PRELUDIO.
La filosofía de
los antiguos griegos es el umbral del pensamiento occidental. Aristóteles, Platón
y Sócrates junto con otros grandes hombres de ideas lograron un adelanto tan
admirable para responder las
interrogantes de la inteligencia humana, que no sólo iluminaron un camino a
través de los mitos primitivos, sino que también fraguaron sus ideas a toda la
posteridad, conservando vigencia hasta nuestros días. Los pensadores griegos
buscaron primero la verdad en el mundo físico para luego buscarla en la
interioridad de cada hombre y su comportamiento social. Los antiguos analizaron
sus gustos y conflictos, sus placeres y sus hastíos, y a todo le dieron una
razón de ser y de existir, se abrieron a la multiplicidad de formas y
pensamientos para encontrar el modus vivendi de su realidad y el de las
deseadas utopía.
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PLATÓN. |
Ante el paso
inexorable del tiempo, este avance se interrumpió
durante la Edad Media a causa de la coacción a sangre y fuego de las afirmaciones
y dogmas religiosos por parte de la hegemonía del cristianismo que tomo forma
de tiranía bajo la sombra de la Iglesia. No obstante, en remotos monasterios y
abadías, las escondidas bibliotecas atesoraban aquel pensamiento aristotélico,
platónico y socrático, y muchos de aquellos monjes presos de sus propios
placeres y demonios leyeron, tradujeron, transcribieron y guardaron con celo
las ideas que si bien estuvieron ocultas, luego abrieron la mente de muchos de
ellos y dieron su fruto que fue degustado con formidable apetencia por los
hombres que originaron el Renacimiento.
Si bien la
homosexualidad ha existido toda la vida, los griegos supieron darle un lugar
privilegiado y la practicaron por mucho tiempo, los intelectuales y guerreros
se confundían entre pederastas y catamitas, y los roles sexuales entre
aquellos hombres se barajaban e intercambiaban con la misma pasión como
debatían sus brillantes ideas o como lograban
sus conquistas o se entregaban a sus batallas.
Si bien la
Iglesia y todo el pensamiento medieval condeno la homosexualidad no acabaron
con ella y es aquí donde comienza a librarse a escondida el “amor
socrático o platónico”, y aquella “Sodoma” cual Ave Fénix, y que muchos hombres de Iglesia
creían muerta, empieza a resucitar de sus cenizas, como advierte en 1177, el
Abad de Clairvaux al Papa Alexander III:
“La
Antigua Sodoma está surgiendo de sus cenizas”. Realmente, y reitero, la
homosexualidad no había muerto, desde la Grecia de los grandes filósofos ya
sabemos que ha existido y los antiguos romanos la practicaban igualmente, con
la llegada del Cristianismo tal vez empieza su persecución, pero persistió y el
amor homoerótico sobrevivió a pesar del anatema de la iglesia. Ausonius (ca.
310 – ca. 394), que fue un poeta latino y maestro de retórica en Burdigala (hoy
día Burdeos, Francia) dijo que era común entre los galos y los otros bárbaros.
Con la esperanza de erradicar “ese vicio
infame”, Carlomagno decretó la muerte por sodomía – pero sin gran efecto.
Unos 200 años,
en el Concilio de Reims en 1049, el diácono Pedro, hablando en nombre del Papa
León IX, había criticado las prácticas abominables de los laicos y el
sacerdocio. William de Nangis escribió que en 1092 el Obispo de Orleans Juan
era llamado o se hacía llamar “Flora” por sus diferentes amantes; y en las
noches, los jóvenes prostitutos que vendían sus servicios a otros hombres
caminaban por las calles de cantando tonadillas homoeróticas relacionadas al
Obispo de Orleans en su honor: “Quidam enim sui concubii, appelleant cum
Floram”...
Algunos cronistas,
como el inglés Odoric Vital o como también se le conoce Orderic Vitalis (1075 –
1142), sostuvieron que los invasores
normandos infectaron a los señores franceses con el “vicio contra natura”, el cronista escribió:
…“los
petimetres afeminados prevalecieron a lo
largo de la tierra y ellos sin ninguna restricción minaron su libertinaje
asqueroso; los catamitas, que merecen ser quemados en la hoguera, repetidamente se miman en las invenciones
horribles de Sodoma.”
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SODOMA.
Grabado de una escena bíblica de la historia
de Sodoma. |
Según el mismo
Vital, Robert II Curthose, duque de Normandía, apodado Shortbritches - calzones
cortos - por su preferencia por los jovencitos, nos describe al aristócrata
como:
…“un
príncipe como una vaca, lascivo, que se
dio al lujo y a la pereza, y que puso las manos sobre las riquezas que
legítimamente pertenecían a la iglesia y las dividió entre sus amantes rufianes
y aduladores infames”…
De hecho, los normandos
habían demostrado ser indiferentes a la hora de escoger para satisfacer sus deseos sexuales y tomaban
de igual manera tanto mujeres como hombres durante sus conquistas. Después de la toma
del país, masacrando a los viejos, y repartiéndose las riquezas, igualmente se
repartían y hasta se compartían los niños y niñas que “utilizaban para su
placer” bajo las miradas estoicas y frías de sus esposas. Debe señalarse, sin
embargo, que en un poema sobre el asedio de París, Saint-Abbon en 988 (Abad de Fleury, ahora el ciudad de
Saint Benoit-sur-Loire) acusa a los señores de Francia y no los normandos, del
“abominable vicio”.
En el siglo
XII, la amistad masculina fue idealizada y colocada en un “lugar sagrado” –
como a menudo sucedió y sucede en las sociedades guerreras. Las mujeres eran
consideradas peligrosas – pues aminoraban el coraje y el valor o la fuerza de
los combatientes – e indignas de intimidad espiritual con los hombres. En los poemas épicos de la edad media los
hombres estan generalmente dedicados a cuerpo y alma a sus compañeros de armas.
