Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.
Para poder entender la ficción
del Homintern es necesario conocer y relacionar el término traición con
homosexualidad, o mejor dicho como la heteronormativa quiso emparejar como
sinónimos ambos vocablos. Por lo tanto desde este mismo momento hemos de ver el
Homintern como una palabra más producto de la homofobia y de las políticas del
heterocentrismo.
La asimilación de los
homosexuales a los de traidores a la nación es un argumento repetitivo del
discurso homofóbico. Esta imputación, que gravita y se fundamenta en algunos argumentos
irracionales, se alimenta desde finales del siglo XIX de los escándalos políticos
y militares en los que había homosexuales incriminados.
En el imaginario colectivo se
suele pensar al homosexual como el otro y por lo tanto es visto como “extranjero”
y es situado in o voluntariamente por la heteronorma al margen de la comunidad,
ya sea familiar o nacional. Su conducta, analizada desde las mentes homofóbicas
es vista en términos de placer inmediato, es además considerado egoísta y
narcisista al ennoblecer una forma de sexualidad no reproductiva, por lo tanto
el homosexual es considerado un peligro para la civilización del
heterocentrismo.
El homosexual representa
igualmente para la sociedad heterocentrista, falocéntrica y patriarcal una
amenaza para el orden social, ya que el homosexual no duda en traspasar o
romper las barreras de clase para encontrar nuevos compañeros, poniendo en
peligro las jerarquías existentes y por lo tanto el status quo. Pero el
discurso homofóbico sigue y se extiende, y proclama que el homosexual, pensado
como afeminado, es o se le atribuye taras presuntamente inherentes al otro
sexo: versátil, voluble, charlatán y cobarde. En consecuencia, en los períodos
de crisis, dificultades, y tensiones bélicas los homosexuales son, condicio
sine qua non, junto a otras minorías estigmatizadas, los chivos expiatorios de
la venganza y la represalia pública.
Así, la imagen del traidor
homosexual es tanto más recurrente cuanto la homosexualidad es considerada colectivamente,
generalmente y siempre como una importación extranjera: en el siglo IX se
trataba de una “costumbre árabe”. En el siglo XIII se convirtió en una “depravación
francesa”. En el siglo XV y el subsiguiente se conoció como el “vicio italiano”,
en los siglos XVIII y XIX fue el “libertinaje inglés”; el “vicio occidental” en
Oriente, la “maldición de los blancos” en África negra; la “perversión gringa”
en Sudamérica, etcétera, etcétera.
ALGO DE HISTORIA.
Tanto en Inglaterra como en Francia
el caso Eulemburg, a comienzos del siglo XX, contribuyó a asimilar la
homosexualidad a un “mal alemán”. El
caso Eulemburg es considerado como el mayor escándalo sexual del Imperio
alemán. Aunque básicamente se trataba de una pelea entre Philipp, príncipe de
Eulenburg-Hertefeld, y el periodista Maximilian Harden, las acusaciones e
inculpaciones extendieron el conflicto hasta el punto de que se empleaba la
expresión Círculo de Liebenberg para describir el círculo de personas
homoeróticas que rodeaba al emperador Guillermo II, y cito a Leopold Stape:
"El palacio de caza de
Grunerwald fue el lugar elegido para la sonada orgía que hizo temblar los
cimientos del imperio alemán, allí acudieron varios miembros del entorno del Emperador,
el grupo conocido como ‘Círculo de Liebenberg’."
Durante la Primera Guerra Mundial
la sospecha de homosexualidad adquirió un tono especialmente amenazador; tal
como lo relata Marcel Proust en En busca
del tiempo perdido:
"Desde la guerra el ambiente había cambiado. No sólo
se denunció la inversión del barón sino también su supuesta nacionalidad
alemana"…
En Inglaterra, el diputado Noel
Pemberton Billing organizó una notoria y verdadera caza de brujas contra los
homosexuales, al denunciar en 1918 en un artículo llamado “El Culto al Clítoris”
en su capítulo “Los primeros 47.000”, el chantaje ejercido según él por los
servicios secretos alemanes sobre homosexuales británicos de alta posición. Noel
Pemberton Billing consideró que la homosexualidad estaba infiltrada y
corrompiendo la sociedad inglesa, y que esto estaba relacionado con el
espionaje alemán en el contexto de la Primera Guerra Mundial. Pemberton en su
ensayo, altamente imperialista, y basado en la información proporcionada por
Harold Sherwood Spencer, que afirmaba que los alemanes estaban chantajeando a
homosexuales británicos de alto rango,
para propagar el vicio de Sodoma y Lesbos. Por su parte, el periodista
Arnold White afirmó que los homosexuales alemanes se entregaban fácilmente a la
seducción sistemática de los jóvenes soldados británicos.
En el curso entre las dos grandes
guerras las sospechas de traición se volvieron más políticas. La expansión de
una subcultura homoerótica en las capitales europeas, como Berlín, Londres, Paris
y hasta la misma Barcelona habían sido observadas con desconfianza por una
opinión pública obsesionada con el fantasma del contagio gay, mientras que el desarrollo
de los movimientos homosexuales militantes alimentaban los rumores de un
complot homoerótico, supuestamente alentado y auspiciado por los comunistas.
EL HOMINTERN.
No existió nunca un grupo
homosexual que conspirara cual Pinky y Cerebro para conquistar el mundo. Lo que
realmente existía era una trama imaginada de ciertos grupos de psicóticos
alimentados por la filosofía heterocentrista y que temían a la expansión de la
influencia homosexual. Existía, eso sí, La Internacional Comunista, que fue una
verdadera organización creada por Lenin en 1919 y que fue disuelta en 1943. Hay
que aclarar también que muchos homosexuales fueron atraídos por el movimiento
comunista, porque este proclamaba la igualdad en todos los sentidos, tanto
social como de género. De ese modo, muchos políticos temieron a los
homosexuales y comunistas, porque ambos estaban en contra de todo el status quo
y eran según las esquizofrénicas palabras heterocentritas, algo muy
preocupante:
"Como las cosas se va desarrollando
la Internacional Homosexual se ha convertido en una especie de auxiliar de la
Internacional Comunista. Este es más que alarmante, ya que los homosexuales se
están multiplicando como la arena de la orilla del mar."
