viernes, 11 de mayo de 2012

LOS NUEVOS TORQUEMADA. Iglesia Católica e Inquisición en pleno siglo XXI.


De modo manifiesto y claro, la Iglesia Católica ha arremetido  verbalmente en todos los sentidos (moral, política, jurídica y conceptual) contra el colectivo LGBT. El Papa Benedicto XVI junto con la mayor parte de su sequito se ha convertido en una especie de Torquemada enseñando odio, prejuicios, intolerancia e ignorancia a sus feligreses con el propósito de crear y acrecentar aún más la homofobia imperante.

En el 2008, el papa Benedicto XVI crítica la solicitud de 66 países de la ONU que tratan de despenalizar la homosexualidad en el mundo. Benedicto XVI criticó duramente a los homosexuales, en el que calificó de grave amenaza para la humanidad la confusión de los sexos. De nuevo en el 2010 en su visita a la ciudad española de Barcelona el Papa atacó  la legalización del aborto y el matrimonio homosexual. Pero no era la primera vez que la Iglesia ataca a nuestra comunidad, pero en este siglo que vivimos, con los avances científicos y la implantación de los Derechos Humanos y el conocimiento real de las leyes, esto parece inconcebible.

Si hacemos un poco de historia reciente en el 2004 y el 2005 la Iglesia Católica intensifica su discurso contra los derechos de los homosexuales, momento en el que salen a la luz las primeras denuncias masivas de casos de pederastia en el seno de la Iglesia. Estas acusaciones que alcanzan al propio Papa, quien viene siendo apuntado como directamente responsable por organismos internacionales y recientemente por jueces británicos, de encubrir los delitos de abuso sexual a menores, como también violaciones y trato degradante a niños y adolescentes, y que sabiendo de todo esto por informes redactados por los propios hombres de la iglesia y que estaban en su poder desde los años 90, no tomo las medidas necesarias encubriendo los casos, lo cual constituye graves violaciones a los Derechos Humanos; esto fue cuando  el Papa actual, ejercía el cargo de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Bajo su prefectura se dictaron escritos acerca de la postura de la Iglesia Católica con respecto a las personas homosexuales (1986), y "Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la atención pastoral de las personas homosexuales" (1992), y rechazando los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales (3 de junio de 2003), pero peor aún y como dije antes, fue durante ese período que Joseph Ratzinger (Benedicto XVI)  encubrió a un sacerdote estadounidense, Lawrence Murphy, sospechoso de haber abusado de unos 200 niños sordos.

Cuando Joseph Ratzinger llega a la cúspide papal en el 2005, convirtiéndose en el Papa Benedicto XVI se agudiza la “cacería de brujas” y el Papa junto con varios hombres de la Iglesia, especialmente de la curia española y latinoamericana comienzan a remeter contra los avances conseguidos por nuestra colectividad gay, especialmente el matrimonio y las uniones civiles. ¿Casualidad? Más parece Maldad e Intolerancia aunada a utilizar a los gay y lesbianas como una cortina de humo para tapar las acusaciones que tienen muchos de estos “santos señores” de pederastas, pedófilos y abusadores sexuales.

Pero la Iglesia en vez de asumir su responsabilidad sobre esos hechos punibles, culpa, como siempre a los más débiles, nuestra comunidad, que no sólo tiene que luchar con la homofobia ya imperante y el maltrato social y discriminatorio que sufre ese amor que para ellos “sacrosantos” es innombrable, sino ahora tiene que defenderse de las barbaridades de odio de la “nueva inquisición”.

Los nuevos Torquemada realizan estudios, investigaciones y exploran en sus laberínticas bibliotecas mentales hallando un único  culpable para los delitos cometidos contra los miles de infantes, y por supuesto ese “autor malévolo y maldito” somos nosotros el colectivo gay. Sin embargo la realidad es que la Iglesia Católica quiere desviar sobre nosotros la problemática existente en su propio seno, y es que la iglesia está repleta de pedófilos. Sabemos muy bien, y lo saben ellos también, que muchos, pero muchísimos de los sacerdotes, curas, obispos, cardenales y tantos otros jerarcas católicos, sufren o padecen de esa patología conocida como pedofilia, que además no tiene nada que ver con la sexualidad sana que la comunidad gay y lésbica tiene como norte, como fin y que practica. Ellos, foco infeccioso de pedófilos, aumentan su patología al verse encerrados entre sus paredes y al practicar el celibato compulsivo, que no es nada sano ni para la mente y el cuerpo, y que no obstante es norma defendida por la absurda ideología católica.

Para la Iglesia Católica es imperante y necesario esquivar y encontrar responsables fuera de su multimillonaria institución, nosotros somos el blanco más fácil, pues ellos saben que tenemos siglos y siglos de ser marginados, discriminados, vapuleados, segregados y relegados por la sociedad. Siempre se halla al culpable del crimen al “mayordomo”, al “negro”, al “pobre”, al “inmigrante”, al “sudaca”, al “marica”.

