Una pequeña presentación

Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.

Félix Esteves

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jueves, 7 de junio de 2012

FEDERICO GARCIA LORCA. Un pequeño estudio de sus letras... sin mitos... sin fabulaciones.

 

Es difícil abarcar en pocas palabras la esencia del  mundo poético tan complejo  de Federico García Lorca. Enfrente del estudio objetivo se nos muestra una gloria extraliteraria, alegada en el magia que el poeta producía como persona en vida, apoyado además en el absurdo crimen de que fue víctima y que lo transfiguró en un símbolo mitificado de una cultura asolada por  la España Franquista. Pero hay que penetrar en el mundo lorquiano dotado de otras herramientas  a las fabuladas. Hay que abogar por la investigación objetiva, tarea compleja para mí que amo profundamente sus letras, no obstante he de ser analítico para excavar y atravesar lentamente la liadísima médula lírica de este poeta que, junto con Juan Ramón Giménez, Luis Cernuda y Rafael Alberti, es la clave de la poética castellana del siglo XX.  Borrando lo anecdótico y lo sentimental, encontramos  sedimentado una esencia poética única que lo hace libre de su popularidad, en los textos que nos dejó en tan corta vida.
 
La obra que, vista en acumulado, supone una gran trayectoria, pero realmente fueron dieciocho años, desde los retumbos románticos y modernistas que ensamblan los primeros título poéticos y en prosa como “Libro de Poemas” e “Impresiones y Paisajes”,  (1918-1921), hasta los libros finales, “Poeta en Nueva York”, “Tierra y Luna” y “Diwán del Tamarit”, donde Lorca se imbuye por una poética de riesgos y audacias, hay un largo transcurso, mucha distancia que parece ilógica. Y nos preguntamos en dónde reside la unidad lorquiana, esa uniformidad que permite adjudicar a alguien la paternidad de un libro sin necesidad de saber su nombre. En Lorca ese camino es inútil, porque su unidad radica en la diferencia, lo diverso, en no repetir lo ya hecho.
 
Poéticamente, Lorca es ante todo movimiento y variación, tanteo constante, disolución y rompimiento con lo anterior, lo editado ya está olvidado, para partir  a la búsqueda de desconocidos signos, de ritmos nuevos, que hacen de su labor literaria una continua novedad de formas y tonos hasta confluir en el modo de expresión más impresionante, desgarrado y angustiado de la lírica española de su tiempo.
 
La unida lorquiana está en el mundo poético interior, en la igual violencia que el poeta propone para personajes y voces, para la arquitectura metafórica. La unidad   se da en lo global, no existe la unidad de verso a verso, sino completa e integral: un denominador común en la poetización de varios temas persistentes, en la fijación de unos mismos símbolos que crean de este modo su propia clave de significaciones.
 
Desde sus primeros libros, por ejemplo “Libro de Poemas”, aparecen en tonos románticos y modernistas, los elementos de sus libros mayores, como la luna, el amor frustrado, los azahares, la sangre, los metales. Claro, en sus primeras obras esos elementos son suavizados por su ingenuidad y popularismo, pero al mismo tiempo están lleno de escepticismo y desilusión. Un ejemplo son los poemas "Ritmo de Otoño" y "El nido" expuestos a continuación:
 
 
Desde sus primeros textos vemos una pompa de estilos y la improvisación metafórica, por ejemplo “Elegía Doña Juana la Loca” y “La sombra de mi alma”, además de una estampa creacionista hay que ver un empeño de originalidad y de riesgo, una articulación de figuras retóricas que lentamente va a preparar en Lorca la plasticidad necesaria para establecer un sistema de referencias cuyo punto de partida, la realidad, está sublimado a tal extremo que esa realidad deja de ser natural y sencilla, para convertirse en amaneramientos violentos y oscuros, al más puro estilo gongorista.
 
 
Igualmente estas formas enredadas y amaneradas típicas del gongorismo las vemos en sus poemas póstumos, donde  la realidad, enteramente esquivada, se oculta bajo una doble o triple capa a modo de veta secreta, impenetrable, pero que no se evade del análisis disgregado de la superficie metafórica. Así vemos en textos de “Poeta en Nueva York” elementos de ese clasicismo ligado a las vanguardias de entonces; Surrealismo y Gongorismo, no parecieran llevarse de la mano, pero Lorca logra conjugar con ellos uno trabajo osado, diferente, substancialmente  poético.
 
En García Lorca no hay vanguardia sin tradición, pues su vanguardia es el acarreo de su tradición. El poeta asumió el clasicismo aprendido, la tradición culta y la popular, la conceptista y la culterana, para reinventarla, asumirla y desbaratarla y volverla a reconstruir para entregarnos con sus aportaciones vanguardistas una nueva poesía, prístina, intacta, que no pertenece3 a ningún istmo o escuela alguna. Por eso Federico García Lorca es único e inimitable.
 
Lorca elaboró poco a poco una poética y una obra variada: cada libro renueva métodos, innova modos y ritmos: aunque oculto y furtivo, subyace el mismo mundo temático que va engrandeciéndose, matizándose, profundizándose en filones cada vez más ricos hasta llegar a los tres libros póstumos “Poeta en Nueva York”, “Tierra y Luna” y “Diwán del Tamarit”. Esto se debe a que Lorca es un poeta intuitivo, pero al mismo tiempo coherente. Y esa intuición y coherencia provenía de su búsqueda sistemática, racional y reflexiva. En los borradores y documentos manuales del escritor se hace palpable su ardua búsqueda y sus reflexiones, su meditada seguridad, donde las tachaduras, correcciones constantes, substituciones y notas muestran el trabajo del poeta que escribe y rescribe una y otra vez, buscando y rastreando en el lenguaje, precisándolo para alcanzar la mayor riqueza conceptual, ritmos más acabados, y la fineza del estilo.
 
