Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

Amigos de Los Mínimos y Máximos

martes, 30 de abril de 2013

JUVENTUD HOMOSEXUAL Y CON SINDROME DE DOWN. Una doble discriminación.



El desarrollo de una identidad sexual saludable es un proceso permanente, y cada fase de nuestra vida presenta una forma particular de ver la sexualidad. Los bebés y niños pequeños se enfrentan a las tareas de desarrollar confianza y autonomía personal. Los niños enfrentan las tareas del desarrollo del conocimiento  del “uno mismo”, intimidad y cercanía física y con la pubertad más adelante viene la necesidad de dominar los conceptos de modestia y privacidad. Para el adolescente, cuestiones significativas incluyen masturbación, seguridad personal y relaciones.

Cuando llegamos a la edad adulta por lo general, ya conocemos nuestra sexualidad, nuestras preferencias, nuestras aversiones que nos ayudan a construir nuestra identidad como individuos. Para muchos este  proceso de auto-identificación sexual no es fácil, para otros es algo que ni siquiera percibieron o simplemente paso sin darse cuenta. Lo que si es cierto es que esa “Auto-Identificación Sexual” es un proceso natural de todos los humanos. Y solo se es exitosa (sea cual fuese el resultado final  heterosexual, homosexual u otras formas de identidad) cuando ocurre en socialización.

Por desgracia, la sexualidad de las personas mentalmente discapacitadas históricamente ha sido ignorada o negada. Por mucho tiempo, la mayoría de esta población fue aislada u alojada o internada en instituciones, separadas por sexo con pocas oportunidades para socializar. La sociedad en el pasado ha tendido a personas mentalmente discapacitadas como asexuales o, si aparecen excesivamente afectuosos, hipersexuales. Sin embargo, la sexualidad y las relaciones personales son esenciales para el desarrollo normal de los adultos, incluyendo a los adultos con y sin discapacidades físicas y/o mentales. Mientras que algunos individuos discapacitados mentales no pueden ser capaces de participar en la relación social más típica - matrimonio con hijos - todavía pueden participar en las relaciones interpersonales en forma significativa. La expresión sana de la sexualidad no requiere solamente de tener relaciones sexuales coitales o de penetración y puede tomar una amplia gama de formas incluyendo amistad cercana, contacto físico-afectivo no sexual y contacto sexual no coital.

Existe un creciente cuerpo de literatura y un diálogo progresivo con respecto a la sexualidad y la expresión sexual para las personas con discapacidad mental, sin embargo dicha literatura y dialogo no incluyen en su gran mayoría aquellas sexualidades fuera de le heteronormativa. De esta manera se reafirman las discriminaciones hacia los individuos tanto LGBT como los discapacitados mentales. Lo que es peor aún, cuando uno intenta entrar en internet en búsqueda de información sobre este tema, conseguimos muchos videos que se burlan de jóvenes y niños, en su mayoría con Síndrome de Down, que son a su parecer homosexuales o que simplemente lo son; tal como lo reitera el sexólogo José Luis García:

“Probablemente haya pocos grupos de población en los que se acumulen tantas dosis de exclusión y discriminación y, por tanto, sufrimiento, como el que aglutina a aquellas personas que, siendo discapacitadas, tienen además una orientación homosexual. Si encima tuviera rasgos de síndrome de down probablemente su discriminación sería más notoria.”  1

Las personas con síndrome de Down tienen las mismas necesidades de sexualidad que las personas sin discapacidad. Puede que su proceso de entender la cosmogonía de su sexualidad sea más lento o mejor dicho “distinto” pero pasa por las mismas fases de desarrollo sexual que sus pares no discapacitados, por lo tanto necesitarán una enseñanza directa en esta área. El problema reside principalmente que la mayoría, por no decir todos, los programas de educación sexual para tal efecto están dirigidos para individuos con síndrome de Down heterosexuales.

Y muchas personas se preguntaran ¿Existen personas homosexuales con síndrome de Down o personas de síndrome de Down homosexuales? ¿Cómo puede un individuo con síndrome de Down saber sobre homosexualidad o reconocerse como homosexual?

Las respuestas son unánimes y muy claras: Si. Existen personas con síndrome de Down que son homosexuales y lesbianas o que pertenecen a la comunidad LGBT, por lo tanto ellos saben reconocerse como gays o lesbianas o con otra identidad sexual. El problema es que desde la configuración social y del heterosexismo imperante, la homosexualidad no es lo que se espera, no es lo deseado. Siempre y perpetuamente se presupone o se antepone que todos deben ser heterosexuales y que por lo tanto las personas con síndrome de Down también deben serlo, aunque en este caso lo que se les exige y ordena, por su condición, es reprimir, contener, refrenar y controlar su sexualidad porque “no deben ejercitarla”, dicho de una manera más cruda: se les castra su deseo sexual, pero la cosa se pone peor, porque unido a esto se le niega también la afectividad no sexual ligada con el deseo sexual.

Por lo tanto los procesos de reconocimiento de la propia orientación sexual, así como el hecho de “salir del closet”, van a ser más difíciles y penosos en personas con síndrome de Down o cualquier tipo de discapacidad mental, pues existe mayor presión para seguir la línea de la heteronormativa,  además que las posibilidades de comunicación serán menores, por lo que pueden tardar más en solventar y solucionar ese acontecimiento psicológico de especial relevancia como es el reconocimiento de su sexualidad o identidad sexual.

Comprobadamente, la educación que se ha brindado por mucho tiempo a estas personas ha tenido como finalidad única lograr que no se estimule su impulso sexual, ya los temas sexuales son un tabú todavía en nuestra sociedad, y más aún en estos casos, que se considera a la sexualidad del minusválido o discapacitado mental un “monstruo” que debe permanecer dormido.

De esta manera, el individuo con síndrome de Down va creciendo con miedo, pues se le prohíbe señaladamente y reiteradamente que el sexo no es para él o ella, además que cualquier acontecimiento anormal como el abuso sexual, el embarazo no deseado, enfermedades, entre otros muchos son señalados al joven con síndrome de Down como la única respuesta posible o como el potencial resultado de su deseo sexual.


La Educación Sexual Integral para estos jóvenes incluye la formación en seguridad personal y emocional, así como las relaciones de pareja, matrimonio, pero todos dentro del estándar de los programas educativos de  heterosexismo, y a menudo se limitan a la discusión de la abstinencia y anticoncepción, pero también debe entrar en la parte curricular  los afectos entre personas del mismo sexo, la masturbación, el  sexo como forma de placer y el sexo seguro, igualmente deben incluir aspectos como el respeto a la individualidad sexual, la privacidad sexual y la tolerancia hacia la diferencia. Para algunos esto parece mucha información, pero los individuos con síndrome de Down tienen una amplia gama de niveles cognitivos, unos aprenden más rápidos que otros, también se da el caso que muchas veces nosotros mismos magnificamos  o maximizamos la sexualidad y creemos que los niños y jóvenes son capaces de entender tales cuestiones, la sexualidad es un proceso natural y como tal debemos verla y enseñarla; en el caso de personas con síndrome de Down los programas educativos requieren otro enfoque, pero no va más allá que la simple individualización ligado con paciencia y amor. Por otra parte estos programas de educación sexual deben no sólo incluir la escuela, también la familia, pues son los padres y hermanos de los jóvenes con síndrome de Down los que refuerzan lo impartido en los colegios o centros especializados en estos casos.

La pubertad y adolescencia es el periodo de la vida en el que se empieza a concretarse la comprensión de la orientación sexual. El principal problema es la poca existencia o nulidad de documentos bibliográficos  sobre la incidencia de la homosexualidad en individuos Down, esto no nos indica que eso es imposible, lo que nos demuestra es la poca visibilidad de este colectivo o que existe en la comunidad médica y especializada poca preocupación sobre el tema, pero debemos ser conscientes de que si existe una población LGBT que también son Down o presentan  trisomía.

Los LGBT Down disponen de un acceso muy limitado para elegir sus compañeros y formas de vida, y el determinar su orientación sexual puede resultar más complicado de lo que es para quien no tiene esa discapacidad. Al igual que ocurre con los homosexuales sin discapacidad, los que la tienen se arriesgan comúnmente al ridículo y al prejuicio que a veces surge.  Cuando un joven Down les cuenta a sus padres su orientación sexual gay por lo general para no decir el cien por ciento de las veces el joven es alejado de su entorno social, se le aísla por completo de los posibles “peligros gays”.

La homosexualidad en personas Down significa otra discriminación y otra exclusión, además de ser rechazado por su diferencia cognoscitiva lo también es por su identidad sexual. Por otra parte el hecho de ser diferente físicamente al ideal de la belleza preponderante de la sociedad hace que este se sienta más rechazado, y él/ella así lo siente, pues ellos saben y reconocen la diferencia cuando se ven en el espejo. Igualmente, en las relaciones interpersonales de personas con síndrome de Down,  se tiende a percibir al otro más discapacitado y por tanto poco atrayente para formar una relación más cercana.

Otro punto negativo en los casos de jóvenes u hombres Down es el modelo sexual que se pondera o glorifica en algunos ambientes homosexuales como la idolatría a lo fálico. El gran pene, su deseada petrificación, como la esperada penetración y la abundante eyaculación son los cuatro elementos básicos donde se apoya o se fundamenta el modelo de sexualidad  muy desplegado en el ambiente gay, y este hecho perturba llanamente a un importante número de hombres Down que por lo general tienen problemas de erección, y muchos “varones”… con síndrome de Down…  “tienen testes pequeños, criptaquidia uni o bilateral, escroto o pene hipoplásico y horizontalidad de vello púbico.” 2 Claro está que la criptaquidia y lo hipoplásico del pene y escroto merece una atención médica temprana que puede corregir esta anomalía.

Los individuos con síndrome de Down o que presentan trisomía son tal vez los más independientes y visibles de la comunidad o población de discapacitados mentales, por lo tanto son los más vulnerables al abuso emocional y sexual. La literatura al respecto nos dice que el 50 por ciento de los abusos sexuales en esta población son cometidos contra niños y jóvenes Down. 3 y 4 Aún más preocupante es que muchas personas con retraso mental pueden ser víctimas de episodios recurrentes del abuso sexual. 5

Múltiples factores predisponen a esta población a ser víctimas del abuso: el aislamiento social y comunicacional, los problemas cognitivos, aparte que los individuos Down al ser solitarios también llegan a ser muy “agradecidos” con cualquier gesto o forma de atención, y a menudo su fuerte deseo de ser reconocido o sentirse “normal” y la ansiedad por ser “amados” los predispone a tolerar el maltrato sexual.


Para concluir aunque no quisiera.


Realmente este es un tema apasionante, pero como dije antes la poca bibliografía hace que sea difícil escribir sobre este tema, por otra parte ni soy médico, ni psicólogo, ni psicopedagogo y es relevante tener los conocimientos pertinentes para escribir con objetividad y claridad de este tópico que parece esconder muchos miedos y temores. Lo que sí es cierto, muy claro y palpable es que la comunidad LGBT tiene miembros con Discapacidad Intelectual o Mental. Si ya se nos es difícil vivir con la discriminación por pertenecer al colectivo LGBT tenemos que pensar que nuestros hermanos gays, lesbianas, trans y otros que presentan trisomía o síndrome de Down u otra discapacidad mental viven una doble exclusión, la primera por ser diferentes a la heteronormativa y la otra por ser “excepcionales”.



1 http://ehgam2006.blogspot.com/2006/04/sindrome-de-down-y-homosexualidad.html
2 http://www.aulafacil.com/cursosenviados/sindromedown/curso/Lecc-3.htm
3 Elvik SL, Berkowitz CD, Nicholas E, Lipman  J L, Inkelis SH (1990) Sexual abuse in the developmentally disabled: dilemmas of diagnosis. Child Abuse and Neglect 14: 497- 502.
4 Schor DP (1987) Sex and sexual abuse in developmentally disabled adolescents. Seminars In Adolescent Medicine 3: 1-7.
5 Ibídem.

domingo, 28 de abril de 2013

CRIMEN Y CASTIGO DE LA HOMOSEXUALIDAD EN LA FRANCIA REVOLUCIONARIA Y NAPOLEÓNICA.


Las relaciones sexuales consensuales entre adultos del mismo sexo han sido legales en Francia durante doscientos veinte años, esto se debe a una serie de acontecimientos que empezaron con la Revolución Francesa, pero particularmente a la influencia de Jean-Jacques-Regis de Cambacérès que desempeñó un papel importante en la redacción de los códigos napoleónicos. Cambacérès, que adolecía de un "pequeño defecto" (petit défaut), un eufemismo de aquel entonces para adjetivar la atracción sexual al propio sexo, y que era conocido entre sus cercanos con el apodo de "Tía Turuleta" ,   provocó revuelo y burlas dentro de la conservativa época, no obstante también le hizo un héroe a generaciones posteriores de hombres gay, que acreditan a Cambacérès la despenalización de la homosexualidad en Francia.

