarrollo de los movimientos homosexuales militantes alimentaban los rumores de un complot homoerótico, supuestamente alentado y auspiciado por los comunistas.

EL HOMINTERN.


No existió nunca un grupo homosexual que conspirara cual Pinky y Cerebro para conquistar el mundo. Lo que realmente existía era una trama imaginada de ciertos grupos de psicóticos alimentados por la filosofía heterocentrista y que temían a la expansión de la influencia homosexual. Existía, eso sí, La Internacional Comunista, que fue una verdadera organización creada por Lenin en 1919 y que fue disuelta en 1943. Hay que aclarar también que muchos homosexuales fueron atraídos por el movimiento comunista, porque este proclamaba la igualdad en todos los sentidos, tanto social como de género. De ese modo, muchos políticos temieron a los homosexuales y comunistas, porque ambos estaban en contra de todo el status quo y eran según las esquizofrénicas palabras heterocentritas, algo muy preocupante:

"Como las cosas se va desarrollando la Internacional Homosexual se ha convertido en una especie de auxiliar de la Internacional Comunista. Este es más que alarmante, ya que los homosexuales se están multiplicando como la arena de la orilla del mar."
(Waldeck, R. G. Homosexual International // En : Human Events. -- Vol. XVn, No. 39 — Section II. -- September 29, 1960)

El término “Homintern” a menudo se dice que fue acuñado por Cyril Connolly o por W. H Auden, pero Harold Norse reclamó para sí mismo tal creación. Lo más probable, es que varias personas inventaran el término al mismo tiempo. La implicación humorística fue que los homosexuales constituían una red secreta en todo el mundo y que estaba destina a acabar con el poder del patriarcado y el heterocentrismo, es decir la Homintern era un “Internacional Homosexual”

Las únicas personas que alguna vez tuvieron este sencillo juego de palabras como algo serio eran los que temían la expansión de la influencia homosexual. En simples conversaciones, vieron parcelas, en grupos de amigos, las conspiraciones. Si bien es cierto que algunas personas homosexuales se convirtieron en el centro de la literatura y la cultura moderna, en general, el Homintern era sólo una forma de visibilidad del movimiento homosexual que se destacaba superficialmente.

Un grupo de intelectuales en todo el mundo fueron llamados o acusados de pertenecer al Homintern, por ejemplo en Inglaterra, W. H. Auden o Stephen Spender, junto con su club universitario el apodo de Homintern, porque simplemente simpatizaban con el movimiento comunista y no ocultaban su homosexualidad. En Francia la alianza comunismo y homosexualidad también fue tomada muy a pecho y en las ciudades portuarias y militares donde la prostitución masculina era muy frecuente se hicieron informes de vigilancia con el fin de tener una lista de los establecimiento públicos frecuentados por los comunistas, homosexuales, extranjeros y marineros gais podían conspirar con la paz francesa.

En la década de los 20 del siglo pasado, los partidos comunistas, sobre todo el KPD alemán, apoyaba las reivindicaciones homosexuales, no obstante a la hora de la verdad, sus actuaciones eran ambiguas. A partir de 1934, cuando la Unión Sovietica puso en marcha su legislación homofóbica, la nueva línea del partido asimiló la homosexualidad como una perversión fascista, porque en cierto modo algunos grupos nazis como la SA, y fascista como Las Camisas Negras, desarrollaron una estética gay u homoerótica y valoraban las relaciones viriles, pero fueron rápidamente eliminados. Los homosexuales fueron acusados de comunistas y muchos comunistas de homosexuales, y la traición era sospechada tanto por ser comunista como por ser homosexual, y tanto los nazis como los fascistas italianos vieron a ambos como un complot que impedía la expansión del pueblo alemán e italiano respectivamente.

En la “amargada cristiandad española”, que se autodestruía en una sangrienta guerra civil, muchos homosexuales declarados comunistas fueron perseguidos, apresados y ejecutados; intelectuales, escritores, poetas, cantantes, bailarines que por alguna razón mostraran en público su simpatía al movimiento comunista fueron injuriados, vilipendiados, y al mismo tiempo de ser acusados de comunistas y homosexuales, porque parecía que una cosa llevaba a la otra y más si eras artista, gran parte de estos hombres perdieron la vida, o fueron exiliados, pero todos fueron metidos en el mismo saco. Hemos de recordar al excelso Federico García Lorca que murió fusilado y al padre del decadentismo español Álvaro Retana, acusado en 1939 por “rojo y mariquita”.

En los Estados Unidos de Norteamérica, ya Tennessee Williams y Aaron Copland fueron acusados de originar “momentos raros” dentro la cultura y la sociedad norteamericana, igualmente Cole Porter por su relación homoerótica con el bailarín ruso Boris Kochno, fue sometido a cierta vigilancia.  Pero la Homintern no había impresionado tanto a los políticos estadounidenses, es después de la Segunda Guerra Mundial, que se relanzó la retórica homofóbica y anticomunista con la caza de brujas liderada por McCarthy en la parte de los rojos y por los “traidores sodomitas” orquestada por el senador de Nebraska Kenneth Wherry, que argumentaba que durante la guerra, los asuntos exteriores estaban dominados por una elite de homosexuales, abiertos al chantaje, y que eran o alcanzaban los 6000 miembros gais infiltrados en las más altas esferas del Estado. Curiosamente la mano de derecha de McCarthy era homosexual, Roy M. Cohn, y el jefe del FBI J. Edward Hoover también era homosexual.