(Waldeck, R. G. Homosexual
International // En : Human Events. -- Vol. XVn, No. 39 — Section II. -- September
29, 1960)
El término “Homintern” a menudo
se dice que fue acuñado por Cyril Connolly o por W. H Auden, pero Harold Norse
reclamó para sí mismo tal creación. Lo más probable, es que varias personas
inventaran el término al mismo tiempo. La implicación humorística fue que los
homosexuales constituían una red secreta en todo el mundo y que estaba destina
a acabar con el poder del patriarcado y el heterocentrismo, es decir la
Homintern era un “Internacional Homosexual”
Las únicas personas que alguna
vez tuvieron este sencillo juego de palabras como algo serio eran los que
temían la expansión de la influencia homosexual. En simples conversaciones,
vieron parcelas, en grupos de amigos, las conspiraciones. Si bien es cierto que
algunas personas homosexuales se convirtieron en el centro de la literatura y
la cultura moderna, en general, el Homintern era sólo una forma de visibilidad
del movimiento homosexual que se destacaba superficialmente.
Un grupo de intelectuales en todo
el mundo fueron llamados o acusados de pertenecer al Homintern, por ejemplo en
Inglaterra, W. H. Auden o Stephen Spender, junto con su club universitario el
apodo de Homintern, porque simplemente simpatizaban con el movimiento comunista
y no ocultaban su homosexualidad. En Francia la alianza comunismo y
homosexualidad también fue tomada muy a pecho y en las ciudades portuarias y
militares donde la prostitución masculina era muy frecuente se hicieron
informes de vigilancia con el fin de tener una lista de los establecimiento
públicos frecuentados por los comunistas, homosexuales, extranjeros y marineros
gais podían conspirar con la paz francesa.
En la década de los 20 del siglo
pasado, los partidos comunistas, sobre todo el KPD alemán, apoyaba las reivindicaciones
homosexuales, no obstante a la hora de la verdad, sus actuaciones eran
ambiguas. A partir de 1934, cuando la Unión Sovietica puso en marcha su
legislación homofóbica, la nueva línea del partido asimiló la homosexualidad
como una perversión fascista, porque en cierto modo algunos grupos nazis como
la SA, y fascista como Las Camisas Negras, desarrollaron una estética gay u
homoerótica y valoraban las relaciones viriles, pero fueron rápidamente
eliminados. Los homosexuales fueron acusados de comunistas y muchos comunistas
de homosexuales, y la traición era sospechada tanto por ser comunista como por ser homosexual, y tanto los nazis como los fascistas italianos vieron a ambos como
un complot que impedía la expansión del pueblo alemán e italiano
respectivamente.
En la “amargada cristiandad
española”, que se autodestruía en una sangrienta guerra civil, muchos
homosexuales declarados comunistas fueron perseguidos, apresados y ejecutados; intelectuales,
escritores, poetas, cantantes, bailarines que por alguna razón mostraran en
público su simpatía al movimiento comunista fueron injuriados, vilipendiados, y
al mismo tiempo de ser acusados de comunistas y homosexuales, porque parecía que
una cosa llevaba a la otra y más si eras artista, gran parte de estos hombres perdieron la vida, o fueron
exiliados, pero todos fueron metidos en el mismo saco. Hemos de recordar al excelso
Federico García Lorca que murió fusilado y al padre del decadentismo español Álvaro
Retana, acusado en 1939 por “rojo y mariquita”.
En los Estados Unidos de
Norteamérica, ya Tennessee Williams y Aaron Copland fueron acusados de originar
“momentos raros” dentro la cultura y la sociedad norteamericana, igualmente
Cole Porter por su relación homoerótica con el bailarín ruso Boris Kochno, fue
sometido a cierta vigilancia. Pero la
Homintern no había impresionado tanto a los políticos estadounidenses, es después
de la Segunda Guerra Mundial, que se relanzó la retórica homofóbica y
anticomunista con la caza de brujas liderada por McCarthy en la parte de los
rojos y por los “traidores sodomitas” orquestada por el senador de Nebraska
Kenneth Wherry, que argumentaba que durante la guerra, los asuntos exteriores
estaban dominados por una elite de homosexuales, abiertos al chantaje, y que
eran o alcanzaban los 6000 miembros gais infiltrados en las más altas esferas
del Estado. Curiosamente la mano de derecha de McCarthy era homosexual, Roy M.
Cohn, y el jefe del FBI J. Edward Hoover también era homosexual.
Con la arremetida norteamericana
contra los homosexuales y comunistas, muchos países, especialmente Gran Bretaña
asumió el Homintern como una realidad, especialmente con el caso de “Los Cinco de Cambridge”: grupo británico de
espías reclutados por la Unión Soviética en el Trinity College de la
Universidad de Cambridge que trabajó durante la Guerra Fría del siglo XX:
Anthony Blunt, Kim Philby, Donald Maclean, Guy Burgess y John Cairncross. Se
infiltraron en la sociedad británica como “topos”, en la jerga de los servicios
secretos.anto Guy Burgess, como Anthony Blunt y Maclean eran homosexuales y eso
constituyo el apogeo de la paranoia del Homintern, donde se mezclaba homosexualidad,
traición, comunismo y control mundial.
En el mundo cultural fueron
muchos los artistas que fueron acusados de homosexuales y comunistas; el Homintern
de esa manera fue utilizado en la década de 1950 y 1960, apareciendo en un sin fin
de número de artículos de revistas de
circulación masiva para referirse a lo que se creyó por muchos y por mucho
tiempo como una conspiración internacional de gays influyentes que, según se
afirmaba , controlaban las artes y la cultura. Estos artículos de revistas a
menudo se ilustraban con el color lavanda, y por eso es también conocido a
veces a la Homintern como “La conspiración de lavanda”.
Los homófobos alegaron que
existía una red secreta mundial de propietarios gais de galerías de arte,
directores de ballet, productores de cine, ejecutivos de sellos discográficos, editores
y fotógrafos que, tras bambalinas, determinaban quien se convertiría en
artistas de éxito, escritores de bestseller, bailarines, actores y modelos. Los
psicóticos que veían en la homosexualidad una amenaza latente llegaron hasta
asegurar que programas de televisión como Batman eran producto del Homintern y
que era una forma de propagar la homosexualidad en los televidentes.
