Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

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viernes, 27 de abril de 2012

DANIEL ZAMUDIO... DACHAU...


Daniel...
Dachau...
Holocausto...
Homofobia...
Horror...
Humanidad...

Muchos jóvenes como muchos adultos en la actualidad tienen tan sólo una limitada noción de la Historia… los grandes sucesos del pasado parecen desdibujarse porque lo remoto no tiene relevancia y significación.

De manera similar el futuro parece tan lejano e incierto como para convertirse en una guía para la humanidad… y por lo tanto esa humanidad la estamos perdiendo, se nos escapa, o lo que es peor aún, la abandonamos y dejamos como único compañero la desesperanza, el miedo, la cobardía, el odio, la negligencia, el desparpajo, el egoísmo y la crueldad.

Estos terribles compañeros que nos hemos ganado y que hemos aceptado como nuestros ha traído un renacimiento de algunas visiones del pasado que pensábamos habían desaparecido… pero no fue así… no desaparecieron, sólo se olvidaron, se quedaron dormidas y parecen despertar.
Cada vez parecen más ciertas las palabras de Hegel:

…“lo único que la gente y los gobiernos aprenden de la historia es que no se aprende nada de la historia”[1]

¡Qué terrible enunciado! ¡Casi como una profecía! El hombre no ha aprendido de su pasado y vuelve a tropezar con la piedra, con esa piedra que también cargamos a cuesta y que es simplemente el olvido. Pero ese olvido lo propiciamos nosotros mismos como si nos tomáramos algún bebedizo para no enfrentarnos con nosotros mismos…

“Somos
un inofensivo
té de amapolas
para enfrentarnos
a un mundo de opio.”
 Un Té[2]

Aun en este siglo lleno de optimismo, Clío[3] desaparece y con su desaparición viene la decadencia y la desintegración de las almas, el mundo se llena de adelantos médicos, de tecnología de punta, de progreso y prosperidad virtual… porque la ciencia da sus beneficios, cierto, pero la mayoría de las veces son utilizadas para borrar el espíritu de la humanidad. Se nos congela el alma, la carne se endurece y el tiempo no avanza… porque repetimos y repetimos los mismos pecados que nos hunden y nos hunden… Henry Adams busco la forma de interpretar la historia y una vez dijo:

“que la civilización del hombre occidental gastaría su fuerza vital y moriría de agotamiento en 1932.”[4]

Quizás no acertó del todo, pero un año después de 1932, el 30 de Enero de 1933 el presidente alemán Paul von Hindenburg nombra canciller a Adolf Hitler. En aquél momento Hitler era el líder del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (partido nazi). Empezando lo que todos querían evitar… pero hasta la historia reciente se olvida y Europa desechó los tantos cuerpos que quedaron tendidos en sus campos en la década de la Gran Guerra (1914-1919)…

El hombre no aprende del pasado… No se hace interrogantes del por qué de su desdicha… no se pregunta el por qué de la muerte de sus hermanos, de sus hijos, de sus vecinos… del por qué de las armas… como si el tiempo no existiera…

“La majestuosidad de la tarde
otorgaba inocencia
a la vegetación y a las sombras.
Con ágil pie la ninfa recorría
el bosque.
El sol penetraba por los huecos
y dibujaba duendes en el pasillo.
Mis pies apisonaban hojas que crujían
y el arroyo cercano
cantaba en signos.
No recuerdo el tiempo
PORQUE NO EXISTIA.”
Interrogantes[5]

Parece no haber duda alguna de que las civilizaciones envejecen y mueren por una cantidad de razones. Yo sólo veo una: el no querer aprender de sus errores, que simplemente es no hacerle caso a la Historia.

El odio sigue… y el genocidio armenio se repitió veinte años después… el holocausto judío junto con el holocausto de gitanos, gays, comunistas, y tantos otros crímenes perpetrado por los alemanes y también por la comunidad mundial que se hizo la sorda, la ciega y la muda por tanto tiempo, supuso el fin del odio… pero olvidamos… y ese odio quedo dormido, pero latente, respirando… y nos seguimos matando, asesinando, exterminando…

1945: Hiroshima y Nagasaki (por sendas bombas nucleares)
1947: masacre de Rincón Bomba, soldados argentinos contra la etnia pilagá.
1960-1996: genocidio guatemalteco contra los indígenas quichés.
1968: masacre de Tlatelolco en Mexico
1971: genocidio bengalí en Pakistán Oriental.
1975-1979: genocidio camboyano.
1980-2000: genocidio en Ayacucho.
1986-2001: masacre de la Unión Patriótica en Colombia.
1992-1995: genocidio en Bosnia, incluyendo la masacre de Srebrenica.
1994: Genocidio de los tutsis en Ruanda.
1998-2004: genocidio congoleño.
2003-2010: Genocidio de Darfur.

