Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

Amigos de Los Mínimos y Máximos

lunes, 12 de marzo de 2012

NORBERT BISKY. El homoerotismo alemán a las puertas de la transpostmodernidad.



Norbert Bisky (Leipzig, 1970) está estimado como un importante artista alemán contemporáneo y representante de un Nuevo Realismo de la transpostmodernidad. Norbert Bisky se crio en la antigua República Democrática Alemana, cultura que influenció en su forma de ver y hacer arte, la caída del muro de Berlín y todos los hechos que rodearon el fenómeno social coincide con sus últimos años en la escuela. En 1993, mientras estudia en la Freie Kunstschule Berlin (Escuela de Arte Libre de Berlín) se decide a estudiar bellas artes. De 1994 a 1999 estudia en la Hochschule der Künste (Universidad de Bellas Artes) con Georg Baselitz, y participa en la clase de Jim Dine de la Salzburger Sommerakademie (Academia de Verano de Salzburgo) y termina su maestría con Baselitz en 1999.



Bisky pinta cuadros mayormente al óleo, su paleta de colores es altamente viva, clara y luminosa. En sus obras todo resplandece: hombres jóvenes, guapos, felices y llenos de energía, pura naturaleza intacta. Su estilo es mayormente de impacto, choque y realidad, además que al utilizar el gran formato sus personajes del tamaño natural o más grande llegan a parecer que saltan o quisieran salir de las pinturas. Sus temas fuertemente son jóvenes en actividades al aire libre que no exponen ningún tipo de pudor y cuidado en sus agiles y libertinos juegos, aún así Bisky no permite que se le describa como un maestro de los sunnyboys; la poesía de los cuadros está contraatacada por circunstancias sarcásticas. La descripción del mundo se radicaliza.



La obra de este singular artista alemán roza en el post-impresionismo, el renacimiento y al Pop Art sin caer absolutamente en ellos. Su pintura no persigue la planitud y bidimensionalidad de la alta modernidad. Su trabajo igualmente tiene invocaciones al realismo socialista, pero también se sustenta a los anuncios publicitarios de los años 1950 y 1960. Pero, dicho esto, Bisky es definitivamente un pintor figurativo y no tiene reparos en ello. El pasado es un territorio abierto para ser visitado y se apropió a su antojo, por eso navega por todas las vertientes pasadas que puedan servir en su discurso pictórico.



La juventud reflejada en su obra es “perfecta”, tocando irónicamente la eugenesia alemana, rubia y de ojos azules. Los muchachos  que parecen luchar entre sí, que juegan, que se divierten y retozan en los campos abren un exuberante y sinfín de estados configurativos íntimos, afectivos y homoeróticos,  y cuando las mujeres aparecen lo hacen en gran parte en forma irónica. La puesta en escena de la juventud homoerótica es plenamente consciente en Bisky y sabe del peligro que esto representa en la relación al tabú de opinión en cuanto a sus vínculos históricos con la historia alemana. De hecho, la juventud del pintor se desarrollo en los años setenta en la RDA, donde había cierta libertad a la homosexualidad, igualmente en sus trabajos hay implicaciones de los  campamentos de verano que tomaron parte en sus años de adolescencia, y que fueron importantes en el desarrollo sexual de la juventud de esa época.


Es bastante claro que estos hermosos  jóvenes retratados en sus singulares actividades al aire libre, pero aún así intimas, tienden a evocar un cierto voyeurismo en el espectador. Pero ese es el punto, el autor como sus chicos pintados están plenamente conscientes de ello,  los jóvenes se convierten en metáforas irónicas en lugar de tener cualquier verdadera sustancia en el mundo.


La personalidad externa de Norbert Bisky está abierta en sus cuadros, es honesta y alegre, esconde, quizá, el secreto y la duda de sí mismo que cada pintor se siente en su día a día de estudio y de práctica. Por supuesto para Norbert Bisky una cierta inversión ha tenido lugar, al pensar en las certezas de infancia que alguna vez poseyó, y el desencanto posterior que se produjo cuando se descubrió la verdad de una Alemania Democrática Socialista en decadencia. Bien podría ser, y es sólo una especulación, que sus pinturas son re-inscripción de ese pasado, una catarsis personal en el camino hacia la búsqueda de un significado posible, un objetivo de cumplimiento que trae un sentido de la comprensión de su pasado. Sin embargo, no es en ningún sentido un ejemplo, pero lo hecho no es completamente libre de la persona que lo hizo. Bisky es un pintor mayormente de alegrías, que muy adentro esconde ingratos recuerdos.


Por Félix Esteves

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