En los mediados de los años 90 el
hecho de que los magnates de los medios de comunicación David Geffen, Barry
Diller, y Sandy Gallin, el diseñador Calvin Klein, el pintor Ross Bleckner, y
escritor Fran Lebowitz eran todos amigos cercanos dio lugar a rumores de un
nuevo Homintern, pero ya sin el agregado comunista que se venía desvaneciendo o
desligando ya desde los sesenta, y que termino con la caída del muro de Berlín.
Para los homofóbicos la presencia
de más de una persona gay evoca la posibilidad de un golpe de estado, de un
desastre cultural perverso. Podemos citar el presidente Robert Mugabe de
Zimbabwe y sus partidarios que llamaban
el gabinete del primer ministro británico, Tony Blair, una “mafia gay” por el
mero hecho de que solía incluir dos ministros gay.
Lo que si podemos asegurar es que
los intelectuales gais son más propensos al dialogo y a las reuniones masivas,
pero no para controlar al mundo, no para hacerse dueños de la tierra, en general,
las masas homosexuales se están accionando para hacer respetar nuestros derechos,
y para eso no se debe actuar como una conspiración o realizar un complot, aunque
para la heteronormativa y sus psicóticos piensan que cualquier encuentro gay debe
inevitablemente ser pervertido o siniestro o ambos, y cuando ven las transacciones
culturales gais, ven un complot subversivo, pero tal cosa no lo es, somos más
inteligentes y esperamos con la lucha pacífica que el mundo cambie a favor de
todos.
A mediados de los años 50 y de la
década subsiguiente del siglo XX comenzaron a surgir muchos dibujos animados
que ofrecían o transmitían la convivencia de las parejas del mismo sexo. Las
relaciones entre estos personajes siempre se mantuvieron poco claras, no se
sabía si eran familias, amigos o simplemente amantes. Pero esto no era nada
nuevo, ya en el cine existían personajes de caricaturas ambiguos como Bugs
Bunny, que luego pasa a la televisión como uno de los cartoon más queridos por
los televidentes, convirtiéndose además en un icono pop gay.
Siguiendo esta tradición solapada
de la homosexualidad y el deseo homoerótico en las tiras cómicas, como también
se les conoce, surgen comiquitas como “El Oso Yogui” (y Boo-boo), “Leoncio El
León” (y Tristón), “Ren y Stimpy”, “Pinky y Cerebro”, “Bob Esponja” (y
Patricio), “Los Simpsons” y sus
personajes gays entre los que se encuentran el famoso Sr. Smithers, no nos
podemos olvidar al maestro gay de los irreverentes niños de “South Park”, el incomprendido Susana enemigo de Dexter de “El
laboratorio de Dexter” y los singulares “Padrinos Mágicos”.
La Homosexualidad en la Tierra de las Fantasías Infantiles.
La televisión siempre estuvo
polarizada y se mantuvo esencialista a la heteronormativa, presentando siempre
el deseo heterosexual como hegemónico, correcto y como la única realidad. Por
otra parte, el deseo homoerótico, y los personajes gays o con cierta ambigüedad
sexual, limpiamente castrados, aparecieron de vez en cuando sólo para que los
heterosexuales pudieran felicitarse por su tolerancia a las rarezas o como
forma de burla para justificar la heterosexualidad como norma.
El dibujo animado, sin embargo,
siempre ha sido subversivo: los personajes animados se mueven entre la fusión o
la desconstrucción, pueden ser animal/humano, pueden estar desnudo/vestido, son
niño/adulto y pueden ser masculino/femenino, y en ese juego de ambos y ninguno van
formando una historia que permite con fluidez las lecturas transgresoras de los roles de
género, que pueden ser implícitas o explícitas de la identidad del mismo sexo,
el comportamiento, y el deseo.
De esta manera cada personaje
animado es una imagen polisémica, capaz de poseer infinidad de significados,
está en el autor concretar los significados e insertar en la imagen o
“muñequito” en un contexto suficientemente explicado para delimitar los signos
o la confusión de estos. No obstante
los signos no son necesario fijarlos, sobre todo en los dibujos animados, que
se basan en la inferencia: un par de bucles y garabatos, unas pocas líneas de
diálogo, debe ser suficiente para establecer las identidades de personajes de dibujos
animados básicos, sus historias de vida. De allí la irreverencia del
cartoon.
Antes de la década del 90, era
muy raro que los animadores introdujeran deliberadamente el deseo del mismo sexo
en sus personajes o tramas. El deseo heterosexual era predominante y residió, y
en gran medida aún reside, en la construcción misma de caricaturas (ser vivo y con
cierta forma de conciencia) reflexivo con intención de desear las personas del
sexo “opuesto”, y la única forma de concebir, incluso de los gays era alinear
sus comportamientos de género con las del sexo opuesto y a su deseo, y que se
convertía indiscutiblemente en heterosexual.
Hoy día los animadores pueden
introyectar a los dibujos animados, y el público puede descodificar signos evidentes del deseo por el mismo sexo,
y los personajes, incluso específicamente aquellos identificados como
homosexuales. Pero incluso cuando el deseo debe estar sumergido en el
subconsciente, y las identidades encerradas hasta el punto de la invisibilidad,
un producto cultural sigue siendo “estructurado como un sueño, una red de
representaciones que codifica los deseos y temores, proyecciones e
identificaciones, y en el ámbito del análisis textual, podemos localizar a los
deseos y temores, las inestabilidades y las angustias que rodean el deseo del
mismo sexo y la identidad.
El Código Hays.
El código Hays fue un código de
producción cinematográfico que determinaba con una serie de reglas restrictivas
qué se podía ver en pantalla y qué no en las producciones estadounidenses.
Creado por la asociación de productores cinematográficos de Estados Unidos
describía lo que era considerado moralmente aceptable. Fue escrito por uno de
los líderes del Partido Republicano de la época, William H. Hays. Este código
se aplicó desde 1934 hasta que se abandonó en 1967, para dar lugar al nuevo
sistema de clasificación por edades. El código constituyó un sistema de
censura, que prohibía la exhibición en Estados Unidos de la mayoría de las
películas europeas o independientes que a menudo violaban el estilo de
Hollywood.
