Dentro de la cultura occidental
siempre se ha enseñado que el mundo se divide en mujeres y hombres y en
consecuencia, hay dos posibilidades con respecto a nuestra orientación sexual,
si te gustan las personas del mismo sexo eres homosexual, si te gusta lo
contrario eres heterosexual. Ambos, mujeres y hombres, aparecieron en la tierra
al mismo tiempo, y se ha de suponer que el deseo erótico y sexual floreció de
igual manera hombre-mujer, mujer-hombre, mujer-mujer y hombre-hombre. Es decir
que sí existe biológicamente el sexo masculino como el sexo femenino, y ambos
con diferentes deseos, la heterosexualidad y la homosexualidad son tan validos
el uno como el otro.
El problema deriva de la construcción
cultural que ha hecho como normativa la heterosexualidad. Y en esa
heterosexualidad hegemónica han creado una serie de normas, leyes, estatutos y
enunciados morales que benefician a esa heterosexualidad y a su heteronormativa
y perjudica la diferencia, es decir a la homosexualidad. Si la sociedad acepta
el binarismo Hombre-Mujer y le es válido en todos los sentidos, ¿por qué no
aceptar el binarismo Heterosexual-homosexual?
Hay muchas formas de ser, se
puede ser hombre, pero dentro de esa construcción social y cultural se puede
ser heterosexual o homosexual, heterosexual machista y heterosexual feminista,
heterosexual cerrado o heterosexual abierto, igualmente se puede ser homosexual
afeminado, o homosexual masculino, homosexual abierto o homosexual cerrado, bear,
leather, etc., etc.; igualmente ocurre con las mujeres, se puede y existen
diferentes tipos de mujeres, mujeres masculinas que no necesariamente sean
lesbianas, como existen lesbianas que son muy femeninas. Existen mil formas de
existir, de vivir y de ser, y en esas diferencias esta la importancia y el
valor de la raza humana. Asi, como existen negros, blancos, amarillos, indios,
mongoles, y muchísimos más según la antropología clásica y la moderna, el ser
hombre, mujer, homosexual o heterosexual es una minúscula forma de ser en este
inmenso mundo de diferencias.
Imaginemos un mundo, donde la
homosexualidad sea la norma, ¿acaso sería justo para los heterosexuales? O imaginemos
que la sociedad haya construido a los hombres de forma y manera que fueran
delicados y sumisos, y a las mujeres creado y formado para ser rudas, fuertes y
creerse las dueñas del mundo; así como no es justo el machismo imperante,
tampoco entonces sería justo la supremacía femenina sobre los hombres.
Lo que trato de decir, es que no
existen las mujeres y los hombres desde una perspectiva esencialista. En
realidad, somos más complejos, somos principalmente seres humanos que tenemos
diferentes características que van más allá de lo femenino y lo masculino, y no
exclusivamente desde el enfoque social, cultural y psicológico, sino también a
la configuración biológica. Somos más que un pene o una vagina, (de allí
proviene el facilismo del binarismo), hay mayores y otras diferencias, como la
raza, no obstante las clasificaciones por los conceptos biológicos y antropológicos
sobre la raza ya no son válidos o aceptados hoy día, pero no todo puede ser
color de rosa, y el concepto biológico del sexo sigue siendo importante y el género
sexual sigue prevaleciendo para discriminar y perjudicar a las minorías.
La construcción social de género
está tan enraizada en casi todas las culturas alrededor del mundo, que incluso
antes del nacimiento del bebé, el género puede significar una cuestión de vida
o muerte. Todavía la criatura no ha nacido, y ya los padres y familiares le
imponen ciertas reglas y van adaptando al “no nacido” a sus preferencias y
gustos: el padre ya le compró una pelota de futbol, y la madre ya empezó a
tejer o a comprar todo azul, porque la criatura que viene en camino es un niño
y por lo tanto le debe gustar el futbol y el color azul, cosa típica de los
hombres, sin darse cuenta que todo es una construcción social y cultural. A lo
mejor el bebé cuando nazca aborrezca el color azul y la pelota de futbol en su
pequeño mundo lo atemorice, pero ya está escrito en la memoria colectiva el “deber
ser”, sin importar el “querer ser”.
De allí nace el concepto y la
latente teoría de la desigualdad, y más adelante se pone más difícil. Desde la infancia a la adolescencia y la
adultez, la heteronormativa y su binarismo se empujan y se perpetúa, segregando
aún más y, a veces, desequilibrando, los sexos. Este terrible concepto se ve en
todo el mundo, y los estereotipos tradicionales de género se promueven tanto en
los países ricos como en los pobres, en los progresistas como en los retrógrados
y conservadores, y los que están en paz como los que están en guerra.
Es necesario empezar con una educación
que iguale los géneros, que no existan diferencias, que los niños y las niñas
se sientan por igual en las aulas, educar para aceptar la diferencia, aprender
que todos por igual tenemos el derecho a las mismas oportunidades, tanto el
hombre como la mujer, tanto el heterosexual como el homosexual, tanto el caucásico
como el negro, tanto el flaco como el gordo, tanto el feo como el hermoso.
En la medida que aceptemos la
diferencia y rompamos con la hegemonía y el sectarismo del binarismo sexual y
de género seremos capaces de terminar con los odios y aprenderemos a amar a
nuestro prójimo; tal vez no es malo sabernos diferentes o distintos, lo importantes es sentir y creer que esa distinción o diferencia no es lo mismo que desigual, cuando aprendamos a ver o a sentirnos iguales de seguro los seres humanos podríamos ser más libres y por lo tanto más
felices.
Por Félix Esteves.
nature and culture and still remain
ResponderEliminaroften contradictory
La sociedad en definitiva debe asumir los diferentes roles de los hombres y mujeres, cada vez son más visibles los géneros que se apartan de la tradicion HOMBRE-MUJER. Me gusto tu texto porque es claro y se hace entender facilmente.
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