Con la arremetida norteamericana contra los homosexuales y comunistas, muchos países, especialmente Gran Bretaña asumió el Homintern como una realidad, especialmente con el caso de  “Los Cinco de Cambridge”: grupo británico de espías reclutados por la Unión Soviética en el Trinity College de la Universidad de Cambridge que trabajó durante la Guerra Fría del siglo XX: Anthony Blunt, Kim Philby, Donald Maclean, Guy Burgess y John Cairncross. Se infiltraron en la sociedad británica como “topos”, en la jerga de los servicios secretos.anto Guy Burgess, como Anthony Blunt y Maclean eran homosexuales y eso constituyo el apogeo de la paranoia del Homintern, donde se mezclaba homosexualidad, traición, comunismo y control mundial.

En el mundo cultural fueron muchos los artistas que fueron acusados de homosexuales y comunistas; el Homintern de esa manera fue utilizado en la década de 1950 y 1960, apareciendo en un sin fin de  número de artículos de revistas de circulación masiva para referirse a lo que se creyó por muchos y por mucho tiempo como una conspiración internacional de gays influyentes que, según se afirmaba , controlaban las artes y la cultura. Estos artículos de revistas a menudo se ilustraban con el color lavanda, y por eso es también conocido a veces a la Homintern como “La conspiración de lavanda”.

Los homófobos alegaron que existía una red secreta mundial de propietarios gais de galerías de arte, directores de ballet, productores de cine, ejecutivos de sellos discográficos, editores y fotógrafos que, tras bambalinas, determinaban quien se convertiría en artistas de éxito, escritores de bestseller, bailarines, actores y modelos. Los psicóticos que veían en la homosexualidad una amenaza latente llegaron hasta asegurar que programas de televisión como Batman eran producto del Homintern y que era una forma de propagar la homosexualidad en los televidentes.

En los mediados de los años 90 el hecho de que los magnates de los medios de comunicación David Geffen, Barry Diller, y Sandy Gallin, el diseñador Calvin Klein, el pintor Ross Bleckner, y escritor Fran Lebowitz eran todos amigos cercanos dio lugar a rumores de un nuevo Homintern, pero ya sin el agregado comunista que se venía desvaneciendo o desligando ya desde los sesenta, y que termino con la caída del muro de Berlín.

Para los homofóbicos la presencia de más de una persona gay evoca la posibilidad de un golpe de estado, de un desastre cultural perverso. Podemos citar el presidente Robert Mugabe de Zimbabwe y sus partidarios que  llamaban el gabinete del primer ministro británico, Tony Blair, una “mafia gay” por el mero hecho de que solía incluir dos ministros gay.

Lo que si podemos asegurar es que los intelectuales gais son más propensos al dialogo y a las reuniones masivas, pero no para controlar al mundo, no para hacerse dueños de la tierra, en general, las masas homosexuales se están accionando para hacer respetar nuestros derechos, y para eso no se debe actuar como una conspiración o realizar un complot, aunque para la heteronormativa y sus psicóticos  piensan que cualquier encuentro gay debe inevitablemente ser pervertido o siniestro  o ambos, y cuando ven las transacciones culturales gais, ven un complot subversivo, pero tal cosa no lo es, somos más inteligentes y esperamos con la lucha pacífica que el mundo cambie a favor de todos.

Por Félix Esteves.

lunes, 17 de marzo de 2014

LA HOMOSEXUALIDAD Y EL DESEO HOMOERÓTICO EN LA TIERRA DE LOS CARTOONS.


A mediados de los años 50 y de la década subsiguiente del siglo XX comenzaron a surgir muchos dibujos animados que ofrecían o transmitían la convivencia de las parejas del mismo sexo. Las relaciones entre estos personajes siempre se mantuvieron poco claras, no se sabía si eran familias, amigos o simplemente amantes. Pero esto no era nada nuevo, ya en el cine existían personajes de caricaturas ambiguos como Bugs Bunny, que luego pasa a la televisión como uno de los cartoon más queridos por los televidentes, convirtiéndose además en un icono pop gay.

Siguiendo esta tradición solapada de la homosexualidad y el deseo homoerótico en las tiras cómicas, como también se les conoce, surgen comiquitas como “El Oso Yogui” (y Boo-boo), “Leoncio El León” (y Tristón), “Ren y Stimpy”, “Pinky y Cerebro”, “Bob Esponja” (y Patricio),  “Los Simpsons” y sus personajes gays entre los que se encuentran el famoso Sr. Smithers, no nos podemos olvidar al maestro gay de los irreverentes niños de “South Park”,  el incomprendido Susana enemigo de Dexter de “El laboratorio de Dexter” y los singulares “Padrinos Mágicos”.


La Homosexualidad en la Tierra de las Fantasías Infantiles.

La televisión siempre estuvo polarizada y se mantuvo esencialista a la heteronormativa, presentando siempre el deseo heterosexual como hegemónico, correcto y como la única realidad. Por otra parte, el deseo homoerótico, y los personajes gays o con cierta ambigüedad sexual, limpiamente castrados, aparecieron  de vez en cuando sólo para que los heterosexuales pudieran felicitarse por su tolerancia a las rarezas o como forma de burla para justificar la heterosexualidad como norma.

El dibujo animado, sin embargo, siempre ha sido subversivo: los personajes animados se mueven entre la fusión o la desconstrucción, pueden ser animal/humano, pueden estar desnudo/vestido, son niño/adulto y pueden ser masculino/femenino, y en ese juego de ambos y ninguno van formando una historia que permite con fluidez  las lecturas transgresoras de los roles de género, que pueden ser implícitas o explícitas de la identidad del mismo sexo, el comportamiento, y el deseo.

