martes, 15 de abril de 2014

SERGEI YESENIN... el poeta de la desesperación homofóbica.

Sergei Yesenin 1895-1925

Son muchos los artistas que han utilizado parte de su vida, ya sea como una forma de musa o como una quimera que los lleva a su creación, asi la vida y la muerte puede llegar a convertirse en una forma de creación o como un mismo acto de arte; ya lo decía Tódor Pavlóv en su ensayo “Cultura, ideología y arte”:

“Es absurdo negar que en la vida hay hechos, actitudes y vivencias que no son incluidos dentro del arte, pero que, no obstante, tienen carácter y significación estéticas.” (1)

Sergei Yesenin (1895-1925) fue uno de esos artistas que hizo de su vida y su muerte una forma de arte. Sergei Yenesi vivió en la oscura aureola de una Rusia convulsionada que transitó entre las pugnas zaristas y bolcheviques, la Revolución Rusa y el tormento de una segunda vida dentro de los antiguos armarios construidos por las cruces ortodoxas para después mudarse a aquellas vitrinas ciegas moscovitas. Yenesi, preso de aquellos horrores escribe primeramente una poesía bucólica inspirada en la evocación y la nostalgia de un mundo agrícola y arcaico, pero esas referencias fueron también las contradicciones más recónditas del poeta en la ciudad y en el advenimiento de un sistema político que negaba la vida campesina por reaccionaria; de esta manera cuando Yenesi viaja a Petrogrado (San Petersburgo) se consigue con una ciudad revuelta que se va ajustando a los requisitos estéticos de la nueva Rusia enmarcada en las censuras de los bolcheviques.  

La Rusia roja comienza a desechar a todos aquellos artistas que no van agarrados con las nuevas tendencias, muchos fueron asesinados o enviados a prisión a las frías tierras siberianas, no obstante la ambición de Sergei Yenesi es mayor, y su pluma complace con un lirismo pocas veces conseguido por poetas rusos a describir  la épica bolchevique y la pasión revolucionaria. Pero dentro de Sergei existía otro martirio, que incesantemente le hacía preguntarse sobre su vida: Yeseni era homosexual, pero ni podía ni quiso nunca revelar en vida aquella pasión por su mismo sexo que lo llevo al alcohol y a una depresión. Esto aunado a su afán de ser reconocido como poeta lo llevo a su locura; pero a una locura bohemia, melancólica, apasionada, que lo convirtió en un solitario.

Muchos autores tal vez declaren que Sergei Yenesi era un heterosexual y en todo caso bisexual, porque contrajo matrimonio varias veces, no obstante esos enlaces eran nada más que unas  puertas que servían para encerrarse en los armarios de la heterosexualidad.

Sergei Yeseni se convirtió en un feroz lobo que se entregó sin piedad a mujeres y hombres en busca de una identidad que poco o poco lo fue consumiendo, arrastrando a su más profunda soledad; y esto se refleja en su poética cuando en sus versos escribió

La luna está muerta
Amanece convertida en una ventana azul.
Oh noche. Noche, ¿qué has dicho?
En cuanto a tu forma que no puedo describir
Y yo soy nadie,
Vengo solo, a mirarme en ti
Y mi espejo se rompe.


En este movimiento siniestros, estrepitoso y alborotado
toda la noche hasta el amanecer
leo mis versos a prostitutas
y cocinando para bandidos
entrego a ellos también mis versos


Yo tengo un sueño. Camino Negro.
Y el caballo blanco. Que no quiere ver.
Silla de montar en el caballo,
Mi amada viniendo hacia mí.
Mi amada que viene a mí,
Y sin embargo, no me gusta.
Ah, ruso abedul nuestras llanuras!
La ruta del camino, apenas ancho.
Eso a ella, es como en un sueño,
Sus ramas se elevan suavemente
Y el brazo mantengo elevado
Como si fuera a la persona que amo.