Así, en la Canción de Aspremont (final siglo XII), la esposa de Agolant, rey Sarazin cuestiona el duque de
Naimes:
“francés, dime la verdad: ¿tenéis mujeres en su tierra? Y los
cristianos todos están tan guapo como tú?”
“Señora … “no sé nada, pero muchos de esos hombre son muy finos
tantos como yo mismo. ¿Usted pregunta,
yo estoy casado? No señora y yo nunca consideraría tal cosa, porque mi corazón
pertenece totalmente a mi Señor.”
Walter Pater ha
buscado ejemplos de “amor platónico”
o mejor dicho de “amor homoerótico”
(ideas que explicare más adelante cuando nos adentremos propiamente al
Renacimiento) en romances caballerescos medievales. Él escoge el Romance
de Amis y Amiles, dos Caballeros cuya devoción varonil entre sí se convierte
en pasión absoluta. Amis mata a sus hijos para lavar con “la sangre de la
inocencia” el cuerpo de su amado amigo Amiles que sufre de lepra. De hecho, los
ritos de iniciación de fraternidades del caballero, la educación de guerra para
niños reunidos en bandas armadas bajo el liderazgo de jóvenes príncipes
vestidos en forma hermosa y galante, los torneos organizados con la precisión
formal de las danzas y la segregación de los sexos podrían alentar sólo a la homosexualidad
– que floreció entre los cruzados y en las cortes de Francia, Inglaterra,
Italia y España.
William de Nangis
informa que en el año 1120, cuando el barco en que navegaban encalló y que
luego fueron salvados por los caballeros de una embarcación del hijo de Henry I,
todos esos caballeros practicaba la homosexualidad. La poetisa Marie de France,
que vivió en la corte de Enrique II, en Inglaterra, explica que Guenevere (personaje
femenino de uno de sus poemas) se burlar del joven caballero Lanval, que había
tenido la temeridad de resistir sus sugerencias amorosas:
“He oído susurrar muchas veces
Que a las mujeres no estas inclinado;
Pero que con bajos criados y otros de su rango
Tu prefieres hacer tu deporte.”
Las crónicas
medievales hablan con indignación las costumbres depravadas de los grandes
señores. Froissart dice del Conde de Foix, Gaston Phoebus, que:
... “es
el único uno que conozco que no ha mentido con uno de sus secuaces”... “Todos
lo hacen; el duque de Berry tiene su mascota Take Thibaut: un truhán y
reparador de diques que el duque había tenido en su afecto no se sabe por qué,
este truhán era un ingenuo tenue y un tonto que no poseía nada excepto lo que se
benefició de él; este duque lo hizo rico con regalos de plata y oro por un
valor de 200 mil francos, que los pobres de Auvernia y Languedoc habían pagado,
siendo gravados tres o cuatro veces al año, y que dichos impuestos permitian al
duque sus placeres irrazonables.”
La notoriedad de
Take Thibaut era tal que, en su gran poema Le Testament, Francois Villon da su
nombre al obispo de Orleans, Thibaut d'Auxigny, a quien acusa de prácticas
sodomita. Hay que aclarar u observa que en el Medioevo era una práctica
común acusar a los enemigos de sodomía o
sodomita, los término generalmente para la homosexualidad y los homosexuales.
Los Caballeros Templarios, los Albigenses, los Valdenses fueron denunciados
como devotos de “abominable vicio” contra
naturam.
Considerando que
las cronistas mencionan con frecuencia casos de homosexualidad en la corte de
Reyes como los casos de Juan El Bueno, que pasaba horas gozosos con su amante
Lacerda durante su encarcelamiento en Inglaterra, o dicho con emoción y horror
cómo Edward II fue empalado; los grandes poetas de la edad, Dante y Petrarca y
los trovadores de Provenza, apasionadamente celebraron el amor de las damas o
señoras de la corte. Como ha escrito Petrarca: “El manantial de amor es la
belleza y nada más, y belleza es de quien es herido por el brillo de sus ojos.”
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LA RESURRECIÓN.
Luca Segnorelli |
En los escritos
de estos poetas, belleza se incorpora o se refiere a la mujer. Pero en su vida
diaria también conocían las pasiones de otra naturaleza. Dante coloca a dos
poetas que fueron los precursores del estilo lírico nuevo – el dolce stil nuovo
– entre los sodomitas en el Purgatorio: los trovadores Arnaut Daniel and Guido
Guinizelli. El autor de La Divina Comedia estaba siendo
relativamente indulgente, puesto que él no los puso en el infierno con su
maestro, Brunetto Latino, que estaba allí, no por homosexualidad como se creyó
durante mucho tiempo, sino por “pecar contra el Espíritu Santo”, considerado
una especie de sodomía espiritual.
Como el erudito
francés Nelli René escribe en su estudio
de temas eróticos en la poesía de los trovadores L'Erotique des Troubadours,
el ideal del amor cortés llevado a cabo por los poetas líricos del siglo XII “transfirieron
los valores de la homosexualidad, de amistad idealizada en la antigüedad – los
valores, si lo desea, del platonismo masculino – al amor heterosexual.”
Celebrando la
feminidad de las jóvenes del castillo, los trovadores ayudaron a disipar la
misoginia de los señores y los barones de la Edad Media. Gracias a ellos, las
mujeres comenzaron a ser consideradas dignas de ser amadas, no meramente
poseídas. De hecho, ahora había que ganar la estima de la mujer amada por
realizando pruebas de valor y demostrando la caballerosidad. El amante fue
devoto de su amada en la misma forma de que los caballeros fueron devotos a sus
señores y estaban dispuestos a morir por ellas así como lo estuvieron por sus
amados señores.
Esta mejora de la
condición de la mujer en el siglo XII fue peculiar al sur de Europa. Algunos
historiadores atribuyen este cambio a la influencia del cristianismo que
“purifico” la moral; otros rastrean más hacia atrás, y se lo ameritan a la
tradición poética de los árabes que se establecieron en Andalucía. Ahora, entre
los árabes, como había sido el caso entre los griegos, el amor era a menudo
homosexual, tal como está reflejado por el poeta Ibn Da'ud en su obra El Libro de la Flor,
dedicado a un hermoso joven; mientras que el amor cortés, la Fin'Amour
de los trovadores franceses era esencialmente heterosexual.