De esta manera cada personaje animado es una imagen polisémica, capaz de poseer infinidad de significados, está en el autor concretar los significados e insertar en la imagen o “muñequito” en un contexto suficientemente explicado para delimitar los signos o la confusión de estos.   No obstante los signos no son necesario fijarlos, sobre todo en los dibujos animados, que se basan en la inferencia: un par de bucles y garabatos, unas pocas líneas de diálogo, debe ser suficiente para establecer las identidades de personajes de dibujos animados básicos, sus historias de vida. De allí la irreverencia del cartoon. 

Antes de la década del 90, era muy raro que los animadores introdujeran deliberadamente el deseo del mismo sexo en sus personajes o tramas. El deseo heterosexual era predominante y residió, y en gran medida aún reside, en la construcción misma de caricaturas (ser vivo y con cierta forma de conciencia) reflexivo con intención de desear las personas del sexo “opuesto”, y la única forma de concebir, incluso de los gays era alinear sus comportamientos de género con las del sexo opuesto y a su deseo, y que se convertía indiscutiblemente en heterosexual.

Hoy día los animadores pueden introyectar a los dibujos animados, y el público puede descodificar  signos evidentes del deseo por el mismo sexo, y los personajes, incluso específicamente aquellos identificados como homosexuales. Pero incluso cuando el deseo debe estar sumergido en el subconsciente, y las identidades encerradas hasta el punto de la invisibilidad, un producto cultural sigue siendo “estructurado como un sueño, una red de representaciones que codifica los deseos y temores, proyecciones e identificaciones, y en el ámbito del análisis textual, podemos localizar a los deseos y temores, las inestabilidades y las angustias que rodean el deseo del mismo sexo y la identidad.


El Código Hays.

El código Hays fue un código de producción cinematográfico que determinaba con una serie de reglas restrictivas qué se podía ver en pantalla y qué no en las producciones estadounidenses. Creado por la asociación de productores cinematográficos de Estados Unidos describía lo que era considerado moralmente aceptable. Fue escrito por uno de los líderes del Partido Republicano de la época, William H. Hays. Este código se aplicó desde 1934 hasta que se abandonó en 1967, para dar lugar al nuevo sistema de clasificación por edades. El código constituyó un sistema de censura, que prohibía la exhibición en Estados Unidos de la mayoría de las películas europeas o independientes que a menudo violaban el estilo de Hollywood.

En los días anteriores al Código Hays era poco lo que se restringían  en los temas y en las caracterizaciones posibles, los animadores presentaron con frecuencia el deseo del mismo sexo como una parte normal de ser humano  o ser sintiente, varios dibujos animados de aquella época no se restringían en su deseo homoerótico, o eran planteados con una ambigüedad poco solapada. Un gran ejemplo de lo anteriormente dicho fue la tira cómica de prensa Krazy Kat, que luego paso al cine y a la televisión. En América Latina y España Krazy Kat era conocida como “La Gata Loca”.

Krazy Kat  es una tira de prensa, creada por George Herriman, que se publicó en periódicos estadounidenses entre 1913 y 1944. Apareció por primera vez en el diario New York Evening Journal, propiedad del magnate de la prensa William Randolph Hearst. Ambientada en un idealizado condado de Coconino, Arizona, habitual lugar de vacaciones de Herriman, Krazy Kat es una peculiar mezcla de surrealismo, inocencia y romanticismo, y está dotada de un lenguaje tan poético y avanzado para su tiempo y su época que ha hecho las delicias de aficionados y críticos a lo largo de más de ochenta años.

La tira se centra en las aventuras del gato Krazy y del ratón Ignatz. Krazy es un gato de sexo indefinido, unas veces aparece como gato y en otras como gata. Ignatz es un ratón muy gruñón que es su amor no correspondido, que le aborrece y siempre le lanza ladrillos a la cabeza, con una excelente puntería. Sin embargo, Krazy interpreta los ladrillazos como actos de amor. A su vez, el ratón Ignatz tiene que estar en la cárcel de Coconino, una prisión construida, como no podía ser de otra manera, de ladrillos. Tanto los dos protagonistas como el resto de personajes que pueblan el universo de la serie son animales antropomórficos.

El sexo de Krazy nunca queda demasiado claro y varía según la historia. Muchos autores post-Herriman, empezando por E. E. Cummings, se refirieron a Krazy, erróneamente, sólo como hembra, pero Herriman siempre se mostró ambiguo y en varias planchas de la serie bromea con esta incertidumbre. El examen de las primeras tiras de Krazy Kat llevaría a pensar en que Herriman pensó inicialmente en Krazy como una gata ya que la dibujó embarazada, y que posteriormente fue diluyendo su identidad para crear el espíritu libre que deseaba para su personaje. Sin embargo, no hubo dudas a la hora de definir el sexo del oficial Pupp (Cachorro) ni del ratón Ignatz, que tiene mujer e hijos. Posiblemente, la reacción del público ante la indefinición de Krazy como él o ella provocó que Herriman decidiera mantener la incertidumbre y jugar con la ambigüedad.

