Pobre de aquel
que solo ve espinas en las rosas
y no logra oler su dulce aroma.
Mísero de aquel
que roba las esperanza de los nidos
creyendo ganar así la ansiada gloria.
Desgraciado de aquel
que vive tratando de elevar su cometa
con el cordel robado a un amigo.
Miserable de corazón
que busca curar sus heridas
con más rabia y con ira.
Desprendete del odio
entierra tu maldad y tu avaricia.
Despojate de la vanidad
de tu petulancia y altanería.
Trata de olvidar
renuncia a lo inicuo
y acepta la equidad
como forma y única vía.
Respira del bosque su colorida armonía
y absorbe del sol su simpática alegría
entregate sin esperar
y agradecele a la vida.
Por Félix Esteves
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