De verdad que morir yo quiero
pues aquella llorando se fue de mí.
Y al marchar me decía: Ay, Safo,
qué terrible dolor el nuestro
que sin yo desearlo me voy de ti.
Pero yo contestaba entonces:
No me olvides y vete alegre
sabes bien el amor que por ti sentí,
y, si no, recordarte quiero,
por si acaso a olvidarlo llegas,
cuánto hermoso a las dos nos pasó y feliz:
las coronas de rosas tantas
y violetas también que tú
junto a mí te ponías después allí,
las guirnaldas que tú trenzabas
y que en torno a tu tierno cuello
enredabas haciendo con flores mil,
perfumado tu cuerpo luego
con aceite de nardo todo
y con leche y aceite del de jazmín.
Recostada en el blando lecho,
delicada muchacha en flor,
al deseo dejabas tú ya salir.
Y ni fiesta jamás, ni danza,
ni tampoco un sagrado bosque
al que tú no quisieras conmigo ir.
ABU NUWAS
747-815
Autorretrato
Entre las gentes no tengo igual.
Mi agua es el vino, mi aperitivo los besos.
Mi lecho son los traseros desde que levanto hasta que me acuesto.
El amor imberbe
Miro a Handan y le digo a mi amigo:
hace tiempo que me prometió
no dejarse crecer la barba
y mantener la entrepierna sin pelos.
Acuérdate de su esplendor,
del tiempo feliz de su juventud florida,
cuando ganaba su belleza todos los corazones.
¿Sabes algo más que sea confesable?
WILLIAM SHAKESPEARE
1564-1616
Soneto xx
Pintado por Natura el rostro tienes
de mujer, dueño y dueña de mi amor;
y de mujer el corazón sensible
mas no mudable como el femenino;
tus ojos brillan más, son más leales
y doran los objetos que contemplas;
de hombre es tu hechura, y tu dominio roba
miradas de hombres y almas de mujeres.
Primero te creó mujer Natura
y, desvariando mientras te esculpía,
de ti me separó, decepcionándome,
al agregarte lo que no me sirve.
Si es tu fin el placer de las mujeres,
Mío sea tu amor, suyo tu goce.
SOR JUANA INES DE LA CRUZ
1651-1695
Señora mía
Pedirte, señora, quiero
de mi silencio perdón,
si lo que ha sido atención
le hace parecer grosero.
Y no me podrás culpar
si hasta aquí mi proceder,
por ocuparse en querer,
se ha olvidado de explicar.
Que en mi amorosa pasión
no fue descuido, ni mengua,
quitar el uso a la lengua
por dárselo al corazón.
Ni de explicarme dejaba:
que, como la pasión mía
acá en el alma te veía,
acá en el alma te hablaba.
Y en esta idea notable
dichosamenta vivía,
porque en mi mano tenía
el fingirte favorable.
Con traza tan peregrina
vivió mi esperanza vana,
pues te pudo hacer humana
concibiéndote divina.
¡Oh, cuán loca llegué a verme
en tus dichosos amores,
que, aun fingidos, tus favores
pudieron enloquecerme!
¡Oh, cómo, en tu sol hermoso
mi ardiente afecto encendido,
por cebarse en lo lúcido,
olvidó lo peligroso!
Perdona, si atrevimiento
fue atreverme a tu ardor puro;
que no hay sagrado seguro
de culpas de pensamiento.
De esta manera engañaba
la loca esperanza mía,
y dentro de mí tenía
todo el bien que deseaba.
Mas ya tu precepto grave
rompe mi silencio mudo;
que él solamente ser pudo
de mi respeto la llave.
Y aunque el amar tu belleza
es delito sin disculpa
castígueseme la culpa
primero que la tibieza.
No quieras, pues, rigurosa,
que, estando ya declarada,
sea de veras desdichada
quien fue de burlas dichosa.
Si culpas mi desacato,
culpa también tu licencia;
que si es mala mi obediencia,
no fue justo tu mandato
Y si es culpable mi intento,
será mi afecto preciso,
porque es amarte un delito
de que nunca me arrepiento.
Esto en mis afectos hallo,
y más, que explicar no sé;
mas tú, de lo que callé,
inferirás lo que callo.
WALT WHITMAN
1819-1892
Nosotros, dos buenos mozos, abrazándonos mutuamente
Nosotros, dos buenos mozos, abrazándonos mutuamente,
sin jamás abandonarnos el uno al otro, recorriendo los caminos de
extremo,
recorriendo el Norte y el Sur, gozando de vigor, ensanchando los
codos,
apretando los puños, armados y sin miedo, comiendo, bebiendo, durmiendo,
amando, no
admitiendo otra ley que la de nosotros mismos, navegando,
fanfarroneando, robando, amenazando, alarmando a los avaros,
villanos
y sacerdotes, respirando el aire, bebiendo el agua, danzando sobre la
hierba
o sobre la arena de las playas,
perturbando las ciudades, despreciando las buenas costumbres,
burlándonos
de las constituciones, persiguiendo la apatía, llevando al éxito nuestra
aventura.