La Asamblea Constituyente de 1789-91 fue de hecho la que derogó las leyes anti-sodomitas francesas en 1791, y la legislación napoleónica sencillamente incorporó esta reforma anterior. Por otra parte, el gobierno de Napoleón nunca demostró concretamente una tolerancia de la actividad homosexual. Decididos a hacer cumplir los más altos estándares morales en Francia, muchos de los funcionarios napoleónicos a veces ignoraron el inconveniente de que la ley no penalizara los "crímenes contra la naturaleza". Cuando consideraron un comportamiento sexual no convencional una amenaza para la moral pública, no dudaron en tomar medidas represivas contra pederasta y sodomitas, acordémonos que en aquella época de horror y sangre el término Homosexual o Gay no existían, no obstante trataremos de utilizarlos en ciertas ocasiones para refrescar los textos aquí expuestos.

Jean Jacques Regis de Cambaceres

Mucho antes del siglo XVIII, para los franceses las  palabras pederasta (hombre adulto que tiene relaciones sexuales con niños) y sodomita (hombre que se dedica a la sodomía o darse al coito anal) habían perdido su precisión etimológica y en el lenguaje común se refirió ampliamente a cualquier hombre que tuvo relaciones sexuales de cualquier tipo con otro hombre de cualquier edad. Estos términos se podrían referir más libremente a hombres y mujeres que se dedicaban a cualquier forma de cópula no reproductiva. Según una definición jurídica de la 1780:

"La pederastia o sodomía es el crimen de un hombre con un hombre, de una mujer con una mujer; incluso de un hombre con una mujer, cuando, por el libertinaje inimaginable,  no usan la ruta ordinaria de la procreación. " 1

La ley francesa tradicionalmente quemaba a los prescritos en la hoguera como el castigo apropiado para tales actos, es decir para los delitos de pederastia y sodomía. Los jueces, en representación de un veredicto y al imponer una pena, podrían citar el Derecho Romano ejemplificado en los Códigos de Teodosiano y Justiniano, y que luego fueron confirmado por Carlomagno, las costumbres medievales del derecho consuetudinario, especialmente las Reglas Morales de Saint-Louis de 1270 y varios siglos de precedente judicial.

En la práctica, sin embargo, las cortes de ley francesa juzgaron pocas veces de pederasta y sodomitas en la edad moderna y pronunciaron la sentencia de muerte incluso más raramente. Los hombres ejecutados por sodomía a menudo eran culpables de crímenes capitales adicionales. Por ejemplo, cinco de los siete sodomitas quemados en París entre 1714 y 1783 había cometido blasfemia, violación o asesinato. Las dos excepciones fueron Bruno Lenoir y Jean Diot, estrangulados y quemados por el verdugo públicamente en la Plaza de Grève, el 6 de julio de 1750, solo nada más por haber tenido sexo la noche del 1 de enero en la Rue Montorgueil, como lo explica la siguiente cita:

"La ejecución se llevó a cabo con el fin de hacer un ejemplo, tanto más porque se dice que este crimen se está volviendo muy común"... "Y porque estos dos trabajadores no tenían ninguna relación con la persona de distinción, en la corte o de la ciudad, y porque al parecer inculpaba a nadie, este ejemplo se hizo sin ninguna consecuencia". 2

La Libertad guiando al Pueblo.
Delacroix.
Sin embargo esta lección terrorífica apenas pudo poner fin a la actividad sexual ilícita en Paris del siglo XVIII, que a todas luces, contó con miles de homosexuales entre sus residentes. Michel Rey ha afirmado que algunos de estos sodomitas desarrollaron un distintiva "forma de vida"3 por el siglo XVIII, formando una comunidad de hombres de todas las clases sociales, cuya orientación sexual la definió una identidad colectiva. Los hombres gays de la Francia de aquel entonces utilizaron el cancaneo o cruising en las calles y parques, y se reunieron todas las noches en tabernas particulares destinadas a ellos.

Los hombres gays por lo general se movían o manejaban de forma amanerada, imitando el   refinamiento aristocrático, la  adopción de gestos afeminados y a veces la auto denominación con apodos igualmente femeninos que hicieron de ello todo un estilo de vida en esa población que cada vez era mayor, convirtiéndose en una importante comunidad. La policía acosó y arrestó  a menudo a muchos de ellos utilizando señuelos e  informadores pagados para tal fin. Nobles y acomodados sodomitas generalmente fueron puestos en libertad con una advertencia; el resto fueron detenidos generalmente por tres o cinco días, tal vez algunos por una o dos semanas. “Los magistrados raramente se molestaron en enjuiciar a los sodomitas arrestados en los tribunales.” 4

La revolución francesa trajo una mayor libertad para los gays franceses de aquel entonces. Los políticos revolucionarios intentaron rehacer la sociedad y el gobierno francés. Las reformas incluyeron nuevas leyes penales inspiradas por las ideas progresistas de la Ilustración en el crimen, la justicia y el castigo. La mayoría de los filósofos sostuvieron opiniones relativamente liberales sobre el comportamiento sexual no convencional. Incluso aquellos que no estaban de acuerdo con la sodomía criticaron las penas existentes como excesivamente duras. Otros argumentaron que castigar a los sodomitas sólo hizo más consciente al pueblo de los otros estilos de vida pecaminosa y era mejor dejar tapada la olla de las obscenidades. La mayoría de los filósofos de audacia, como Condorcet, Montesquieu negaron que la sociedad tuviera derecho a castigar la sodomía u homosexualidad, y que esta era en cierta forma legal y natural  siempre que ocurriera en privado y entre adultos que consienten. Algunos historiadores han afirmado que estas avanzadas opiniones directamente influenciaron la Asamblea Constituyente cuando omitió la pederastia y sodomía del Código Penal de 1791.

Napoleon Bonaparte.
De hecho, los legisladores nunca proporcionaron ninguna explicación por esta omisión, y ellos ni siquiera debatieron la filosofía de la  Ilustración o que dicha filosofía haya guiado a los legisladores, pero es más probable que la despenalización de la sodomía era simplemente una consecuencia fortuita e imprevista de su secularización del derecho penal. En su presentación del Código Penal recién elaborada para la Asamblea Constituyente, Le Pelletier de Saint-Fargeau comentó que prohibió sólo "los verdaderos crímenes"… y no…"los falsos delitos, creados por superstición, feudalismo, el sistema tributario y el despotismo". 5

Aunque Le Pelletier no incluyó en la lista de los crímenes creados por la superstición, que fueron  ligados o creados por la religión cristiana   (blasfemia, herejía, sacrilegio y brujería y muy probablemente también bestialidad, incesto, pederastia y sodomía), en estas ofensas anteriores, la legislación revolucionaria pasó simplemente que estos actos eran juzgados en silencio, por lo general no castigados u omitidos, aunque en la teoría merecían penas más severas.  

La Asamblea Constituyente realmente votó por dos códigos distintos en 1791. El Código Penal de 1791 (del 6 de septiembre al 25 de octubre) cubierto de delitos, es decir, faltas graves, por más de dos años de prisión y juzgados por un jurado en las cortes criminales, y  El Código de Policía Municipal y la Policía Correccional, más comúnmente conocido como la Ley del 19 al 22 de Julio de 1791, donde se especificaban los delitos menores, es decir, simples ofensas, y que eran juzgados  por simples jueces en los tribunales correccionales. Veinte años después, el Código Penal de 1810, que no debe ser confundido con el Código Napoleónico, un nombre generalmente reservado para el Código Civil de 1804, fue la combinación y revisión de las disposiciones del Código Penal de 1791 y la Ley del 19 al 22 de Julio de 1791.

El Código Penal de 1791 no incluyó ningún delito sexual que no fuera la violación, que la jurisprudencia francesa definió como un crimen cuya víctima era necesariamente femenina. Por otra parte, la Ley del 19 al 22 de Julio de 1791 declaró como ofensas públicas contra la decencia, aunque aludía muy indirectamente, a las relaciones sexuales de personas del mismo sexo en el Capítulo II, artículo 8 donde se declaró:

"Los acusados de haber cometido un ultraje público, por una ofensa pública contra el pudor de la mujer, por acciones indecorosa, por mostrar o vender imágenes obscenas, de haber alentado a libertinaje, o haber corrompido a jóvenes de ambos sexos, serán arrestados inmediatamente".

El Artículo 9 prescribe con una multa de 50 a 100 libras y pena de prisión de no más de seis meses para cualquier persona culpable de estos delitos, pero aquellos que anima el libertinaje o había corrompido jóvenes fueron castigados con una pena de prisión de más de un año. El Código Penal de 1810, que refleja el clima moral más riguroso de los principios del siglo XIX, era de ninguna manera enteramente reaccionario, pues en él no se mencionó la pederastia y sodomía. De hecho, cuando el gobierno hizo el escrutinio a tribunales penales de la nación en 1803 por sus observaciones sobre el anteproyecto del código, sólo dos de los setenta y cuatro tribunales, pidieron la inclusión o fijación de un artículo de penalización contra la sodomía o crímenes contra la naturaleza.

Dos artículos en el Código Penal de 1810 se hicieron eco del artículo 8 y 9 de la Ley del 19 al 22 de julio de 1791:

"Artículo 330: cualquier persona que  ha cometido una ofensa pública contra la decencia será castigado con pena de prisión de tres meses a un año y con una multa de 16 francos a 200 francos."

El otro artículo declaraba:

"Artículo 334:"… "cualquiera que ha cometido una indecencia, por despertar, estimular o facilitando habitualmente libertinaje o corrupción de los jóvenes de ambos sexos menores de 21"..., “podría ser encarcelado por seis meses a dos años y una multa de 50 a 500 francos."

El Código Penal de 1810 también amplió el artículo contra la violación, añadiendo como delito la agresión sexual contra un hombre o mujer. El Código Penal de 1791 (Capítulo II, Sección I, Artículo 37) castigó "la violación será castigado por cuatro años en trabajos forzados", mientras que el Código Penal de 1810 (artículo 331) lee:

"Todo aquel que comete el delito de violación, o comete cualquier otro acto de indecencia pública, consumado o intentado con violencia contra individuos de ambos sexos, será castigado con prisión."

Los Artículo 332 y 333 establece severas penas por el delito, incluyendo el encarcelamiento de por vida en ciertas circunstancias. En suma, la legislación aprobó durante la  Revolución Francesa y el periodo napoleónico no proscribir la pederastia y sodomía en sí mismos. Simplemente había criminalizado la agresión sexual, delitos públicos contra la decencia, aliento de libertinaje y corrupción de los jóvenes de ambos sexos.

Si el significado de la agresión sexual es evidente, la ley no presentó ninguna definición precisa de los delitos que dejaron a la interpretación judicial. ¿Pero incluyó las ofensas públicas contra la decencia pública la actividad sexual entre dos hombres? Un juicio en 1794 demuestra que la respuesta era en absoluto evidente. En la noche del 03 de febrero de 1794, una patrulla de la Armada detuvo a dos hombres en los Campos Elysées después de ser vistos en una posición comprometedora, semidesnudos y despeinados. Eran Etienne Rémy, un soldado de veinte años con licencia por enfermedad y Jean Mallerange, un constructor y arreglador de estufas de cincuenta años. En su juicio ante el Tribunal Correccional de París, los jueces declararon que era necesario saber si los acusados eran culpables del crimen contra natura. Por supuesto, no ha habido ningún tal delito en los libros desde 1791. El veredicto final del Tribunal, sin embargo, refleja la legislación vigente.

En 18 de marzo de 1794, el Tribunal, invocó la Ley del 19 al 22 de julio de 1791, encontró Mallerange culpable de delito público contra la decencia, fomentando el libertinaje y por corrupción al joven Rémy, y a Rémy culpable de fomentar el libertinaje del hombre más viejo. Los dos fueron condenados a un año de prisión. Mallerange y Rémy apelaron el veredicto. Cuando la corte de Apelaciones escuchó su caso el 28 de marzo de 1794, los jueces estaban perplejos. Señalaron que tal era el "horror inspirado por el delito de que se acusaron a Mallerange y Rémy" que ninguna ley hablaba explícitamente de sodomía e indicaron que el tribunal no tenía jurisdicción sobre él. Los jueces pensaban que la ofensa probablemente cayó bajo las disposiciones sobre delitos públicos contra la decencia en la Ley del 19 al 22 de julio de 1791, pero el texto no mencionaba específicamente sodomía y por lo tanto la interpretación de dicha ley y del caso tenía que ser expuesta a una única autoridad.

Por lo tanto, el Tribunal de Apelaciones suspendió el juicio hasta la respuesta de la Convención Nacional, en cuanto a su jurisdicción y en cuanto a la sentencia contra el crimen en cuestión. El 28 de abril de 1794, el Comité de la Convención sobre legislación se negó a dar a los jueces la dirección buscada, declarando lacónicamente que el Comité ha considerado que las consideraciones morales debían evitar el informe. Los documentos revelan nada más sobre el caso: ni el veredicto final de los jueces, ni el destino final de Rémy y Mallerange.

Lo que sucedió en 1794, también ocurrió a principios del siglo XIX donde los tribunales correccionales condenaron a pederastas y sodomitas por delitos públicos contra la decencia en el mismo terreno que hombres y mujeres que tuvieron relaciones sexuales en público. En junio de 1803, por ejemplo, el Tribunal Correccional de Le Blanc (Indre) condenó a dos vendedores ambulantes a un año de cárcel tras declararlos a los dos hombres culpables haber cometido ofensas públicas contra la decencia en la vía pública. La misma sentencia se dictó en 1813 en el caso de un hombre y una mujer que la policía encontró copulando en la noche en una calle de París. Es decir, no se castigó el acto sexual homosexual en sí, si no el hecho de ejecutarlo en la vía pública, al igual que el acto sexual heterosexual.

