Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

Amigos de Los Mínimos y Máximos

viernes, 29 de abril de 2011

EL VESTIDO DE NOVIA: una breve historia.

Traje de Novia de 1910

El sueño de toda mujer, digan lo que digan las feministas y las más acérrimas ultraliberales, es casarse de velo y corona, y por supuesto de blanco, y si no lo hicieron, sueñan que sus hijas lo hagan. Pero la realidad de la historia nos dice que no siempre fue así, el vestido de novia en sus orígenes era de lo más sencillos y casi pasaba desapercibido. El blanco es el color más común porque simboliza la pureza y la virginidad de la novia, aunque hoy día eso no es muy común, lo que si es muy cierto es que el vestido que usa la mujer en su ceremonia de la boda,  habla de su personalidad y buen gusto.


Boda en la Edad Media.
Una novia típica del Renacimiento.
Lista para el altar esta novia de 1640.
Por ejemplo en la antigua Roma las novias se casaban con sus túnicas, por lo general blanca como eran en el día a día, con la excepción que se colocaban un manto o velo púrpura y una corona de flores. Las griegas en cambio preferían las túnicas amarillas aunque no era una regla, lo único en común eran las flores en la cabeza. Las novias lombardas se vestían vestidas de negro y encima un manto rojo.

Vestido de Novia de 1684
Durante la Edad Media era común que las mujeres preferían vestirse de rojo para su matrimonio y además añadían grandes bordados y decorados en dorado que simbolizaban la realeza y por supuesto la riqueza de la familia. En el Renacimiento los colores elegidos fueron muchísimos, pero se añadieron la pedrería en que resaltaban las gemas preciosas, las perlas y diamantes, la ostentación era la regla en las novias renacentistas que de esta manera daban significado a las alianzas más por el poder económico que por amor.

Enigmática Novia de 1886

Una novia de 1892 al más puro estilo impresionista.
Trajes típicos de Novias Rusas según pintura de 1882

Clásico traje de novia de 1859
Para 1700 los vestidos se tornaron pasteles, pero los adornos subieron en importancia y así el barroco toco a las novias al igual que todas las artes. En 1840 todo cambio cuando la joven Reina Victoria de Inglaterra eligió el blanco para su vestido de casamiento con el Príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha.  A partir de entonces el blanco ha sido el color por excelencia preferido de las novias.

Novia de 1862


Una bella novia de 1864

Novia de finales del siglo XIX y comienzo del XX 
El estilo victoriano se impuso por mucho tiempo, la pompa de la falda, el velo hasta el pecho por delante y hasta el talón por detrás  y la cola larga que aún se mantiene, aunque otras chicas más modernas y sencillas optan por colores como el blanco roto, el champagne y colas menos significativas hoy día.

Novia portuguesa de 1886

Una acuarela donde se representa a una novia de 1900
Novios de 1900
En 1920 fue el año en donde las novias  mostraron sus piernas con vestidos de novia cortos de línea recta; en esta época la tela preferida era el terciopelo y los tocados se hicieron más informales; para 1930 las mujeres volvieron  a vestidos de novias cuyas características eran las líneas lánguidas que ajustaban el cuerpo y las mangas abullonadas, más al estilo victoriano y en los 40 el vestido de novia se volvió austero y el modelo sastre fue el más elegido por las mujeres, quizás por la época durante la guerra que obligó a reducir el presupuesto.

Boda de principios del siglo XX

Novios de principios del siglo XX

Novios de los dorados años 20 del siglo pasado.
Durante los primeros años de la segunda mitad del siglo XX la exquisitez, la  elegancia y la ostentación volvió a las novias influenciadas por Christian Dior quien creo faldas mucho más largas apostando a una mujer mucho más femenina y distinguida. Dior le devolvió el glamour, la fantasía y el lujo a las bodas.

Matrimonio de 1934
Un modelito de 1932
Durante los años 40 las novias estuvieron signadas por la sencillez quizás
obligadas por los años austeros de la 2da. Guerra Mundial.
Muy distinto fueron los sesenta cuando los vestidos de novia se unieron al revolución sexual y volvieron las flores naturales a las cabelleras y en algunos casos greñas de las chicas en vez del velo, faldas largas y muy sueltas al estilo pijama. Ya en 1970 los matrimonios  recuperan importancia, los vestidos jugaban con los volados y ruedos, el velo volvió a cubrir las cabezas y las flores secas fueron las preferidas.