Y de hecho,
aunque el amor homoerótico fue practicado con muchísima frecuencia, la homosexualidad
es raramente mencionada en las obras literarias - las epopeyas, romances
cortesanos y canciones – de los cuatro siglos que llamamos la Edad Media. Tuvo
que venir el Renacimiento para que renaciera igualmente en las letras y todas
las artes el deseo homoerótico y su llamado “Amor Azul”.
HOMOEROTISMO EN
EL RENACIMIENTO.
Del Amor
Platónico y el Amor Homoerótico.
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APOLO Y MARCIAL.
Perugino. |
El Amor Platónico
es una expresión que, en su uso común, pretende referirse a la visión
filosófica que tuvo Platón acerca del amor, aunque es malinterpretada por
completo. Esta denominación habitual tiene como acepción el amor no
correspondido que, por ello, persiste como un ideal imposible. Sin embargo, esta interpretación es
absolutamente disímil de la concepción platónica del eros o amor.
Según la
filosofía de Platón, y como él lo expresa en su obra El banquete, el amor es la motivación que lleva al conocimiento de
la Forma de la Belleza, así como a la contemplación de la misma. Esta disposición
es progresiva y comienza con la evaluación o valoración de la belleza exterior en
una persona (Belleza Física), y luego avanza hacia la apreciación de la belleza
espiritual (Belleza del alma), la de la belleza de las leyes y las costumbres
en la sociedad, la que se encuentra en las artes y las ciencias, etc. Todas
estas metas deben finalmente superarse hasta alcanzar el objetivo superlativo del
proceso: el conocimiento apasionado, puro, y desinteresado, de la esencia de la
Belleza en-sí, que se mantiene incorruptible y siempre igual a sí misma, el
conocimiento de la Idea de la Belleza en cuanto es lo único que es bello en sí
mismo y por sí mismo, y en cuanto aquello que es causa de que todo lo bello sea
bello.
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APOLO DE BELVEDERE.
La belleza clásica masculina representó parte del ideal renacentista. |
El idead absoluta
y sublime del amor platónico no es sino amar las Formas o Ideas eternas,
inteligibles, y perfectas, la idea de tener un amor inalcanzable es solo un
prosaísmo y una malinterpretación de su pensamiento. En el amor platónico no
hay en absoluto elementos sexuales, sencillamente porque el auténtico amor para
Platón no es el que se dirige a una persona sino el que se orienta hacia la
esencia trascendente de la Belleza en-sí.
La concepción
moderna de amor platónico fue desplegada en las observaciones que Marsilio
Ficino hizo al condensar o simplificar el platonismo en el Renacimiento. El
Neoplatonismo se basó en dos nociones primordiales: la jerarquía neoplatónica
de las sustancias y la teoría del amor espiritual. La primera instaba la idea
de una jerarquía de las sustancias, o de una gran cadena de seres, desde la
forma más baja de la materia física como las plantas, hasta el más puro
espíritu o Demiurgo, lo que equivaldría a un Dios o Alma Universal, por
supuesto para los neoplatónicos el Demiurgo era Platón; entre estas dos formas
o nociones los humanos ocupaban una posición central, o intermedia. Eran el lazo
entre el mundo material y el mundo espiritual, y su supremo deber era ascender
hacia la unión con el Demiurgo, la cual, componía el verdadero fin de la
existencia humana. La teoría de Ficino respecto al amor platónico, o
espiritual, afirmaba que, al igual que la gente está unida en su común
humanidad gracias al amor, de esa misma forma todas las partes del universo se
mantienen unidas por los lazos del amor compasivo.
Después de todo
esto, es necesario aclarar que los hombres y en especial los intelectuales,
escritores, filósofos y artistas del Renacimiento ubicaron la Belleza en el
plano más alto de la espiritualidad, y todo lo bello era motivo de adoración y
veneración. Por otro lado, el ideal de la belleza era representado por lo
masculino, por las formas de la belleza masculina heredadas de los
grecolatinos, así las formas excelsas de esculturas esculpidas como el “Apolo
de Belvedere” por Leocares y “Doríforo” por Policleto, entre otras muchas
obras, que resaltaron el ideal masculino de la belleza fueron los modelos para
elegir el objeto de sus afectos, y el motivo de su adoración. De esta manera el
amor homoerótico se hizo palpable en los sonetos, en las esculturas, en las
artes en toda su totalidad, la belleza masculina y por lo tanto el hombre
desnudo fue representado de una forma única como no se hizo y creo que no se ha
hecho hasta ahora, la belleza de su fuerza física y espiritual fue motivo de
grandes obras, y paralelo a esta maravillosa creación artística se dieron
rienda suelta a los encuentros apasionados entre artistas y modelos, entre
filósofos y sus alumnos, entre pintores y sus mecenas, entre Papas y sus monjes
o feligreses; el erotismo homosexual, aunque no era una ley o aceptada por los
principios eclesiásticos, los hombres se amaron entre si con la misma fuerza
con que se impulsaron las ideas del antropocentrismo humanista del Renacimiento
y que dieron cabida a la Modernidad.
***
Tal vez la
dificultad más común que se tantea al discutir o estudiar el Renacimiento es la
de señalar con precisión sus límites con respecto a la Edad Media, no obstante
para hablar de la homosexualidad en este período histórico donde uno de sus
principales slogan fue “El Hombre como centro de todas las cosas”, vamos a
considerar que se desarrolla en los siglos XV y XVI, alargando su postrimería hasta
bien entrado el siglo XVII. Si bien el Renacimiento supone un rompimiento con
el Medioevo, mucha de su filosofía se vino desarrollando a lo largo de los
últimos años de la Edad Media y fue gracias a la capacidad de racionalizar de
los hombres de la iglesia que salvaguardaron los documentos de los antiguos griegos
y latinos; así la penetración de la filosofía grecolatina – que tuvieron sus
mayores escuelas de traductores en Toledo, Vich, Palermo y Nápoles – lograron
sobrevivir desde el siglo XIII y calar en los nuevos hombres que idealizados
por el pensamiento antiguo recargado con la visión individualista propia de la
burguesía naciente, producto de las riquezas de los principados o
ciudades-estados, los nuevos descubrimientos geográficos, y la imprenta, dieron
origen al Renacimiento.
