El sonido de los tambores no la dejaban dormir. El largo viaje de Frankfurt hasta Caracas, más el retraso que se había presentado por una fuerte nevada en el aeropuerto JFK donde habia hecho escala el vuelo, la habían agotado por completo y aunque queria realmente descansar, aquel ritmo afroamericano que retumbaba en la noche la mantenían alerta, asustada, emocionada y excitada; se imaginaba a los negros sin camisas, semidesnudos, bailando desesperadamente, contoniandose al compás del misterioso sonido percutivo que invadia al parecer toda su intimidad. Llamó a la recepción del hotel para preguntar y protestar por el ruido, la persona que la atendio le explicó que no podía hacer nada, que era una fiesta popular que se realizaba cerca del hotel y le sugirio que trancara las ventanas para así amortiguar el molesto ruido. Si, ella sabía eso... pero muy adentro, en el fondo el son tamboril no le permitia cerrar las ventanas, estaba viviendo un conflicto de apetencia-adversión: seguir escuchando la sensual música o dormir, pues mañana tenía una importante reunión laboral, el cual era el motivo de la visita a Venezuela.
Decidio lo primero. Se vistio con un delicado vestido mezcla de lino y algodon, sin mangas, muy comodo, fresco y propicio para estos climas tropicales. Bajo y salio del hotel guiada por la música negroide, camino como trescientos metros hasta llegar a un parque donde se realizaba el espectáculo de tambores y donde un sin fin de personas disfrutaban del show folclórico. era una agrupación de aproximadamente veinticinco instrumentos musicales, entre ellos tambores de cuero y otros eran simples instrumentos de madera que ella no reconocio pero que al toque de las palmas humanas y otros artilugios emitian ritmica musica que tenía a todos embrujados, bailando los tiqui-ti-taque que hacian que las caderas, vientres y pelvis, pechos, brazos y todo el cuerpo humano se balancearan con extremo frenesí, donde las feromonas, sudores, olores, aromas, hormonas, fragancias, efluvios y muchas más emanaciones se conjugaran para desadormecer la sexualidad y el erotismo de la noche negra, de los hombres y mujeres, de todas las criaturas y cosas, porque hasta las cosa inanimadas tomaban forma, cuerpo y vida de ser susceptible de ser objeto de deseo.
El ambiente festivo ya la tenia muy relajada, tranquila y cuando decidio regresar al hotel notó que un joven negro la miraba fijamente, ella lo miro directamente a los ojos y enseguida hubo una conexión, se dieron sonrisas, guiños y muchos coqueteos visuales hasta que el joven decidido se le acerco y amistosamente le ofrecio la mano, ella la tomo y la electricidad que emanaba de la mano oscura, fuerte, callosa, rugosa, sudorosa la hechizo y ya no pudo despegarse.
El joven de color cuervo le contaba sobre la música que alli sonaba, de las tradiciones negras venezolanas; ella solo lo miraba, primero porque no entendia muy bien el español del muchacho y segundo por que realmente solo le prestaba atención a los ojos negros cetrinos, a la nariz ancha que rezoplaba como un toro embravecido, le miraba el pecho fuerte que se asomaba con descaro de la abertura de la camisa, observaba los carnosos, hinchados y voluptuosos labios que se movian sin cesar... de repente y en un arranque de deseo lo beso y le pidio que la acompañara al hotel; el joven entusiasmado le dijo que si y enseguida se fueron al nido de amor que tan facilmente fue ofrecido.
Apenas llegaron a la habitación, el hombre se desvistio con extremada rapidez y con deseperada y casi crueldad rasgo el vestido y la desnudo por completo, la tiro en la cama, ella penso que era ya una iminente penetración, pero se equivoco, el muchacho tomo los pies femeninos y los empezo a besar con delicadeza, probo cada dedo, saboreo sus talones, sus tobillos, los mordia con paciencia, se los estaba disfrutando como se disfruta aquella fruta manjar que se ama con desesperación y con hambre, pero que se devora con cuidado para retardar el extasis y el arrobo, para que el placer dure y perdure por mucho tiempo, que sea infinito; de esa manera investigo cada parte del cuerpo de la mujer, subio a sus pantorrillas, sus rodillas, sus muslos, sus nalgas, cada rincón fue y era explorado, sondeado con exaltada morbidez, lujuria, pero al mismo tiempo con dulce y empalagada carnalidad... así descubrio su ombligo, lamio sus axilas, mordisqueo sus codos, manoseo y mimo con sus anchos labios sus senos, besuqueo su cuello, reviso con su lengua colorada y rasposa sus orejas... su boca... su cabello... cada punto, cada lunar, cada peca, cada centimetro de la piel blanca, opalina, alabastrada fue amada... menos una... su vagina sedienta de ser querida y transgredida al mismo tiempo permanecia respetada... pero no aguanto sus ganas de ser penetrada y le pido casi con ruego triste que la ultrajara, le suplico que queria sentirlo lo más profundo posible... que queria ser poseida por su miembro viril, titánico, monstruoso, descomunal. Entonces el le susurro al oido que lo haría si ella le prometia amarlo por siempre, la respuesta no se hizo esperar y en cuanto ella asintio y prometio bajarle el cielo y las estrellas, fue poseida, fornicada, copulada, disfrutada en cada sitio de la habitación, porque hasta debajo de la cama fue tomada con locura.
Al despertarse en la mañana ya no estaba el muchacho. Se levanto sobresaltada, busco y reviso su bolso, el joven no la había robado, seguían alli los euros, su reloj, sus maletas. Satisfecha por la noche multiorgásmica y de extremado placer se arreglo y se fue a su reunión laboral. Paso aquellos dos cortos dias muy tranquilos, su reunión fue todo un exito y asi partio de nuevo a su Alemania. Más nunca vio al joven de negra piel, al Dios de ebano que la hizo vivir lo que nunca había vivido.
En pleno vuelo recordo la noche de plenitud sexual y sonrio al pensar en la promesa hecha en aquel delirio extremo. Se quedo dormida y soño con su rubio esposo y sus blondos hijos... pero muy adentro de ella estaba creciendo un engendro, un ser del más alla, una criatura extraña, pero no era porque el Dios de ebano fuera el Diablo o un Brujo o Shamán, o porque aquel ser que germinaba y crecia en su vientre fuera en realidad un monstruo, era porque ella no estaba preparada para salir de nuevo embarazada y menos de aquel ser ajeno y supuestamente mediocre porque ella siempre habia proclamado y sostenido: la supremacia de la raza blanca.
Al llegar al aeropuerto de Frankfurt la esperaba su familia. Al verse se abrazaron y el le pregunto:
- ¿Wie ist es gelaufen? *
- Schade, ich hoffe, nicht zu dieser Hölle der blutigen schwarz zurück** - contesto ella con una aterradora tranquilidad.
FIN
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* ¿Cómo te fue?
** Muy mal, espero no volver a ese infierno de malditos negros.
por Félix Esteves