La hija del Dictador Francisco Franco en 1950
La bella Grace Kelly en 1956
Audrey Hepburn en un Givenchy de 1957
En los '80 el vestido de novia se hizo opulento,  debido a que muchas mujeres tomaron como símbolo de vestido de otra inglesa: Lady Diana y su vestido estilo bombache, con una de las colas más largas e impresionantes vistas.

Modelito muy hippie y folk propio de los años 60 y 70

El modelito muy hippie de Yoko Ono en 1969
Bianca Jagger en un vestido de novia de Yves Saint Laurent con un sexy
escote pocas veces visto en aquellos tiempos en una novia. 1971

Un elegante traje de novia realizado por Balenciaga en los 70
Audrey Hepburn en su boda con Andrea Dotti en 1969
Los noventa marcaron una época de diversidad, quizás por la falta de compromiso que inválido las relaciones afectivas y que por ello los vestidos de novia perdieron protagonismo, y se empezaron a tomar diferentes ideas de cómo diseñarlos, sin respetar tradiciones o normas. Aparecieron miles de diseñadores dedicados exclusivamente al traje nupcial y vemos en el mercado una variedad extraordinaria como extraña. Así vemos novias ultraclásicas, otras al más puro estilo hippie y otras más osadas y divertidas se casan con mínimos trajes de baños blancos a la orilla de una paradisíaca playa.

Un traje de boda que marco época y pauta en las novias de todo el mundo. 1981

Doña Elena el día de su boda en 1995
Un Carolina Herrera 2011 inspirado en Frida Kahlo 

Vera Wang, clásica y moderna a la vez

Rosa Clara, es una obligación para las novias revisar las colecciones de esta diseñadora española
Lo único cierto de todo esto es que toda mujer sueña… o soñó algún día estar en el altar vestida glamorosamente de novia.

Del diseñador venezolano Ángel Sanchez para Eva Longoria
Kate Middleton, ahora Catalina Duquesa de Cambridge en su traje de novia de la casa de modas inglesa
Alexander McQueen y diseñado por Sarah Burton 
Por Félix Esteves

jueves, 28 de abril de 2011

EDAD MEDIA: El hervidero Monacal y la salvaguardia de la Cultura Occidental.

San Benito. (480-547), según Fray Angélico.

Sin ser una época brillante desde el punto de vista de la cultura, la época medieval  presenta algunas manifestaciones de actividad espiritual que merecen señalarse; y no solamente por el valor que tienen es sí mismas, sino también porque constituyen los primeros pasos de las culturas nacionales de Europa occidental. La época feudal ofrece como rasgo primordial el de ser de neta inspiración cristiana; de ese origen son las preocupaciones, los temas, las ideas, las directrices, todo cuanto contribuye a caracterizarla de alguna manera. Sin duda había en el fondo reminiscencias clásicas, especialmente romanas o latinas; pero los elementos heredados aparecen filtrados a través de la mentalidad cristiana, que los conforma según sus propios ideales y sus principios de valor.

Monasterio de Monte Cassino, fundado por San Benito.
Este centro monacal como muchos otros fue un hervidero de estudio, meditación y reflexión del
saber clásico y antiguo y en él se tradujeron y copiaron todas aquellas obras que fueron el lazo
más relevante entre la Edad Media y el resplandor del Renacimiento y el pensamiento Humanista.
Las abadías o claustros religiosos fueron los hogares más importantes de la vida espiritual y por lo tanto cultural; no obstante, los ambientes caballeresco fueron propicios a ciertas formas de creación estética, la cual, naturalmente, adoptaba allí otro aspecto que la diferenciaba de la que surgía en los centros de vida ascética y encerrada dentro de las exigencias de la ortodoxia religiosa. Acaso el rasgo más señalado de esta nueva línea de creación sea, en lo literario, el uso de la lengua vulgar en vez de la latina. Así aparecieron los primeros monumentos de las literaturas en lenguas romances, tras los cuales se desarrollaron ricamente las formas nacionales.

San Agustín de Hipona. (354-430)
Los Clásicos Griegos como Platón consiguieron en San Agustín uno de sus grandes
seguidores. San Agustín estudio profundamente las doctrinas filosóficas antiguas y
supo adaptarlas a la Fe Cristiana, conservando así este importante pensamiento.
Pero no hay ninguna duda en decir que los monasterios y la cultura monacal fueron lo ejes y el nido donde se preparó y se cocinó el caldo cultural que alimento a Europa y que la nutrió para alcanzar el resplandor que fue el Renacimiento.