Con el
surgimiento del humanismo en el siglo XV, las cosas cambiaron. Los escritores,
poetas, pintores y escultores del renacimiento aclaman el pensamiento platónico
– o más bien la neoplatónica – y en especial el ideal del amor entre hombres.
|
PICO DELLA MIRANDOLA. |
Como ha escrito
Walter Pater, la escuela neoplatónica del Renacimiento buscaba “hacer
que Homero y Platón pronunciaran palabras que Moisés hubiera aprobado.”
Para el filósofo italiano Marsilio Ficino y sus seguidores “el amor es las ganas de saborear
la belleza"... y en sus ojos a menudo la belleza tomó la forma de
un muchacho, ese que ellos pudieron amar, ese amor aceptado o configurado bajo “el
pensamiento de Dios y en el de Platón.” Ficino tuvo su primer amor – un
amor muy puro y casto – con el guapo Giovanni Cavalcanti. Ficino quería que los
sacerdotes celebraran Misa agregando pasajes de la obra de Platón a la liturgia
tradicional. Chiquito y feo, Ficino, sin embargo, fue amado por el “Príncipe de los eruditos”, Pico della
Mirandola, quien se dice ya hablaba en hebreo, latín, griego, árabe y arameo
minuciosamente a los veinte años. Pico fue tan increíblemente bello que la primera
vez que Marsilio Ficino miró los ojos de él lo confundieron con un ángel; Tomás
Moro también parece que fue sacudido por las miradas de Pico, que lo describe
en términos muchos más que aduladores:
… “de
forma decente y bella, de talla grande y alto, de carne tierna y suave, su
rostro encantador y limpio, su color blanco, entremezclados sus sonrojos, sus
ojos grises y de ligereza mirada, su blanco de los dientes y aún, su pelo
amarillo y abundante”...
|
Marsilio Ficino. |
Otro de los
admiradores de Pico, Girolamo Benivieni, le enviaría muy amorosos sonetos. Los
dos amigos – Pico y Marsilio – afirmaban que compartían la misma alma, y cada
uno firmaba sus cartas con los nombres de ambos. Ellos fueron enterrados en la
misma tumba. El amor espiritual cultivado de estos dos estetas irradia en su
correspondencia. En una carta Pico escribe: “Hambre y sed de Marsilio, por la
alegría que llena su vida, por el placer que habita en su mente”. Marsilio
confía a su amigo Bembo:
“Bernardo,
querido mío, pensé que te amaba yo tanto, que pude no posiblemente quererme
más; pero afortunadamente me equivoqué en esta opinión, aprendiendo que tu
ardientemente me amas, he empezado a quererme más ardientemente.”
En cuanto al
poeta Poliziano, afirma que cuando vislumbra a un cierto Buonisegni, “libras
de mis corazón como al novio cuando sube al sofá de la prometida Virgen.”
Regalos refinados siguieron a menudo tan apasionados epístolas. Cavalcanti
envió un par de tórtola a Marsilio como si éste fuera una joven a punto de
desposarse; Poliziano representó a Lorenzo de Medici con canastas de lirios y
rosas.
Marsilio Ficino,
Pico della Mirandola y Poliziano se reunían con frecuencia, para cada una casa
de propiedad de cerca de Fiesole. Se les invitó, junto a las fiestas
extravagantes dadas por los clientes ricos y admiradores. Cada año, el 7 de
noviembre de Francesco Bandini celebró un banquete para conmemorar la muerte de
Platón. El hermoso Cavalcanti atraería todas las miradas - quien era el
“Príncipe de la fiesta” - como lo hizo en las reuniones de Lorenzo de Medici
(cuando, en una ocasión, pronunció un brillante comentario sobre los discursos
de Fedro). Los estudiosos neoplatónicos tenían sus propios héroes: como Donato
Accajuolo, que todavía era virgen a los treinta y dos, o Michele Verino, “que
murió a la edad de diecinueve años por haber querido permanecer castos.” El joven Verino escribió la tarde de su
muerte a uno de sus amigos “Oh Paul querido”… “¿sabes tú de mi
infortunio? Los médicos me han recetado
coito para mi salud. Si ese es el precio, prefiero no aferrarme a la vida.”
|
BACO.
Caravaggio. |
Poliziano, que
asombró a sus amigos con su enorme variedad de erudición y con sus múltiples
talentos, que se cree que el único pecado contra el hábito naturaleza era la
virginidad. Su vida sexual activa parece haber llamado la atención en su día,
pero eso no le impidió ser empleado como tutor de los hijos de Lorenzo de
Medici. En sus anécdotas florentinos, informes Varillas que Poliziano murió
mientras toca el laúd para un chico que amaba con locura.
No era cosa fácil
para un hombre en una posición prominente o de un dignatario de la Iglesia
seguir siendo un ángel. La prostitución masculina floreció en Roma y en
Florencia, y los jóvenes de buena familia se ataviaban en magníficas galas,
perfumaban en exceso e incluso a veces se encrespaban el cabello como las
mujeres. Son muy pocos los escritores e intelectuales de los dos siglos del Renacimiento que no pueden ser sospechosos de
homosexualidad. Paulus Jovius fue llamado "el Hermafrodita" porque,
según sus contemporáneos, él era “el hombre y la esposa”. Francesco Berni, el
autor de parodias petrarquista y poemas satíricos que se originó el estilo "bernesco",
el médico y matemático Gerolamo Cardano, Antonio Beccadelli, llamado “La
Panoramita” y quien que dedicó su libro, El Hermafrodita a Cósimo de Medici,
Aretino, Tasso, Maquiavelo y muchos otros, todos fueron tentados por el amor y
no sólo del sexo opuesto. El Profesor
Pomponio Leto, a quien le gustaba caminar desde el Esquilino, con una linterna
en la mano, mientras daba conferencias a sus jóvenes alumnos “a la manera de
Sócrates” se quedaba sin saber qué camino tomar en plena oscuridad de la noche...