Las disposiciones legales contra la fomentación del libertinaje y la corrupción de jóvenes de ambos sexos fueron aún más problemáticas. La mayoría de los Juristas acordaron que en 1791 y 1810 los legisladores pretendieron penalizar sólo la prostitución infantil. Esta interpretación restrictiva del texto significó que no era coercitiva a las relaciones sexuales entre adultos y niños y que eran o fueron totalmente lícitas. Las generaciones posteriores mostraron menos tolerancia hacia los adultos que tenían relaciones sexuales con niños. En abril de 1832, enmiendas al código penal tipificó como delito las relaciones sexuales con niños y niñas menores de once años; treinta y un años después ocurrió una modificación en mayo de 1863 que estableció la edad de consentimiento a los trece años. En agosto de 1942, el gobierno de Vichy aumento la edad de consentimiento para las relaciones homosexuales (pero no heterosexuales) a 21 años.

El régimen de Vichy no criminalizó la homosexualidad per se, pero reintrodujo en la legislación francesa el concepto de "crimen contra la naturaleza", que la Asamblea Constituyente había suprimido en 1791. El Gobierno Provisional del General de Gaulle confirmó este cambio reaccionario en enero de 1945. Sólo desde agosto de 1982 la edad de consentimiento en Francia ha sido a la misma, 15 años para las relaciones heterosexuales y homosexuales. Excepto durante los años 1942 hasta 1982, la ley francesa desde 1791 ha tratado como delitos sexuales sin importar el sexo o la orientación sexual de las personas involucradas. Pero este enfoque aparentemente tolerante e imparcial en el derecho penal nunca significó que los legisladores, burócratas y magistrados condonaron o perdonaron las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Como un diccionario legal explicó en la década de 1830:

"Los diversos actos que sólo hemos repasado, sin embargo vergonzoso y culpable pueden ser, ya no aparecen en nuestra legislación penal"... "el legislador se limitó a penalizar actos indecentes que llevaron a cabo en público, actos de corrupción en los menores y la violencia contra la persona"... "acciones, cometidas en privado, muchos de ellos oculto por un velo grueso (del secreto), no molestan abiertamente a la sociedad que al no conocerlos y hacen daño sólo a los autores, o quienes degradan. Por otra parte, ¿puede la justicia procesarlos sin peligro?"… "¿Qué haría para desenmascarar tantos abismos ocultos, tantos misterios vergonzosos? ¿La Moralidad beneficia estas revelaciones viles?"… “¿Y entonces, cuáles serían las consecuencias de las intervenciones del Estado? ¿No sancionar la Inquisición del juzgado de instrucción en la vida privada de los ciudadanos?"... "en una palabra, ¿abrir el Santuario del hogar?" 6

Este pasaje justifica la despenalización de la pederastia y sodomía puramente por motivos prácticos: la dificultad la labor policial en las actividades o delitos bien escondidos, el escándalo resultante del juicio público y la amenaza a la privacidad personal de un estado excesivamente celoso. Al mismo tiempo, presenta la pederastia y la sodomía como nada menos moralmente repugnante.

Las primeras sociedades occidentales modernas más o menos perseverantemente han condenado la homosexualidad, pero las razones de esta hostilidad han cambiado con el tiempo. La legislación moderna  proscribió la sodomía como una ofensa contra Dios. En el siglo XVIII, un período de "desacralización" y "laicización", el "pecado de sodomía" fue redefinido en términos seculares como un "pecado contra el orden, el estado y la naturaleza". Otra mutación ocurrió en el siglo XIX: la medicalización de perversiones sexuales. Los médicos empezaron a describir la homosexualidad en términos médicos como una aberración y una enfermedad incluso. La ciencia médica en los días de Napoleón, sin embargo abordó el tema con evidente disgusto y la sodomía todavía se consideró principalmente como una violación del orden natural y una ofensa a la sociedad. Como un médico declaró en 1781:

“Este delito contra la naturaleza, que es probablemente tan rara como vergonzoso, no se trataría, diría casi de seguro, una obra de medicina forense, si los tribunales no tienen la ocasión de sancionar a los reos que se supone que lo cometieron”… “en consecuencia, el doctor no está obligado a certificar tal rareza o vergüenza, examinándolos y  certificando que fue una práctica voluntaria o no.” 7

Otro médico describe la sodomía en 1813 como un "crimen que ofende la naturaleza y los miembros de la sociedad, y que no puede ser reprimida con la suficiente rapidez." 8

El público en general en el período de la Revolución Francesa  y la Época Napoleónica – en la medida que se documenta su opinión – compartió esta antipatía, de que consideraciones religiosas parecen totalmente ausentes. En 1805, cuando varios soldados apresaron a dos pederastas en Chartres, una de las tantas personas que vieron cuando fueron atrapados in fraganti les grito a las víctimas que eran unos corruptos de la moral pública. En 1806, en Issoudun, el padre de un niño de trece años que presentaba una infección anal les gritó a las autoridades que era necesario echar del pueblo a los corruptos que corrompen a los niños. En 1812, el obispo de Valencia demostró menos preocupación por la naturaleza pecaminosa de la sodomía que por la amenaza que plantea a la sociedad y a la reputación de la iglesia, cuando le pidió al Gobierno que lidiara con un clérigo que había sexualmente abusado de unos niños.

Pero este tipo de llamadas para las medidas gubernamentales contra pederastas y sodomitas no fueron tomadas en cuenta en las reformas penales de 1791 y 1810. La represión sistemática no era legalmente posible. Aunque los agentes de la policía aún acosaron a sodomitas en París en la víspera de la Revolución Francesa, de 1791, según una enciclopedia de jurisprudencia, "estos señores disfrutaron sus maneras y gustos libremente."  El acoso o persecución no oficial, sin embargo, continuó, y la policía se iba a los lugares de cancaneo o cruising como los Jardines de las Tullerías para atrapar a los hombres que ellos mismos describían como "hombres que se complacen mutuamente"

En la tarde del 25 de marzo de 1792, un batallón de voluntarios apostados en el Palacio de las Tullerías consiguieron a un grupo de hombres que tenían sexo entre los árboles y capturaron a un joven, Alexandre Coindé, un sirviente doméstico de veinte años, quien fue entregado a un juez de paz, no obstante no existen datos ni escrituras de un juicio y menos de una condena por parte de las autoridades. Informes de la policía de París comenzaron a mencionar las actividades de pederastas y sodomitas otra vez solamente en 1798 a 1799, esencialmente como evidencia de la inmoralidad sin precedentes en la capital.

La policía lamentó su incapacidad para detener la creciente ola de desenfreno. En mayo de 1798, un Comisario de policía denunció los "viles abismos" de los pederastas que se dieron cita todas las noches en los jardines del Palais-Royal. Asimismo las autoridades se quejaron de que las leyes eran insuficientes para controlar tanto la prostitución femenina y la masculina. En abril de 1799, se escribió una queja de un agente que informó que algunos ciudadanos estaban indignados sobre los pederastas que supuestamente acosaban a los hombres respetables, mientras que los centinelas divertidos no hacían nada para detener este comportamiento objetable. Otros informes de estos años hacen mención de la Rue Saint-Fiacre, donde los gays de aquel entonces hacían cruising.

Casi no hay informes como éstos en el Paris  napoleónico, excepto uno de septiembre de 1804, según la cual cada noche patrullas a lo largo de los Campos Elíseos detuvieron regularmente a hombres y mujeres que eran prostitutas o pederastas o carteristas. Es lógico suponer que el cancaneo o cruising gay pasó en el París Napoleónico tanto como en el pasado o en el futuro, los homosexuales probablemente adecuaron todos estos lugares a sus necesidades y a las circunstancias de la sus épocas, las fuentes documentales desde el siglo XVIII mencionan los Campos Elíseos, el Palais-Royal, las Tullerías y los diques cercanos por el Sena como los centros de cancaneo gay y desde entonces hasta hoy día sigue esta costumbre, y la falta de informes policiales de los siglos XVIII y XIX sobre dicha actividad en París sugiere que la policía ya no molestaba a los homosexuales o no la reprimían.

Los archivos de la policía napoleónica revelan más sobre pederastia y sodomía en las provincias que en París. Unos veinte expedientes documentan casos de hombres solitarios y algo patéticos, generalmente sacerdotes o maestros de pueblos remotos, acusados de abusar de niños locales y adolescentes. Pequeñas comunidades de sodomitas existieron probablemente no detectados en muchas ciudades de provincias. La policía descubrió estas comunidades en Chartres y Issoudun, ciudades de diez o 12 mil habitantes.

Por ejemplo los padres de la ciudad de Issoudun habían expresado su profunda conmoción cuando informaron de las actividades de pederastas y sodomitas en su ciudad en 1806; así la investigación judicial en Issoudun se centraron en cinco hombres (cuatro pederastas de clase media y el posadero que les había alquilado habitaciones), aunque, según algunas informaciones existían en aquel entonces cuarenta pederastas – predominante de la clase trabajadora y comerciantes – vivieron en la ciudad. El Ministro de Justicia intervino desde París y suspendió y prohibió  cualquier juicio a los implicados, arguyendo que si en verdad era necesario reprimir tal vicio era demasiado peligroso para la moral pública juzgar sin tener pruebas contundentes y seguras que pudieran crear un abismo judicial.   En su lugar refirió el caso al Ministro de policía, que sin tener pruebas suficientes solo exilio a los cinco hombres de a diferentes ciudades por lo menos a 200 kilómetros de Issoudun. Por lo general la policía utilizaba el exilio interno como una forma rápida, eficaz y discreta para lidiar con los disidentes políticos y alborotadores de todas las tendencias.

Napoleón había fijado tal política del gobierno después de un escándalo anterior en Chartres en la primavera de 1805. La figura central en este caso era un farmacéutico llamado Louis Nicolas Millet.  Infelizmente casado Millet llevó una vida sexual gay oculta. Mantenía relaciones sexuales con prostitutos de la calle y con soldados jóvenes que pernotaban en la ciudad. Muchas de sus aventuras sexuales eran encuentros de una sola vez, pero algunos duraron varios meses, y llevaba igualmente una relación amorosa a largo plazo y sincera con su ayudante en la farmacia. Millet pertenecía a una comunidad pequeña y estrecha de sodomitas en Chartres. Tuvo contactos con otros hombres gays  en París y así participó en una subcultura aparentemente generalizada, similar a la "forma de vida" que Michel Rey descrito en París del siglo XVIII.

Un soldados que era un sastre de regimiento llamado Louis Fonteneau,  en el último invierno de 1805, fue atacado sexualmente por un enmascarado en un baile de carnaval, ataque que solo se limitó a una caricia en las nalgas. El sastre-soldado ofendido por tal ofensa preparo un pequeño grupo de soldados y se iban a los bares y calles de cancaneo y cruising en busca de víctimas. Él mismo se hacía pasar por gay para atrapar a los ingenuos, así conoció a Louis Nicolas Millet y Lubin Cassegrain, que era el compañero habitual de placeres homoeróticos del farmacéutico. Fonteneau invitó a Millet y Cassegrain a unirse a él en una habitación de un hotel, en la tarde del 13 marzo de 1805. Era una trampa. Fonteneau, ayudado por sus compañeros, golpearon a los dos hombres y luego los llevaron a la calle, donde fueron llamados sinvergüenzas y sodomitas. Los magistrados quisieron cobrar a los soldados de asalto criminal, hasta que se reveló las razones del ataque. En cambio cobraron a las dos víctimas (Millet y a su amante Cassegrain) como ofensores de la moral y corruptores de los jóvenes.  

Este incidente menor de "ataque a los gay" en Chartres provocó un debate jurídico entre los abogados fiscales y defensores y el caso se presentó directamente a Napoleón. La controversia se centró sobre el significado preciso de los artículos 8 y 9 de la Ley del 19 al 22 de Julio de 1791. Guillard, el fiscal del Departamento de Eure-et-Loir, le resultaba imposible creer que las leyes, como algunas personas parecen pensar, permanecían silenciosas en el tipo de delito en cuestión. Reconoció que la legislación vigente no mencionaba realmente la sodomía como un delito, pero atribuyo este silencio a la pudibundez de la Asamblea Constituyente, que había evitado la palabra tal vez por respeto a la decencia pública. No obstante, insistió Guillard, que los artículos 8 y 9 de la Ley del 19 al 22 de Julio de 1791, la sodomía estaba tácitamente prohibida, porque la sodomía era por su propia naturaleza, una de las más horrendas violaciones de  las "buenas costumbres". Además, Guillard, advirtió, que si la ley no permitía el enjuiciamiento de los arrestados pederastas y sodomitas, estos causaría una nueva jurisprudencia que entonces liberaría a juzgar nuevos casos del delito, una situación que claramente el fiscal encontró absurda e inaceptable.

