Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

Amigos de Los Mínimos y Máximos

jueves, 9 de agosto de 2012

ECHOGRAFIA. Por Estíbaliz Espinosa... Cuando el sortilegio de las palabras nos llega de Galicia.


A Emilia


La persona que escribe esto se ve a sí misma.

Desde arriba.

Un zoom cenital.

Camina por una ciudad. Conduce un coche.
Pelo. Uñas.
Sin carne.
Esqueleto.
Su calavera acusa aún más los pómulos de actriz.
Lleva un esqueleto más pequeño colgado del abdomen.
Tampoco tiene abdomen.

Flota.

No es hermosa ni fea. Podemos decir, entonces, que es hermosísima.
El esqueleto pequeño va doblado sobre sí mismo.

Ecografía significa la escritura del eco.

El esqueleto pequeño es un eco del grande. El grande es un eco de los demás.
De toda la especie.

De eco en eco, como una sucesión de cajas chinas.
Matrioshkas sonrientes que abren su madera pintada.

¿Para qué?

La mujer esqueleto se conduce por el mundo anónimamente.
La vemos desde arriba. La vemos desde abajo.
Podemos casi tocarla.
Como en un juego virtual, podemos indicarle el camino.
A ella.
Con su pequeño esqueleto que algún día recordará la música que canta. Pero no este verso.
Indicarles el camino: a la posteridad, por aquí.

La posteridad no existe. los esqueletos caminan juntos.
Van como dentro de un pisapapeles de vidrio, protegidos del mundo.
El esqueleto pequeño copia sin descanso
las piezas diminutas de los esqueletos grandes: carpio, metacarpio, nudo de neuronas, lóbulo frontal...

Ambos son el Eco de un Narciso que se miró en la charca hace mil años.
La ecografía de un ser inconcluso, preocupado por el descolgamiento de la piel y lo que no sucede tras lo que no sucede.

El esqueleto pequeño es una metáfora en sí mismo.     Qué duro es ser metáfora. Que le pregunten a Jim Morrison o a Lao Tsé.

Pero lleva esa carga meciéndose apaciblemente. la viva imagen de las ganas de ser vida.
Le da igual el amor, ser fruto de un desliz o de una probeta.
El esqueleto pequeño empuja por este verso arriba ensayando un canal de parto.

Los vemos desde arriba. Los vemos desde abajo.

Todo termina en un punto muy pequeñito, un ombligo, un microbio, una Tierra en miniatura.
Vamos saliendo de ella en un zoom vertiginoso.

Todo termina en un punto muy pequeñito.

Pero cuando se está a la espera de algo
en tres puntos
pequeñitos...

(Inédito, embarazada de varios meses, 2006)


Por Estíbaliz Espinosa. (A Coruña, 1974)


Sobre Estíbaliz Espinoza.

Poetisa gallega nacida en A Coruña en 1974. Es licenciada en Filología Hispánica y en Sociología, además es actriz de teatro, cantante de jazz y ópera. Dirigió y fue presentadora de un programa de radio independiente, grabó un audiopoema para el Instituto Cervantes de Nueva York. La poetisa se dio a conocer en el II Certamen Francisco Añon en 1999 con  Mecánica Zelestes. 

Desde entonces  la crítica especializada la ha ubicado como una de las voces femeninas emergentes e importantes de la Literatura Gallega y de España. 

La fuerza de sus poemas reside en el juego de palabras, en la articulación mágica de su composición; Estíbaliz esta detrás de una búsqueda que sobrepasa la poética tradicional, para ella parece que lo importante es la reflexión alquimista de la palabra por la palabra, de la poesía por la poesía, donde la naturaleza discursiva es el propio poema. 

La poetisa conoce las limitaciones de las palabras y en ese sentido se vale de esa debilidad para destruir y reconstruir una nueva forma de decir, de explicar, de darse a entender, y porqué no también de confundir, de jugar, de hacer rompecabezas metafóricos, donde tanto el lector como la poesía salen igualmente ganando.  

Por Félix Esteves  




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