En los días anteriores al Código
Hays era poco lo que se restringían en
los temas y en las caracterizaciones posibles, los animadores presentaron con
frecuencia el deseo del mismo sexo como una parte normal de ser humano o ser sintiente, varios dibujos animados de
aquella época no se restringían en su deseo homoerótico, o eran planteados con
una ambigüedad poco solapada. Un gran ejemplo de lo anteriormente dicho fue la
tira cómica de prensa Krazy Kat, que
luego paso al cine y a la televisión. En América Latina y España Krazy Kat era conocida como “La Gata Loca”.
Krazy Kat es una tira de
prensa, creada por George Herriman, que se publicó en periódicos
estadounidenses entre 1913 y 1944. Apareció por primera vez en el diario New
York Evening Journal, propiedad del magnate de la prensa William Randolph
Hearst. Ambientada en un idealizado condado de Coconino, Arizona, habitual
lugar de vacaciones de Herriman, Krazy
Kat es una peculiar mezcla de surrealismo, inocencia y romanticismo, y está
dotada de un lenguaje tan poético y avanzado para su tiempo y su época que ha
hecho las delicias de aficionados y críticos a lo largo de más de ochenta años.
La tira se centra en las
aventuras del gato Krazy y del ratón Ignatz. Krazy es un gato de sexo
indefinido, unas veces aparece como gato y en otras como gata. Ignatz es un
ratón muy gruñón que es su amor no correspondido, que le aborrece y siempre le
lanza ladrillos a la cabeza, con una excelente puntería. Sin embargo, Krazy
interpreta los ladrillazos como actos de amor. A su vez, el ratón Ignatz tiene
que estar en la cárcel de Coconino, una prisión construida, como no podía ser
de otra manera, de ladrillos. Tanto los dos protagonistas como el resto de
personajes que pueblan el universo de la serie son animales antropomórficos.
El sexo de Krazy nunca queda
demasiado claro y varía según la historia. Muchos autores post-Herriman,
empezando por E. E. Cummings, se refirieron a Krazy, erróneamente, sólo como
hembra, pero Herriman siempre se mostró ambiguo y en varias planchas de la
serie bromea con esta incertidumbre. El examen de las primeras tiras de Krazy
Kat llevaría a pensar en que Herriman pensó inicialmente en Krazy como una gata
ya que la dibujó embarazada, y que posteriormente fue diluyendo su identidad
para crear el espíritu libre que deseaba para su personaje. Sin embargo, no
hubo dudas a la hora de definir el sexo del oficial Pupp (Cachorro) ni del
ratón Ignatz, que tiene mujer e hijos. Posiblemente, la reacción del público
ante la indefinición de Krazy como él o ella provocó que Herriman decidiera
mantener la incertidumbre y jugar con la ambigüedad.
Sin embargo, esta indefinición
sexual favoreció que la tira fuera acusada de homosexualidad latente. Si Krazy
era gata, no existía mayor problema en que el oficial Pupp la amara y que ella,
a sí mismo, amara al ratón; pero si Krazy era gato, las cosas ya resultaban muy
diferentes. Un gato, en este caso macho, enamorado de un ratón, otro macho de
una especie diferente, que además estaba casado, y que lo maltrataba (violencia
de género) era una combinación demasiado explosiva para el conservadurismo de
la época. A pesar de todo, no faltaron críticos que definieron la relación
entre los personajes como algo estrictamente amoroso, y sin ningún carácter
sexual, con lo que el sexo del gato quedaba en un segundo plano. También se
puede interpretar como una forma más del universo creado por Herriman: un mundo
propio, con un grafismo único en el que las leyes de la lógica racional son
constantemente subvertidas.
Según George Herriman, el creador
de Krazy Kat, habla del sexo de su
personaje:
“No seáis duros con Krazy. No es más que una sombra, atrapada en la
telaraña de esta madeja mortal. Le llamamos Krazy (loco o loca) Kat (gato o gata),
pero no es ninguna de las dos cosas. En alguna ocasión llegará hasta vosotros,
gentes del crepúsculo, y su contraseña será el eco de una campana que tañe a
vísperas, y su vehículo un soplo de céfiro del Oeste. Perdonadle, porque no le
comprenderéis mejor que nosotros, que nos demoramos a este lado de la valla.
Krazy es como un espíritu, como un elfo, que no tiene sexo. De modo que no
puede ser femenino ni masculino. Es un espíritu -un duende- capaz de deslizarse
en el interior de todo.” (En Historia de los Cómics, vol. I, Toutain Editor,
1982; p. 34)
Anteriormente a Krazy Kat o “La Gata Loca”, más precisamente en 1905, Winsor McCay empezó a
publicar semanalmente en el periódico The New York Herald las aventuras de
Little Nemo, Little Nemo in Slumberland.
Este cómic era muy ambicioso en cuanto a su propuesta estética, pero con una
estructura narrativa bastante simple: Nemo un niño de 5 años, vive sueños de aventuras
maravillosas que acaba abruptamente en la última viñeta cuando despierta.
Little Nemo in Slumberland tuvo un argumento maravilloso y propicio
para desplegar un gran sentido lúdico donde se mezclan las fantasías, jugando
con las leyes de la perspectiva y la gravedad. Los recuadros narrativos
abandonan su formato regular adaptándose
a lo que requiere el relato. El colorido es muy rico y matizado, pero nunca
desaparece el contorno preciso que
delimita objetos y personajes. Asimismo, el argumento permitió que el onirismo
fuera tema central casi protagonista, en una época donde la sexualidad era más
libre y no había aparecido aún en ingles el libro de Sigmund Freud “La
interpretación de los sueños” y esto le concedió al escritor una forma de jugar
con los sexos y la sexualidad de algunos de los personajes.
Aunque los personajes ambiguos
desaparecieron de la pantalla en 1935, el deseo romántico o erótico hacia el
mismo sexo está disponible para todos, a
menudo ignorados o suprimidos, y hay un sin número de formas de imaginar,
modelar del deseo del mismo sexo sin expresar identidades gays o lesbianas, de
hecho, el imperativo para presentar el deseo heterosexual como la única
posibilidad ha hecho tradicionalmente que los personajes homosexuales
aparecieran como asexuales. Sin embargo, el deseo homoerótico a menudo se
entrometió en los dibujos animados de los años 1940 y 1950, a pesar de todos
los esfuerzos para garantizar que los personajes eran “realmente” heterosexuales.
