Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

Amigos de Los Mínimos y Máximos

martes, 13 de diciembre de 2011

LA LOCURA... disertación histórica demasiado breve sobre la "Extraña Melancolía". Primera Parte.


La Piedra de la Locura. El Bosco. 
La palabra "Locura" como la de "Loco" es utilizada indiscriminadamente en la actualidad, para decir que algo esta bien y es de nuestro agrado, decimos "eso esta de locura", sí no referimos a un comportamiento gracioso y algo fuera de lo común también la aplicamos, "eso es una locura", o "el joven esta loco de amor"... etc. Pero las enfermedades mentales o la "Locura" han desafiado a la salud pública a lo largo de toda la historia y todavía aún parece una incógnita, a pesar de todos los adelantos científicos y médicos.

Las culturas clásicas consideraban que la locura o enfermedades mentales tenían un origen de “Otro Mundo”, es decir sobrenatural, y que estas expresaban el disgusto de los dioses, o que pertenecían o eran una forma de posesión diabólica. Los antiguos creían que la única solución a este mal no era el tratamiento médico, sino el castigo.

Hipócrates (Grecia, 400 a.C.) fue el primero que le dio un enfoque científico a la Locura al suponer que podía tener un principio fisiológico. En siglos ulteriores algunos galenos latinos acompañaron su punto de vista y trataron a los enfermos con terapia ocupacional y el uso de la herbolaria.

Detalle de pintura de Angelo Bronzino. 
Durante la Edad Media estos avances no siguieron una línea sólida o estable y resurgió la visión sobrenatural. Una vez más se creyó que la Locura estaba conectada principalmente por el diablo o había sido producto de la hechicería. Los árabes mostraron progresos más perceptivos en el siglo VIII, pues existían en el Medio Oriente hospitales para enfermos mentales donde recibían algún tipo de tratamientos. En Europa, no obstante, tuvieron que pasar siete siglos para que aparecieran los primeros hospitales, al principio era una alternativa para albergar a los dementes que deambulaban por las calles, pero luego se convirtieron  en unos simples reclusorios. Los locos así, no eran vistos como enfermos sino como elementos o individuos asociales que eran necesarios apartar y segregar.

Durante la Ilustración europea se enfocó la locura ya no como un estado sobrenatural o demoniaco, empezó a verse o abordarse como una enfermedad, dándole una aproximación científica. En otro aspecto, se demostró que existían alternativas de racionalidad distintivas a las reconocidas hasta entonces.

Han  sido  muchos los  poetas  y cancionistas  que le han 
dedicado sus letras y música a la locura, aquí les dejo una
demostración de "un loco de amor" en el insigne tango de
Horacio Ferrer y Astor Piazzola "Balada para un Loco":

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos:

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.
“El Elogio de la Locura” (1511) de Erasmo de Rotterdam, marcó una ruptura entre la idea de razón y la adhesión absoluta a un orden, definió una psicología pionera contra las absurdas mitologías del fanatismo y reconoció la libertad intelectual de los seres humanos. En los siglos XVII y XVIII toda Europa era un inmenso laboratorio y la medicina era una de sus principales áreas de acción y aunque a la Locura no se le dedicó un esfuerzo meritorio, tuvo nuevo enfoque y el concepto de Locura fue objeto de estudio y de considerables revisiones.

Después de la Revolución Francesa, Phillippe Pinel, director del Hospital Bicetre (Institución psiquiátrica para varones) y dos años más tarde director de Salpetriere (Hospital psiquiátrico para mujeres) hizo reformas importantes, y liberó a los pacientes encadenados que habitaban terribles mazmorras. Pinel rompió para siempre con la idea de la posesión diabólica y desde su perspectiva la Locura era el resultado o la suma de tensiones sociales y psicológicas combinadas con factores biológicos.

Phillippe Pinel publicó en 1798 “Nosographie philosophique” que era un manual que distinguía y describía objetivamente diversos trastornos mentales. Pinel descartó los métodos crueles e inútiles como las sangrías y las purgas, optando por una aproximación psicológica, expuesta más tarde en el “Tratado médico-filosófico sobre la alienación mental o la manía” en 1862, Pinel en el propone la terapia ocupacional, las actividades físicas, pero sobre todo el contacto cercano, humano y amistoso con los enfermos.

Phillippe Pinel.
Pero no todo era así de bueno, hubieron hechos que contrastaron con los adelantos médicos de Pinel, por ejemplo en 1777, en Inglaterra existía un Hospital para “Lunáticos”, pues se creía que la locura estaba relacionada con las diferentes fases de la luna. En dicho hospital se eran castigados a los pacientes y más que un hospital era verdaderamente una cárcel. Más adelante fue cerrado, y en su lugar se estableció el Retiro de York, clínica fundada por los cuáqueros en 1796 y reconocida como un centro de modelo de trato humano y respetuoso para y con los enfermos.

A principio del siglo XIX los hospitales se multiplicaron, y aunque eran simples centros de reclusión para enfermos mentales donde se les daba un trato más humano, no eran mejores, pues no ofrecían verdaderas alternativas de curación. Pero es a mediados del siglo XIX que aparece la palabra Psiquiatría (Curación de la mente) como un signo de disciplina formal resultado de la confluencia del enfoque humanitario y la indagación biológica.

En el siglo XIX diversos médicos europeos, inspirados por la filosofía positivista que sólo reconocía la validez de los conocimientos científicos, trataron de sentar sus bases mediantes la experiencia clínica. La figura clave fue el médico alemán Emil Krapelin (1856-1926) que estudio los efectos de las drogas, el alcohol y el cansancio en el cerebro, y halló que determinadas enfermedades infecciosas podían tener impacto en la conducta. En 1883 Krapelin publica “Compendio de Psiquiatría”, una completa clasificación de los trastornos. El renombrado médico alemán en su obra divide las enfermedades mentales en dos tipos: los trastornos exógenos que están causados por factores externos y responden al tratamiento, y los trastornos endógenos que son el resultado de un problema biológico y que no tienen cura.En la sexta edición de este mismo libro en 1899 ya incluía términos como la psicosis maníaco-represiva y la demencia precoz, denominada más tarde esquizofrenia.


Bethlem Royal Hospital, grabado del siglo XIX

Krapelin asentó el enfoque biológico de la Locura el cual estimulo la investigación en ese campo. Diversos médicos y científicos se avocaron a hallar una base fisiológica para entender los trastornos mentales. En muchos casos la hallaron, en otros no. Retomando la antigua dualidad de los clásicos, muchos médicos creían todavía que la mayoría de las enfermedades mentales provenían del alma, y que otras, puy pocas, provenían de la mente u eran originados en el cuerpo.

Tuvo que aparecer Sigmund Freud para cambiar la forma de ver la Locura… pero esto lo dejo para la próxima entrega.


Por Félix Esteves

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