Sin embargo, esta indefinición sexual favoreció que la tira fuera acusada de homosexualidad latente. Si Krazy era gata, no existía mayor problema en que el oficial Pupp la amara y que ella, a sí mismo, amara al ratón; pero si Krazy era gato, las cosas ya resultaban muy diferentes. Un gato, en este caso macho, enamorado de un ratón, otro macho de una especie diferente, que además estaba casado, y que lo maltrataba (violencia de género) era una combinación demasiado explosiva para el conservadurismo de la época. A pesar de todo, no faltaron críticos que definieron la relación entre los personajes como algo estrictamente amoroso, y sin ningún carácter sexual, con lo que el sexo del gato quedaba en un segundo plano. También se puede interpretar como una forma más del universo creado por Herriman: un mundo propio, con un grafismo único en el que las leyes de la lógica racional son constantemente subvertidas.
Según George Herriman, el creador de Krazy Kat, habla del sexo de su personaje:


“No seáis duros con Krazy. No es más que una sombra, atrapada en la telaraña de esta madeja mortal. Le llamamos Krazy (loco o loca) Kat (gato o gata), pero no es ninguna de las dos cosas. En alguna ocasión llegará hasta vosotros, gentes del crepúsculo, y su contraseña será el eco de una campana que tañe a vísperas, y su vehículo un soplo de céfiro del Oeste. Perdonadle, porque no le comprenderéis mejor que nosotros, que nos demoramos a este lado de la valla. Krazy es como un espíritu, como un elfo, que no tiene sexo. De modo que no puede ser femenino ni masculino. Es un espíritu -un duende- capaz de deslizarse en el interior de todo.” (En Historia de los Cómics, vol. I, Toutain Editor, 1982; p. 34)

Anteriormente a Krazy Kat o “La Gata Loca”, más precisamente en 1905, Winsor McCay empezó a publicar semanalmente en el periódico The New York Herald las aventuras de Little Nemo, Little Nemo in Slumberland. Este cómic era muy ambicioso en cuanto a su propuesta estética, pero con una estructura narrativa bastante simple: Nemo un niño de 5 años, vive sueños de aventuras maravillosas que acaba abruptamente en la última viñeta cuando despierta.

Little Nemo in Slumberland tuvo un argumento maravilloso y propicio para desplegar un gran sentido lúdico donde se mezclan las fantasías, jugando con las leyes de la perspectiva y la gravedad. Los recuadros narrativos abandonan su formato regular  adaptándose a lo que requiere el relato. El colorido es muy rico y matizado, pero nunca desaparece  el contorno preciso que delimita objetos y personajes. Asimismo, el argumento permitió que el onirismo fuera tema central casi protagonista, en una época donde la sexualidad era más libre y no había aparecido aún en ingles el libro de Sigmund Freud “La interpretación de los sueños” y esto le concedió al escritor una forma de jugar con los sexos y la sexualidad de algunos de los personajes.

Aunque los personajes ambiguos desaparecieron de la pantalla en 1935, el deseo romántico o erótico hacia el mismo sexo está disponible para todos,  a menudo ignorados o suprimidos, y hay un sin número de formas de imaginar, modelar del deseo del mismo sexo sin expresar identidades gays o lesbianas, de hecho, el imperativo para presentar el deseo heterosexual como la única posibilidad ha hecho tradicionalmente que los personajes homosexuales aparecieran como asexuales. Sin embargo, el deseo homoerótico a menudo se entrometió en los dibujos animados de los años 1940 y 1950, a pesar de todos los esfuerzos para garantizar que los personajes eran “realmente” heterosexuales.

Los dibujos animados de películas de la época fueron dominados por la productora Warner Brothers. En estos pequeños film aparecieron personajes animados con ciertas ambigüedades de personalidad ya su vez estos tenían una relación amor odio con sus antagonistas, por ejemplo Bugs Bunny, Porky Pig,  el Pato Lucas, el gato Sylvestre y Yosemite San o Elmer el Gruñón. La ambigüedad en las personalidades y relaciones llevó, a pesar del Código Hays, a los momentos de reconocimiento del deseo homoerótico, al igual que en los ratones “A Tale of Two Mice” (1945), o el insoportable de Pepe LePew en el romance con una mofeta con un gato en “For Scent-imental Reasons” ( 1949 ). 

Pero el ejemplo más evidente fue el del comic “Porky Pig's Feat” de 1943, cuando Porky Pig y el Pato Lucas comparten un cuarto de hotel. Cuando se preparan para partir, se les presenta una factura de hotel muy alta, y donde se incluye servicios de “Love spot”, es decir servicios por “puntos de amor” por 10,80 dólares, ya nos podemos imaginar lo que hicieron el puerquito y el patito en el cuarto de hotel.



Se ha hablado mucho de las incursiones de los personajes de Warner Brothers en el travestismo. Sam Abel (1995), por ejemplo, cree que las rutinas de travestismo u homoeróticas de Bugs Bunny y otros personajes eran “formas de abordar los problemas de la dominación masculina” (2) y por lo tanto cuestionaban los roles de género. Sin embargo, las escenas de travestismo u homoeróticas con frecuencia se dedicaban a la conducta transgresora sin adaptar la fricción, por ejemplo, después de la humillar o de eludir al enemigo, Bugs Bunny besa en los labios a Elmer o a Yosemite Sam. Este acto no transgrede los roles de género, ya que no existe un masculino y papel femenino en un beso. Dentro del contexto de la caricatura, parece dar a entender que los muñequitos o personajes solo  están bromeando, que no tienen malas intenciones. Pero no siempre funciona, por supuesto : cuando Bugs Bunny, por ejemplo  le propone matrimonio, Elmer acepta con alegría, llevando en un vestido de novia. Así Elmer se convierte en objeto de burlas, Elmer es ineficaz como cazador y fácilmente engañado para revelar su “verdadera” naturaleza femenina. A veces ocurre lo contrario y es Bugs Bunny quien viste de mujer y termina asumiendo su feminidad como una forma de supervivencia para engañar/seducir a su enemigo.