Henri-Simon-Thibault Poullin de Fleins, de la Fiscalía de Chartres, desafió a argumentos de Guillard punto por punto. Poullin desmintió la noción de Guillard de que la Asamblea Constituyente intentaba criminalizar la sodomía. Poullin también rechazó cualquier intento de interpretar el artículo 8 y 9 tan ampliamente como sea posible, Guillard había justificado alegando que de lo contrario pederastas y sodomitas queden sin castigados. Poullin señaló que tampoco la legislación tipifica como delito la bestialidad, que no era menos asqueroso que la sodomía, pero nadie había pensado estirar el significado de los artículos 8 y 9 para poder aplicarlos a este acto. En su opinión, pederasta y sodomitas estaban en abierta rebelión contra el orden social. Eran por lo tanto en la disposición del soberano, que era el único investido con la autoridad para determinar el destino de los rebeldes. Guillard había advertido que si los tribunales no podían  condenar a estos hombres, irían a la libertad. Después de enunciar sus principios generales, Poullin llegó a la conclusión de que el caso contra Millet y Cassegrain ya había recibido demasiada publicidad en Chartres.
El broche de oro final retórico se refirió a la costumbre medieval de cometer una copia del registro de ensayo al fuego junto con los condenados sodomitas. Poullin simplemente significó que no exista ningún juicio, y que en cambio Millet y Cassegrain debían ser entregados a la policía.   Guillard, quien insistió en que la ley proscribe la sodomía, y quería probar que Millet y Cassegrain eran sodomitas en los tribunales . Poullin, quien sostuvo que la legislación vigente no cubría sodomía, sostuvo que la policía podía castigar sin embargo Millet y Cassegrain por romper el pacto social de las buenas costumbres. No se pusieron de acuerdo, los dos fiscales remitieron el caso contencioso al Ministro de Justicia. El ministro dudó en tomar una decisión final en un asunto tan delicado sin consultar a Napoleón.

Los enemigos de Napoleón acusaron muchas veces  a este de mala conducta sexual, incluyendo incesto con su hermana Pauline y "Hábitos socrático" con algunos amigos, no obstante  ninguna evidencia confirma las polémicas acusaciones.  Recientemente, el Dr. Frank Richarson apoyó  esos rumores afirmando que Napoleón fue de hecho bisexual. Richardson puso a Napoleón "en el centro de la Escala de Kinsey, llegando al punto siete de dicha escala que lo ubica en el intervalo o intermedio entre el homosexual exclusivo y el heterosexual exclusivo, aunque negó que Napoleón actuó siempre por sus impulsos homosexuales latentes: "Habría sido absolutamente ajeno al carácter de Napoleón estar inclinado exclusivamente  a la sodomía".9 Las especulaciones de Richardson se basan en interpretaciones más bien inverosímiles de fuentes además dudosas.

Si Napoleón era homosexual o bisexual, ciertamente no estaba familiarizado con los hombres que si lo fueron. Los conoció como compañeros en la escuela militar, probablemente en el ejército durante su carrera militar y sin duda entre quienes le sirvieron. Cambacérès fue discreto, pero él no podía mantener sus inclinaciones en secreto y Napoleón incluso le bromeó acerca de ellos. 10 José Fiévée, uno de los consejeros cercanos de Napoleón, incluso no ocultaba sus inclinaciones. Como prefecto del Departamento de Nièvre de 1813 a 1815, Fiévée vivió abiertamente con su amante, el escritor Théodore Leclercq y se jactó: "Cuando uno tiene un vicio, uno debe saber cómo usarla." 11 Lo que sí parece cierto es que Napoleón era algo homofóbico pero trato de controlarla y en la vida pública no hizo ningún acto o demostración de su aversión. Esta actitud, la decisión de Napoleón en tal asunto de Millet, que entró el 17 de julio de 1805, en una de sus reuniones semanales con el Ministro de justicia, Napoleón aclaro que si bien Francia era un país que se ocupaba de corregir los delitos y que la naturaleza ha demostrado que existían tales delitos pero en poca frecuencia, los escándalos de dicho proceso judicial solo tendería a multiplicarlos y que era mejor darle a dicho proceso otra mirada y otra dirección.

Vemos como el emperador aquí,  había expresado opiniones algo convencionales, no obstante al pedir "otra dirección" indicó que Napoleón prefirió dejar las ofensas sexuales que las manejara la policía, en lugar de por el sistema de Justicia Penal. La policía podía reprimir eficazmente sin publicidad y sin escándalo, o simplemente no ocuparse de dichos delitos por ser insignificantes para la Legislación del imperio. Al final, por razones que desconocemos, la policía dejó libre a Millet, el farmacéutico no pasó un solo día en la cárcel y pudo regresar a su farmacia en Chartres. Pero la decisión de Napoleón en el caso de Millet tuvo consecuencias de largo alcance, porque determina el papel de la política oficial en los años venideros. El Ministro de Justicia resume la posición del gobierno en 1806:

"Probablemente deberíamos consideramos que es una buena medida de precaución que nuestra legislación moderna no ha clasificado entre los delitos y faltas de un vicio contra la naturaleza, que las antiguas leyes sancionadas con la pena máxima. El Código de Policía de Correccionales contiene sólo una disposición vaga en contra de aquellos que cometen un delito contra la moral pública, que, en su caso, puede aplicarse a individuos acusados ​​de sodomía y la pederastia, cuando el azar o la malicia revelan las públicas determinadas circunstancias escandalosas de su vida privada; pero la investigación y el enjuiciamiento de tales hechos es probablemente no es menos peligroso y no menos perjudicial para la moral de dejar el crimen impune. Sin embargo, una investigación secreta que sea, no pasará mucho tiempo antes de que el público conoce sobre el tema. En una pequeña ciudad, se convierte en el tema de todas las conversaciones, sino que despierta todas las pasiones " 12

El caso del cura del pueblo en Normandía en 1811 demuestra cómo las autoridades por lo general tratan de incidentes potencialmente escandalosos. El sacerdote sodomizó a un niño a quien preparaba para la primera comunión. Él le dijo al niño "que era una penitencia y que debía mantenerlo en secreto, como un secreto de confesión". Pero el chico se lo dijo  a su padre y a sus tíos, que cogieron al cura en el  acto.  Un funcionario del Ministerio de Justicia redactó una carta para la firma de su ministro. Se instruyó a los magistrados locales, a pesar de su reticencia expresada a presentar cargos formales, para enjuiciar al sacerdote en virtud del artículo 331 del Código Penal, que penaliza asalto sexual.

En la carta redactada por el funcionario se recomendaba que el juicio y el escándalo que este produciría asustaría, por un castigo justo, a las personas que estarían dispuestas a traicionar de esta manera la confianza de los padres y la santidad del ministerio.

El ministro de Justicia vetó estas recomendaciones y no envió la carta. En lugar de ello remitió el caso al ministro de policía y el prefecto de Calvados. El prefecto inicialmente propuso encarcelar al sacerdote por "varios años" y desterrarlo definitivamente de la región. Al final, el obispo fue transferido a la diócesis vecina de Bayeux.  Si Millet en Chartres y el sacerdote en Normandía sufrieron muy poco de la justicia policial, no todos los pederastas y sodomitas que fueron agarrados por las autoridades eran afortunados. En París, por ejemplo, aunque la policía no patrullaba las zonas de cancaneo o cruising como antes, y muchos policías se hacían de la vista gorda, el prefecto de la policía hizo someter a crueles castigos a los pocos pederastas y sodomitas que cayeron en sus manos. Algunos de estos hombres habían cometido delitos contemplados en la legislación, pero la mayoría no había violado ninguna ley existente.

En 1804, por ejemplo, los agentes de policía en busca de bienes robados en el apartamento de Philippe-Jacques Bergerat de veintiocho años de edad, se toparon con su correspondencia amorosa con Henry Duhem de treinta y cinco años de edad. El prefecto de la policía declaró que tal inmoralidad bien atestiguada en las cartas, debía ser castigada y que los involucrados debían ir a la cárcel.  Y así lo hizo, ambos hombres fueron presos por siete semanas pero en cárceles diferentes para evitar que siguieran con su romance. Bergerat en Bicêtre y Duhem en el asilo de St. Denis, luego fueron desterrados a ciudades diferentes.

En 1805, la policía detuvo a François-Joseph Tumerel de treinta y seis años de edad, , maestro de escuela en las afueras de Bourg-la-Reine, por tener relaciones con dos de sus alumnos de nueve y diez años durante la noche en el internado donde trabajaba. Tumerel confesó su culpa pero que a veces su imaginación era más fuerte que su voluntad y que había actuado inconscientemente. El prefecto de la policía encarceló a Tumerel durante un mes en Santa Pélagie y luego lo desterró a Lyon. En 1806, la policía atrapo a un  joven de 18 años por sodomita y por prostituirse en las calles de Paris, el joven alegó que lo hizo porque tenía dos meses sin trabajar y que el hambre y la necesidad lo obligaron a cometer actos contra natura por dinero; el prefecto no lo apresó, sin embargo lo desterró de Paris y lo envió a su ciudad natal.

En 1809, la policía se enteró de que Pierre Vincent, que tenía una renta privada, y Bastien Trequet, un camarero, ambos con  antecedentes penales por pederastia, vivían juntos en la Rue du Cherche-Midi, y cuyo estado de convivencia tenían escandalizado a todo el vecindario; el prefecto de la a policía ordenó a Vincent mudarse a la casa de su madre en Marsella y envió a Trequet a la localidad bretona donde su padre era un granjero respetado. En el mismo año, la policía detuvo a Pierre Henry de veintinueve años de edad, por haber corrompido sexualmente a un niño de trece años. Henry era un relojero oficial que había llegado recientemente de Vesoul. El prefecto de policía lo envió de vuelta a Vesoul con la petición de que las autoridades locales lo mantuvieran bajo estrecha vigilancia. En 1811, agentes de la policía encontraron a dos jornaleros, Julien Pierre y Jean Stikens, teniendo sexo en las murallas, cerca del bulevar Amelot. El prefecto de policía los encerró durante un mes en Bicêtre.

Todos estos casos fueron efectuados bajo la legitimación del prefecto de la policía de Paris, que actuó exclusivamente en su propia autoridad, las penas infligidas notablemente similares en todos ellos: varias semanas en la cárcel y / o expulsión de París. Ni siquiera se distingue entre pederastas cuyo comportamiento fue consensual y privado, o los que cometieron indecencias públicas o en el abuso infantil. Todos los funcionarios en otros lugares de Francia típicamente reaccionaron de la misma manera, lo que puede sugerir que el sexo con los niños no se consideraba entonces como cualquier delito aberrante, sino como otras formas de la actividad sexual no convencional.

La intención original de la Revolución y de la legislación Napoleónica  era el control de los actos públicos, dejando a los privados y consensuados encerrados en las cuatro paredes donde se realizaron. El prefecto de policía, sin embargo, castigó incluso la conducta sexual privada que juzgaba escandalosa o inmoral. Los prefectos de los departamentos franceses hicieron lo mismo. Después de consultar con el ministerio de la policía, impusieron sanciones administrativas a pederastas y sodomitas que llegaron a su conocimiento: como en París, un par de semanas en la cárcel y luego el destierro.

En sólo una instancia hizo un prefecto acto con la gravedad excepcional. En diciembre de 1809, la policía arrestó en Versalles a Pierre Barbier de sesenta y seis años de edad, , un sastre jubilado, por "conducta disoluta" tras crear un disturbio público por pelear con un hombre más joven. Barbier había pasado la noche con otro hombre, que le robó el reloj y el dinero mientras dormía. Según los archivos históricos Barbier era un borracho incurable que seducía con regularidad a los jóvenes de dudosa reputación con vino y el dinero. Barbier terminaba acostándose con aquellos chicos y estos terminaban siempre robándole, cosa que enfurecía por supuesto a Barbier y terminaba peleándose con sus amantes ocasionales. Estas reyertas habían ocasionado que Barbier terminara siempre en la prefectura, además que una vez fue conseguido en acto de fornicación homoerótico en un parque antes de la Revolución Francesa, y lo cual le valió en aquel entonces su exilio de Versalles. Por los repetidos antecedentes penales de sodomía Barbier fue condenado a cuatro años de prisión en una orden ministerial eclesiástica, pero sin cargos de sodomía sino por libertinaje y por alteración del orden público.

De hecho, las cortes napoleónicas raramente tuvieron ocasión de tratar de pederastas y sodomitas. Hubo sólo cuatro ensayos conocidos, tres de los cuales participan hombres que cometieron abusos sexuales con niños.  El profesor Jean Claude Alméry, acusado en uno de estos ensayos, se trasladó de una ciudad a otra en el sur de Francia, expulsado cuando su interés sexual por sus alumnos llegó a ser demasiado obvio. Una noche en octubre de 1807, obligó a su sirviente de dieciséis años de edad, a tener relaciones sexuales. El joven sirviente huyó a Avignon y denunció a Alméry a las autoridades, y levanto cargos contra él.

