Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

Amigos de Los Mínimos y Máximos

martes, 19 de julio de 2011

LA PASIÓN HOMOERÓTICA DE MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI

Retrato de Miguel Angel por Jacopino del Conte. 1535

De la vida amorosa de Miguel Ángel Buonarroti se ha hablado muy poco dentro de los estudiosos de la historia, del arte y la cultura. Las pocas investigaciones concernientes a la vida privada del excelso artista lo colocan en algunos casos como una persona asexual preocupada más por su trabajo artístico que por complacer los placeres carnales a los que parece fue poco adicto. Otros estudios lo reflejan como un hombre temperamental tanto en su carrera en el arte como en el amor, no obstante todas estas teorías están basadas más en el hombre hecho mito y en la especulación relacionada a su maravilloso intelecto.

Lo que si podemos asegurar es que Miguel Ángel Buonarroti era homosexual y que durante su vida tuvo varios amantes masculinos conocidos, además de un romance platónico con una mujer noble llamada Vittoria Colonna, viuda del Marques de Pescara, y que compartió con Miguel Ángel su amor por la poesía y un profundo interés por los cambios religiosos que se avecinaban en la Europa Renacentista. Muchos historiadores retrogradas y homofóbicos han querido maximizar dicho romance para tapar la realidad homoerótica del artista.

Miguel Ángel Buonarroti intentaba ocultar su homosexualidad bajo las teorías neoplatónicas del amor, y hacia grandes esfuerzos para obtener un equilibrio emotivo que pocas veces logró, y que muchas veces explotaba con momentos de amargura y rabia. Su pasión por la excelencia de las formas físicas y bellas en el cuerpo humano estaba unida a su conflicto de aversión-apetencia hacia su deseo carnal y erótico con los jóvenes y que brotó en un enfrentamiento con su homosexualidad, y que más tarde dejo de ser apremiante ya que descubrió su realidad sexual.

El artista mantuvo relaciones con diversos jóvenes, como Cecchino dei Bracci, joven noble que murió a la edad temprana de quince años, y  por el que el artista  sentía un gran afecto. Cuando  Bracci falleció, Miguel Ángel le diseñó la tumba, en la iglesia de Santa María in Aracoeli de Roma, y encomendó que la realizase a su discípulo Urbino. En el epitafio de la tumba del joven se leen una palabras de Miguel Ángel "Enterrado aquí, yace Cecchino Bracci, con cuyo rostro Dios quiso corregir a la Naturaleza"… Miguel Ángel habló de él como "el fuego que me consume" y, además, afirmo que Bracci lo utilizó y se burló de él “se burló de mi amor senil” y alude a alguna consumación física cuando dijo "Mi amor por él se ha ratificado cuando me he encontrado con él."

Entre las otras pasiones amorosas de Miguel Ángel se habla de Giovanni da Pistoia, joven y bello literato, que fue durante un tiempo su íntimo amigo. Esta relación amorosa con Miguel Ángel empezó cuando el artista realizaba las pinturas de la bóveda de la Capilla Sixtina. Entre ambos hombres existió un amor por la poesía que sirvió además de catalizador pues mutuamente se escribían poemas y sonetos de amor.

Andrea Quarasti.
Único dibujo realizado por Miguel Ángel de Andrea, joven noble que
fue su discípulo y amante.
Otro gran amor de Miguel Ángel fue el modelo Febo di Poggio, joven muy codiciado en aquel entonces no sólo por los artistas por su extremada belleza y sensualidad. La relación amorosa entre Buonarroti y Poggio fue tormentosa, pues el joven le era infiel, y el artista derrochó gran fortuna en el joven tratando de mantenerlo a su lado, sin embargo este idilio o fatal amor duro solamente dos años cuando Miguel Ángel cansado de sus infidelidades lo dejo por completo. Entre muchos poemas que le dedicó tenemos:

"Yo realmente debería estar tan feliz con mi suerte
mientras que Febo se inflama todo sobre la colina
y se ha levantado de la tierra mientras que yo era capaz
de utilizar sus plumas y así hacer mi muerte más dulce."
...
"El prometió en vano hacerme feliz y ahora me dejó
y mis tristes días se alargan, se hacen más lentos."
...
"Sus plumas eran mis alas, la colina sobre mis pasos,
Febo era una lámpara a mis pies, pero esa llama muere
y hubiera sido mi salvación y mi placer."
...
"Ahora morir sin él, mi alma no se elevará al cielo"

Otros amantes de Miguel Ángel pudo haber incluido a su siervo y constante compañero Francesco Urbino; ​​Bartolommeo Bettini, a quien le entregó un dibujo de Venus y Cupido , y Quaratesi Andrea, un joven de 18 años de edad, con cuya familia vivió durante varios años. Existen pruebas epistolares que demuestran que Andrea por su parte estaba enamorado de Miguel Ángel, e incluso expresó su deseo de "andar a gatas" para encontrarse con el artista una noche en 1532. En la parte trasera de una carta a Andrea, Miguel Ángel escribe de sí mismo ser disparado por las flechas de Cupido. 