Los dibujos animados de televisión de los años 1950 y 1960.

Durante estas dos décadas abundaron las parejas masculinas en los comics de la televisión, donde si bien no se afirmaba directamente el deseo homoerótico, la interacción entre los personajes  permitió localizar el deseo del mismo sexo codificado como romántico, pero como una obvia parodia de deseo heterosexual: por ejemplo , el intercambio de un espacio de estar o una cama, participar en actividades sociales como pareja; ser aceptado como un par por otros; no poder dedicarse a otras relaciones sustantivas, especialmente aquellos con el sexo opuesto; rechazando propuestas románticas de los demás.


Estos dibujos animados se convirtió en la marca de los estudios Hanna -Barbera , que dominó los espacios de cartoons de la televisión en los años 1950 y 1960. Fácilmente podemos acordarnos  de docenas de tales parejas, generalmente divididas en miembros apolíneo y dionisíaco , el que inventa esquemas salvajes y uno que expresa la voz de la razón : los ratones Pixie y Dixie en The Huckleberry Hound Show (1958-1962);  El Oso Yogui y Boo Boo (1958-1961) , la pareja interracial de Quick Draw Mc Graw & Baba Looey más conocido en español como Tiroloco McGraw y su compinche burro (1959-1962) ; Leoncio el león y Tristón ( 1962-1963) . Otros estudios siguieron el ejemplo, con los residentes del zoológico Tennessee Tuxedo y Chumley (1963-1966), o Rocky y Bullwinkle (1961-1963), un alce y la ardilla que, cuando no estaban involucrados en aventuras ingeniosas, participaban como pareja en la vida civil del Frostbite Falls, Minnesota.

¿Eran estos muñequitos o personajes de cartoon amigos? ¿Parientes? ¿Amantes? No hay una respuesta definitiva, ya que transgreden cada una de las constelaciones permisibles de las conjeturas para las díadas del mismo sexo en la década de 1950  y en gran medida aún hoy en día. Ellos no pueden ser meros compañeros, ya que comparten las casas y se van de vacaciones juntos. No son parientes consanguíneos o compañeros de trabajo, o antagonistas. Presentan, de hecho, los contextos contradictorios o vagos que no fijan ningún signo particular y permiten la lectura que son ninguno de los anteriores, que son, de hecho, parejas románticas.

Yogui Bear ilustra las tensiones posiblemente eróticas inherentes a la diada de dibujos animados. En los primeros dibujos animados, tales como  “Pie Pirates” y “Foxy Hound Dog”, Yogui aparece con un carácter anárquico, principalmente para burlar la conformidad del guardabosque Smith. Boo-Boo aparece sólo ocasionalmente para indicar la desaprobación de la comunidad de los osos de las travesuras de Yogui. Durante la primera temporada, Ranger Smith se degrada gradualmente a una molestia menor, y Boo-Boo se convierte en parte integral de las líneas argumentales. Para el final de la primera temporada, en “Lullaby – Bye Bear” y “Daffy Daddy”, Yogui y Boo-Boo son compañeros constantes y parejas de hecho, compartiendo una cueva y una cama, podemos decir que se han enamorado.

En la segunda temporada, como para calmar tal lectura, los creativos hacen aparecer el personaje Cindy Bear  como la osa enamorada de Yogui. Sin embargo, ella fue consignada en su mayoría a lanzar indirectas y pañuelos, a pestañear sus ojos mientras caminaba Yogui, ajeno a toda relación heterosexual. Ella, Cindy Bear, apela a Boo Boo para consejos de seducción, y mientras que el “compañero” puede muy bien haber sabido despertar el interés de Yogui, ofreció sólo sugerencias poco entusiastas e ineficaces. Porque él y Yogui ya estaban involucrados, La relación del mismo sexo, sin duda triunfó sobre la incursión del deseo heterosexual: hoy en día casi todo el mundo pueda identificar a Yogui y Boo Boo, pero pocos han oído hablar de Cindy Bear o simplemente la ignoran.

Durante este período aparece en la TV el cartoon  Snagglepuss“El León Melquiades”. Este Felino, es un león montañés de color rosa, que como única vestimenta lleva un alzacuello y puños y lazada al cuello de color negro, muy al estilo de los muchachotes chippendale.

Un Joven Chippendale y el león Melquiades... ¿ves alguna diferencia?
Melquiades es completamente metrosexual, amanerado que llega a lo más estereotipado del gay, su postura, habla, y gestualización, son de gran refinamiento. Su mayor empeño en la vida es conseguir adecuar su gruta o cueva a su gusto. Es decir, arreglarla y decorarla para vivir cómodamente con los lujos propios de los que cualquier sibarita como el mismo que se precia, debe vivir. Tal vez, esa sinceridad homoerótica con que fue diseñada esta caricatura no hizo que gustara en el público de aquel entonces, el león demasiado llamativo tuvo un éxito efímero y decayó tempranamente; si bien es cierto que el personaje quedó como un Mítico de Hanna- Barbera.


Los dibujos animados de televisión de los años 1970 y 1980.

Durante la década de 1970, el aumento de la visibilidad de las identidades homosexuales en la cultura externa añadido asociaciones románticas para las codificaciones posibles de díadas del mismo sexo, es decir, muchos de los televidentes poseían las herramientas contextuales para especular sobre si las parejas de comics o cartoons eran realmente gays, de esta manera los productores se vieron forzados a desactivar la posibilidad de tal probabilidad a través de la demostración continua de los deseos heterosexuales. 

