miércoles, 3 de abril de 2013

SIDA, VEJEZ Y ENVEJECIMIENTO.


En la década de los 80 del siglo pasado cuando empezó la epidemia del SIDA/VIH, la situación de los contagiados era precaria y casi todos aquellos que fueron infectados murieron al poco tiempo,  las expectativas de vida era muy corta y la comunidad científica y médica hacían todo lo posible por conocer el virus, curar las varias patologías que presentaban los contagiados y curar o mejor dicho mejorar la calidad de vida de estos pacientes. Poco a poco los afectados directamente por el virus, en su mayoría hombres gay, fallecieron y tanto la prensa como la opinión pública empezaron a llamar el terrible mal como el “Cáncer Gay”.  Rápidamente el virus atacó a todos y los centros hospitalarios de todo el mundo se vieron afectados con nuevos pacientes que incluían mujeres, niños, abuelos y abuelas, hombres heterosexuales, no obstante el estigma quedo para la minoría, aunque la realidad hoy día es otra.

Con los años, la comunidad científica y médica desarrollaron medicamentos potentes que hasta cierto punto han domesticado el VIH / SIDA. En 1987, el gobierno de los Estados Unidos junto con la Organización Mundial de la Salud  aprobó el AZT, el primer tratamiento eficaz contra el VIH. En 1995 llegó el primero de los complejos de varias drogas cócteles antirretrovirales. Esto marcó el comienzo de la era de la HAART, o "terapia antirretroviral altamente activa." Las muertes por SIDA disminuyeron.

Pacientes con VIH tenían que tomar pastillas a puñados, veinte o más al día. En el 2006 se aprobó Atripla, el primer tratamiento con tres medicamentos en una tableta diaria única. Ahora, las empresas farmacéuticas hacen alrededor de treinta medicamentos para el VIH en cinco clases de fármacos, cada uno dirigido al VIH de una manera diferente. Hoy, gracias a estos nuevos fármacos los pacientes con VIH puede vivir 30 a 40 años y más.

De igual manera nadie pensó  que muchos de los pacientes o infectados que empezaron su tratamiento a mediado de los noventa superarían los 50 años de edad. Hoy, con el uso de las terapias antirretrovirales y siguiendo las indicaciones médicas al pie de la letra los pacientes con VIH pueden llevar una vida normal durante mucho tiempo aunque los informes médicos y científicos en su mayoría indican que tener VIH lleva a una reducción de 10 a 5 años en la expectativa de vida.

En el 2010 las estadísticas médicas del Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud reportaron que las personas mayores de 50 años representaron aproximadamente:


Para el 2020, se espera que más de la mitad de la población VIH positiva en  Estados Unidos tenga más de 50 años, mientras que en Canadá y Europa  la cifra del 50% podría estar en la población mayor de 65 años. Estos estimados impactan por varias razones substanciales: la ancianidad del paciente versus la complicación de su cuadro clínico, así como las nuevas infecciones que ocurren en pacientes diagnosticados, mayormente por falta de protección al momento del contacto sexual.

Los infectados por VIH presentan un proceso de envejecimiento prematuro; y existen similitudes entre la disfunción del sistema inmune por la edad y el relacionado a la infección por VIH. El proceso de activación inmune crónica contribuye al compromiso inmunológico de los pacientes VIH positivos y de la población geriátrica no infectada. A continuación presentamos los cambios en ambas poblaciones:

Reducción en tamaño y función del timo.

Inversión de la proporción de CD4/CD8.

Disminución de las células naïve de CD4 y CD8.

Aumento de las células memorias de CD4 y CD8.

Disminución de la capacidad de proliferación de Células T.

Acortamiento de los telómeros.

El científico Steven G. Deeks y profesor de medicina en la Universidad de California, San Francisco (UCSF), además miembro de la facultad en el Programa de Salud Positiva (Programa de SIDA) en San Francisco General Hospital teorizó las razones para explicar la inflamación crónica en los pacientes VIH positivo, asociada con el envejecimiento prematuro:


La presencia de replicación viral residual, la expresión viral persistente (en nódulos linfáticos), la pérdida de células inmunoreguladoras, la deposición de colágeno, la translocación microbiana, la alta cantidad de patógenos (Hep B, Hep C, CMV) y la disfunción del timo son responsables de la inflamación crónica residual. Al mismo tiempo, estos factores promueven una ganancia subóptima de CD4 que, junto al proceso de hipercoagulación, provocan una cadena de eventos no relacionados con el SIDA que aumentan el envejecimiento prematuro y la mortalidad prematura de la población con VIH.