Otro tórrido romance de Miguel Ángel lo protagonizó con otros de sus modelos, el guapo joven  Gherardo Perini que vino a trabajar con Miguel Ángel en torno a 1520, su amor floreció entre los años 1522-1525, y duró hasta mediados de la década de 1530. Con Perini, Miguel Ángel  fue feliz por un tiempo pero el joven empezó a escapársele en las noches y esto fue motivo de angustias para él, tal como dejo escrito a un sirviente: "Yo te ruego que no me molesten por nada esta noche, pues Perini no esta aquí conmigo". Una vez escribió:

"Sólo me quedo ardiendo en la oscuridad
cuando el sol me despojó del mundo de sus rayos:
y después que los otros hombres toman su placer, yo lo hago llorar,
postrado en el suelo, lamentándose y llorando."

Este fragmento se encuentra en la página trasera que contiene un estudio de un hombre desnudo, dos putti o angelitos muy amoros, y un estudio de una pierna, con fecha 1520-25, el dibujo y el verso casi seguro que se refieren a su amor atormentado por Perini, y hacen eco de los ataques de celo y  del deseo que Miguel Ángel estaba experimentando.

Cabeza ideal por Miguel Ángel.
Dibujo inspirado en Tomasso Cavalieri. Este trabajo fue más tarde
copiado por el mismo Cavalieri.
A pesar de los numerosos asuntos concurrentes y expuestos anteriormente - por lo menos dos, con Perini y Febo - Miguel Ángel en 1532 comenzó a cortejar a Tommaso Cavalieri, que era un joven noble de 17 años y por el cual quedó prendado de su extraordinaria belleza y de sus refinadas maneras. Su relación amorosa quedó a la posteridad en los sonetos que Miguel Ángel le escribió al joven y en sus tórridas cartas que se escribieron y que muchos estudiosos y eruditos la han catalogado como un apasionado amor platónico.

En el invierno de 1532, Miguel Ángel, con 57 años, viajó de nuevo a Roma llamado por el papa Clemente VII, que le encargó la ejecución de los frescos de las paredes frontales de la Capilla Sixtina representando el Juicio Final. Fue en ese entonces cuando conoció a Tommaso Cavalieri, y de inmediato se enamoró de él. Miguel Ángel lo amó con toda pasión, «infinitamente más que a ningún otro», según escribió Giorgio Vasari (arquitecto y pintor italiano coetáneo a Miguel Ángel que fue el primer historiador y biógrafo del arte italiano).

El joven Cavalieri, entusiasta de las artes, ya admiraba enormemente al maestro; según Benedetto Varchi, un humanista florentino, Tomasso Cavalieri mantuvo una relación de 30 años con el genio renacentista, que se transformó, tras una gran pasión amorosa, en una amistad y una fidelidad tan profunda que Cavalieri, ya casado y con hijos, fue su mejor amigo hasta el final de sus días. 

Miguel Ángel creó expresamente como regalo a Cavalieri la obra “El sueño”, además de dedicarle varios poemas cargados de una fuerte connotación homoerótica. “El sueño” es quizás, el dibujo más importante de Miguel Ángel, según palabras de Stephanie Buck, directora de The Courtauld Gallery. La estudiosa del arte señala que este dibujo o serie de dibujos es una simple excusa para entablar una conversación y profundizar en su relación pasional con Cavalieri que le corresponde de igual manera: Miguel Ángel escribe:

"Mi alma Tommaso, mi queridísimo señor. Si añoro día y noche sin intermisión estar en Roma, es meramente para volver a la vida, algo imposible sin su alma. Mi corazón está por primera vez en las manos de aquel a quien he confiado mi alma"...

A lo cual Cavalieri abierto a ese afecto y pasión contesta:
 "Juro retornarle su amor. Jamás he amado a un hombre más de lo que lo amo, y jamás he deseado una amistad más de la que deseo la suya." Y en otra le escribe al artista: "Me he sentido enfermo, al borde de la muerte y su carta me ha revivido; si no llega a ser por ella, me habría muerto."