En lss tres recopilaciones vemos la desesperación de una identidad no reconocida, primeramente al no querer ser visto ni siquiera por una luna ausente o como el espejo donde no quiere verse. En los segundos versos Yenesi, en su locura nocturna va entregando con desesperación aquellos letras a las almas nocturnas de la  noche sin mediar o fijarse en la sexualidad de aquellos a quien entrega su pasión, no por ser bisexual sino por no saber reconocer su propia identidad sexual o simplemente para saciar la soledad en que infructuosamente vive y que quiere liberar. En el tercer poema leemos como se va achicando el camino de su heterosexualidad, ese amor de mujer que le sigue pero al que él no quiere entregarse y que sin embargo eleva sus manos hacia ese amor femenino que el ve o lo hace ver como si fuera el amor deseado de un hombre.

Sergei Yesenin en su lecho de muerte.

Sergei Yesenin conocido también como el último poeta de la revolución rusa, hizo de su último acto de vida una forma de arte, por lo menos asi lo queremos ver. Su desesperación y tormento lo llevo al suicidio, pero antes escribió con su propia sangre un poema de amor a su amor de hombre hacia otro hombre, a su amante el también poeta Anatoli Marienhof:

Hasta pronto amado mío, hasta pronto,
te llevo, amante, en el corazón.
Esta separación sentenciada
augura un encuentro en otro lugar.

Hasta pronto amado mío, no sientas lástima,
Me voy sin un gesto de mis manos, ni de mis labios.
En la vida, morir no es nada nuevo
ni es nada nuevo vivir, por supuesto.



Con apenas 30 años Yesenin partió, algunos prefieren escoger su ida a otro mundo con la romántica y artística idea del suicidio y del amor no correspondido y no entendido por la sociedad, otros prefieren escoger la idea de que su muerte fue producto de la temible policía secreta de Stalin que no permitio que uno de los grandes poetas de la Revolución Rusa fuera homosexual.  En todo caso ambos boletos, tanto el suicidio como la ejecución, fueron el producto de una homofobia, una interiorizada y la otra homofobia de estado. La verdad nunca lo sabremos… lo que sí es cierto es que más tarde caería otro gran poeta ruso bajo las mismas sospechas: Vladimir Mayakovsky, pero eso ya es otra historia.

Muchos poemas homoeróticos de Yesenin han desaparecidos por no decir casi todos, como también aquellos poemas que sin ser homoafectivos también han sido invisibilizados, especialmente aquellos a los que su dedicatoria van dirigidos a sus amantes masculinos. 

Sergei Yesenin junto con su amor el tambien poeta Anatoli Marienhof



Referencia:

(1) Tódor Pavlóv. Cultura, ideología y arte // En:  Cultura, ideología y sociedad. Antologia de estudios marxistas sobre cultura.-- p. 91.


Bibliografia:

Andersen, Troels. Art et poesie russes. 1900-1930 textes choisis. -- Paris : Centre Georges Pompidou, Musee national d'Art Moderne, 1979.

Milner, John. Russian revolutionay art. -- London : Bloomsburry Book, 1987.

Pavlóv. Tódor. Cultura, ideología y arte // En:  Cultura, ideología y sociedad. Antologia de estudios marxistas sobre cultura. – La Habana : Editorial Arte y literatura, 1975.—pp. 89-122.


Fuentes de Internet: 

http://rupoem.ru/esenin/
http://www.stihi-rus.ru/1/Esenin/
http://www.kostyor.ru/biography/?n=78



Por Félix Esteves

lunes, 7 de abril de 2014

LA DESNUDEZ COMO HUMILLACIÓN Y CASTIGO. Pequeña disertación sobre los hechos del 3 de Abril de 2014.

Mujer judia es desnudada por nacionalistas ucranianos a principios del siglo XX

La persona desnudada es expuesta en su totalidad, se hace  vulnerable y esencialmente frágil pero sobretodo se le enerva físicamente, mentalmente y emocionalmente. De esa forma la desnudez puede tomar una forma física, como cuando Jesús fue desnudado frente a sus coetáneos al pueblo del antiguo Israel, como se hacía en aquel entonces con todos los condenados a la crucifixión;  o cuando los esclavos africanos eran desnudados en los mercados esclavistas; o cuando los nazi hicieron desfilar a muchos judíos desnudos frente al pueblo alemán; o cuando los presos en la prisión de Abu Ghraib fueron forzados a desnudarse delante de los soldados americanos que fotografiaban. No nos podemos olvidar de las acciones de la KGB, o de la G2 Cubana, o de las Camisas Negras de Mussolini o de la Seguridad Nacional de Marcos Pérez Jiménez. No podemos obviar como Idi Amin desnudaba a sus enemigos o como los hutu en Ruanda humillaban a los tutsi desnudándolos para despues asesinarlos a sangre fría.