Hicimos un pacto con el Odio… con la Muerte… contra nuestra propia humanidad…

“Anacrónicamente
se esfumó la vida
en el desdén.
Y la sombra errática
reclama
  UNA MUERTE FEROZ.”
El Pacto[6]

A pesar de todos los esfuerzos, la espantosa amenaza de la aniquilación humana depende todavía sobre la raza humana. Y nadie puede medir o tasar la extensión y el peso de esta terrible amenaza… nos matamos con bombas… con armas… con microbios construidos en laboratorios… nos matamos a golpes… Pobre Daniel Zamudio que murió producto del odio… de la Homofobia… Daniel no llevaba una estrella bordada en su ropa, mucho menos un triangulo rosa… porque supuestamente ese odio había terminado, acabado, y más en este siglo XXI…  Pero no fue así…

"Aquel que salva una vida, es como si salvase al mundo entero"[7]

El que asesina una vida… me mata a mí, asesina a la humanidad.

Las palabras de paz no llegan…

“A veces los vocablos
navegan
EN UN MAR SIN PUERTO
junto a brisas
tejedoras de balsas
que no llegan
A DESTINO.”
Los Vocablos[8]


No hay aliento… no tenemos Fe porque la hemos perdido en un océano de maldad… espero que este texto sea una balsa y te invito a pescar conmigo esa Fe en los hombres, para que no suceda lo que un Treblinka, un Dachau... para que no suceda lo de Daniel Zamudio... ayudame a recuperar aquello que nos queda de Humanidad.

Para ti Daniel... para ti Dachau... no te podremos olvidar... se nos hace necesario no olvidar.

Por Félix Esteves.
Textos Poéticos de Beatriz Iriat. 


[1] Darnay, John. ¿El fin de Argentina o una nueva república? / Córdoba:  Editorial Brujas, 2004.-- p. 11
[4] Burns, Edward McNall. Western Civilizations: their history and their cultura / New York: W.W. Norton and Company, 1947.—p. 981.
[5] Iriart, Beatriz. Ibídem.
[6] Iriart, Beatriz. Ibídem.
[8] Iriart. Beatriz. Ibídem.

martes, 17 de mayo de 2011

BEATRIZ IRIART: Poeta del Ostracismo por Viviana Marcela Iriart, City Bell diciembre 2010

Cuando era niña Beatriz comenzó a escribir poemas con el mismo talento, también llamado genio,  con el que escribe ahora. Su temática era la misma: la muerte. Apenas dejando la adolescencia comienza a publicar y a ganar premios y menciones en su país, Argentina, y en el extranjero. Rápidamente se convirtió en una estrella ascendente que encandilaba todo a su paso. Su talento, aunado a su belleza, puso a los círculos literarios del poder a sus pies. Beatriz iba camino a convertirse en una poeta famosa y, trabajadora desde los 14 años para ayudar a su madre, a poder vivir de su poesía.
Pero las grandes editoriales  seguían esquivas cuando   una extraña enfermedad  la puso al borde de la muerte: Lupus.  Beatriz recibió la extremaunción y cuando todo el mundo esperaba la muerte de la poeta, la poeta revivió. Nadie sabe que diálogo tuvo en ese encuentro cara a cara con la muerte, pero la poeta se alejó para siempre de los círculos literarios, dejó de publicar, de participar en concursos,  pero  nunca dejó de  escribir.
La estrella en ascenso se convirtió en guerrera solitaria. Pasó muchos años luchando contra el lupus, trabajando  en lugares infames, sufriendo por la falta de dinero que impedía que tuviera un mejor tratamiento; viviendo  en apartamentos alquilados y la mayor parte en oscuras habitaciones de pensiones. Pasó por muchas universidades, derecho, letras, filosofía, sicología, de cada una aprendió lo que quería y no se quedó en ninguna. La enfermedad iba siempre con ella quitándole casi todo, desde el cabello a la vista, desde la posibilidad de tener a hijos a caminar, de tomar sol (enemigo mortal) a comer lo quería, pero ella nunca se dio por vencida. Y siempre le dio un chance al amor aunque con el amor le pasaba lo mismo que con el dinero: cuando creía que era bueno, resultaba ser falso. Sin embargo, Beatriz amó y fue amada. Vivió intensamente en medio de la guerra por salvar su  vida que era su día a día.
Después de una década  Beatriz le ganó al Lupus y se curó de una enfermedad considerada crónica. Beatriz ganó y quedó entera, sin rastros ni secuelas de la enfermedad,  quizá porque esa no había sido su primera batalla ni su primer encuentro con la muerte. La muerte la acompañaba desde la adolescencia cuando era su invitada permanente, su  sombra amante que no la abandonaba por más desplantes que le hiciera la poeta.  La muerte queriendo arrastrarla con ella a los 15, a los 16, a los 18 años… La muerte.
 Y la poeta siguió escribiendo con una genialidad tal que, cuando hace unos años atrás decidió volver a publicar,  en Europa y Estados Unidos la comparan con  Sylvia Plath, Goethe, Alejandra Pizarnik, Novalis.
En su país la ignoran y a ella no le importa, sigue alejada de los círculos literarios.
Ojalá que con Beatriz Iriart no pase lo mismo que con Alejandra Pizarnki, que  sufrió la indiferencia de las grandes editoriales y tuvo que  trabajar duramente para subsistir. Alejandra muerta se convirtió en un gran negocio editorial: produce grandes dividendos.
Ojala que las editoriales no hagan lo mismo con Beatriz Iriart porque van a salir perdiendo: la poeta tiene pensado vivir por lo menos 200 años. Publicando, claro.