No obstante, a pesar de estas declaraciones y de que todos los dibujos regalados a Cavalieri están cargados de una atmósfera muy sensual y erótica, Stephanie Buck aclara: "No hay pruebas de nada y resulta muy remoto que el amor entre ambos llegara a consumarse de forma sexual". Pero eso no le quita merito homoerótico a su amistad y a su pasión. De que eran homosexuales y se amaban era más que cierto. Los estudiosos dicen que quizás el amor no fue consumido porque existía una enorme diferencia de edad, además que la familia de Cavalieri fuera de un alto nivel social en Roma, ciudad dominada por la influencia de los Papas y donde la homosexualidad no era bien vista o aceptada como en Florencia o Viena, pero la razón más definitiva es que Miguel Ángel creía, y lo dejó escrito, que el arte debía implicar abstinencia sexual. Defendía que la energía creativa no podía ser para el placer físico, sino para el arte. Estas afirmaciones elevadas en espíritu no excluían su atracción física hacia los jóvenes, hacia la belleza del cuerpo masculino, pero incluso en una carta a Cavalieri asegura que "mi amor es casto".

El Sueño.
Dibujo que permitió a Miguel Ángel entablar una larga relación
homoerótica con Tommaso Cavalieri.
Finalmente, otra de las demostraciones de amor que Miguel Ángel otorgó a Cavalieri fue el derecho a realizar copias de sus dibujos, además de ser el protector de su obra: jugó un papel esencial como ejecutor de su legado e incluso ayudó a finalizar algunos de sus proyectos arquitectónicos, como el palacio Farnesio. Cavalieri nunca lo abandonó: Miguel Ángel expiró en Roma el 18 de febrero de 1564 mientras Tommaso lo sostenía en sus brazos. 

De los más de 500 sonetos que Miguel Ángel compuso muchos fueron dedicados a Cavalieri. En ellos se refleja una poesía amorosa adherida a las convenciones de la época y plasman su adoración por el joven que para el artista parecía un reflejo de la belleza eterna:

"Veo con vuestros bellos ojos una dulce luz,
Que con los míos ciegos ya ver no puedo;
Llevo con vuestros pies un peso, adosado,
Que de los míos no es ya costumbre.

Vuelo con vuestras alas sin plumas;
Con vuestro ingenio al cielo siempre aspiro;
De vuestro arbitrio estoy pálido y rojo,
Frío al sol, calor en las más frías brumas.

En vuestro querer está solo el mío,
Mis pensamientos en vuestro corazón se hacen,
En vuestro aliento están mis palabras.

Como la luna a sí solo me parece estar;
Que nuestros ojos en el cielo ver no saben
Sino aquello que enciende el sol."

La combinación secreta de la obra y la vida de Miguel Ángel Buonarroti se puede resumir en una frase del historiador Giorgio Vasari: “Ser capaz de seleccionar lo bello de la belleza”. Para Miguel Ángel, la belleza perfecta era ley. Su obra responde, incuestionablemente, a la idealización del cuerpo masculino del Renacimiento.

El Cristo resucitado del Juicio Final.
Miguel Ángel desbocó toda su pasión homoerótica en la realización de sus
últimos trabajos. El cuadro de arriba es una demostración de lo dicho.
El amor que sentía por Tommaso y por todos sus amantes masculinos era una forma de rendirse ante la «belleza platónica». Toda su obra esta rendida al cuerpo masculino y a su indudable belleza desde sus inicios hasta su muerte. Su obra tanto pictórica como escultórica  fueron ejemplo de ese amor que cultivo por sus amantes, la misma pasión con que hizo sus grandes trabajos, desde el David hasta las monumentales figuras de la Capilla Sixtina y que luego idealizaría, aun más en los frescos del Juicio Final, fueron ejemplo de su amor homoerótico que terminaron de idealizarse y configurarse con Cavalieri y en su éxtasis amoroso con el joven. 

Por Félix Esteves

Fuentes:

Bibliografía:
Así se pinto la Capilla Sixtina // En : Descubrir el Arte.-- Madrid : Alianza ediciones, 1999. -- Año 1, Número 2, Abril, 1999.

Arcade, Jean. 
L'historie de l'homosexualité / Jean Arcade. -- Paris: Lyone Ed; 1978.

García Valdéz, Alberto.
Historia y presente de la Homosexualidad / Alberto García Valdéz. -- Buenos Aires: AKAL, 1981.

Neret, Gillet.
Michelangelo / Gillet Neret. -- Madrid: Taschen, 2000.

3 comentarios:

  1. Recién llegado de Italia, quedo sorprendido por este artículo. ¡Qué coincidencia...! He visto la mayor parte de la obra de Miguel Angel. Ver sus creaciones en vivo y de cerca no tiene precio.

    Es de agradecer la introducción que haces a su vida privada que, en el aspecto que indicas, sólo escuetamente y de pasada fue mencionada por la guía que nos acompañaba.

    Un saludo.

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    Respuestas
    1. Tienes mucha suerte de poder haber visto sus obras :')

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