La población envejecida experimenta la infección por VIH como una condición crónica compleja, muchas veces con múltiples comorbilidades. A eso, se añade el curso acelerado en el desarrollo de condiciones relacionadas con la edad. La siguiente tabla resume alguna de estas condiciones:


Los pacientes geriátricos tienen mayor respuesta a la terapia antirretroviral que los jóvenes, probablemente debido a una mejor adherencia. Sin embargo, la disminución natural del sistema inmune asociada a la edad puede impedir la reconstitución de los CD4. Los aspectos beneficiosos y perjudiciales del VIH en esta población se resumen en la siguiente tabla:

Según estudios realizados perennemente por varias instituciones científicas y médicas, entre ellas CASCADE, demostró que, por cada 10 años de aumento en edad, la probabilidad de desarrollar SIDA aumenta en 32%. La probabilidad de muerte aumenta en 47%. No se debe olvidar que todo este proceso comienza con una identificación temprana del VIH. Y los médicos deben ordenar una prueba de VIH, y toda persona responsable debe hacerse la prueba de VIH más si ha llevado una vida sexual activa; la decisión madura y responsable de someterse a la prueba de VIH es una manera de protección general para ti, los tuyos y de la población en general.

SIDA y Sexualidad en la Vejez

El VIH/SIDA es un mal que no perdona a nadie, todos estamos propensos a sus garras si no tomamos las medidas necesarias o precauciones.  Ya vimos anteriormente que la población de adultos mayores o “viejitos” no escapan de este mal. Pero a pesar de ese terrible dato estadístico cada vez más aumenta los casos de SIDA en adultos mayores, y parece mentira que hablar de SIDA en la población anciana, de vejez o longeva sigue siendo un tabú, a pesar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que las personas de 50 años y más infectadas con el virus “aumenta en el mundo”. La escasez de datos sobre la prevalencia de esta enfermedad en la población longeva o adulto mayor, la falta de campañas de prevención para esta población y de una política de investigación médica y social por parte de los profesionales de la salud sobre las conductas de riesgo manifiestan que los prejuicios sobre la sexualidad en la tercera edad siguen reinantes, sin tener en cuenta que la cifra de mayores de 50 años que contrajeron el virus es elevada, según la OMS.

Este fenómeno se debe a una mixtura de factores que a continuación damos en el siguiente cuadro:


Hay muy poca información sobre esta infección en adultos mayores, los datos están concentrados en la franja de 15 a 49 años, y una de las causas es porque los expertos de la salud no preguntan a los pacientes mayores sobre sus conductas sexuales, mucho menos a las mujeres mayores, la prueba de detección de SIDA no forma parte del examen rutinario y no hay campañas de prevención dirigidas a la tercera edad. Existen muchas barreras, la primera es que los profesionales de la salud no reconocen la vida sexual de las personas mayores, como si después de la edad reproductiva no se tuviera sexo, y esto no es así, gracias a pastillas como el viagra, ciallis, o cualquiera a base de citrato de sildenafilo los adultos mayores (especialmente los hombres) prolongan su vida sexual.

Por otra parte estos hombres longevos o adultos mayores que recurren a estos fármacos para la erección eréctil  van “encendidos” a burdeles (en el caso de los heterosexuales) o saunas gays (el caso de los homosexuales), u otros lugares de actividad sexual, donde suelen practicar el “sexo no seguro”, luego vuelven a sus casas y contagian a sus parejas mujeres, en el caso de los heterosexuales o gays de closet que son casados, o en el caso de los gays por supuesto a sus parejas del mismo sexo.

Igualmente las mujeres ya entradas en años y que no menstrúan también suelen recurrir a prácticas peligrosas, pues al pasar la edad reproductiva suelen no utilizar el preservativo o condón, arriesgándose a contrael el VIH.

Las investigaciones realizadas por la OMS afirman lo anterior señalando que la actividad sexual parece ser la principal forma de transmisión del VIH en las personas mayores. Con la aparición de los fármacos que favorecen la erección masculina se prolongó la actividad sexual de las personas mayores, pero no se generó la conciencia suficiente sobre la importancia del uso del preservativo en esta población que es menos propensa que las generaciones jóvenes a mantener relaciones sexuales protegidas.

El estigma y la discriminación

El hombre gay, en su vejez y con VIH enfrenta diversas formas de estigma y la discriminación. Además de la discriminación por edad y el VIH fobia o Serofobia, también pueden sufrir por sexismo, el racismo y la homofobia. Por ejemplo, los hombres adultos mayores gays forman la mayor parte de la población con VIH de los países del tercer mundo y en los países en desarrollo esta población se aproxima al 22%. Estos hombres pueden optar por ocultar su orientación sexual a los proveedores de atención médica por temor a las actitudes negativas. Ellos podrían encontrar la homofobia en los sistemas de atención de salud y apoyo social, especialmente en los hogares de ancianos y centros de atención.

Las mujeres de edad que viven con el VIH a menudo experimentan un sistema de salud negando su existencia o no se ajustan a sus necesidades. Estas mujeres ancianas, que por lo general descubren tardíamente su situación como portadoras del VIH, sufren también discriminación por parte de familiares y amigos que ven en el SIDA una enfermedad que solo puede ser producto de la promiscuidad típica de las prostitutas y homosexuales.