DECRETO
Cuando partas
los cipreses no llorarán
sobre tu tumba
porque no habrá tumba 
sólo recuerdos.

 ©Beatriz Iriart


Este año te cambiaste tu apellido, dejaste el López Osornio con el que se  te conocía y adoptaste el “Iriart”, ¿por qué?
Es un homenaje tardío a mi mamá a la cual le debo el haberme introducido en el mundo del arte y la cultura, tomada de su mano como si fuera un juego, cuando apenas comenzaba a caminar.

¿Cuándo comenzaste a escribir?
En la primaria. Escribía composiciones que siempre ganaban felicitaciones y premios por parte de las maestras y la escuela. Mi primera poesía la escribí un día que mamá, yo tenía unos 10 años, me dijo que me portaba tan mal como "Pepita La Pistolera". No sabía quién era ese personaje pero escribí mi primer poema que llevaba ese nombre.

¿Tu madre lo leyó?
No recuerdo, creo que no, y el “poema” se perdió. A partir de ese momento, sin ser conciente de ello, escribir poemas se convirtió en parte de mi cotidianeidad.

¿Hay poemas tuyos que leemos hoy que escribiste siendo niña?
Sí. Decreto es un poema que escribí a los 11 o 12 años.

¿Se lo diste a leer a alguien?
No, recién al final de mi adolescencia comienzo a mostrar mis poemas cuando me relacionó con el movimiento de cultura underground, en cuyas revistas me publican por primera vez a los 19 años más o menos. 

¿Cuándo publicaste tu primer libro y cómo se llamaba?
Perspectivas y lo publiqué en forma independiente en 1977. Era un libro pequeño, muy sobrio, que fue muy bien recibido por el medio. Me convirtieron en una poeta de culto en mi ciudad, porque decían que mi poesía no se parecía a la de nadie.  Pero a pesar de ese buen recibimiento, las editoriales siempre fueron esquivas hasta el día de hoy: tengo tres libros publicados y los tres son ediciones independientes.

¿Había algún poeta, hombre o mujer,  que te influenciara?
No. Cuando era niña leía la poesía obligatoria en la escuela, pero si bien era una gran lectora de leyendas y cuentos, no lo era de poesía.  Admiro a dos o tres poetas, pero no siento que me hayan influenciado y nunca quise escribir como ellos: Julio Cortázar, más conocido como escritor que como poeta, de quien amo todo; Sylvia Plath y Alejandra Pizarnik.

Es curioso porque en el prólogo de tu último libro, “La Muerte Quiere...”, la profesora chileno-estadounidense Sonia M.Martin te compara con ambas poetas.
Sí, a mí me llamó mucho la atención cuando lo leí, porque nunca sentí que mi poesía se pareciera a la de ellas… ¡ellas son sublimes!  Así que recibí esa apreciación de la profesora Martin con mucho agradecimiento, y como una gran distinción  a la que tengo que hacerle honor.

Las poesías que escribiste en tu adolescencia tienen una profundidad que sólo te da haber vivido mucho.  ¿De dónde sacabas tú esa profundidad?
Los sacaba de la vida, de la vida que nunca me mostró su cara más bella. Mi niñez y juventud fueron una pesadilla de la cual todavía no puedo despertar.