Aquel oscuro movimiento que se hizo institución en el Medioevo bajo el auspicio y tutela de la Iglesia Católica, la Inquisición, vuelve a renacer, no es que estaba muerta o dormida, solo permanecía en el anonimato, esperando para arremeter de nuevo y eliminar a todo aquello que pensara y piensa diferente o cuestionara o cuestiona su verdad.

Pedro María Reyes Vizcaíno, sacerdote de la Iglesia Católica, señala que la Iglesia no es homofóbica, que sólo deplora el acto homosexual, más no a los homosexuales:

“La Iglesia condena los actos, no las personas. En realidad esta cuestión se ha de enmarcar dentro del papel que se otorga a la sexualidad en la doctrina de la Iglesia. En efecto, para la Iglesia Católica la sexualidad tiene una función unitiva de las personas y se ha de relacionar necesariamente con la función procreadora, que es su finalidad natural.”[1]

Después el señor Reyes Vizcaíno dice:

“Una persona con tendencias homosexuales no está obligada a ser católica, pero si decide vivir su fe como católico lo hace sabiendo que los actos que pudiera realizar siguiendo esa tendencia serían considerados pecado en su religión, al menos en cuanto al hecho objetivo.”[2]

¡Okey!, todo perfecto y entendemos la posición de los Padres de la Iglesia y de la ideología católica, pero porque entonces sí eso es sólo dentro de la iglesia y el catolicismo ¿por qué se tienen que meter dentro de la autonomía de los gobiernos laicos que ya han determinado el matrimonio gay como parte de sus estatutos civiles?

El sacerdote Reyes Vizcaíno nos dice además:

“Los homosexuales a los que no les guste esta doctrina lo que pueden hacer es vivir indiferentes frente a la Iglesia Católica, pero pretender que la Iglesia cambie su doctrina en este punto es una intromisión intolerable.”[3]

Señor Reyes Vizcaíno, para mí, Félix Esteves, y le aseguro que para muchos homosexuales y miembros del colectivo LGBT, no nos es  imperante y necesario practicar la creencia de Dios dentro de una Iglesia que nos excluye y mucho menos pretendemos cambiar la doctrina de su institución; en mi país, Venezuela, existe un refrán que dice “Hombre que nace barrigón, ni que lo fajen chiquito” y otro que dice “Árbol que nace torcido nunca su rama endereza”. Para mí la Iglesia Católica es un “monstruo barrigón” que lleva en sus extrañas los más crueles pecados, para mí la Iglesia Católica es un gran árbol torcido y seco que no da sombra, no pretendo enderezarle su torcido tronco y sus ramas, sería demasiado fastidioso y además inútil. Realmente se me hace indiferente su doctrina e ideología recalcitrante y reaccionaria.

El error de la Iglesia Católica es querer echar para atrás los adelantos y derechos que hemos alcanzado y que queremos alcanzar en el futuro. Canalicen su energía en alimentar a los pobres, a curar a los enfermos, a sembrar amor como lo predico Jesús.

En la actualidad, los Estados modernos y el reconocimiento continuo, uniforme y progresivo de los Derechos Humanos, nos da la libertad de ser quiénes somos y pretendemos seguir adelante por la lucha de nuestros derechos, muchos homosexuales, gays, lesbianas, transexuales y otros lo han logrado porque sus países se han alineado a la libertad y al respeto ciudadano. Otros países, como Venezuela estamos aún en pañales, todavía es un tabú en la tierra de Bolívar (el mayor pensador humanitario y de los Derechos Civiles de la América Latina) las uniones civiles y el matrimonio gay, pero estamos luchando para que ese sueño se haga realidad. La Iglesia Católica Venezolana es parte de ese juego de negación a nuestros derechos:

“La Conferencia Episcopal Venezolana rechazó el anteproyecto de ley para la Equidad e Igualdad de Género que discute la Asamblea Nacional que incluye el matrimonio entre personas del mismo sexo, o matrimonio gay.”[4]

Queremos dejar atrás el Oscurantismo Medieval de la Iglesia, ya no nos pueden quemar en la hoguera, ni someternos a duras e indescriptibles torturas, no obstante  continúa produciendo alocuciones, discursos, disertaciones, epístolas, alegatos y proclamas de odio, de desaprobación,  de intolerancia aferrándose a la idea de que ellos son la palabra de Dios en la tierra, y que están por encima de las leyes humanas.

Desgraciadamente, en mi país y en todo el mundo existen y ostentan el poder muchos Torquemada, la Inquisición aún está viva… tenemos que ir contra ella.

Por Félix Esteves


[1] Reyes Vizcaíno, Pedro María. ¿Hay homofobia en la Iglesia Católica?
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.

1 comentario:

  1. Eso que dice el sacerdote es pura hipocrecia. Cuantos sacerdotes hay que son homosexuales y lo practican. En la diocesis donde vivo en los Estados Unidos se por boca de uno que al menos la mitad son homosexuales y tienen o una pareja o andan en busca de relaciones ocasionales con otros hombres.

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