“¡Había tantas posibilidades!” Como uno de los personajes de Aretino observa:
… “si
todo el fuego del infierno estaba y existía para escarmentar a todos aquellos que se entregaban en el temible vicio contra
la naturaleza, ni un solo caballero o estudioso permanecerían en toda Italia.”
Por eso, en el
propio Papado, se corría el rumor de que Paul II utiliza maquillaje para pintar
su cara, incluso se rumoreaba que había muerto de un ataque al corazón en el
momento en que era “sodomizado” por un joven y guapo monje. Su sucesor Pío II que
se hacía llamar en su temprana juventud como
“María Pientissima”, en Siena; después de haber escrito bajo el seudónimo
de Eneas Silvio, él mismo había declarado ser amigo de gente como Beccadelli, el autor de El Hermafrodita. Se dice que el
mismo Eneas Silvio, que había sido coronado como el Príncipe de los Poetas por
el emperador Federico III, había contribuido algunos pasajes de ese libro, que
tenía fama de estar lleno de “obscenidades”.
En aquel entonces, la palabra “obscenidad” no era tan despectiva, aunque
si era una forma de ridiculizar la sodomía.
Existió también
un libro en forma de ensayo titulado De
laudibus Sodomiae (Elogio de la sodomía, 1548), dice que es el trabajo
de Giovanni Casa, que, si no hubiera sido por su amor inmoderado por los
jóvenes, sin duda hubiera llevado el
capelo cardenalicio.
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SALAI.
Leonardo Da Vinci. |
En los talleres
de los pintores y escultores, los “actos inmorales” era el plato del día,
especialmente los homosexuales, eran casi la regla. Los jóvenes que compartían
la vivienda de sus maestros como aprendices o sirvientes solían ser jóvenes
gays hermosos y a veces algunos eran bastante descarados. Si tenían una cara
bonita o un cuerpo bien proporcionado, se sentaban como modelos. Tampoco fue la
actitud de su maestro hacia ellos siempre estrictamente profesional. Esta el
caso de Leonardo da Vinci, que en ese momento estaba trabajando en el taller de
Verrocchio, cuando él fue acusado de cometer actos ilícitos con cierto Jacopo
Saltarelli, de diecisiete años de edad. La acusación anónima había caído en un “tamburo”,
el buzón especial para denunciar a sus conciudadanos a las autoridades. El 9 de
abril de 1476, Leonardo fue a juicio, y el 7 de junio del mismo año fue
absuelto formalmente.
En sus cuadernos,
Leonardo se refiere a otro problema que causa enredos con uno de sus alumnos a
quien apoda Salai que significa “pequeño diablo”. Vasari dice que Salai fue un joven
muy guapo “elegante y con una buena
cabeza, cabello ondulado largo.” Leonardo hechizado por la belleza de Salai, lo
acepta de inmediato como alumno… “tanta belleza física trasciende toda
alabanza”. Por lo general la belleza física era primordial para Leonardo para
elegir a sus alumnos más que el talento
o dotes artísticas, al menos eso es lo que se susurraba en toda Italia y otros
tantos kilómetros más.
Salai, según
Leonardo en sus notas, era un mentiroso, un ladrón y un glotón, sin embargo, el
gran pintor se arruinó por el amor que le profesaba al joven, le colmaban con
ropa costosa y regalos lujosos. Salai si bien era un picaflor y engaño en
varias ocasiones al maestro, siempre estuvo a su lado, en las buenas y en las
malas. A su muerte, Leonardo dejó un patrimonio considerable a Salai, aunque su
mayor heredero resultó ser otro de sus estudiantes, Francesco Melzi.
La homosexualidad
estaba muy extendida en el Renacimiento, y las denuncias eran frecuentes. No
obstante pocas de esas denuncias progresaron, especialmente si los denunciados
eran los pintores y escultores, que estaban bajo la protección de sus señores o
mecenas. Así, en 1502 Botticelli – que era claramente homosexual, pero además
el maestro de madonas era algo así como un misógino - fue acusado de tener
“relaciones contra natura” con uno de sus ayudantes. Para su mecenas Tommaso
Soderini, que le había advertido un día que tomara los votos del
matrimonio con el fin de poner fin a los
rumores, Botticelli respondió horrorizado:
“Señor,
te diré lo que me pasó una noche, soñé que había tomado una esposa, y esto me
causó tanta angustia que me desperté, y tanto miedo tenía yo de volver a caer
en ese sueño que me pasé el resto de la noche deambulando como un loco por
Florencia.”
Luego fue
Giovanni Antonio Bazzi, también conocido como Sodoma, un pintor excéntrico que
vivía con una colección extraña de los animales como tejones, ardillas, monos y
aves exóticas, y que no hizo reparos en anunciar sus inclinaciones sexuales. En
una ocasión ganó una carrera de caballos, y los amigos y el público que se
habían unido en el desfile de la victoria le preguntaron qué nombre deben
gritar, Bazzi respondió: “¡Sodoma!” Tan fuerte fue la ovación
que toda la ciudad fue alertada, y el pintor, galopando en su caballo Barbary
con su pequeño mono colgando de su cuello y sus largos cabellos, escapó de la
muchedumbre que quería apedrearlo. Sin embargo, luego el hecho fue olvidado o
tomado como una anécdota más de las extravagancias del artista pero el nombre
se quedó por siempre.