Un alto funcionario del Ministerio de la policía, señaló que "la naturaleza de la ofensa"... "no permite enviarlo ante los tribunales", no obstante Alméry fue encarcelado durante seis meses sin juicio. Por razones desconocidas el juicio siguió adelante de todos modos. El 08 de enero de 1808, el Tribunal Correccional de Aviñón condenó a Alméry a un año de prisión y una multa de 500 francos, la pena máxima disponible bajo los artículos 8 y 9 de la Ley del 19 al 22 de Julio de 1791. En cualquier caso, la prisión no reformó a Alméry, que tenían relaciones sexuales con otros reclusos hasta que las autoridades carcelarias encerraron en confinamiento solitario al reo en cuestión.

El tono criticón y chismoso de la correspondencia u documentos oficiales del caso de  Alméry es típico de las opiniones expresadas sobre otros hombres acusados de pederastia y sodomía, ya sea con niños o con adultos que consienten. El caso Alméry ejemplifica una persistente y profunda antipatía hacia la sexualidad no convencional en la Francia del siglo XIX. Los legisladores de la Asamblea Constituyente despenalizaron la sodomía en 1791, pero este cambio no lo hizo socialmente aceptable. A lo menos, se hace suponer que los legisladores no tenían ningún deseo de modificar las actitudes del público. En el mejor de los casos conocidos de pederastas y sodomitas en la Revolución y la Francia napoleónica se reunieron con tolerancia sonrientes de su sabor peculiar.  Y en el peor de los casos, los hombres homosexuales fueron víctimas de violencia física a manos de quienes sin saber actuar fueron obligados a actuar por un decreto administrativo que emana de las autoridades del estado. Sin embargo, esta situación constituye una gran mejora en su condición.

El antiguo régimen no había quemado a muchos sodomitas, como para acabar con toda Francia, pero había quemado lo suficiente para hacer sentir temor y terror. Con los cambios que se hicieron en la Revolución Francesa y en la Era Napoleónica las cosas cambiaron, no tanto como se quería, pero los hombres gays o los pederastas y sodomitas como eran llamados, todavía sufrieron represión ocasional después de 1791, claro, ya no tenían  que temer a la estaca y al ardiente fuego, y mucho menos a la guillotina (la nueva arma de la justicia) que se utilizó solo en caso de traición a la patria y asesinato. Por otra parte, el número de casos documentados de represión es extraordinariamente bajo para un imperio de 30 millones de ciudadanos durante un período de veinticinco años. La inmensa mayoría de los franceses homosexuales de aquella época vivieron su vida sexual totalmente libre de acoso policial y enredos legales.

Paradójicamente, el prejuicio social contra la sodomía a menudo se utilizó en cierta medida para proteger a los hombres acusados de otros delitos sexuales que eran castigables bajo la ley. Porque el gobierno eludió las consecuencias funestas de exponer sus viles acciones al escrutinio público, y se los les dejó a la policía y a los prefectos departamentales. Cuando la legislación no criminalizó a los actos socialmente estigmatizados, como las relaciones sexuales consensuales entre hombres adultos en privado, y no se impuso ningún castigo por decreto administrativo, los prefectos y oficiales departamentales, como la propia policía ejercio su fuerza arbitrariamente y muchas veces injustificadamente.  

En el caso del orden, sin embargo, administrativamente,  las sanciones impuestas fueron mucho menos graves que las sentencias dictadas por los tribunales.  Las ofensas públicas contra la decencia trajeron un año en prisión. Lo mismo hizo el abuso infantil, como en el caso de Jean-Claude Alméry. Después de 1832, cuando las enmiendas al código penal hizo del abuso  sexual infantil equivalente a la violación, el crimen trajo mucho más duras condenas de muchos años en trabajos forzados. Además, a mediados de siglo XIX, la policía francesa comenzó una vez más a frenar el cancaneo o cruising homosexual en las ciudades. El acoso sistemático continuó sin cesar durante más de un siglo. Para las muchas ambigüedades del período, y de sus vacíos legales, la era revolucionaria y napoleónica fue una época de relativa libertad para los homosexuales, especialmente en comparación con años antes de 1789 y después de 1840 o 1850.

Los homosexuales franceses hoy celebran su triunfo por conseguir el matrimonio gay o matrimonio igualitario, sin embargo los Conservadores han estado quejándose violentamente sobre la decisión de la Asamblea Nacional,  a los conservadores, reaccionarios, ultraderecha y a sus facciones fascistas hay que recordarles que lucha de los Derechos Humanos empezó en Francia en 1790 y perduró hasta principios del siglo XIX, sin embargo, la lucha de muchos ciudadanos no ha terminado, no solo en Francia sino también en la gran mayoría del planeta donde el colectivo LGBT batalla a diario para ser reconocidos como individuos iguales a todos los demás, como ciudadanos de esta gran aldea global. Una de las cosas más hermosas gritadas y llevadas en el corazón durante la Revolución Francesa fue aquel lema que dice: Liberté, Égalité, Fraternité … Hoy más que nunca ese decir es válido y tenemos que hacerlo nuestro. 


Referencias

1 Pierre Jean Jacques Guillaume Guyot. tepertoire Universelle et raisonne dejurisprudence civile, criminelle, et beneficiale. Paris, 1785. Vol 13, pag. 60 / 61.

2 Maurice Lever. Les buchers de Sodome. Historie des Infames. Paris, 1985. p. 283.

3 Michel Rey. Ceremonies secretes, l'historie 63. Paris, 1984. p. 103

4 Maurice Lever. Ob. cit. p. 261.

5 Louis Michel Le Pelletier. Rapport sur le project du Code Penal. En Archives Parlamentaires du 1781 a1860. Editores J. Madival et E. Laurent. Paris, 1968. Num. 26, p. 321.

Adolphe Chevau and Faustine Helie. Theorie du Code Penal. Paris, 1837. Vol. 6, pags. 110, 112.

7 Francoise/Emmanuel Fodere. Traite de medecine legale. Paris, 1813. Vol 4 pags. 374.

8 Ibidem. p. 76.

9 Frank Richardson. Napoleon Bisexual Emperor. London, 1972. p. 72.

10 http://es.wikipedia.org/wiki/Jean_Jacques_Cambaceres

11 Joseph Tulard. Fievee, conseiller secret de Napoleon. Paris, 1985. p. 8

12 Dossier C2|1394. Reporte du Ministre de justice a Napoleon.  Paris, 1806.




Fuentes de internet


Otras fuentes consultadas:

Copley, Antony. Sexual Moralities in France 1780-1980. Routledge. London and New York, 1989.

Dean, Carolyn J. The Frail Social Body Pornography, Homosexuality, and Other Fantasies in 
Interwar France. University of California Press. Berkeley, Los Angeles, and London, 2000.

Gunter, Scott. The Elastic Closet A History of Homosexuality in France 1942-present. Palgrave 
MacMillan. New York, 2009.

McCaffrey, Enda. The Gay Republic Sexuality, Citizenship and Subversion. Ashgate. Burlington, VT and Hampshire, England, 2005.

Nye, Robert A. Masculinity and Male Codes of Honor in Modern France. University of California Press. Berkeley, Los Angeles, and London, 1993.

Nye, Robert A. “Sex and Sexuality in France since 1800.” p. 91-113 in Sexual Cultures in Europe Natural histories. editors Franz X. Eder, Lesley Hall and Gert Hekma. Manchester University Press. Manchester and New York, 1999.

miércoles, 17 de abril de 2013

EL RETORNO HOMOERÓTICO DE PLATÓN: HOMOSEXUALIDAD EN EL RENACIMIENTO.


PRELUDIO.

La filosofía de los antiguos griegos es el umbral del pensamiento occidental. Aristóteles, Platón y Sócrates junto con otros grandes hombres de ideas lograron un adelanto tan admirable para  responder las interrogantes de la inteligencia humana, que no sólo iluminaron un camino a través de los mitos primitivos, sino que también fraguaron sus ideas a toda la posteridad, conservando vigencia hasta nuestros días. Los pensadores griegos buscaron primero la verdad en el mundo físico para luego buscarla en la interioridad de cada hombre y su comportamiento social. Los antiguos analizaron sus gustos y conflictos, sus placeres y sus hastíos, y a todo le dieron una razón de ser y de existir, se abrieron a la multiplicidad de formas y pensamientos para encontrar el modus vivendi de su realidad y el de las deseadas utopía.

PLATÓN.
Ante el paso inexorable del tiempo,  este avance se interrumpió durante la Edad Media a causa de la coacción a sangre y fuego de las afirmaciones y dogmas religiosos por parte de la hegemonía del cristianismo que tomo forma de tiranía bajo la sombra de la Iglesia. No obstante, en remotos monasterios y abadías, las escondidas bibliotecas atesoraban aquel pensamiento aristotélico, platónico y socrático, y muchos de aquellos monjes presos de sus propios placeres y demonios leyeron, tradujeron, transcribieron y guardaron con celo las ideas que si bien estuvieron ocultas, luego abrieron la mente de muchos de ellos y dieron su fruto que fue degustado con formidable apetencia por los hombres que originaron el Renacimiento.

Si bien la homosexualidad ha existido toda la vida, los griegos supieron darle un lugar privilegiado y la practicaron por mucho tiempo, los intelectuales y guerreros se confundían entre pederastas y  catamitas, y los roles sexuales entre aquellos hombres se barajaban e intercambiaban con la misma pasión como debatían sus brillantes ideas o como lograban  sus conquistas o se entregaban a sus batallas.

Si bien la Iglesia y todo el pensamiento medieval condeno la homosexualidad no acabaron con ella y es aquí donde comienza a librarse a escondida el “amor socrático o platónico”, y aquella “Sodoma” cual  Ave Fénix, y que muchos hombres de Iglesia creían muerta, empieza a resucitar de sus cenizas, como advierte en 1177, el Abad de Clairvaux  al Papa Alexander III: “La Antigua Sodoma está surgiendo de sus cenizas”. Realmente, y reitero, la homosexualidad no había muerto, desde la Grecia de los grandes filósofos ya sabemos que ha existido y los antiguos romanos la practicaban igualmente, con la llegada del Cristianismo tal vez empieza su persecución, pero persistió y el amor homoerótico sobrevivió a pesar del anatema de la iglesia. Ausonius (ca. 310 – ca. 394), que fue un poeta latino y maestro de retórica en Burdigala (hoy día Burdeos, Francia) dijo que era común entre los galos y los otros bárbaros. Con la esperanza de erradicar “ese vicio infame”, Carlomagno decretó la muerte por sodomía – pero sin gran efecto.

Unos 200 años, en el Concilio de Reims en 1049, el diácono Pedro, hablando en nombre del Papa León IX, había criticado las prácticas abominables de los laicos y el sacerdocio. William de Nangis escribió que en 1092 el Obispo de Orleans Juan era llamado o se hacía llamar “Flora” por sus diferentes amantes; y en las noches, los jóvenes prostitutos que vendían sus servicios a otros hombres caminaban por las calles de cantando tonadillas homoeróticas relacionadas al Obispo de Orleans en su honor: “Quidam enim sui concubii, appelleant cum Floram”...

Algunos cronistas, como el inglés Odoric Vital o como también se le conoce Orderic Vitalis (1075 – 1142), sostuvieron que  los invasores normandos infectaron a los señores franceses con el “vicio contra natura”,  el cronista escribió:

…“los petimetres afeminados  prevalecieron a lo largo de la tierra y ellos sin ninguna restricción minaron su libertinaje asqueroso; los catamitas, que merecen ser quemados en la hoguera,  repetidamente se miman en las invenciones horribles de Sodoma.”

SODOMA.
Grabado de una escena bíblica de la historia
de Sodoma.
Según el mismo Vital, Robert II Curthose, duque de Normandía, apodado Shortbritches - calzones cortos - por su preferencia por los jovencitos, nos describe al aristócrata como:

…“un príncipe como  una vaca, lascivo, que se dio al lujo y a la pereza, y que puso las manos sobre las riquezas que legítimamente pertenecían a la iglesia y las dividió entre sus amantes rufianes y aduladores infames”…

De hecho, los normandos habían demostrado  ser indiferentes  a la hora de escoger  para satisfacer sus deseos sexuales y tomaban de igual manera tanto mujeres como  hombres durante sus conquistas. Después de la toma del país, masacrando a los viejos, y repartiéndose las riquezas, igualmente se repartían y hasta se compartían los niños y niñas que “utilizaban para su placer” bajo las miradas estoicas y frías de sus esposas. Debe señalarse, sin embargo, que en un poema sobre el asedio de París, Saint-Abbon  en 988 (Abad de Fleury, ahora el ciudad de Saint Benoit-sur-Loire) acusa a los señores de Francia y no los normandos, del “abominable vicio”.

En el siglo XII, la amistad masculina fue idealizada y colocada en un “lugar sagrado” – como a menudo sucedió y sucede en las sociedades guerreras. Las mujeres eran consideradas peligrosas – pues aminoraban el coraje y el valor o la fuerza de los combatientes – e indignas de intimidad espiritual con los hombres.  En los poemas épicos de la edad media los hombres estan generalmente dedicados a cuerpo y alma a sus compañeros de armas. Así, en la Canción de Aspremont (final siglo XII), la esposa de  Agolant, rey Sarazin cuestiona el duque de Naimes:

“francés, dime la verdad: ¿tenéis mujeres en su tierra? Y los cristianos todos están tan guapo como tú?”
“Señora … “no sé nada, pero muchos de esos hombre son muy finos tantos  como yo mismo. ¿Usted pregunta, yo estoy casado? No señora y yo nunca consideraría tal cosa, porque mi corazón pertenece totalmente a mi Señor.”