¿Por qué?
Mi vida fue muy difícil desde niña, había mucho amor por parte de mi madre pero poca alegría, aunque suene contradictorio. A los 10 años yo ya era una anciana. Escribir poesía fue una manera de transmutar ese dolor. Y si mi poesía de hoy es tan dolorosa como la de entonces, es porque mi dolor fue y es tan leal  que por decreto de vida  no me abandona

¿Escribes porque tu  vida es dura?
No. Yo creo que el camino ya estaba marcado. Escribo porque simplemente la poesía surge, nace, jamás me pongo a pensar porqué.

¿No recibiste la influencia de los años ´70 cuando se endiosaba a los poetas de vida trágica, los suicidas?
No, para nada. Yo leía a Cortázar, y él no sólo estaba vivo sino que estaba lejos de ser un “poeta maldito”. Y cuando me relacioné con el movimiento de cultura underground encontré que allí había un canto a la vida, no a la muerte.

Llama la atención que tu poesía no refleja nada de tu vida.
No, mi poesía es independiente de mi vida, no me preguntés por qué  porque no lo sé. Cuando escribo yo me siento un puente entre la vida y la muerte.

¿Sientes que la poesía te salvó de tanto dolor?
Sí, ahora siento que me salvó y me salva del dolor, antes no.

¿Por qué te alejaste de los círculos literarios?
Abandoné todo porque me sentía como esos caballos que están muy bien cuidados pero encerrados y yo necesitaba salir a campo abierto. Sentí que necesitaba estar sola y busqué la compañía de otros poetas solos, en el sentido de no pertenencia a ningún grupo literario, como yo.

¿No te afectó perder la temprana “celebridad”?
Mirá,  los años me enseñaron que este es el juego que me tocó en suerte.

¿No te molesta que las editoriales de tu país no te publiquen?
No. Simplemente aguardo. Sé que el día llegará cuando Céfiro me entregue el beso fugaz del reconocimiento.

Además de “aguardar”, ¿llamas a las puertas de las editoriales?
No.

¿No te interesa publicar?
No. Creo en el destino y creo en el día en que mis poemas hallaran la luz en muchas partes… tal vez yo ya no esté, pero sé que eso va a pasar.

¿No te importa que no vayas a estar?
No. Porque  yo  no escribo para disfrutar ni para que me reconozcan. Yo escribo porque no puedo dejar de hacerlo. Sé que está predestinado que mi  poesía se conozca, el cuándo no tiene importancia.

¿No crees que a veces al destino hay que ayudarlo?
No.

¿Te consuela el reconocimiento en el extranjero por la indiferencia que recibes en Argentina?
Fagocito, celebro y agradezco a los dioses que mi poesía haya cruzado fronteras.

¿Vives de tu poesía?
No. Trabajo desde los 14 años,  porque aunque   mi mamá  trabaja más de doce horas diarias, el dinero que ganaba no era suficiente para pagar el alquiler de la casa y criarnos a mis dos hermanas y a mí. Conseguir  dinero para vivir siempre fue una tarea muy ardua, fui desde vendedora de comercio hasta empleada pública, secretaria de un fiscal de estado y de una clínica, pasando a ser cuidadora de enfermos terminales. La poesía nunca me ha dado para vivir pero estoy viva porque escribo.

¿Trabajabas y estudiabas al mismo tiempo?
No.  Cursé un año y tuve que abandonar. Terminar la secundaria fue una materia pendiente en mi vida, me sentía muy mal porque la sociedad era muy cruel, me marginaba, pero a los 30 años, estudiando de noche y teniendo dos empleos,  me gradué con honores. Y el mayor honor fue haberme graduado a pesar de que me enfermé de lupus y estuve a punto de morir varias veces.

¿Te sigue costando conseguir “el pan tuyo de cada día”?
(Risas) Sí. Vivo muy pero muy austeramente. Me jubilé por la enfermedad antes de los 40 y mi jubilación es mínima. Pero me acostumbré. La falta de dinero no impide que disfrute cada día plenamente como si fuera millonaria.

¿Qué esperas ahora de la vida?
Sigo atenta a los mandatos de Tánatos, Gnomos,  Sílfides, Anubis, Salamandras, Dríade y Ondinas que marcan el sendero que transito.

Beatriz, muchas gracias por la entrevista. Espero que pronto te descubra una gran editorial y tengas el éxito, y el dinero, que te mereces.
 Muchas gracias, que así sea.