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GIOVANNI BAZZI mejor conocido como IL SODOMA. |
A la edad
de catorce años Michelangelo Buonarrotti era un estudiante de Domenico
Ghirlandaio y tuvo el gran honor de ser admitido en el “Jardín de los Medici”,
una escuela de escultura creada en los jardines del Palacio Medici bajo la
supervisión de Bertoldo (un antiguo alumno de Donatello). Miguel Ángel se le
dio una habitación en el palacio, y él comía con los Medici - de allí estableció
amistad con el futuro Papa Julio II. Entre los humanistas toscanos y artistas
que se reunieron en torno a los Medici, el joven se encontró con muchos
personajes famosos y respetados que alegremente se permitían lo que Savonarola
llamaba “el vicio abominable.” Pero en
el momento en que Savonarola estaba organizando su “hoguera de las vanidades”,
utilizando como leña pinturas, libros licenciosos, adornos, pelucas y otras
deliciosas “futilidades”, Girolamo junto con Pico della Mirandola componían un
himno que era entonado a su vez por jovencitos de extrema belleza vestidos
únicamente con túnicas blancas y coronas de olivo y Michelangelo esculpia a “Bacchus” borracho y lascivo que jugaba con
un enamorado cupido.
Se dice que el
modelo para la bella escultura era un joven modelo de alta alcurnia, sin
embargo el artista se guardó el nombre pero se oyeron comentarios sobre la
sexualidad del escultor, entre ellos: “Es imposible ser más pecaminoso con un
cincel.” El gran escultor y pintor no era ciertamente corto en modelos.
En una carta escrita en 1515 a Nicolo Quaratei, relata que un hombre se acercó
a él un día pidiéndole a aceptar a su hijo como un aprendiz. Miguel Ángel se
negó, tras lo cual el hombre trató de convencerlo diciéndole:
“ ‘Si
tomas a mi hijo como ayudante y aprendiz, de seguro será de gran ayuda, pues
también podrás tenerlo y poseerlo en la cama’… lo cual Michelangelo respondió
con suavidad: ‘lamentablemente, estoy renunciando a ese consuelo, ya que no
quiero privarlo a usted de tal deseo.’ ”
Las historias de
amor que Miguel Ángel o Michelangelo alude en sus sonetos fueron generalmente
infelices. En 1522 el artista se enamoró de Gherardo Perini, que es quizás la
juventud vigorosa en su escultura “Victoria”,
donde un fuerte y musculoso joven hombre pisotea a un anciano, que se dice y
hasta parece ser el escultor. Dos años más tarde se separaron, y Miguel Ángel
se lamentaba en uno de sus poemas inconclusos:
“A partir de esta misma piedra lo vi
abriendo sus alas,
Él quien me elevo a lo más alto y ahora me deja caer.”
Otra gran pasión
del escultor era cierto Febbo di Poggio, un joven caprichoso que estuvo siempre
pidiéndole dinero. Luego están los sonetos de la muerte de Cecchino dei Brazzi,
el hijo de un exiliado florentino, que murió a la edad de quince años y era el
ídolo de la bien llamado banquero-poeta Luigi del Riccio. Estos poemas se cree
que han sido inspirados por el dolor de Luigi. Miguel Ángel también alimenta
una pasión platónica y muy cortés para Vittoria Colonna, una gran dama, pero
más bien fea diecisiete años menor que él, que murió en 1547.
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VICTORIA.
Michelangelo Buonarrotti. |
Pero, como dice
Vasari, …“más que a nadie le gustaba al maestro que Tommaso Cavalieri, un señor
de Roma, que se inclinó por las artes a una edad muy tierna.” Este fue
un amor casto según la mayoría de los contemporáneos de Michelangelo, excepto
para el poeta Aretino que deja caer indirectas venenosas sobre esta amistad en
su intercambio mordaz con el escultor. De todos modos, Miguel Ángel murió de la
mano de Tomás en 1564.
Nos tomaría un
descomunal espacio si tuviéramos que enumerar todos los artistas del
Renacimiento, que fueron homosexuales o que se cree que han tenido
implicaciones homosexuales. Sin embargo, no debemos dejar de hablar de
Benvenuto Cellini, que, a pesar de que vivio en el “closet” y cuidadosamente
evito incidentes que “opacaran” su autobiografía, fue a juicio no menos de tres
veces por el delito de sodomía.
Cellini, al igual
que Caravaggio tenía una debilidad fatal para “el bueno para nada”, y es que
los maestros se rebuscaban sus amantes
en tabernas de mala muerte o en las oscuras calles de los barrios bajos. A un
señor que se quejaba de manera disoluta de Cellini, se maravilló de la
paciencia del Papa, Pablo III, que le respondió:
“Usted
debe darse cuenta de que los hombres que han pasado por el maestros no son tan
importantes como su arte”… “su obra como
el mismo Benvenuto no están sujetos a las leyes ordinarias”...
Se dice que esta
respuesta que defendía la honorabilidad y la misma vida del artista era que el
Papa Pablo III tenía “rabo de paja” pues su hijo bastardo era un comprobado
sodomita y se rumoreaba que Pedro, así se llamaba el joven, fue asesinado por
haber intentado violar a un joven monje.
A pesar de las
denuncias que cayeron en el tamburo, los artistas del Renacimiento fueron
capaces de seguir sus inclinaciones sin tener que preocuparse mucho acerca de
las represalias legales, como ser quemado en la hoguera. A medida que
envejecían, los pintores y los escultores solicitaban gratificaciones de sus
jóvenes estudiantes que consideraban simples pecadillos “pecados pequeños que una gota de
agua bendita lava.” Así notoria eran las costumbres de los artistas que
en una de sus sátiras Ariosto menciona un dicho gracioso entre la gente común
que “Es
tan peligroso darle la espalda a un pintor como para compartir su cama.”