Walter Pater ha buscado ejemplos de “amor platónico” o mejor dicho de “amor homoerótico” (ideas que explicare más adelante cuando nos adentremos propiamente al Renacimiento) en romances caballerescos medievales. Él escoge el Romance de Amis y Amiles, dos Caballeros cuya devoción varonil entre sí se convierte en pasión absoluta. Amis mata a sus hijos para lavar con “la sangre de la inocencia” el cuerpo de su amado amigo Amiles que sufre de lepra. De hecho, los ritos de iniciación de fraternidades del caballero, la educación de guerra para niños reunidos en bandas armadas bajo el liderazgo de jóvenes príncipes vestidos en forma hermosa y galante, los torneos organizados con la precisión formal de las danzas y la segregación de los sexos podrían alentar sólo a la homosexualidad – que floreció entre los cruzados y en las cortes de Francia, Inglaterra, Italia y España.

William de Nangis informa que en el año 1120, cuando el barco en que navegaban encalló y que luego fueron salvados por los caballeros de una embarcación del hijo de Henry I, todos esos caballeros practicaba la homosexualidad. La poetisa Marie de France, que vivió en la corte de Enrique II, en Inglaterra, explica que Guenevere (personaje femenino de uno de sus poemas) se burlar del joven caballero Lanval, que había tenido la temeridad de resistir sus sugerencias amorosas:

“He oído susurrar muchas veces
Que a las mujeres no estas inclinado;
Pero que con bajos criados y otros de su rango
Tu prefieres hacer tu deporte.”

Las crónicas medievales hablan con indignación las costumbres depravadas de los grandes señores. Froissart dice del Conde de Foix, Gaston Phoebus, que:  

... “es el único uno que conozco que no ha mentido con uno de sus secuaces”... “Todos lo hacen; el duque de Berry tiene su mascota Take Thibaut: un truhán y reparador de diques que el duque había tenido en su afecto no se sabe por qué, este truhán era un ingenuo tenue y un tonto que no poseía nada excepto lo que se benefició de él; este duque lo hizo rico con regalos de plata y oro por un valor de 200 mil francos, que los pobres de Auvernia y Languedoc habían pagado, siendo gravados tres o cuatro veces al año, y que dichos impuestos permitian al duque sus placeres irrazonables.”

La notoriedad de Take Thibaut era tal que, en su gran poema Le Testament, Francois Villon da su nombre al obispo de Orleans, Thibaut d'Auxigny, a quien acusa de prácticas sodomita. Hay que aclarar u observa que en el Medioevo era una práctica común  acusar a los enemigos de sodomía o sodomita, los término generalmente para la homosexualidad y los homosexuales. Los Caballeros Templarios, los Albigenses, los Valdenses fueron denunciados como devotos de “abominable vicio” contra naturam.

Considerando que las cronistas mencionan con frecuencia casos de homosexualidad en la corte de Reyes como los casos de Juan El Bueno, que pasaba horas gozosos con su amante Lacerda durante su encarcelamiento en Inglaterra, o dicho con emoción y horror cómo Edward II fue empalado; los grandes poetas de la edad, Dante y Petrarca y los trovadores de Provenza, apasionadamente celebraron el amor de las damas o señoras de la corte. Como ha escrito Petrarca: “El manantial de amor es la belleza y nada más, y belleza es de quien es herido por el brillo de sus ojos.”

LA RESURRECIÓN.
Luca Segnorelli
En los escritos de estos poetas, belleza se incorpora o se refiere a la mujer. Pero en su vida diaria también conocían las pasiones de otra naturaleza. Dante coloca a dos poetas que fueron los precursores del estilo lírico nuevo – el dolce stil nuovo – entre los sodomitas en el Purgatorio: los trovadores Arnaut Daniel and Guido Guinizelli. El autor de La Divina Comedia estaba siendo relativamente indulgente, puesto que él no los puso en el infierno con su maestro, Brunetto Latino, que estaba allí, no por homosexualidad como se creyó durante mucho tiempo, sino por “pecar contra el Espíritu Santo”, considerado una especie de sodomía espiritual.

 Como el erudito francés  Nelli René escribe en su estudio de temas eróticos en la poesía de los trovadores L'Erotique des Troubadours, el ideal del amor cortés llevado a cabo por los poetas líricos del siglo XII “transfirieron los valores de la homosexualidad, de amistad idealizada en la antigüedad – los valores, si lo desea, del platonismo masculino – al amor heterosexual.”

Celebrando la feminidad de las jóvenes del castillo, los trovadores ayudaron a disipar la misoginia de los señores y los barones de la Edad Media. Gracias a ellos, las mujeres comenzaron a ser consideradas dignas de ser amadas, no meramente poseídas. De hecho, ahora había que ganar la estima de la mujer amada por realizando pruebas de valor y demostrando la caballerosidad. El amante fue devoto de su amada en la misma forma de que los caballeros fueron devotos a sus señores y estaban dispuestos a morir por ellas así como lo estuvieron por sus amados señores.

Esta mejora de la condición de la mujer en el siglo XII fue peculiar al sur de Europa. Algunos historiadores atribuyen este cambio a la influencia del cristianismo que “purifico” la moral; otros rastrean más hacia atrás, y se lo ameritan a la tradición poética de los árabes que se establecieron en Andalucía. Ahora, entre los árabes, como había sido el caso entre los griegos, el amor era a menudo homosexual, tal como está reflejado por el poeta  Ibn Da'ud  en su obra El Libro de la Flor, dedicado a un hermoso joven; mientras que el amor cortés, la Fin'Amour de los trovadores franceses era esencialmente heterosexual.

Y de hecho, aunque el amor homoerótico fue practicado con muchísima frecuencia, la homosexualidad es raramente mencionada en las obras literarias - las epopeyas, romances cortesanos y canciones – de los cuatro siglos que llamamos la Edad Media. Tuvo que venir el Renacimiento para que renaciera igualmente en las letras y todas las artes el deseo homoerótico y su llamado “Amor Azul”.

HOMOEROTISMO EN EL RENACIMIENTO.

Del Amor Platónico y el Amor Homoerótico.

APOLO Y MARCIAL.
Perugino.
El Amor Platónico es una expresión que, en su uso común, pretende referirse a la visión filosófica que tuvo Platón acerca del amor, aunque es malinterpretada por completo. Esta denominación habitual tiene como acepción el amor no correspondido que, por ello, persiste como un ideal imposible.  Sin embargo, esta interpretación es absolutamente disímil de la concepción platónica del eros o amor. 

Según la filosofía de Platón, y como él lo expresa en su obra El banquete, el amor es la motivación que lleva al conocimiento de la Forma de la Belleza, así como a la contemplación de la misma. Esta disposición es progresiva y comienza con la evaluación o valoración de la belleza exterior en una persona (Belleza Física), y luego avanza hacia la apreciación de la belleza espiritual (Belleza del alma), la de la belleza de las leyes y las costumbres en la sociedad, la que se encuentra en las artes y las ciencias, etc. Todas estas metas deben finalmente superarse hasta alcanzar el objetivo superlativo del proceso: el conocimiento apasionado, puro, y desinteresado, de la esencia de la Belleza en-sí, que se mantiene incorruptible y siempre igual a sí misma, el conocimiento de la Idea de la Belleza en cuanto es lo único que es bello en sí mismo y por sí mismo, y en cuanto aquello que es causa de que todo lo bello sea bello.

APOLO DE BELVEDERE.
La belleza clásica masculina representó parte del  ideal  renacentista.
El idead absoluta y sublime del amor platónico no es sino amar las Formas o Ideas eternas, inteligibles, y perfectas, la idea de tener un amor inalcanzable es solo un prosaísmo y una malinterpretación de su pensamiento. En el amor platónico no hay en absoluto elementos sexuales, sencillamente porque el auténtico amor para Platón no es el que se dirige a una persona sino el que se orienta hacia la esencia trascendente de la Belleza en-sí.

La concepción moderna de amor platónico fue desplegada en las observaciones que Marsilio Ficino hizo al condensar o simplificar el platonismo en el Renacimiento. El Neoplatonismo se basó en dos nociones primordiales: la jerarquía neoplatónica de las sustancias y la teoría del amor espiritual. La primera instaba la idea de una jerarquía de las sustancias, o de una gran cadena de seres, desde la forma más baja de la materia física como las plantas, hasta el más puro espíritu o Demiurgo, lo que equivaldría a un Dios o Alma Universal, por supuesto para los neoplatónicos el Demiurgo era Platón; entre estas dos formas o nociones los humanos ocupaban una posición central, o intermedia. Eran el lazo entre el mundo material y el mundo espiritual, y su supremo deber era ascender hacia la unión con el Demiurgo, la cual, componía el verdadero fin de la existencia humana. La teoría de Ficino respecto al amor platónico, o espiritual, afirmaba que, al igual que la gente está unida en su común humanidad gracias al amor, de esa misma forma todas las partes del universo se mantienen unidas por los lazos del amor compasivo.



Después de todo esto, es necesario aclarar que los hombres y en especial los intelectuales, escritores, filósofos y artistas del Renacimiento ubicaron la Belleza en el plano más alto de la espiritualidad, y todo lo bello era motivo de adoración y veneración. Por otro lado, el ideal de la belleza era representado por lo masculino, por las formas de la belleza masculina heredadas de los grecolatinos, así las formas excelsas de esculturas esculpidas como el “Apolo de Belvedere” por Leocares y “Doríforo” por Policleto, entre otras muchas obras, que resaltaron el ideal masculino de la belleza fueron los modelos para elegir el objeto de sus afectos, y el motivo de su adoración. De esta manera el amor homoerótico se hizo palpable en los sonetos, en las esculturas, en las artes en toda su totalidad, la belleza masculina y por lo tanto el hombre desnudo fue representado de una forma única como no se hizo y creo que no se ha hecho hasta ahora, la belleza de su fuerza física y espiritual fue motivo de grandes obras, y paralelo a esta maravillosa creación artística se dieron rienda suelta a los encuentros apasionados entre artistas y modelos, entre filósofos y sus alumnos, entre pintores y sus mecenas, entre Papas y sus monjes o feligreses; el erotismo homosexual, aunque no era una ley o aceptada por los principios eclesiásticos, los hombres se amaron entre si con la misma fuerza con que se impulsaron las ideas del antropocentrismo humanista del Renacimiento y que dieron cabida a la Modernidad.

***

Tal vez la dificultad más común que se tantea al discutir o estudiar el Renacimiento es la de señalar con precisión sus límites con respecto a la Edad Media, no obstante para hablar de la homosexualidad en este período histórico donde uno de sus principales slogan fue “El Hombre como centro de todas las cosas”, vamos a considerar que se desarrolla en los siglos XV y XVI, alargando su postrimería hasta bien entrado el siglo XVII. Si bien el Renacimiento supone un rompimiento con el Medioevo, mucha de su filosofía se vino desarrollando a lo largo de los últimos años de la Edad Media y fue gracias a la capacidad de racionalizar de los hombres de la iglesia que salvaguardaron los documentos de los antiguos griegos y latinos; así la penetración de la filosofía grecolatina – que tuvieron sus mayores escuelas de traductores en Toledo, Vich, Palermo y Nápoles – lograron sobrevivir desde el siglo XIII y calar en los nuevos hombres que idealizados por el pensamiento antiguo recargado con la visión individualista propia de la burguesía naciente, producto de las riquezas de los principados o ciudades-estados, los nuevos descubrimientos geográficos, y la imprenta, dieron origen al Renacimiento.

Con el surgimiento del humanismo en el siglo XV, las cosas cambiaron. Los escritores, poetas, pintores y escultores del renacimiento aclaman el pensamiento platónico – o más bien la neoplatónica – y en especial el ideal del amor entre hombres.

PICO DELLA MIRANDOLA.
Como ha escrito Walter Pater, la escuela neoplatónica del Renacimiento buscaba “hacer que Homero y Platón pronunciaran palabras que Moisés hubiera aprobado.” Para el filósofo italiano Marsilio Ficino y sus seguidores “el amor es las ganas de saborear la belleza"... y en sus ojos a menudo la belleza tomó la forma de un muchacho, ese que ellos pudieron amar, ese amor aceptado o configurado bajo “el pensamiento de Dios y en el de Platón.” Ficino tuvo su primer amor – un amor muy puro y casto – con el guapo Giovanni Cavalcanti. Ficino quería que los sacerdotes celebraran Misa agregando pasajes de la obra de Platón a la liturgia tradicional. Chiquito y feo, Ficino, sin embargo, fue amado por el “Príncipe de los eruditos”, Pico della Mirandola, quien se dice ya hablaba en hebreo, latín, griego, árabe y arameo minuciosamente a los veinte años. Pico fue tan increíblemente bello que la primera vez que Marsilio Ficino miró los ojos de él lo confundieron con un ángel; Tomás Moro también parece que fue sacudido por las miradas de Pico, que lo describe en términos muchos más que aduladores:

… “de forma decente y bella, de talla grande y alto, de carne tierna y suave, su rostro encantador y limpio, su color blanco, entremezclados sus sonrojos, sus ojos grises y de ligereza mirada, su blanco de los dientes y aún, su pelo amarillo y abundante”...