© viviana marcela iriart
City Bell, diciembre de 2010

FUENTE:

sábado, 9 de octubre de 2010

BEATRIZ IRIART. El Viento Triste que llega del Sur.

La Poetisa Beatriz Iriart en un Café de La Plata.
Leer el trabajo de Beatriz Iriart no es nada fácil, pero su dificultad no esta en que escribe en sanscrito o en arameo ni en otro idioma ya olvidado, o porque adorna con exacerbado amaneramiento sus poemas… su dificultad reside en lo triste de sus versos, en lo amargo de su lirismo, en el sabor de nostalgia o de culpa que te deja en el alma cuando los leemos. En cada palabra, en cada línea sentimos el dolor de esta poetisa que nos trasmite su duelo o que nos hace descubrir los nuestros.

Hace tiempo que no veo a esta gran poeta y amiga, nuestro contacto es a través de las redes sociales o de nuestros blogs, no obstante me es inevitable que cuando recito sus poemas, porque apenas me llegan sus trabajos poéticos los leo en voz alta, que su saudade impregne todo lo que toca, que conmueve cada rincón y me llegan a la mente sus enormes ojos tristes llenos de lejana melancolía o su risa de abandonado piano que toca su última melodía. Sus poemas son el viento triste que me llega del sur… que difícil es leerte Bea… y sin embargo… es una tristeza con la cual no puedo dejar de vivir.

Por Félix Esteves



La muerte quiere...

La muerte quiere
que me pinte de amarillo
para opacar al sol
y danzar en penumbras
hasta que la luna
deje blancos mis huesos.






Decreto

Cuando partas
los cipreses no llorarán
sobre tu tumba
porque no habrá tumba
sólo recuerdos.







Bach al amanecer


La muerte y su amigo son dos palomas.
Ajenas al dolor
desconocen
que los jinetes nos azotan,
que hemos regresado
al Dédalo de lobreguez
donde enfrentamos a la niebla
para no danzar con la agonía para no dormir con lo ilógico.



Adopción


Aceptaste las esculturas
hijas-monstruos de un momento.
Aceptaste
entonces
la muerte marginal del poeta.






Poemas: BEATRIZ IRIART
http://beatriziriart.blogspot.com/

viernes, 12 de junio de 2009

BEATRIZ LOPEZ OSORNIO: La Realidad Inventada


En la poesía de Beatriz López Osornio podemos conseguir tres lugares comunes: la construcción de una “ficción verdadera” o lo “real aparente” a través de la exploración de la realidad, la estética kantiana y por último el conflicto de apetencia –aversión hacia la vida. En la primera, ella despoja y libera las cosas y hechos reales de sus percances y accidentes, los libera del tiempo y del espacio, apresando otras zonas u otras características de la real para hacerlos suyo, así vemos que en la poesía de temática judía ella elabora un mundo interno y muy personal de lo que es el sentimiento del “ser judío” (sin ser la escritora de esa religión y de esa raza), nos hace ver la realidad a través de su mundo interno que no es más que la ficción de sentirse algo o alguien sacado de una vida o hecho real, sin embargo esa ficción fundamentalizada a veces supera la realidad.
Con respecto a la estética kantiana Beatriz López Osornio no encuentra en la vida real un mundo preexistente que sea transparente y penetrable a su explicación racional, ella entonces crea lo conocido, lo representado a través de toda sensación o experiencia posible, ya la verdad no existe sino en su interioridad. Ella (Poeta-tierra)no gira alrededor de lo real (realidad-sol), ahora lo real gira alrededor del Poeta-sol, Poeta que de lo anterior despliega la realidad conocible, ella desde su interioridad proyecta el espacio y tiempo de los objetos de nuestra experiencia, entonces podemos deducir que la estética de la poesía de Beatriz López Osornio no nace de la observación pura o de las sensaciones insustanciales de los elementos sino de la interioridad de la poeta y la luz o la sombra que ella proyecta sobre la vida.
Al hablar del conflicto apetencia-aversión hacia la vida es porque vemos en cada uno de sus poemas o en casi todos, un grito desesperado por la vida, una exaltación a la sobrevivencia de los seres animados y los inertes, pero siempre tomados de la mano o bailando con la muerte, en este sentido hay una dualidad, un juego casi morboso y pizarnikiano de ver y sentir la realidad. Algunas veces da la impresión que sus poemas son escritos en trances donde ella se pelea con la vida por morir o estando ya casi muerta o desfallecida lucha por sobrevivir.
Por Félix Esteves

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