Los dibujos animados de películas
de la época fueron dominados por la productora Warner Brothers. En estos
pequeños film aparecieron personajes animados con ciertas ambigüedades de
personalidad ya su vez estos tenían una relación amor odio con sus
antagonistas, por ejemplo Bugs Bunny,
Porky Pig, el PatoLucas, el gato Sylvestre y Yosemite San
o Elmer el Gruñón. La ambigüedad en
las personalidades y relaciones llevó, a pesar del Código Hays, a los momentos
de reconocimiento del deseo homoerótico, al igual que en los ratones “A Tale of Two Mice” (1945), o el
insoportable de Pepe LePew en el romance
con una mofeta con un gato en “For
Scent-imental Reasons” ( 1949 ).
Pero el ejemplo más evidente fue el del comic “Porky Pig's Feat” de 1943, cuando Porky Pig y el Pato Lucas comparten un cuarto de hotel. Cuando se preparan para partir, se les presenta una factura de hotel muy alta, y donde se incluye servicios de “Love spot”, es decir servicios por “puntos de amor” por 10,80 dólares, ya nos podemos imaginar lo que hicieron el puerquito y el patito en el cuarto de hotel.
Se ha hablado mucho de las
incursiones de los personajes de Warner Brothers en el travestismo. Sam Abel
(1995), por ejemplo, cree que las rutinas de travestismo u homoeróticas de Bugs
Bunny y otros personajes eran “formas de abordar los problemas de la
dominación masculina” (2) y por lo tanto cuestionaban los roles de
género. Sin embargo, las escenas de travestismo u homoeróticas con frecuencia
se dedicaban a la conducta transgresora sin adaptar la fricción, por ejemplo,
después de la humillar o de eludir al enemigo, Bugs Bunny besa en los labios a
Elmer o a Yosemite Sam. Este acto no transgrede los roles de género, ya que no
existe un masculino y papel femenino en un beso. Dentro del contexto de la caricatura,
parece dar a entender que los muñequitos o personajes solo están bromeando, que no tienen malas
intenciones. Pero no siempre funciona, por supuesto : cuando Bugs Bunny, por
ejemplo le propone matrimonio, Elmer
acepta con alegría, llevando en un vestido de novia. Así Elmer se convierte en objeto
de burlas, Elmer es ineficaz como cazador y fácilmente engañado para revelar su
“verdadera” naturaleza femenina. A veces ocurre lo contrario y es Bugs Bunny
quien viste de mujer y termina asumiendo su feminidad como una forma de
supervivencia para engañar/seducir a su enemigo.
Los dibujos animados de televisión de los años 1950 y 1960.
Durante estas dos décadas
abundaron las parejas masculinas en los comics de la televisión, donde si bien
no se afirmaba directamente el deseo homoerótico, la interacción entre los
personajes permitió localizar el deseo
del mismo sexo codificado como romántico, pero como una obvia parodia de deseo
heterosexual: por ejemplo , el intercambio de un espacio de estar o una cama,
participar en actividades sociales como pareja; ser aceptado como un par por
otros; no poder dedicarse a otras relaciones sustantivas, especialmente
aquellos con el sexo opuesto; rechazando propuestas románticas de los demás.
Estos dibujos animados se
convirtió en la marca de los estudios Hanna -Barbera , que dominó los espacios
de cartoons de la televisión en los años 1950 y 1960. Fácilmente podemos
acordarnos de docenas de tales parejas,
generalmente divididas en miembros apolíneo y dionisíaco , el que inventa
esquemas salvajes y uno que expresa la voz de la razón : los ratones Pixie y Dixie en The Huckleberry Hound
Show (1958-1962); El Oso Yogui y Boo Boo
(1958-1961) , la pareja interracial de Quick
Draw Mc Graw & Baba Looey más conocido en español como Tiroloco McGraw y su compinche burro
(1959-1962) ; Leoncio el león y Tristón
( 1962-1963) . Otros estudios siguieron el ejemplo, con los residentes del
zoológico Tennessee Tuxedo y Chumley
(1963-1966), o Rocky y Bullwinkle
(1961-1963), un alce y la ardilla que, cuando no estaban involucrados en
aventuras ingeniosas, participaban como pareja en la vida civil del Frostbite
Falls, Minnesota.
¿Eran estos muñequitos o
personajes de cartoon amigos? ¿Parientes? ¿Amantes? No hay una respuesta
definitiva, ya que transgreden cada una de las constelaciones permisibles de
las conjeturas para las díadas del mismo sexo en la década de 1950 y en gran medida aún hoy en día. Ellos no
pueden ser meros compañeros, ya que comparten las casas y se van de vacaciones
juntos. No son parientes consanguíneos o compañeros de trabajo, o antagonistas.
Presentan, de hecho, los contextos contradictorios o vagos que no fijan ningún
signo particular y permiten la lectura que son ninguno de los anteriores, que
son, de hecho, parejas románticas.
Yogui Bear ilustra las tensiones
posiblemente eróticas inherentes a la diada de dibujos animados. En los primeros
dibujos animados, tales como “Pie
Pirates” y “Foxy Hound Dog”, Yogui aparece con un carácter anárquico,
principalmente para burlar la conformidad del guardabosque Smith. Boo-Boo
aparece sólo ocasionalmente para indicar la desaprobación de la comunidad de
los osos de las travesuras de Yogui. Durante la primera temporada, Ranger Smith
se degrada gradualmente a una molestia menor, y Boo-Boo se convierte en parte
integral de las líneas argumentales. Para el final de la primera temporada, en
“Lullaby – Bye Bear” y “Daffy Daddy”, Yogui y Boo-Boo son compañeros constantes
y parejas de hecho, compartiendo una cueva y una cama, podemos decir que se han
enamorado.
En la segunda temporada, como
para calmar tal lectura, los creativos hacen aparecer el personaje Cindy
Bear como la osa enamorada de Yogui. Sin
embargo, ella fue consignada en su mayoría a lanzar indirectas y pañuelos, a
pestañear sus ojos mientras caminaba Yogui, ajeno a toda relación heterosexual.