Como consecuencia, las díadas del mismo sexo, prácticamente desaparecieron de la animación, reemplazadas por personajes involucrados en los romances heterosexuales como Underdog, conocido como Superperro, o por personajes solitarios como La Pantera Rosa, o por grupos de músicos de rock/detectives como Josie y las melódicas. Algunos comentaristas han sugerido vínculos románticos en la larga duración de Scooby Doo (1969-1986) entre los personajes de Daphne y Velma , o entre Shaggy y el semi - coherente epónimo Great Dane Scooby, y la verdad que este último par cazaban monstruos juntos, y aunque nunca compartieron un espacio de vida, dedicado a actividades sociales como una pareja, o expresaron ningún interés romántico en sí, solían comer juntos y saltar uno encima del otro, especialmente a la hora del peligro, pero tal acción por lo general, es vista como un gesto de cobardía, aunque también se puede leer como una acción de protección hacia el otro como parte del afecto homoerótico.

En 1959 aparecen  The Smurfs, mejor conocidos en español en la TV en español como Los Pitufos (1979-1986), un grupo de pequeños humanoides azules llamado según su característica más primaria, como Pitufo Bromista, el Pitufo Valiente, el Pitufo Goloso, el Pitufo Gruñón, el Pitufo Manitas, y el Pitufo Vanidoso, que era un dandy ensimismado que podría leerse como un estereotipo homofóbico. Se puede decir que los pitufos vivian felices en una especie de mundo homoerótico u “homotopia”, hasta que el malvado Gargamel desea vengarse de los pitufos y para ello decide crear una pitufita, que los seduzca y cause que se peleen por ella. Gargamel hace a la pitufita de arcilla y luego la sumerge en una poción para darle vida. Tal vez lo más probable es que el personaje fue introducido específicamente para proporcionar un objeto de deseo heterosexual de los Pitufos y calmar las conjeturas de que pudieran ser realmente gay.

Para la década de 1980, la mayoría de los personajes de dibujos animados se habían vuelto agresivamente heterosexuales: apareció He-Man  y los Masters del universo (1983-1984) o Strawberry Shortcake (1980-1985), o GI Joe: Un héroe americano real (1985-1992). Incluso los Chipmunks Chip 'n' Dale de Walt Disney revividos en 1983-1991, fueron excusados de su posible homosexualidad y enseguida le consiguieron novias. 


Dibujos animados desde la década de 1990 hasta hoy día.

A principios de 1990, los dibujos animados comenzaron a hacer referencias disfrazadas a la presencia del deseo homoerótico. La tendencia comenzó con Ren y Stimpy (1991-1995), una parodia evidente de dúos de dibujos animados de la década de 1960, protagonizada por un maníaco y violento Chihuahua y un  gato gordito y estúpido. Ellos reflejan la era de Hanna- Barbera de presentar signos y sin suficientes marcadores contextuales para fijar las diadas como amigos, hermanos o compañeros de trabajo, pero con la salvedad que aunque posiblemete son gais, aquí la relación homoerótica es vista desde la perversidad.

Ren y Stimpy es una pareja abiertamente romántica, comparten una casa y una cama, sino que también recuerdan su boda, y Stimpy da a luz a un pedo sensible, un producto de su unión sexual. En algunos episodios, Stimpy es un estereotipo de la mujer de los años 50, pasiva, responsable de la cocina, de la limpieza y el planchado de la ropa interior de Ren. Ren es social y el activo en la relación, en “El Hijo de Stimpy”, Ren trata de seducir a Stimpy, pero es rechazado  por Stimpy que le dice “estoy harto” … “¿es en lo único que piensas?” Algunos de estos síntomas pueden adherirse a una lectura de una relación sexual, no solamente heterosexual, incluso una relación romántica homoerótica. Ellos están en su lugar presentando una parodia de las relaciones heterosexuales, supuestamente divertidas porque son los dos hombres, sin embargo, uno de ellos está actuando como una mujer. 




Mientras Ren y Stimpy permitieron un conocimiento del deseo del mismo sexo e incluso la actividad homoerótica, no es hasta que Pinky y Cerebro (1993-1999)  que vemos identidades homosexuales codificadas en el dúo de dibujos animados. Ren y Stimpy representaron la pareja homoerótica desde la perspectiva de la “homofobia light”, ridiculizar la díada homosexual bajo la mirada distorsionada y “ridiculizadora” de la heteronormativa.  Sin embargo Pinky y Cerebro, las ratas de laboratorio inteligentes que quieren adueñarse del mundo comparten una jaula y colaboraron en los planes para asumir el control de la humanidad, pero ellos fueron codificados como compañeros de trabajo y compañeros de literas, no como amantes. Ambos tenían amores fuera de su relación, Pinky fue especialmente promiscuo, se enamoró de un caballo, un león marino, y hasta de la heroína infantil Pippy Calzaslargas.

El deseo erótico, sin embargo, en Pinky y Cerebro es parte de su relación desde el principio, tanto así que muchas de sus diálogos, reflexiones o razonamientos son claramente homoeróticas,  como por ejemplo cuando se preguntaron: ¿conseguiremos chaparreras de nuestra talla? Cuando el término chaps, chaparreras, se refieren tanto a los pantalones de estilo occidental con la entrepierna abierta usado muy frecuentemente en círculos de cuero de los homosexuales. De igual manera, la mayoría de las “ponderaciones” o “¿estás pensando lo mismo que yo?”  que aparecen en todas las grabaciones las respuestas ponderan preocupaciones de travestimos, fetiche, o de evocaciones de sentido sexual:
“¿estás pensando lo mismo que yo? sí, cerebro , pero esta vez le pongo el tutu”… o
“Volvamos al laboratorio y prepararnos para mañana en la noche.
¿Por qué Cerebro? ¿Qué vamos a hacer mañana por la noche?
Lo mismo que hacemos todas las noches, Pinky .
(Pausa, mientras reflexionamos sobre qué es lo que hacen todas las noches)
Tratar de dominar el mundo.”


