La decisión del gobierno de Brasil de refugiar al depuesto presidente de Honduras Manuel Zelaya en su embajada en Tegucigalpa es un error y un riesgo donde se juega el verdadero liderazgo de Lula en América latina y que pudiera ocasionar el rompimiento diplomático entre estas dos naciones ya que expone al gobierno brasileño a una confrontación violenta contra el gobierno del presidente interino Micheletti. La solución que le queda a Brasil es la participación de la OEA o declarar el asilo a Manuel Zelaya, sin embargo la palabra asilo no ha aparecido en ningún lado y menos en la boca de Zelaya, porque sabe muy bien que esto sería su muerte política. La situación en este sentido coloca a Zelaya como un refugiado simplemente en una embajada, donde sin la protección que le otorga el asilo y el derecho Internacional con respecto a los asilados, es muy peligrosa y donde el gobierno brasileño puede verse obligado a entregar a Zelaya a las autoridades hondureñas, cosa que creo que no suceda ya que quedaría muy mal parada la diplomacia internacional del líder carioca Lula.
Lo peor de todo es que ahora Honduras se encuentra con dos presidentes: Micheletti que busca la tranquilidad y paz de su pueblo con las próximas elecciones en Noviembre y Manuel Zelaya que refugiado en la embajada de Brasil busca la insurrección de sus pocos seguidores. Esta situación podría llevar a un injusto derramamiento de sangre, ya que la presencia de Zelaya en Tegucigalpa altera los planes electorales y multiplica el peligro de conflicto.
Si Lula aquel 28 de Junio condenó el golpe de estado o la deposición del entonces Presidente Zelaya, ahora enfrenta en su embajada en Honduras lo peor que le puede suceder al empobrecido pueblo hondureño y es la vuelta a la violencia, exigida por un Zelaya que no quiere perder su botín y que utiliza al edificio diplomático como guarimba y centro de lucha. Brasil ahora le toca mediar por una paz que quizás sea a estas alturas imposible pero que tiene su mejor jugada en la propuesta por el Presidente Arias y que fue apoyada por la OEA y que ambos políticos hondureños (Micheletti y Zelaya) rechazaron en aquella oportunidad.
Por Félix Esteves
Saludos! Dificil situación para Lula. Y para el pueblo hondureño.
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