Ella, Cindy Bear, apela a Boo Boo para consejos de seducción, y mientras que el
“compañero” puede muy bien haber sabido despertar el interés de Yogui, ofreció
sólo sugerencias poco entusiastas e ineficaces. Porque él y Yogui ya estaban
involucrados, La relación del mismo sexo, sin duda triunfó sobre la incursión
del deseo heterosexual: hoy en día casi todo el mundo pueda identificar a Yogui
y Boo Boo, pero pocos han oído hablar de Cindy Bear o simplemente la ignoran.
Durante este período aparece en
la TV el cartoon Snagglepuss o “El León Melquiades”. Este Felino, es
un león montañés de color rosa, que como única vestimenta lleva un alzacuello y
puños y lazada al cuello de color negro, muy al estilo de los muchachotes chippendale.
Un Joven Chippendale y el león Melquiades... ¿ves alguna diferencia?
Melquiades es completamente
metrosexual, amanerado que llega a lo más estereotipado del gay, su postura,
habla, y gestualización, son de gran refinamiento. Su mayor empeño en la vida
es conseguir adecuar su gruta o cueva a su gusto. Es decir, arreglarla y
decorarla para vivir cómodamente con los lujos propios de los que cualquier
sibarita como el mismo que se precia, debe vivir. Tal vez, esa sinceridad
homoerótica con que fue diseñada esta caricatura no hizo que gustara en el
público de aquel entonces, el león demasiado llamativo tuvo un éxito efímero y
decayó tempranamente; si bien es cierto que el personaje quedó como un Mítico
de Hanna- Barbera.
Los dibujos animados de televisión de los años 1970 y 1980.
Durante la década de 1970, el
aumento de la visibilidad de las identidades homosexuales en la cultura externa
añadido asociaciones románticas para las codificaciones posibles de díadas del
mismo sexo, es decir, muchos de los televidentes poseían las herramientas
contextuales para especular sobre si las parejas de comics o cartoons eran
realmente gays, de esta manera los productores se vieron forzados a desactivar
la posibilidad de tal probabilidad a través de la demostración continua de los deseos
heterosexuales.
Como consecuencia, las díadas del mismo sexo, prácticamente
desaparecieron de la animación, reemplazadas por personajes involucrados en los
romances heterosexuales como Underdog,
conocido como Superperro, o por
personajes solitarios como La Pantera
Rosa, o por grupos de músicos de rock/detectives como Josie y las melódicas. Algunos comentaristas han sugerido vínculos
románticos en la larga duración de Scooby
Doo (1969-1986) entre los personajes de Daphne y Velma , o entre Shaggy y
el semi - coherente epónimo Great Dane Scooby, y la verdad que este último par cazaban
monstruos juntos, y aunque nunca compartieron un espacio de vida, dedicado a
actividades sociales como una pareja, o expresaron ningún interés romántico en
sí, solían comer juntos y saltar uno encima del otro, especialmente a la hora
del peligro, pero tal acción por lo general, es vista como un gesto de cobardía,
aunque también se puede leer como una acción de protección hacia el otro como
parte del afecto homoerótico.
En 1959 aparecen The Smurfs, mejor conocidos en español en la
TV en español como Los Pitufos (1979-1986), un grupo de pequeños humanoides
azules llamado según su característica más primaria, como Pitufo Bromista, el
Pitufo Valiente, el Pitufo Goloso, el Pitufo Gruñón, el Pitufo Manitas, y el
Pitufo Vanidoso, que era un dandy ensimismado que podría leerse como un
estereotipo homofóbico. Se puede decir que los pitufos vivian felices en una
especie de mundo homoerótico u “homotopia”, hasta que el malvado Gargamel desea
vengarse de los pitufos y para ello decide crear una pitufita, que los seduzca
y cause que se peleen por ella. Gargamel hace a la pitufita de arcilla y luego
la sumerge en una poción para darle vida. Tal vez lo más probable es que el
personaje fue introducido específicamente para proporcionar un objeto de deseo
heterosexual de los Pitufos y calmar las conjeturas de que pudieran ser realmente
gay.
Para la década de 1980, la
mayoría de los personajes de dibujos animados se habían vuelto agresivamente
heterosexuales: apareció He-Man y los Masters del universo (1983-1984) o Strawberry Shortcake (1980-1985), o GI Joe: Un héroe americano real (1985-1992).
Incluso los Chipmunks Chip 'n' Dale de
Walt Disney revividos en 1983-1991, fueron excusados de su posible
homosexualidad y enseguida le consiguieron novias.
Dibujos animados desde la década de 1990 hasta hoy día.
A principios de 1990, los dibujos
animados comenzaron a hacer referencias disfrazadas a la presencia del deseo
homoerótico. La tendencia comenzó con Ren
y Stimpy (1991-1995), una parodia evidente de dúos de dibujos animados de
la década de 1960, protagonizada por un maníaco y violento Chihuahua y un gato gordito y estúpido. Ellos reflejan la era
de Hanna- Barbera de presentar signos y sin suficientes marcadores contextuales
para fijar las diadas como amigos, hermanos o compañeros de trabajo, pero con
la salvedad que aunque posiblemete son gais, aquí la relación homoerótica es
vista desde la perversidad.
Ren y Stimpy es una pareja abiertamente romántica, comparten una
casa y una cama, sino que también recuerdan su boda, y Stimpy da a luz a un
pedo sensible, un producto de su unión sexual. En algunos episodios, Stimpy es
un estereotipo de la mujer de los años 50, pasiva, responsable de la cocina, de
la limpieza y el planchado de la ropa interior de Ren. Ren es social y el
activo en la relación, en “El Hijo de Stimpy”, Ren trata de seducir a Stimpy,
pero es rechazado por Stimpy que le dice
“estoy harto” … “¿es en lo único que
piensas?” Algunos de estos síntomas pueden adherirse a una lectura de una
relación sexual, no solamente heterosexual, incluso una relación romántica
homoerótica. Ellos están en su lugar presentando una parodia de las relaciones
heterosexuales, supuestamente divertidas porque son los dos hombres, sin
embargo, uno de ellos está actuando como una mujer.
Mientras Ren y Stimpy permitieron un conocimiento del deseo del mismo sexo e
incluso la actividad homoerótica, no es hasta que Pinky y Cerebro (1993-1999) que vemos identidades homosexuales codificadas
en el dúo de dibujos animados. Ren y
Stimpy representaron la pareja homoerótica desde la perspectiva de la
“homofobia light”, ridiculizar la díada homosexual bajo la mirada distorsionada
y “ridiculizadora” de la heteronormativa.