Los intelectuales
y los escritores - sobre todo los devotos de la Antigüedad y del amor socrático o platónico – vieron en
las ciudades-estados de la bota italiana el “Paradiso Perduto” que querían
restaurar en el XV y el siglo XVI. Después de siglos de ascetismo cristiano y
la disciplina severa, la aristocracia abrazó con entusiasmo el nuevo espíritu
del paganismo. Los señores ricos llamaron a sus hijos Aquiles o Agamenón; Filippo di San Gemignino
cambió su nombre por el de Calímaco, un miembro de la famosa familia
Sanseverino se hacía llamar Julius Pomponio Leto. En días de fiestas, los
ciudadanos de las ciudades se convertían en sátiros, ninfas y jóvenes coronados como dioses antiguos desfilaron por las calles en elaboradas carrozas tiradas por caballos. Muchos de estos “nuevos sátiros” se entregaban a sus orgiásticas fiestas dignas de las bacanales antiguas.
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ORFEO.
Bronzino.
Retrato de Cosimo I de Medici. |
Poco a poco la filosofía
neoplatónica suplanto los sistemas medievales de pensamiento. No sólo eran las
almas de los santos considerados hermosos, pero también lo eran sus cuerpos,
pues la belleza física era el reflejo de la perfección interior. De esta manera
los escuálidos cuerpos de los mártires se transformaron en esplendidos Apolos,
aparecieron desnudos al igual que Adonis
y a los musculados deportistas de la Grecia y la Roma Antigua. San Sebastián
desde entonces fue representado como un inquietante andrógino que se retorcía
al parecer más al placer de su desnudez que al propio dolor de las saetas que
lo herían. San Juan Bautista se convirtió de un raro ermitaño a un musculoso y
valiente pastor y el pequeño David, dejo de ser el delgado judío para
transformarse en el esbelto y fuerte soldado que derroto a Goliat más con su
imponente presencia que con su honda.
Según algunos
cronistas una pintura de San Sebastián realizada por Fra Bartolomeo tuvo que
ser retirada de una iglesia, ya que estaba dando ideas sexuales a los monjes.
Antes de convertirse en un mártir San Sebastián pudo haber sido un soldado
romano y quizás uno de los favoritos de Heliogábalo, cosa nunca comprobada,
aunque existió el fuerte rumor. En cualquier caso su martirio fue motivo de
inspiración para los pintores del
Renacimiento hasta nuestros días, y mucha de las veces es imposible saber que
es lo más importante en las obras si su ambigüedad sexual o su éxtasis
masoquista; desde entonces San Sebastián es un ícono de la homosexualidad.
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SAN SEBASTIAN.
Guido Reni |
Inventado por los
griegos para justificar el amor entre los hombres y los jóvenes, el mito de
Ganímedes fue reinterpretado en el Renacimiento como símbolo de la ascensión
del alma, o de la “furia divina”, que se apoderó de un santo mortal (como
Cristo como el águila y el santo como el pastor). Para Dante Ganímedes era el
hombre, la Inteligencia Humana, el intelecto transportado por el Ser Supremo a
las alturas de la contemplación.
La adaptación de
temas antiguos al arte sacro cristiano permitió a los artistas del Renacimiento
expresar su placer sensual. Savonarola, y más tarde el Concilio de Trento
(1545), condenó violentamente esta cultura neoplatónica con sus santos travestidos
como dioses antiguos y sus costumbres que recuerdan a Atenas en su apogeo.
Aretino, cuyos licenciosos Sonetos no le impedían aspirar al cardenalato,
hipócritamente proclamaba su indignación por los cuerpos desnudos en “El Juicio
Final” de Michelangelo, y, un mes antes de la apertura del Concilio, escribió
una carta abierta al artista declarando:
“Como
cristiano bautizado me avergüenzo al libertinaje, que se muestra en la
ilustración de un tema tan noble ... que muestran ángeles y santos unrobed,
completamente privándole de modestia terrenal y el antiguo esplendor celestial.”
Aretino se quejó públicamente
de que Miguel Ángel no había seguido su consejo, y lo regañó por no enviar un
bosquejo preliminar de "”El Juicio Final”. Y añade con perfidia:
… “usted
da su palabra sólo a la Gherardoes”… “y el Tommais de este mundo.” … “Su tipo
de pintura pertenece a una taberna o algún establecimiento balneario obsceno, y
no a la capilla mayor de todo el cristianismo.”
Cuando Aretino
habla de “Gherardoes” y “Tommais” se
refiere a Gherardo Perini y a Tommaso Cavalieri, amigos homosexuales de
Michelangelo, pero al pluralizar los nombres trata de magnificar las “raras”
amistades del pintor.
El fervor
religioso que despierta la Reforma y el Concilio de Trento envenenó la vida de
los artistas que habían disfrutado del periodo de libertad y renovación
artística a finales del 1400 y principios de 1500. Ya en 1550 uno de los
discípulos de Miguel Ángel, Daniel Volterra, fue el encargado de cubrir los
cuerpos desnudos en “El Juicio Final”, un trabajo que le valió el apodo de Braghettone.
Después que Miguel Ángel murió, El Greco llegó a sugerir lavar la capilla, pintar
de blanco y …“decorar con algo más apropiado”…
Las invasiones de
Carlos VIII y Luis XII trajeron antiguas obras de arte y pinturas italianas a
Francia. Gracias a la invención de la imprenta, los humanistas fueron capaces
de difundir la sabiduría de los antiguos de toda Europa. En Alemania,
Inglaterra y Francia, donde ya estaba floreciendo, la homosexualidad se hizo
más refinada bajo la influencia del neoplatonismo. Pero después del Concilio de
Trento, los intelectuales que no se sometieron a las leyes y doctrinas de la
Iglesia eran sospechosos de herejía. Se convirtió en una práctica común para
acusar librepensadores, protestantes y ateos de sodomía, era la mejor manera de
deshacerse de ellos. Con mayor razón, ya que era fácil de apoyar la acusación
con pruebas, o una apariencia de la prueba.