Dentro de los monasterios los copistas o amanuenses conservaron el saber que origino la cultura occidental
imperante hoy día.
Los monasterios – que aparecen en Europa desde el siglo VI – atrajeron a todos los espíritus reflexivos y ascéticos. San Benito había establecido para el que fundo Monte Cassino, cerca de Nápoles, una regla muy severa, según ella, una de las actividades a que se debían dedicarse los monjes era el estudio y la copia de manuscritos; a sí resultó que, al poco tiempo, y mientras desaparecía todo ambiente propicio para el saber en la vida civil, los monasterios se transformaron en los únicos centros de estudio. Y no sólo porque era propio de los monjes el dedicarse a la lectura y la reflexión, sino porque los monasterios fueron los únicos lugares donde se guardaron y salvaguardaron los escasos manuscritos de la antigüedad; allí se custodiaban con amor y, como los monjes apreciaban su valor y conocían el deseo de poseer copias que abrigaban otras comunidades, se dedicaron a hacer copias, gracias a lo cual aseguró la subsistencia de muchas obras antiguas que, de otro modo, se hubieran perdido.

Santo Tomas de Aquino, (1225-1274).
Su trabajo más conocido es Summa Theologiae, y es considerado uno de los
padres del conocimiento occidental y creador de las universidades.
La Edad Media, aunque pocos lo crean y siga creyéndose que fue una época de total ignorancia y de gran “oscurantismo”, fue en realidad un hervidero de saber; durante este período la sabiduría de los monjes alcanzo un vasto conocimiento y aunque declinara  en algunas regiones, abundaron muchos monasterios y monjes contraídos al estudio, la meditación, y reflexión de los clásicos, además traduciendo las obras antiguas al latín y cuyo prolijo y esmerado esfuerzo, si no cuajó siempre en obras, aseguró la conservación del saber para épocas más propicias, preparando al mundo para el devenir humanista y renacentista. Gracias a ellos conocemos a los clásicos greco-latinos, los antiguos egipcios y los tratados árabes, que quedaron luego de la Caída del Imperio Romano y el saqueo de las Invasiones Bárbaras, estos hombres de vida mística y dedicados al estudio forjaron las nuevas bases de la civilización occidental.

San Bernando de Clairvaux. (1090-1153).
El pensamiento de Bernardo tuvo su mayor polémica con la filosofía escolástica  de Pedro Abelardo. 
Una de las actividades importantes de los monasterios fue, frecuentemente, la redacción de anales señoriales o reales, compuestos por encargo de quienes querían dejar memoria de sus hazañas; gracias a eso – y a los simples anales de los propios monasterios – se posee una rica colección de noticias sobre la vida de la época. Además solía haber en los conventos escuelas en las que se enseñaban las artes liberales, la teología y la filosofía. Muchos de ellos salieron grandes estudiosos que al apartarse de la vida monastica y asumir una nueva vida laica enseñaron en las emergentes ciudades el conocimiento adquirido en sus años de encierro monacal como fue el caso de Pedro Abelardo (1079-1142), uno de los grandes genios de la Historia de la Lógica, aunque se conoce más a este pensador por su romance con Eloísa.

Entre los grandes pensadores y hombres de la Edad Media tenemos a San Agustín, como dije antes, a San Benito, luego a Santo Tomas de Aquino, Bernardo de Clairvaux, Suger de Saint Denis, San Anselmo de Canterbury, Roger Bacon, entre otros muchos.

Roger Bacon (1214-1294)
Filosofo y hombre de vida monacal fue un padre del empirismo y del moderno Método Científico.
Por Félix Esteves 

lunes, 25 de abril de 2011

PAUL CÉZANNE: el comienzo de todo... el Arte Moderno.

Autorretrato con Sombrero. 1879-1880.
Óleo/Tela. 65 x 51 cm. Berna, Kunstmuseum.

Tenemos muchas razones para ubicar los orígenes del arte moderno en la obra y los planteamientos de Paul Cézanne, y si bien estuvo vinculado a las últimas “revelaciones” del impresionismo, su forma de plasmar la realidad en su lienzo fue completamente diferente a lo establecido y podemos decir que él estaba muy consciente de eso y del  arte nuevo que estaba naciendo con sus pinceladas. Su obra está sometida por el anhelo general de representar la realidad sin adaptarse o sin ajustarse a los mecanismos y criterios estrictamente ópticos de los impresionistas.

