Día desnudo
sin el traje oscuro de
la sombras
ni el manto fluorescente
de los astros
ni el vaivén del traje
de las olas.
El cielo se presenta
descalzo
amamantado con su teta
azul
los sueños de los
hombres
que se alimentan de
impalpables nubes
llenándose se aire
llenándose de nada.
Día desnudo
sin el aroma de las
coloridas flores
ni el verdor de los
árboles crecidos
ni la cortina acuosa
de la lluvia.
La tierra se desabriga
de los hombres buenos
y se queda solo con ilotas
que van marcados de
silencios y de miedos
conformados, resignados
a su impronta
que se borra y se
desborra y se vuelve a desborrar
y permanecen desiertos,
solitarios… vacíos …
sin vestirse de
valientes.
El día está desnudo
y aún no han nacidos nuevos
héroes
que lo vistan de su verdadera gloria
de su benevolente
humanidad.
Por Félix Esteves
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