Cuando Pinky y Cerebro empezó a tener un fuerte rating los contenidos se volvieron más complejos; los escritores añadieron elementos familiares y románticos. Quizás lo más importante de Pinky y Cerebro es que su relación no está sembrada o hecha para verse como una pareja heterosexual, sino que en definitiva está concebida y presentada para verse como una pareja homoerótica. Por ejemplo, cuando Cerebro es interrogado por un empleador:
“¿Está usted casado?”
Después de un breve silencio e incómoda pausa, él responde
“No, yo tengo un compañero de piso”...

Sabemos que la respuesta “compañero de piso” es - o era - una estrategia familiar para ocultar las parejas del mismo sexo de los homófobos potenciales.  Cerebro logra conseguir el empleo y entra en la  corporación como un hombre gay en el closet. De igual manera Cerebro rechaza torpemente las pretensiones femeninas e inventa explicaciones absurdas para la fotografía de Pinky en su escritorio.

Cuando los padres de Cerebro lo visitan, Cerebro presenta a Pinky como “mi...um... compañero de cuarto”.  Los padres de Cerebro no se comen ese cuento y muy liberales al final invitan a Cerebro y a Pinky a pasar en familia el Día de Acción de Gracia. Ningún otro cartoon de la década de 1990 interpretó a parejas del mismo sexo tan abiertamente como Pinky y Cerebro.

Otro de los cartoon o comiquita que con mucha frecuencia retrata el deseo homoerótico es Bob Esponja (1999). Este cartoon, una esponja amarilla cuadrada, tiene una amiga llamada Sandy, una ardilla en un traje de buceo, pero nadie en su ciudad submarina de Bikini los confunde o los ve como amantes, ni nunca se hace tal insinuación. Sin embargo, Bob Esponja  tiene una relación particular con su vecino, Patricio que es una estrella de mar, y se emparejan con una intensidad sin duda erótica. 

A pesar de que los dos no están codificados consistentemente como parejas románticas - viven por separado e interactúan con grupos separados de amigos - la posibilidad del deseo homoerótico no está excluido.

Por otra parte Bob Esponja, tal vez de manera inocente, recuerda muchas veces los diferentes comportamientos juveniles de los primeros descubrimiento de la adolescencia gay, como el primer amor, las decepciones y otras situaciones afines.

Los Simpson (1989) fue la primera serie de dibujos animados modernos que incluyó personajes abiertamente gais , y casi todos los episodios alude al deseo por el mismo sexo, los códigos son complejos y en constante flujo.  Por ejemplo entre los personajes abiertamente gais, se encuentra el Señor Smithers o Wuandúlo Smithers Jr, gay de closet, y la hermana lesbiana de Marge Patty Bouvier.

El Señor Smithers Jr es un personaje ficticio recurrente de la serie de televisión Los Simpson. Es el ayudante y asistente personal de Montgomery Burns, dueño de la Planta de energía nuclear de Springfield. De muchas formas, Smithers representa al estereotipo de un homosexual en el armario. Hay varias características que hacen que Smithers represente el estereotipo del gay enclosado, ya que no se ha declarado homosexual, pero tiene varios amigos gais, en Springfield frecuenta el barrio gay, colecciona muñecas Stacy Malibu y toma unas vacaciones exclusivas para hombres. Se puso de manifiesto en un flashback que estuvo casado brevemente con una mujer, pero los dos se separaron porque dedicaba demasiado tiempo al señor Burns.

Se ha demostrado que Smithers posee un profundo y apasionado amor por el Señor Burns y su orientación sexual ha sido descrita por los guionistas de la serie como burns-sexual, es decir aquellas personas que no se consideran gais porque solo son homosexuales cuando están frente a su único objeto de deseo homoerótico; por ejemplo Smithers solo es homosexual porque ama únicamente a un hombre, el Sr. Burns, y no puede sentir ese mismo deseo o sentimiento hacia otro hombre. Esto refleja en gran manera la conducta de la homofobia interiorizada.


El Sr. Smithers tiene fantasías ocasionales con el señor Burns: cuando enciende su ordenador, aparece un montaje con el señor Burns desnudo diciendo: “¡Hola Smithers! Usted sabe cómo encenderme”...  Smithers ha declarado abiertamente su amor por Burns por lo menos en dos ocasiones, como en el episodio “Lisa La escéptica”, cuando, creyendo que el mundo está llegando a su fin, Smithers dice “¡Oh, qué diablos!” y besa a Burns en los labios, después se excusa diciendo que es “simplemente un signo de mi respeto”.  



En la serie Los Simpsons la mayoría de los personajes masculinos han expresado deseos homoeróticos, y muchos de ellos mantienen relaciones homoeróticas de closet como el caso de la pareja interracial de Leonard "Lenny" Lenford (blanco) y  Carlos "Carl" Carlson (afroamericano), ambos compañeros de Homero en su trabajo y que frecuentan el bar de Springfield cuyo dueño es Moe:

“Lenny y Carl son raramente visto separados y tienen una estrecha relación, con toques de la homosexualidad, aunque ambos se han visto salir con mujeres. Cada uno posee una maestría en física nuclear, pero a menudo son retratados como hombres trabajadores de cuello azul.” … “Hay insinuaciones homosexuales ocasionales en la relación de Lenny y Carl.” 