Sin embargo Pinky y Cerebro,
las ratas de laboratorio inteligentes que quieren adueñarse del mundo comparten
una jaula y colaboraron en los planes para asumir el control de la humanidad,
pero ellos fueron codificados como compañeros de trabajo y compañeros de
literas, no como amantes. Ambos tenían amores fuera de su relación, Pinky fue especialmente promiscuo, se
enamoró de un caballo, un león marino, y hasta de la heroína infantil Pippy
Calzaslargas.
El deseo erótico, sin embargo, en
Pinky y Cerebro es parte de su
relación desde el principio, tanto así que muchas de sus diálogos, reflexiones
o razonamientos son claramente homoeróticas,
como por ejemplo cuando se preguntaron: ¿conseguiremos chaparreras de
nuestra talla? Cuando el término chaps,
chaparreras, se refieren tanto a los pantalones de estilo occidental con la entrepierna
abierta usado muy frecuentemente en círculos de cuero de los homosexuales. De
igual manera, la mayoría de las “ponderaciones” o “¿estás pensando lo mismo que yo?” que aparecen en todas las grabaciones las
respuestas ponderan preocupaciones de travestimos, fetiche, o de evocaciones de
sentido sexual:
“¿estás pensando lo mismo que yo?
sí, cerebro , pero esta vez le pongo el tutu”… o
“Volvamos al laboratorio y prepararnos para mañana en la noche.
¿Por qué Cerebro? ¿Qué vamos a hacer mañana por la noche?
Lo mismo que hacemos todas las noches, Pinky .
(Pausa, mientras reflexionamos sobre qué es lo que hacen todas las
noches)
Tratar de dominar el mundo.”
Cuando Pinky y Cerebro empezó a tener un fuerte rating los contenidos se
volvieron más complejos; los escritores añadieron elementos familiares y
románticos. Quizás lo más importante de Pinky
y Cerebro es que su relación no está sembrada o hecha para verse como una
pareja heterosexual, sino que en definitiva está concebida y presentada para
verse como una pareja homoerótica. Por ejemplo, cuando Cerebro es interrogado
por un empleador:
“¿Está usted casado?”
Después de un breve silencio e incómoda pausa, él responde
“No, yo tengo un compañero de
piso”...
Sabemos que la respuesta
“compañero de piso” es - o era - una estrategia familiar para ocultar las
parejas del mismo sexo de los homófobos potenciales. Cerebro logra conseguir el empleo y entra en
la corporación como un hombre gay en el
closet. De igual manera Cerebro rechaza torpemente las pretensiones femeninas e
inventa explicaciones absurdas para la fotografía de Pinky en su escritorio.
Cuando los padres de Cerebro lo
visitan, Cerebro presenta a Pinky como “mi...um...
compañero de cuarto”. Los padres de Cerebro
no se comen ese cuento y muy liberales al final invitan a Cerebro y a Pinky a
pasar en familia el Día de Acción de Gracia. Ningún otro cartoon de la década
de 1990 interpretó a parejas del mismo sexo tan abiertamente como Pinky y Cerebro.
Otro de los cartoon o comiquita
que con mucha frecuencia retrata el deseo homoerótico es Bob Esponja (1999). Este cartoon, una esponja amarilla cuadrada, tiene
una amiga llamada Sandy, una ardilla en un traje de buceo, pero nadie en su ciudad
submarina de Bikini los confunde o los ve como amantes, ni nunca se hace tal insinuación.
Sin embargo, Bob Esponja tiene una
relación particular con su vecino, Patricio que es una estrella de mar, y se
emparejan con una intensidad sin duda erótica.
A pesar de que los dos no están
codificados consistentemente como parejas románticas - viven por separado e
interactúan con grupos separados de amigos - la posibilidad del deseo
homoerótico no está excluido.
Por otra parte Bob Esponja, tal vez de manera inocente, recuerda muchas veces los diferentes comportamientos juveniles de los primeros descubrimiento de la adolescencia gay, como el primer amor, las decepciones y otras situaciones afines.
Los Simpson (1989) fue la primera serie de dibujos animados
modernos que incluyó personajes abiertamente gais , y casi todos los episodios
alude al deseo por el mismo sexo, los códigos son complejos y en constante
flujo. Por ejemplo entre los personajes
abiertamente gais, se encuentra el Señor Smithers o Wuandúlo Smithers Jr, gay
de closet, y la hermana lesbiana de Marge Patty Bouvier.
El Señor Smithers Jr es un
personaje ficticio recurrente de la serie de televisión Los Simpson. Es el
ayudante y asistente personal de Montgomery Burns, dueño de la Planta de
energía nuclear de Springfield. De muchas formas, Smithers representa al
estereotipo de un homosexual en el armario. Hay varias características que
hacen que Smithers represente el estereotipo del gay enclosado, ya que no se ha
declarado homosexual, pero tiene varios amigos gais, en Springfield frecuenta
el barrio gay, colecciona muñecas Stacy Malibu y toma unas vacaciones
exclusivas para hombres. Se puso de manifiesto en un flashback que estuvo
casado brevemente con una mujer, pero los dos se separaron porque dedicaba demasiado
tiempo al señor Burns.
Se ha demostrado que Smithers
posee un profundo y apasionado amor por el Señor Burns y su orientación sexual
ha sido descrita por los guionistas de la serie como burns-sexual, es decir
aquellas personas que no se consideran gais porque solo son homosexuales cuando
están frente a su único objeto de deseo homoerótico; por ejemplo Smithers solo
es homosexual porque ama únicamente a un hombre, el Sr. Burns, y no puede
sentir ese mismo deseo o sentimiento hacia otro hombre. Esto refleja en gran
manera la conducta de la homofobia interiorizada.
El Sr. Smithers tiene fantasías
ocasionales con el señor Burns: cuando enciende su ordenador, aparece un
montaje con el señor Burns desnudo diciendo: “¡Hola Smithers! Usted sabe cómo
encenderme”... Smithers ha
declarado abiertamente su amor por Burns por lo menos en dos ocasiones, como en
el episodio “Lisa La escéptica”, cuando, creyendo que el mundo está llegando a
su fin, Smithers dice “¡Oh, qué diablos!” y besa a Burns en los labios, después
se excusa diciendo que es “simplemente un signo de mi respeto”.