La desnudez al hacerse física toma una forma emocional, aquella que nos paraliza, nos enajena y perjudica nuestra dignidad y por lo tanto se vuelve una humillación. 

Pero la desnudez por sí sola no constituye la esencia única de la humillación. Después de todo, como amantes comúnmente nos deleitamos en la profundidad de la desnudez física y psicológica. Nos abrimos al ser amado y esa vulnerabilidad de la intimidad nos da el placer de conocer al otro. Lo que convierte la belleza de la desnudez física y psicológica en una asfixia emocional desgarradora es la experiencia de la degradación: pues la desnudez utilizada como castigo nos humilla y esta a su vez nos envilece, nos devalúa y deshumaniza frente al victimario, castigador o torturador. 

La desnudez como humillación está estrechamente vinculada a la identidad, porque al desnudar a la víctima esta se siente deshonrada, sucia, culpable en ese instante o momento de humillación, porque en su desnudez ve lo que los otros puedan pensar de su cuerpo y alma desnuda que ha sido reducida a la mezquindad y sordidez de los humilladores, y también de los observadores, que al comportarse pasivamente frente al vil atropello se convierten igualmente en castigadores y humilladores.

La desnudez como humillación convierte a la víctima en objeto, porque la victima al ser desnudada equivale a ser visto en estado de desnudez por los otros y, sin embargo, no ser reconocido por ella o él mismo. Los victimarios y humilladores exhiben el objeto, que es el simple cuerpo desnudo de la víctima, como un premio o como se exhibe el animal cazado. La desnudez como castigo y humillación es una forma de reducir la voluntad, de empequeñecer el espíritu, es una manera de distorsionar lo que creemos de nosotros mismos.

La desnudez como castigo y humillación es un delito. Cuando esta forma de castigo y humillación es aceptada y utilizada por el Estado, es aún más grave, porque toma la forma de crimen contra la humanidad o de lesa humanidad.

Lo vivido el 3 de Abril de 2014 en las instalaciones de la Universidad Central de Venezuela tiene nombre, ese nombre es La desnudez como humillación y su apellido es La dictadura de Nicolás Maduro. El ataque registrado a un estudiante de nuestra máxima casa de estudio que fue desnudado y golpeado ante equipos fotográficos y cámaras de los Mass Media tanto nacionales como internacionales, no es más que un horroroso tipo de violencia política propia de los grupos totalitarios, de los gobiernos dictatoriales. Estos delitos que van contra los Derecho Humanos deben ser castigados como lo estipula el Estatuto de Roma.

El joven desnudado por los grupos violentos del gobierno de Nicolás Maduro en la
Universidad Central de Venezuela este 3 de abril del 2014.

Los crímenes contra la humanidad o crimen de lesa humanidad recogida en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional comprende las conductas tipificadas como asesinato, exterminio, deportación o desplazamiento forzoso, tortura, violación, la prostitución forzada, esterilización forzada y encarcelación o persecución por motivos políticos, religiosos, ideológicos, raciales, étnicos, de orientación sexual u otros definidos expresamente, desaparición forzada, secuestro o cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, siempre que dichas conductas se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque.

El gobierno de Nicolás Maduro, orquestado desde La Habana, ha cometido por lo mínimo cuatro de las conductas tipificadas por la Corte Penal Internacional, como son la tortura a los jóvenes estudiantes, como las violaciones sexuales a que han sometido a muchachos y muchachas por únicamente protestar por un futuro, como son los encarcelamientos de civiles por manifestar por el alto costo de la vida y la escasez de alimentos… por los más cuarenta asesinatos que han ocurrido por la represión del Estado… o como lo vimos este tres de Abril cuando se utilizó la desnudez como castigo y humillación a un muchacho estudiante que su único “desliz” fue marchar por una Venezuela mejor.

Por Félix Esteves