Todas estas circunstancias socavan los esfuerzos de prevención, atención, apoyo y tratamiento, y contribuir al aislamiento social y la depresión.

Vejez, Envejecimiento y calidad de vida en los portadores de VIH

Toda persona  infectadas con VIH y los adultos mayores que son portadores del VIH, deben comenzar con la terapia antirretroviral inmediatamente después de ser considerados como seropositivos. Por eso es importante realizarse el exámen de VIH/SIDA. Para los pacientes de edad ultramadura se deben manejar agresivamente factores de riesgo tradicionales para la edad por ejemplo incorporar el uso de estatinas, aspirina y otros.

De igual manera los pacientes geriátricos deben evitar antirretrovirales ofensivos y deben ser sometidos a exámenes que detecten otras coinfecciones típicas o ligadas al VIH como la sífilis, Hepatitis B y C. Asimismo se debe considerar terapias con base inmunológica: antagonistas de CC5, interleukina 7, hormona de crecimiento.

En conexión a la eficacia del tratamiento antirretroviral en los enfermos de mayor edad, el número de investigaciones que han estimado la respuesta y evolución clínica y virológica en este tipo de población es insuficiente. La capacidad de mejora parece ser similar a los pacientes  jóvenes aunque la regeneración inmunológica habitualmente parece ser más lenta. Si bien hay tesis que afirman no hallar discrepancias en cuanto a la supervivencia entre mayores y jóvenes, otros estudios aseveran que se da mayor riesgo de muerte y de nuevas infecciones oportunistas en la población geriatrica, aunque los pacientes con más de 50 años suelen presentar niveles inferiores de carga viral plasmática.

De lo que no hay ninguna duda, hasta el momento, es de una mayor toxicidad del tratamiento antirretroviral, particularmente en lo que respecta a dislipemia, resistencia insulínica y pancreatitis. No obstante, uno de los importantes retos clínicos en pacientes de edad avanzada es la dificultad   de      diferenciar   síntomas      atribuibles      a   los   fármacos antirretrovirales y trastornos más propios del momento vital en que se encuentran. Una posible explicación para la mayor toxicidad del tratamiento antirretroviral en las personas de más   edad     puede       residir   en   un    diferente   comportamiento farmacocinético de los agentes empleados para tratar la infección por VIH.

Por otra parte es poca la información sobre las características clínicas de los pacientes geriátricos con VIH, en especial en el conocimiento de su situación emocional y su percepción de calidad de vida. Muchas investigaciones garantizan que los niveles de adherencia al tratamiento antirretroviral son mayores en la población de edad más avanzada, si bien esto no es así   en     aquellos      pacientes      que    presentan     disfunciones neurocognitivas.  Sería de esperar que las disfunciones neurocognitivas estén presentes en estos sujetos al unirse las propias de la edad con el impacto del virus. En este sentido, un estudio señaló que los individuos de edad avanzada con virus detectable en el fluido cerebroespinal tenían el doble de prevalencia de deterioro neuropsicológico que aquellos con niveles indetectables.

A pesar de la elevada adherencia observada, las pocas evaluaciones que se han llevado a cabo sobre el estado emocional en este tipo de pacientes indican que existe una mayor tasa de sintomatología depresiva y de consumo de sustancias tóxicas (drogas y alcohol) que en población seronegativa de la misma edad.

Uno de los estudios más amplios desarrollados en este campo mostró que el 25% de pacientes con más de 50 años refería sintomatología depresiva moderada o severa y un elevado número de síntomas de carácter somático. Los pacientes con este estado emocional tenían mayor carga de estresores vitales relacionados con el VIH, menos apoyo por parte de los amigos y acceso reducido a los servicios sociales debido al estigma del Sida.

También parecen frecuentes los pensamientos suicidas asociados a estrategias de afrontamiento evitativas y a una percepción de bajo apoyo social tras abrir el secreto de la seropositividad. Las personas mayores pueden sentir de forma más intensa el estigma de la enfermedad a través de sus propias creencias y las del entorno. El apoyo social suele ser menor por el propio temor a comunicar la infección y, cuando se comunica, la reacción de terceros suele ser más negativa y censuradora. Así, se dispone de un menor acceso a organizaciones de apoyo y recursos sociales.

Por último, es importante diferenciar entre aquellos pacientes que, gracias a la eficacia de las terapias, están prolongando su vida y aquellos que reciben el diagnóstico a una edad avanzada. La actitud frente a la enfermedad y al tratamiento en estos últimos puede verse seriamente comprometida debido a la habitual existencia de creencias de carácter más tradicional que harán más difícil la aceptación de la enfermedad y su tratamiento.

Por Félix Esteves.

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