La Montaña de Sainte-Victore. 1905.
Óleo/Tela, 60 x 72 cm. Basilea, Kunstmuseum

Mujer con cafetera. circa 1895.
Óleo/Tela. 130 x 97 cm. París, Museo d'Orsay.
La atormentada trayectoria de Cézanne como pintor debe entenderse como un intento, genial y sin precedentes, de realizar un mundo objetivo sin abandonar la base sensorial de su experiencia estética. Cézanne reaccionó así contra los impresionistas y se entregó a un estructuralismo lineal fuertemente geométrico en su interpretación de la luz y las sombras. A su vez, el pintor estaba interesado en los nuevos conceptos de espacio que posteriormente y gracias a su labor pionera, iban a hacer mella en la mayoría de movimientos artísticos europeos como el cubismo, el futurismo, el constructivismo y el cinetismo entre otros muchos.

Bañistas. 1890
Óleo/Tela. 60 x 81 cm. París, Museo d'Orsay.

Fumador de Pipa. circa 1891.
Óleo/Tela. 91 x 72 cm. San Petersburgo, Museo del Ermitage.
Paul Cézanne trató de edificar una teoría visual que, sin estar falta de sensibilidad, quería ser plenamente objetiva. Fue capaz de controlar la perspectiva, la luz y la sombra bajo una nueva expresión, donde las formas se hallan más claramente definidas y los colores se intensifican en aras de un mayor acercamiento a la realidad. Igualmente logró dar a la realidad una configuración estructural que no era la apariencia puramente superficial de ellas, sino su geometría subyacente, su profundidad espacial, sus colores, sus luces y sus sombras, de acuerdo con sus métodos, para que las sensaciones sean tamizadas por el prisma analítico con que su conciencia enjuicia o valora el objeto natural. Cézanne exageró aún más la pureza de la captación sensualista de la naturaleza y demuestra que sólo reconoce la pura sensación visual.

Las Grandes Bañistas. 1906
Óleo/Tela. 208 x 251 cm. Filadelfia, Philadelfia Museum Art.

Madame Cézanne en la Buraca Amarilla. 1888-90.
Óleo/Tela. 81 x 65 cm. Chicago, The Art Institute.
Para Cézanne el ojo ya no está fijo, en un  cuadro pueden aparecer varias perspectivas; lo que en la naturaleza se nos da como ritmo vertical, puede representarse en composiciones horizontales, el horizonte es una línea cualquiera, en ocasiones incluso oblicua. Las puras impresiones cromáticas pierden el andamiaje tectónico. La composición del cuadro deja de ser una urdimbre laxa para encontrar su formulación en una estructura cristalizada que todo lo penetra. Así Cézanne en su propósito de hacer del arte algo más duradero que captar la impresión fugaz de la luz y el movimiento, habla de “Hacer” la pintura opuesto al realismo, ya que sólo presenta imágenes fenoménicas limitadas a lo aparente, logrando un arte meditado, sometido a la inteligencia creadora, tomado directamente de la observación de lo natural. El yo subjetivo queda excluido del proceso de realización en que las sensaciones sólo se fían de su “lógica” y de la consiguiente meditación constructiva. Cézanne da de esta manera el primer paso para el camino cubista reprimiendo sus sentimientos y encerrándolos en una acotada delimitación formal.

Los jugadores de Carta. 1889-1892.
Óleo/Tela. 47,5 x 57 cm. París, Museo d'Orsay.

Muchacho con Chaleco Rojo. 1888-1890.
Óleo/Tela. 79,5 x 64 cm. Zúrich, Fondo G. E. Bürhle.
Paul Cézanne concibe a la pintura como una auténtica construcción, con solidez, lógica y coherencia. Distingue la realidad natural de la plasmada en el cuadro, de manera que pintar no significa copiar el objeto, sino realizar las sensaciones en forma de color. La pintura para nuestro pintor no se limita a una simple recepción de impresiones visuales, sino que exige, lejos de toda abstracción, un motivo concreto para poder rehacer la realidad.

Naturaleza Muerta con Manzanas y Naranjas. 1899.
Óleo/Tela. 74 x 93 cm. París, Museo d'Orsay.

Viaduc á l'Estaque. 1908.
Óleo/Tela. 72,5 x 59 cm. París, Centro Pompidou. 
Por Félix Esteves

Fuentes: 

1.- Corredor-Matheos, José.
           La pintura en el siglo XX / José Corredor-Matheos y Daniel Giralt Miracle. -- Barcelona : Salvat Editores, 1973.  
2.- Esteban Leal, Paloma.
           La impronta Cézanne en el arte del siglo XX // En : Descubrir el Arte. -- Madrid : Arlanza Editorial.-- N° 91

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