También podemos decir que en la popular serie de los muñequitos amarillos también existen los personajes homofóbos, tal vez el único personaje abiertamente tolerante y consistente tanto en conocimiento de la homosexualidad de forma positiva sea Lisa Simpson.


A partir de finales de los noventa emergen muchos cartoons con personajes gays, un ejemplo es Los Padrinos Mágicos donde uno de los amiguitos de Timmy, personaje principal es gay. Chester es un niño de 11 años que ya presenta características homoeróticas, por ejemplo está enamorado de otro niño A.J. también de 11 años. Además Chester es alérgico a las niñas.

En Los Padrinos Mágicos, igualmente aparecen personajes travestidos como el caso del papá de Timmy, que gusta vestirse de mujer y así llega a conquistar el amor de Adam West. Adam West está enamorado del padre de Timmy (sin saber que es un hombre), aunque en un capitulo Timmy le dice que la “mujer” que gano el concurso de belleza es su padre, y Adam West no teme en pedirle el teléfono sabiendo ya que es un hombre.



South Park (1997), el cartoon de un grupo de niños de 3er grado, parece abierto al amor homoerótico, no obstante las identidades masculinas gais son retratadas intrinsicamente malignas o equivocadas, como casi todos los personajes, pues la serie es bastante alocada, irreverente, grotesca y muy políticamente incorrecta.
Entre los personajes gais de South Park se encuentra el Sr. Garrison, maestro del 3er grado. En su pasado era un hombre, pero decidió hacerse un cambio de sexo a principios de la novena temporada para luego recuperar su pene por ayuda de un experimento por ratas y volver a ser hombre. Los únicos cambios que tiene cuando se ve como mujer son el maquillaje y la ropa, tiene el mismo aspecto y prácticamente la misma voz que antes de hacerse su cirugía de cambio de sexo. El Sr. Garrison tiene relaciones con el Señor Esclavo quien frecuentemente está en el aula de clases y golpea para desquitar su furia.



Big Gay Al, otro personaje de South Park, es un homosexual estereotípico. Tiene una granja de animales homosexuales que han sido rechazados por sus dueños homofóbicos. También apareció en la película South Park: Más grande, más largo y sin cortes, entreteniendo a las tropas estadounidenses. También fue líder de los niños exploradores, pero le prohibieron continuar con su trabajo por ser homosexual. Los jefes scout contrataron en su lugar a un líder más varonil, quien finalmente resultó ser un pedófilo que tomó fotos de los niños desnudos. En la novena temporada, terminó casándose con el Señor Esclavo, ex-amante de Señor Garrison, este último hizo muchas tretas para evitar esa unión de gais.

En South Park si bien la homosexualidad y el deseo homoerótico está muy estereotipado, tanto la homosexualidad y su deseo son aceptados como parte de la vida y muchas veces los personajes gais son motivo de mensajes positivos. Es difícil conseguir en este comic de televisión información netamente buena o adecuada porque su gracia y éxito se debe, como dije antes, a su forma de ver la vida que es políticamente incorrecta, sin embargo y aun así llega a mejorar en muchas ocasiones otros programas altamente homofóbicos y discriminatorios en todos los sentidos. Tal como aparece en el episodio “Dos muchachos desnudos en una tina caliente”, donde dos de los padres deciden masturbarse uno delante del otro. Sin embargo toda preocupación pasa en los niños y personas del pueblo cuando Jimbo exclama: “Claro , es una actividad gay”… “pero todo el mundo es un poco gay.”


Las caricaturas animadas, comiquitas o cartoons desde sus comienzo presentaron la homosexualidad y el deseo homoerótico, en sus comienzos están estuvieron codificadas bajo los patrones románticos de la heteronormativa, bajo la sombra de lo antropomorfo de los personajes o como una forma de burla a esa realidad que ofendia a los heterosexuales. No obstante, el deseo hacia el mismo sexo y la identidad homoerótica  se hacen más manifiestas en la cultura y en la sociedad y con ella los cartoons tambien avanzan. Muchas de las relaciones homoeróticas transferidas en los personajes de las caricaturas animadas se vieron envueltas como roommate, compañeros de piso y la pregunta era ¿son realmente gay? Entrado en el universo de lo posible, el deseo homoerótico se convirtió en una caricatura, como una manera de expresar que la única necesidad verdadera era el deseo heterosexual.

Sin embargo la animación junto con sus directores y escritores empezaron  a presentar las identidades de gays y lesbianas como aceptable. No todas por supuesto eligieron la realidad social, pero cada vez más la homosexualidad como su deseo son temas de discusión en estos tipos de programación televisiva.

Por ahora nos conformamos con la inocencia de Bob Esponja, con la inteligencia y gracia de Pinky y Cerebro, o con la irreverencia alocada de Mr. Garrison y Big Gay Al de South Park y sus peleas para ver quien se queda con el chico barbudo y de cuero Mr. Slave. Tendremos que soportar la homofobia light dE Los Simpsons y que Lisa llegue a ser presidenta para eliminar así la homofobia en Springfield.

Tal vez pasará mucho tiempo para que llegue un comic animado que sea supergay... pero a lo mejor ya no será tan divertido, porque quizás lo que hace reir muchas veces es lo que creemos que es lo que no es políticamente correcto... en todo caso nos burlaremos entonces de la heteronormativa, pero tampoco sería eso una bella realidad.


Por Félix Esteves