PAUL VERLAINE
1844-1896
Aunque no esté parada
Aunque no esté parada
lo mismo me deleita tu pija
que cuelga —oro pálido— entre tus muslos
y sobre tus huevos, esplendores sombríos,
semejantes a fieles hermanos
de piel áspera, matizada
de marrón, rosado y purpurino:
tus mellizos burlones y aguerridos
de los cuales el izquierdo, algo suelto,
es más pequeño que el otro,
y adopta un aire simulador,
nunca sabré por qué motivo.
Es gorda tu picha y aterciopelada
del pubis al prepucio
que en su prisión encierra
la mayor parte de su cresta rosada.
Si se infla levemente, en su extremo
grueso como medio pulgar el
glande se dibuja
bajo la delicada piel, y allí
muestra sus labios.
Una vez que la haya besado
con amoroso reconocimiento,
deja mi mano acariciarla,
sujetarla, y de pronto
con osada premura descabezarla
para que de ese modo —tierna violeta—
el lujoso glande, sin esperar ya más,
resplandezca magnífico;
y que luego, descontrolada,
la mano acelere el movimiento
hasta que al fin el “peladito”
se incorpore muy rígido.
Ya está erguido, eso anhelaba
¿mi culo o concha? Elige dueño mío.
¿Quizás una simple paja?
Eso era lo que mis dedos querían...
Sin embargo, la sacrosanta pija
dispone de mis manos, mi boca y mi culo
para el ritual y el culto
a su forma adorable de ídolo.
RENÉE VIVIEN
1877-1909
Desnudez
Te arrojaba la sombra efluvios de agonía.
El silencio se hizo turbador y anhelante.
Escuché un susurrar de pétalos rosados.
Lirio entre lirios, blanco, se me mostró tu cuerpo.
Sentí de pronto indignos los toscos labios míos.
Mi alma cumplió un sueño conmovido: posar
en tu encanto, que sabe retener tanta luz,
el tembloroso hálito de algún místico beso.
Desdeñando los mundos que el deseo encadena,
gélida mantuviste tu sonrisa inmortal:
Sobrehumana y extraña resiste la Belleza
y exige la distancia radiante del altar.
En torno a ti, esparcidos, sollozaban los nardos
y tus senos se erguían, intactos y orgullosos.
Quemaba en mi mirada el doloroso éxtasis
que oprime en los umbrales de la divinidad.
THEODORE WRATISLAW
1871-1933
A un muchacho siciliano
Amor, adoro los perfiles de tu forma,
tu pecho exquisito y adorables brazos;
las maravillas de tu cuello celeste llaman
al fuego del amor que desvanece los sueños.
Te amo como la espuma del mar ama la roca,
la orilla ama el ensalmo marino.
Las flores de tu boca en dulzura exceden
a las del tierno melocotón o la vid de púrpura.
¡te amo, amor mío! ¡Bésame una vez y otra!
Tus besos me consuelan como lluvia a tierra cansada;
y entre tus brazos hallo mi felicidad sola.
¡Concédeme en tu seno regocijarme aún
olvidando el pasado, muchacho divinísimo,
y el opaco tedio del beso femenino!
ADRIENNE RICH
1929
II
(de: Veintiún Poemas de Amor)
Me despierto en tu cama.
Se que he estado soñando.
Mucho más temprano, la alarma nos separó la una de la otra,
Has estado en tu escritorio por horas. Sé lo que soñé:
nuestra amiga la poeta viene a mi habitación
donde estuve escribiendo por días,
bocetos, carbonillas, poemas están desperdigados por todas partes,
y quiero mostrarle un poema
que es el poema de mi vida. Pero vacilo,
y me despierto. Besaste mis cabellos
para despertarme. Soñé que eras un poema,
digo, un poema que quería mostrarle a alguien...
y me río y vuelvo a soñar
con el deseo de mostrarte a toda la gente que amo,
para movernos abiertamente juntas
en el influjo de la gravedad, lo cual no es simple,
lo cual transporta al césped alado por un largo camino lejos
del elevado viento.
PIER PAOLO PASOLINI
1922-1975
David
Apoyado en el pozo, pobre joven,
vuelves hacia mí tu cabeza gentil,
con una risa grave en los ojos.
Tú eres, David, como un toro en un día de abril,
que de la mano de un muchacho que ríe
va dulce a la muerte.
Como una brisa ligera
Tú que te abotonas
la ropa tras las violetas
¡vuelto ángel! Devuelve
mi corazón a su destino.
Pero es un destino con el claro
de tus ojos... y tú, de pie,
perdido en la tarde
que muere sin mí.
Sí, tendrás una noche
de aldeanito inocente,
con mi amor que te besa
como una brisa ligera.
¡Oh, yo jovencito!
Yo quería ser mi madre
que me amaba, pero
no quería amarme a mí mismo.
Y entonces fingía ser
un joven pobre.
No podía convencerme
de que también en un burgués
hubiera algo para amar
aquello que amaba mi madre
en mí, puro y despreciado.
Nada ha cambiado:
me veo todavía pobre
y joven; y amo sólo a aquellos
como yo. Los burgueses
tienen un cuerpo maldito.
AUDRE LORDE
1934-1992
Mujer
Sueño con un lugar entre tus pechos
para construir mi casa como un refugio
donde siembro
en tu cuerpo
una cosecha infinita
donde la roca más común
es piedra de la luna y ópalo ébano
que da leche a todos mis deseos
y tu noche cae sobre mí
como una lluvia que nutre.
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