Así, Muretus de
Montaigne (Marc Antoine Muret), un poeta mediocre y autor de numerosas
traducciones y comentarios de Catulo, Tibulo, Terence, etc, fue acusado en 1552
de haber tenido inclinaciones antinaturales. Él fue encerrado en la prisión del
Chatelet en París, y luego puesto en libertad gracias a la intervención de
amigos. En Toulouse, donde luego fue a enseñar Derecho en la universidad, fue
detenido de nuevo y acusado de haber cometido sodomía con uno de sus alumnos, solo
por el hecho de hacer unos poemas que había publicado. Con anterioridad y donde
narraba el amor homoerótico. Esta vez fue condenado a ser quemado vivo, pero él
logró escapar y huyó a Italia, donde, a pesar de su reputación de homosexual,
fue recibido por Ippolito d'Este y el Papa Pío V. Casi al mismo tiempo Richard
Renvoisy, , que había compuesto música para las odas de Anacreonte, tuvo menos
suerte y fue quemado en la hoguera en 1586 por haber hecho otro tipo de música,
donde se alababa el amor entre hombres, se dice que fue acusado por uno de los
coristas por practicar la sodomía.
En sus propios
escritos Montaigne se burló de los homosexuales de su época y del afectado neoplatonismo de Ficino y Pico
de la Mirandola. Su amistad con Etienne de la Boétie, un magistrado, poeta y
humanista cuatro años menor que él (Montaigne tenía veintiséis años), era sin
embargo “neoplatónica” no sólo en lo amoroso y espiritual sino también en el sentido erótico. Es cierto
que Montaigne escribe que el amor en el “estilo griego” es aborrecible, pero
por otro lado, el gran humanista, obviamente, no estaba del todo satisfecho con
las mujeres. Pensó que el matrimonio no es más que un acuerdo contraído para otros
fines que no sean el amor. La Boétie murió a los veintinueve años y,
desconsolado, Montaigne dio rienda suelta a la profundidad de su dolor en palabras
de los poetas latinos:
“Desde
que ya no puedo compartir mis días con él decidí renunciar al placer y sus
maneras. ¡Oh, hermano! Que eres más dulce que la vida, ¿Te veré más, a quien
amo para siempre? Ah, Fate ha ttolen la mitad de mi alma lejos! ¿Qué estoy
haciendo aquí, yo, que soy el otro dos?”
La musa que
susurró en los oídos de los poetas franceses del siglo XVI era bastante
obscena. Las travesuras de los jóvenes monjes y cortesanos encantó a escritores
como Rabelais y poetas como Ronsard. Pero otros, como Agripa d'Aubigné reaccionó
con indignación furiosa; su largo poema Les
tragiques y su Isla de los
hermafroditas están muy lejos de los auto-exámenes serenos de
Montaigne. “El camino al corazón de un rey es a través del culo de un sinvergüenza”,
farfulló Agripa.
En los
teatros de Londres, los papeles femeninos eran actuados por mozos elegantes,
que estaban en gran demanda entre los jóvenes príncipes de la corte, sobre todo
entre los que se encontraba James I, uno de los más famosos homosexuales coronado
en la historia. Uno de estos “pequeños halcones”, como se les llamaba, y que
fue amante del rey habló con descaro de sus relación amorosa y se burló del
acento escocés del rey, y finalmente en 1608 su fraternidad se disolvió. Sin
embargo, el culto de la belleza masculina platónico nunca le faltó adeptos en
Inglaterra. Sus celebrantes más ilustres fueron Christopher Marlowe y William
Shakespeare.
CRIMEN Y CASTIGO… La persecusión de la homosexualidad en el Renacimiento.
El Renacimiento,
que produjo muchos cambios culturales y
políticos, pero no en la persecución a
los homosexuales no sólo continuó con la misma intensidad que se produjo en la
Edad Media, sino que durante la época se produjeron algunas de las mayores
persecuciones a este colectivo tanto por las autoridades de la Iglesia como por
las civiles de toda Europa.
La inquisición
española tenía autoridad sobre el crimen de “sodomía” en la Corona de Aragón.
En los tribunales de Barcelona, Valencia y Zaragoza más del diez por ciento de
los juzgados por la inquisición eran condenados a muerte en la hoguera; los juzgados
por sodomía entre 1570 y 1630 fueron unos 1000, de los cuales más de la mitad
fueron quemados vivos, los otros castrados y a los que corrieron con mayor
suerte fueron simplemente torturados. De 1536 a 1821 la inquisición portuguesa
se encargó de más de 4000 personas denunciadas por sodomía, de las que cerca de
500 fueron presas y 30 murieron en la hoguera, la mayoría durante el siglo
XVII. En el siglo XV y principios del XVI hubo importantes persecuciones por
las autoridades civiles en Venecia y Florencia. Así, de 1342 a 1402, hubo 13
ejecuciones en Venecia, y en Florencia, donde los castigos no eran tan severos,
aunque incluían la castración y la muerte en la hoguera, se han contado 2500
condenas por sodomía.
En los países con
iglesias reformadas se crearon instituciones inquisitoriales y legislaciones
represivas. Por ejemplo, en Inglaterra se adoptó la Buggery act en 1533 durante
el reinado de Enrique VIII, la primera ley gubernamental en este país contra la
sodomía ya que hasta entonces la persecución de homosexuales y la ejecución de
sus penas había sido llevada a cabo por los tribunales eclesiásticos. Esta ley
definía como delito cualquier práctica sexual “antinatural contra la voluntad
de Dios y el hombre.” Posteriormente fue reformada por los tribunales
para que sólo incluyera el sexo anal y el bestialismo. Esta ley fue muy
influyente posteriormente porque se extendió por todas las colonias británicas,
y fue la base de legislaciones que han permanecido vigentes hasta el siglo XXI
en países de América, África y Asia.
En 1532, Carlos V
de Alemania, y I de España, creó una base legal que prohibía las mismas
prácticas en su Constitutio Criminalis Carolina, que se mantuvo vigente en el
Sacro Imperio Romano Germánico hasta finales del siglo XVIII.
Por Félix Esteves