Marsilio Ficino.
Otro de los admiradores de Pico, Girolamo Benivieni, le enviaría muy amorosos sonetos. Los dos amigos – Pico y Marsilio – afirmaban que compartían la misma alma, y cada uno firmaba sus cartas con los nombres de ambos. Ellos fueron enterrados en la misma tumba. El amor espiritual cultivado de estos dos estetas irradia en su correspondencia. En una carta Pico escribe: “Hambre y sed de Marsilio, por la alegría que llena su vida, por el placer que habita en su mente”. Marsilio confía a su amigo Bembo:

“Bernardo, querido mío, pensé que te amaba yo tanto, que pude no posiblemente quererme más; pero afortunadamente me equivoqué en esta opinión, aprendiendo que tu ardientemente me amas, he empezado a quererme más ardientemente.”

En cuanto al poeta Poliziano, afirma que cuando vislumbra a un cierto Buonisegni, “libras de mis corazón como al novio cuando sube al sofá de la prometida Virgen.” Regalos refinados siguieron a menudo tan apasionados epístolas. Cavalcanti envió un par de tórtola a Marsilio como si éste fuera una joven a punto de desposarse; Poliziano representó a Lorenzo de Medici con canastas de lirios y rosas.

Marsilio Ficino, Pico della Mirandola y Poliziano se reunían con frecuencia, para cada una casa de propiedad de cerca de Fiesole. Se les invitó, junto a las fiestas extravagantes dadas por los clientes ricos y admiradores. Cada año, el 7 de noviembre de Francesco Bandini celebró un banquete para conmemorar la muerte de Platón. El hermoso Cavalcanti atraería todas las miradas - quien era el “Príncipe de la fiesta” - como lo hizo en las reuniones de Lorenzo de Medici (cuando, en una ocasión, pronunció un brillante comentario sobre los discursos de Fedro). Los estudiosos neoplatónicos tenían sus propios héroes: como Donato Accajuolo, que todavía era virgen a los treinta y dos, o Michele Verino, “que murió a la edad de diecinueve años por haber querido permanecer castos.”  El joven Verino escribió la tarde de su muerte a uno de sus amigos “Oh Paul querido”… “¿sabes tú de mi infortunio?  Los médicos me han recetado coito para mi salud. Si ese es el precio, prefiero no aferrarme a la vida.”

BACO.
Caravaggio.
Poliziano, que asombró a sus amigos con su enorme variedad de erudición y con sus múltiples talentos, que se cree que el único pecado contra el hábito naturaleza era la virginidad. Su vida sexual activa parece haber llamado la atención en su día, pero eso no le impidió ser empleado como tutor de los hijos de Lorenzo de Medici. En sus anécdotas florentinos, informes Varillas que Poliziano murió mientras toca el laúd para un chico que amaba con locura.

No era cosa fácil para un hombre en una posición prominente o de un dignatario de la Iglesia seguir siendo un ángel. La prostitución masculina floreció en Roma y en Florencia, y los jóvenes de buena familia se ataviaban en magníficas galas, perfumaban en exceso e incluso a veces se encrespaban el cabello como las mujeres. Son muy pocos los escritores e  intelectuales de los dos siglos del  Renacimiento que no pueden ser sospechosos de homosexualidad. Paulus Jovius fue llamado "el Hermafrodita" porque, según sus contemporáneos, él era “el hombre y la esposa”. Francesco Berni, el autor de parodias petrarquista y poemas satíricos que se originó el estilo "bernesco", el médico y matemático Gerolamo Cardano, Antonio Beccadelli, llamado “La Panoramita” y quien que dedicó su libro, El Hermafrodita a Cósimo de Medici, Aretino, Tasso, Maquiavelo y muchos otros, todos fueron tentados por el amor y no sólo del sexo opuesto. El  Profesor Pomponio Leto, a quien le gustaba caminar desde el Esquilino, con una linterna en la mano, mientras daba conferencias a sus jóvenes alumnos “a la manera de Sócrates” se quedaba sin saber qué camino tomar en plena oscuridad de la noche... “¡Había tantas posibilidades!” Como uno de los personajes de Aretino observa:

… “si todo el fuego del infierno estaba y existía para  escarmentar a todos aquellos  que se entregaban en el temible vicio contra la naturaleza, ni un solo caballero o estudioso permanecerían en toda Italia.”

 Por eso, en el propio Papado, se corría el rumor de que Paul II utiliza maquillaje para pintar su cara, incluso se rumoreaba que había muerto de un ataque al corazón en el momento en que era “sodomizado” por un joven y guapo monje. Su sucesor Pío II que se hacía llamar en su temprana juventud como  “María Pientissima”, en Siena; después de haber escrito bajo el seudónimo de Eneas Silvio, él mismo había declarado ser  amigo de gente como Beccadelli, el autor de El Hermafrodita. Se dice que el mismo Eneas Silvio, que había sido coronado como el Príncipe de los Poetas por el emperador Federico III, había contribuido algunos pasajes de ese libro, que tenía fama de estar lleno de “obscenidades”.  En aquel entonces, la palabra “obscenidad” no era tan despectiva, aunque si era una forma de ridiculizar la sodomía.

Existió también un libro en forma de ensayo titulado De laudibus Sodomiae (Elogio de la sodomía, 1548), dice que es el trabajo de Giovanni Casa, que, si no hubiera sido por su amor inmoderado por los jóvenes,  sin duda hubiera llevado el capelo cardenalicio.

SALAI.
Leonardo Da Vinci.
En los talleres de los pintores y escultores, los “actos inmorales” era el plato del día, especialmente los homosexuales, eran casi la regla. Los jóvenes que compartían la vivienda de sus maestros como aprendices o sirvientes solían ser jóvenes gays hermosos y a veces algunos eran bastante descarados. Si tenían una cara bonita o un cuerpo bien proporcionado, se sentaban como modelos. Tampoco fue la actitud de su maestro hacia ellos siempre estrictamente profesional. Esta el caso de Leonardo da Vinci, que en ese momento estaba trabajando en el taller de Verrocchio, cuando él fue acusado de cometer actos ilícitos con cierto Jacopo Saltarelli, de diecisiete años de edad. La acusación anónima había caído en un “tamburo”, el buzón especial para denunciar a sus conciudadanos a las autoridades. El 9 de abril de 1476, Leonardo fue a juicio, y el 7 de junio del mismo año fue absuelto formalmente.

En sus cuadernos, Leonardo se refiere a otro problema que causa enredos con uno de sus alumnos a quien apoda Salai que significa “pequeño diablo”. Vasari dice que Salai fue un joven muy guapo  “elegante y con una buena cabeza, cabello ondulado largo.” Leonardo hechizado por la belleza de Salai, lo acepta de inmediato como alumno… “tanta belleza física trasciende toda alabanza”. Por lo general la belleza física era primordial para Leonardo para elegir  a sus alumnos más que el talento o dotes artísticas, al menos eso es lo que se susurraba en toda Italia y otros tantos kilómetros más.

Salai, según Leonardo en sus notas, era un mentiroso, un ladrón y un glotón, sin embargo, el gran pintor se arruinó por el amor que le profesaba al joven, le colmaban con ropa costosa y regalos lujosos. Salai si bien era un picaflor y engaño en varias ocasiones al maestro, siempre estuvo a su lado, en las buenas y en las malas. A su muerte, Leonardo dejó un patrimonio considerable a Salai, aunque su mayor heredero resultó ser otro de sus estudiantes, Francesco Melzi.

La homosexualidad estaba muy extendida en el Renacimiento, y las denuncias eran frecuentes. No obstante pocas de esas denuncias progresaron, especialmente si los denunciados eran los pintores y escultores, que estaban bajo la protección de sus señores o mecenas. Así, en 1502 Botticelli – que era claramente homosexual, pero además el maestro de madonas era algo así como un misógino - fue acusado de tener “relaciones contra natura” con uno de sus ayudantes. Para su mecenas Tommaso Soderini, que le había advertido un día que tomara los votos del matrimonio  con el fin de poner fin a los rumores, Botticelli respondió horrorizado:

“Señor, te diré lo que me pasó una noche, soñé que había tomado una esposa, y esto me causó tanta angustia que me desperté, y tanto miedo tenía yo de volver a caer en ese sueño que me pasé el resto de la noche deambulando como un loco por Florencia.”

Luego fue Giovanni Antonio Bazzi, también conocido como Sodoma, un pintor excéntrico que vivía con una colección extraña de los animales como tejones, ardillas, monos y aves exóticas, y que no hizo reparos en anunciar sus inclinaciones sexuales. En una ocasión ganó una carrera de caballos, y los amigos y el público que se habían unido en el desfile de la victoria le preguntaron qué nombre deben gritar, Bazzi respondió: “¡Sodoma!” Tan fuerte fue la ovación que toda la ciudad fue alertada, y el pintor, galopando en su caballo Barbary con su pequeño mono colgando de su cuello y sus largos cabellos, escapó de la muchedumbre que quería apedrearlo. Sin embargo, luego el hecho fue olvidado o tomado como una anécdota más de las extravagancias del artista pero el nombre se quedó por siempre.


GIOVANNI BAZZI mejor conocido como IL SODOMA. 
A la edad de catorce años Michelangelo Buonarrotti era un estudiante de Domenico Ghirlandaio y tuvo el gran honor de ser admitido en el “Jardín de los Medici”, una escuela de escultura creada en los jardines del Palacio Medici bajo la supervisión de Bertoldo (un antiguo alumno de Donatello). Miguel Ángel se le dio una habitación en el palacio, y él comía con los Medici - de allí estableció amistad con el futuro Papa Julio II. Entre los humanistas toscanos y artistas que se reunieron en torno a los Medici, el joven se encontró con muchos personajes famosos y respetados que alegremente se permitían lo que Savonarola llamaba  “el vicio abominable.” Pero en el momento en que Savonarola estaba organizando su “hoguera de las vanidades”, utilizando como leña pinturas, libros licenciosos, adornos, pelucas y otras deliciosas “futilidades”, Girolamo junto con Pico della Mirandola componían un himno que era entonado a su vez por jovencitos de extrema belleza vestidos únicamente con túnicas blancas y coronas de olivo y Michelangelo esculpia  a “Bacchus” borracho y lascivo que jugaba con un enamorado cupido.

Se dice que el modelo para la bella escultura era un joven modelo de alta alcurnia, sin embargo el artista se guardó el nombre pero se oyeron comentarios sobre la sexualidad del escultor, entre ellos: “Es imposible ser más pecaminoso con un cincel.” El gran escultor y pintor no era ciertamente corto en modelos. En una carta escrita en 1515 a Nicolo Quaratei, relata que un hombre se acercó a él un día pidiéndole a aceptar a su hijo como un aprendiz. Miguel Ángel se negó, tras lo cual el hombre trató de convencerlo  diciéndole:

“ ‘Si tomas a mi hijo como ayudante y aprendiz, de seguro será de gran ayuda, pues también podrás tenerlo y poseerlo en la cama’… lo cual Michelangelo respondió con suavidad: ‘lamentablemente, estoy renunciando a ese consuelo, ya que no quiero privarlo a usted de tal deseo.’ ”


Las historias de amor que Miguel Ángel o Michelangelo alude en sus sonetos fueron generalmente infelices. En 1522 el artista se enamoró de Gherardo Perini, que es quizás la juventud vigorosa en su  escultura “Victoria”, donde un fuerte y musculoso joven hombre pisotea a un anciano, que se dice y hasta parece ser el escultor. Dos años más tarde se separaron, y Miguel Ángel se lamentaba en uno de sus poemas inconclusos:


“A partir de esta misma piedra lo vi  abriendo sus alas,
Él  quien  me elevo a lo más alto y ahora me deja caer.”

Otra gran pasión del escultor era cierto Febbo di Poggio, un joven caprichoso que estuvo siempre pidiéndole dinero. Luego están los sonetos de la muerte de Cecchino dei Brazzi, el hijo de un exiliado florentino, que murió a la edad de quince años y era el ídolo de la bien llamado banquero-poeta Luigi del Riccio. Estos poemas se cree que han sido inspirados por el dolor de Luigi. Miguel Ángel también alimenta una pasión platónica y muy cortés para Vittoria Colonna, una gran dama, pero más bien fea diecisiete años menor que él, que murió en 1547.

VICTORIA.
Michelangelo Buonarrotti.
Pero, como dice Vasari, “más que a nadie le gustaba al maestro que Tommaso Cavalieri, un señor de Roma, que se inclinó por las artes a una edad muy tierna.” Este fue un amor casto según la mayoría de los contemporáneos de Michelangelo, excepto para el poeta Aretino que deja caer indirectas venenosas sobre esta amistad en su intercambio mordaz con el escultor. De todos modos, Miguel Ángel murió de la mano de Tomás en 1564.

Nos tomaría un descomunal espacio si tuviéramos que enumerar todos los artistas del Renacimiento, que fueron homosexuales o que se cree que han tenido implicaciones homosexuales. Sin embargo, no debemos dejar de hablar de Benvenuto Cellini, que, a pesar de que vivio en el “closet” y cuidadosamente evito incidentes que “opacaran” su autobiografía, fue a juicio no menos de tres veces por el delito de sodomía.