En la serie Los Simpsons la
mayoría de los personajes masculinos han expresado deseos homoeróticos, y
muchos de ellos mantienen relaciones homoeróticas de closet como el caso de la
pareja interracial de Leonard "Lenny" Lenford (blanco) y Carlos "Carl" Carlson
(afroamericano), ambos compañeros de Homero en su trabajo y que frecuentan el
bar de Springfield cuyo dueño es Moe:
“Lenny y Carl son raramente visto separados y tienen
una estrecha relación, con toques de la homosexualidad, aunque ambos se han
visto salir con mujeres. Cada uno posee una maestría en física nuclear, pero a
menudo son retratados como hombres trabajadores de cuello azul.” … “Hay
insinuaciones homosexuales ocasionales en la relación de Lenny y Carl.”
También podemos decir que en la
popular serie de los muñequitos amarillos también existen los personajes
homofóbos, tal vez el único personaje abiertamente tolerante y consistente
tanto en conocimiento de la homosexualidad de forma positiva sea Lisa Simpson.
A partir de finales de los
noventa emergen muchos cartoons con personajes gays, un ejemplo es Los Padrinos Mágicos donde uno de los
amiguitos de Timmy, personaje principal es gay. Chester es un niño de 11 años
que ya presenta características homoeróticas, por ejemplo está enamorado de
otro niño A.J. también de 11 años. Además Chester es alérgico a las niñas.
En Los Padrinos Mágicos, igualmente aparecen personajes travestidos
como el caso del papá de Timmy, que gusta vestirse de mujer y así llega a
conquistar el amor de Adam West. Adam West está enamorado del padre de Timmy
(sin saber que es un hombre), aunque en un capitulo Timmy le dice que la
“mujer” que gano el concurso de belleza es su padre, y Adam West no teme en
pedirle el teléfono sabiendo ya que es un hombre.
South Park (1997), el cartoon de un grupo de niños de 3er grado,
parece abierto al amor homoerótico, no obstante las identidades masculinas gais
son retratadas intrinsicamente malignas o equivocadas, como casi todos los
personajes, pues la serie es bastante alocada, irreverente, grotesca y muy
políticamente incorrecta.
Entre los personajes gais de
South Park se encuentra el Sr. Garrison, maestro del 3er grado. En su pasado
era un hombre, pero decidió hacerse un cambio de sexo a principios de la novena
temporada para luego recuperar su pene por ayuda de un experimento por ratas y
volver a ser hombre. Los únicos cambios que tiene cuando se ve como mujer son
el maquillaje y la ropa, tiene el mismo aspecto y prácticamente la misma voz
que antes de hacerse su cirugía de cambio de sexo. El Sr. Garrison tiene
relaciones con el Señor Esclavo quien frecuentemente está en el aula de clases
y golpea para desquitar su furia.
Big Gay Al, otro personaje de South Park, es un homosexual
estereotípico. Tiene una granja de animales homosexuales que han sido
rechazados por sus dueños homofóbicos. También apareció en la película South
Park: Más grande, más largo y sin cortes, entreteniendo a las tropas
estadounidenses. También fue líder de los niños exploradores, pero le
prohibieron continuar con su trabajo por ser homosexual. Los jefes scout
contrataron en su lugar a un líder más varonil, quien finalmente resultó ser un
pedófilo que tomó fotos de los niños desnudos. En la novena temporada, terminó
casándose con el Señor Esclavo, ex-amante de Señor Garrison, este último hizo
muchas tretas para evitar esa unión de gais.
En South Park si bien la
homosexualidad y el deseo homoerótico está muy estereotipado, tanto la
homosexualidad y su deseo son aceptados como parte de la vida y muchas veces
los personajes gais son motivo de mensajes positivos. Es difícil conseguir en
este comic de televisión información netamente buena o adecuada porque su
gracia y éxito se debe, como dije antes, a su forma de ver la vida que es
políticamente incorrecta, sin embargo y aun así llega a mejorar en muchas
ocasiones otros programas altamente homofóbicos y discriminatorios en todos los
sentidos. Tal como aparece en el episodio “Dos
muchachos desnudos en una tina caliente”, donde dos de los padres deciden
masturbarse uno delante del otro. Sin embargo toda preocupación pasa en los
niños y personas del pueblo cuando Jimbo exclama: “Claro , es una actividad gay”… “pero
todo el mundo es un poco gay.”
Las caricaturas animadas, comiquitas o cartoons desde sus comienzo presentaron la homosexualidad y el deseo homoerótico, en sus comienzos están estuvieron codificadas bajo los patrones románticos de la heteronormativa, bajo la sombra de lo antropomorfo de los personajes o como una forma de burla a esa realidad que ofendia a los heterosexuales. No obstante, el deseo hacia el mismo sexo y la identidad homoerótica se hacen más manifiestas en la cultura y en la sociedad y con ella los cartoons tambien avanzan. Muchas de las relaciones homoeróticas transferidas en los personajes de las caricaturas animadas se vieron envueltas como roommate, compañeros de piso y la pregunta era ¿son realmente gay? Entrado en el universo de lo posible, el deseo homoerótico se convirtió en una caricatura, como una manera de expresar que la única necesidad verdadera era el deseo heterosexual.
Sin embargo la animación junto con sus directores y escritores empezaron a presentar las identidades de gays y lesbianas como aceptable. No todas por supuesto eligieron la realidad social, pero cada vez más la homosexualidad como su deseo son temas de discusión en estos tipos de programación televisiva.
Por ahora nos conformamos con la inocencia de Bob Esponja, con la inteligencia y gracia de Pinky y Cerebro, o con la irreverencia alocada de Mr. Garrison y Big Gay Al de South Park y sus peleas para ver quien se queda con el chico barbudo y de cuero Mr. Slave. Tendremos que soportar la homofobia light dE Los Simpsons y que Lisa llegue a ser presidenta para eliminar así la homofobia en Springfield.
Tal vez pasará mucho tiempo para que llegue un comic animado que sea supergay... pero a lo mejor ya no será tan divertido, porque quizás lo que hace reir muchas veces es lo que creemos que es lo que no es políticamente correcto... en todo caso nos burlaremos entonces de la heteronormativa, pero tampoco sería eso una bella realidad.