Cellini, al igual que Caravaggio tenía una debilidad fatal para “el bueno para nada”, y es que los maestros se rebuscaban  sus amantes en tabernas de mala muerte o en las oscuras calles de los barrios bajos. A un señor que se quejaba de manera disoluta de Cellini, se maravilló de la paciencia del Papa, Pablo III, que le respondió:

“Usted debe darse cuenta de que los hombres que han pasado por el maestros no son tan importantes como su arte”… “su obra  como el mismo Benvenuto no están sujetos a las leyes ordinarias”...

Se dice que esta respuesta que defendía la honorabilidad y la misma vida del artista era que el Papa Pablo III tenía “rabo de paja” pues su hijo bastardo era un comprobado sodomita y se rumoreaba que Pedro, así se llamaba el joven, fue asesinado por haber intentado violar a un joven monje.

A pesar de las denuncias que cayeron en el tamburo, los artistas del Renacimiento fueron capaces de seguir sus inclinaciones sin tener que preocuparse mucho acerca de las represalias legales, como ser quemado en la hoguera. A medida que envejecían, los pintores y los escultores solicitaban gratificaciones de sus jóvenes estudiantes que consideraban simples pecadillos “pecados pequeños que una gota de agua bendita lava.” Así notoria eran las costumbres de los artistas que en una de sus sátiras Ariosto menciona un dicho gracioso entre la gente común que “Es tan peligroso darle la espalda a un pintor como para compartir su cama.”

Los intelectuales y los escritores - sobre todo los devotos de la Antigüedad  y del amor socrático o platónico – vieron en las ciudades-estados de la bota italiana el “Paradiso Perduto” que querían restaurar en el XV y el siglo XVI. Después de siglos de ascetismo cristiano y la disciplina severa, la aristocracia abrazó con entusiasmo el nuevo espíritu del paganismo. Los señores ricos llamaron a sus hijos  Aquiles o Agamenón; Filippo di San Gemignino cambió su nombre por el de Calímaco, un miembro de la famosa familia Sanseverino se hacía llamar Julius Pomponio Leto. En días de fiestas, los ciudadanos de las ciudades se convertían en sátiros, ninfas y jóvenes coronados como dioses antiguos desfilaron por las calles en elaboradas carrozas tiradas por caballos. Muchos de estos “nuevos sátiros” se entregaban a sus orgiásticas fiestas dignas de las bacanales antiguas.

ORFEO.
Bronzino.
Retrato de Cosimo I de Medici.

Poco a poco la filosofía neoplatónica suplanto los sistemas medievales de pensamiento. No sólo eran las almas de los santos considerados hermosos, pero también lo eran sus cuerpos, pues la belleza física era el reflejo de la perfección interior. De esta manera los escuálidos cuerpos de los mártires se transformaron en esplendidos Apolos, aparecieron desnudos al igual que Adonis  y a los musculados deportistas de la Grecia y la Roma Antigua. San Sebastián desde entonces fue representado como un inquietante andrógino que se retorcía al parecer más al placer de su desnudez que al propio dolor de las saetas que lo herían. San Juan Bautista se convirtió de un raro ermitaño a un musculoso y valiente pastor y el pequeño David, dejo de ser el delgado judío para transformarse en el esbelto y fuerte soldado que derroto a Goliat más con su imponente presencia que con su honda.

Según algunos cronistas una pintura de San Sebastián realizada por Fra Bartolomeo tuvo que ser retirada de una iglesia, ya que estaba dando ideas sexuales a los monjes. Antes de convertirse en un mártir San Sebastián pudo haber sido un soldado romano y quizás uno de los favoritos de Heliogábalo, cosa nunca comprobada, aunque existió el fuerte rumor. En cualquier caso su martirio fue motivo de inspiración para los  pintores del Renacimiento hasta nuestros días, y mucha de las veces es imposible saber que es lo más importante en las obras si su ambigüedad sexual o su éxtasis masoquista; desde entonces San Sebastián es un ícono de la homosexualidad.

SAN SEBASTIAN.
Guido Reni
Inventado por los griegos para justificar el amor entre los hombres y los jóvenes, el mito de Ganímedes fue reinterpretado en el Renacimiento como símbolo de la ascensión del alma, o de la “furia divina”, que se apoderó de un santo mortal (como Cristo como el águila y el santo como el pastor). Para Dante Ganímedes era el hombre, la Inteligencia Humana, el intelecto transportado por el Ser Supremo a las alturas de la contemplación.

La adaptación de temas antiguos al arte sacro cristiano permitió a los artistas del Renacimiento expresar su placer sensual. Savonarola, y más tarde el Concilio de Trento (1545), condenó violentamente esta cultura neoplatónica con sus santos travestidos como dioses antiguos y sus costumbres que recuerdan a Atenas en su apogeo. Aretino, cuyos licenciosos Sonetos no le impedían aspirar al cardenalato, hipócritamente proclamaba su indignación por los cuerpos desnudos en “El Juicio Final” de Michelangelo, y, un mes antes de la apertura del Concilio, escribió una carta abierta al artista declarando:

“Como cristiano bautizado me avergüenzo al libertinaje, que se muestra en la ilustración de un tema tan noble ... que muestran ángeles y santos unrobed, completamente privándole de modestia terrenal y el antiguo esplendor celestial.”

Aretino se quejó públicamente de que Miguel Ángel no había seguido su consejo, y lo regañó por no enviar un bosquejo preliminar de "”El Juicio Final”. Y añade con perfidia:

… “usted da su palabra sólo a la Gherardoes”… “y el Tommais de este mundo.” … “Su tipo de pintura pertenece a una taberna o algún establecimiento balneario obsceno, y no a la capilla mayor de todo el cristianismo.”

Cuando Aretino habla de “Gherardoes” y “Tommais”  se refiere a Gherardo Perini y a Tommaso Cavalieri, amigos homosexuales de Michelangelo, pero al pluralizar los nombres trata de magnificar las “raras” amistades del pintor.

El fervor religioso que despierta la Reforma y el Concilio de Trento envenenó la vida de los artistas que habían disfrutado del periodo de libertad y renovación artística a finales del 1400 y principios de 1500. Ya en 1550 uno de los discípulos de Miguel Ángel, Daniel Volterra, fue el encargado de cubrir los cuerpos desnudos en “El Juicio Final”, un trabajo que le valió el apodo de Braghettone. Después que Miguel Ángel murió, El Greco llegó a sugerir lavar la capilla, pintar de blanco y …“decorar con algo más apropiado”…

Las invasiones de Carlos VIII y Luis XII trajeron antiguas obras de arte y pinturas italianas a Francia. Gracias a la invención de la imprenta, los humanistas fueron capaces de difundir la sabiduría de los antiguos de toda Europa. En Alemania, Inglaterra y Francia, donde ya estaba floreciendo, la homosexualidad se hizo más refinada bajo la influencia del neoplatonismo. Pero después del Concilio de Trento, los intelectuales que no se sometieron a las leyes y doctrinas de la Iglesia eran sospechosos de herejía. Se convirtió en una práctica común para acusar librepensadores, protestantes y ateos de sodomía, era la mejor manera de deshacerse de ellos. Con mayor razón, ya que era fácil de apoyar la acusación con pruebas, o una apariencia de la prueba.

Así, Muretus de Montaigne (Marc Antoine Muret), un poeta mediocre y autor de numerosas traducciones y comentarios de Catulo, Tibulo, Terence, etc, fue acusado en 1552 de haber tenido inclinaciones antinaturales. Él fue encerrado en la prisión del Chatelet en París, y luego puesto en libertad gracias a la intervención de amigos. En Toulouse, donde luego fue a enseñar Derecho en la universidad, fue detenido de nuevo y acusado de haber cometido sodomía con uno de sus alumnos, solo por el hecho de hacer unos poemas que había publicado. Con anterioridad y donde narraba el amor homoerótico. Esta vez fue condenado a ser quemado vivo, pero él logró escapar y huyó a Italia, donde, a pesar de su reputación de homosexual, fue recibido por Ippolito d'Este y el Papa Pío V. Casi al mismo tiempo Richard Renvoisy, , que había compuesto música para las odas de Anacreonte, tuvo menos suerte y fue quemado en la hoguera en 1586 por haber hecho otro tipo de música, donde se alababa el amor entre hombres, se dice que fue acusado por uno de los coristas por practicar la sodomía.

En sus propios escritos Montaigne se burló de los homosexuales de su época  y del afectado neoplatonismo de Ficino y Pico de la Mirandola. Su amistad con Etienne de la Boétie, un magistrado, poeta y humanista cuatro años menor que él (Montaigne tenía veintiséis años), era sin embargo “neoplatónica” no sólo en lo amoroso y espiritual  sino también en el sentido erótico. Es cierto que Montaigne escribe que el amor en el “estilo griego” es aborrecible, pero por otro lado, el gran humanista, obviamente, no estaba del todo satisfecho con las mujeres. Pensó que el matrimonio no es más que un acuerdo contraído para otros fines que no sean el amor. La Boétie murió a los veintinueve años y, desconsolado, Montaigne dio rienda suelta a la profundidad de su dolor en palabras de los poetas latinos:

“Desde que ya no puedo compartir mis días con él decidí renunciar al placer y sus maneras. ¡Oh, hermano! Que eres más dulce que la vida, ¿Te veré más, a quien amo para siempre? Ah, Fate ha ttolen la mitad de mi alma lejos! ¿Qué estoy haciendo aquí, yo, que soy el otro dos?”

La musa que susurró en los oídos de los poetas franceses del siglo XVI era bastante obscena. Las travesuras de los jóvenes monjes y cortesanos encantó a escritores como Rabelais y poetas como Ronsard. Pero otros, como Agripa d'Aubigné reaccionó con indignación furiosa; su largo poema Les tragiques y su Isla de los hermafroditas están muy lejos de los auto-exámenes serenos de Montaigne. “El camino al corazón de un rey es a través del culo de un sinvergüenza”, farfulló Agripa.

 En los teatros de Londres, los papeles femeninos eran actuados por mozos elegantes, que estaban en gran demanda entre los jóvenes príncipes de la corte, sobre todo entre los que se encontraba James I, uno de los más famosos homosexuales coronado en la historia. Uno de estos “pequeños halcones”, como se les llamaba, y que fue amante del rey habló con descaro de sus relación amorosa y se burló del acento escocés del rey, y finalmente en 1608 su fraternidad se disolvió. Sin embargo, el culto de la belleza masculina platónico nunca le faltó adeptos en Inglaterra. Sus celebrantes más ilustres fueron Christopher Marlowe y William Shakespeare.

CRIMEN Y CASTIGO… La persecusión de la homosexualidad en el Renacimiento.

El Renacimiento, que  produjo muchos cambios culturales y políticos,  pero no en la persecución a los homosexuales no sólo continuó con la misma intensidad que se produjo en la Edad Media, sino que durante la época se produjeron algunas de las mayores persecuciones a este colectivo tanto por las autoridades de la Iglesia como por las civiles de toda Europa.

La inquisición española tenía autoridad sobre el crimen de “sodomía” en la Corona de Aragón. En los tribunales de Barcelona, Valencia y Zaragoza más del diez por ciento de los juzgados por la inquisición eran condenados a muerte en la hoguera; los juzgados por sodomía entre 1570 y 1630 fueron unos 1000, de los cuales más de la mitad fueron quemados vivos, los otros castrados y a los que corrieron con mayor suerte fueron simplemente torturados. De 1536 a 1821 la inquisición portuguesa se encargó de más de 4000 personas denunciadas por sodomía, de las que cerca de 500 fueron presas y 30 murieron en la hoguera, la mayoría durante el siglo XVII. En el siglo XV y principios del XVI hubo importantes persecuciones por las autoridades civiles en Venecia y Florencia. Así, de 1342 a 1402, hubo 13 ejecuciones en Venecia, y en Florencia, donde los castigos no eran tan severos, aunque incluían la castración y la muerte en la hoguera, se han contado 2500 condenas por sodomía.

En los países con iglesias reformadas se crearon instituciones inquisitoriales y legislaciones represivas. Por ejemplo, en Inglaterra se adoptó la Buggery act en 1533 durante el reinado de Enrique VIII, la primera ley gubernamental en este país contra la sodomía ya que hasta entonces la persecución de homosexuales y la ejecución de sus penas había sido llevada a cabo por los tribunales eclesiásticos. Esta ley definía como delito cualquier práctica sexual “antinatural contra la voluntad de Dios y el hombre.” Posteriormente fue reformada por los tribunales para que sólo incluyera el sexo anal y el bestialismo. Esta ley fue muy influyente posteriormente porque se extendió por todas las colonias británicas, y fue la base de legislaciones que han permanecido vigentes hasta el siglo XXI en países de América, África y Asia.

En 1532, Carlos V de Alemania, y I de España, creó una base legal que prohibía las mismas prácticas en su Constitutio Criminalis Carolina, que se mantuvo vigente en el Sacro Imperio Romano Germánico hasta finales del siglo XVIII.

Por Félix Esteves


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