Federico García Lorca figuró a manera de símbolo la generación del 27, término que, aunque inexacto por esa idea de igualdad o semejanza que reconoce para el grupo generacional, resulta cómodo a la hora de calificar ese momento en que germina un manojo de poderosos poetas de distinto origen y trayectoria, pero con un calificativo común: las aportaciones realizadas por los escritores inmediatos, sobre todo Gómez de la Serna, Juan Ramón, Huidobro, o por grupos como el ultraísta, que habían proyectado los fundamentos en que iban a educarse el grupo: un impoluto clasicismo al lado de una atrevida vanguardia.
 
A partir de esos estímulos, todos lograrán una poesía de gran valor por distintos y personalísimos caminos, como es el caso de la vanguardia de Gerardo Diego y Juan Larrea en la creación de un mundo propio, alejado a los demás, o la experimental poesía desnuda y pura de Salinas, o por los popularistas afanes de Alberti y Lorca, o el conceptualismo de Cernuda, o el surrealismo sui generis de Vicente Aleixandre o los creacionistas clásicos de Gerardo Diego Y Dámaso Alonso. Su denominador común de todos ellos es su arranque apasionado es el clasicismo, la lírica española, tanto la culta como la popular, Garcilaso de la Vega, Góngora, Quevedo, Juan de la Cruz, Gil Vicente y Lope de Vega hasta llegar a las letras de Juan Ramón.
 
Entre 1920 y 1936  las revistas poéticas asaltan toda la geografía ibérica para dar a conocer la lírica de todos estos jóvenes, que partiendo de las alejadas y disimiles regiones terminan por confluir en Madrid. Lorca había de unir a varios de estos poetas con la atracción de su persona; él fue quien rompió fuego y quien, con su muerte, pareció marcar el principio de la disolución general. Hasta cierto punto él fue el guía del grupo aunque cada cual siguiera sus caminos tan personales y distintos.
 
Dejando al lado “Impresiones y paisajes”, la obra lorquiana se inicia con “Libro de Poemas”, allí se amalgaman el romanticismo con toques de vanguardia, búsqueda de un popularismo sencillo y tonos reflexivos de escepticismo juvenil, germen de la visión dramática posterior sobre el mundo. A poco de concluido, Lorca se embarca en la escritura de las suites que interrumpe en noviembre de 1921 para entregarse durante tres meses de profunda concentración al “Poema del Cante Jondo”. Aunque aparecerá en 1931, en enero de 1922 está casi terminado.
 
Lorca en este libro concentra a la Andalucía dolida, a la tierra de gitanos con sus guitarras, con sus reyertas y pasiones, de unas ciudades de civiles y gitanos, de la marginación de un pueblo que sufre la opresión. Lorca pudo haber resuelto el libro en una poesía narrativa, más prefirió  metaforizar la realidad, depurar y adornar esa realidad, sublimizando lo anecdótico, para llegar al lirismo puro; de esta manera Lorca enlaza el popularismo del tema andaluz y el lenguaje nuevo. Une toda su cosmogonía con versos impresionistas en metro corto, preferiblemente el octosílabo. Lorca conocía el orientalismo que había llegado a la lírica castellana por los modernistas, y en su poemario incluye ciertos rasgos del hai-ku. Temáticamente, es un rasgo relevante la presencia de la muerte, el dolor de la perdida, que más tarde poblara su obra teatral.  También veremos en el “Poema del Cante Jondo” la denuncia de la marginación y de la opresión sufrida por los gitanos.
 
 
 
Entre sus “Canciones”, que estudiaremos más tarde, y el “Poemas del Cante Jondo” se insertan las “Suites”, cuya publicación fue póstuma. En estas hermosas composiciones poéticas encontramos un gran jardín con noches luneras por el cual las voces del poeta deambulan. Desde allí nos muestran los objetos y lugares del mundo del que se apartan para acceder a esa otra vida que puede vivir en el territorio onírico de la infancia y de lo no vivido, sin embargo, también las voces renunciarán a preguntar y apostarán a vivir todo aquello "que no pudo ser y que debió haber sido", a dejar salir a los hijos que golpean el corazón, a encontrarse con el gran amor desconocido y crear caminos nunca vistos y transitar ese jardín donde todo puede (y debe) ser posible. A pesar de que “Suites” está escrito en un tono muy popular, la concentración subjetiva es más honda que en “Poemas de Cante Jondo”.
 
 
En “Canciones”  el tono parece más leve, más jovial, un claro avance hacia una alegría delicada por su recuerdo de experiencias y ritmos infantiles, por juegos que recuerdan el romancero. No obstante debajo corre lo agridulce, la añoranza que ya aparecía en las “Suites”.
 
 
La gracia de poemas como “El lagarto está llorando” deja paso en seguida a una penetración hacia las profundidades oscuras: como de la muerte, como los abismos al sexo en el poema “Eros con bastón”, como las fosas de sombras misteriosas como en la “Canción del naranjo seco” donde aparece obsesivamente la esterilidad.
 
 
 
Tanto en  “Poemas de Cante Jondo”, “Suites” y “Cancionero”, Lorca se ha hecho dueño de unas herramientas expresivas que le han permitido cerrar su mundo simbólico. Desde ese instante van a comenzar los grandes poemarios perfectos, acabados pulcramente, en 1928 aparece “Romancero Gitano” que contiene la personal visión de Lorca del mundo gitano o, con más propiedad, su personal invención de un mundo gitano que es autónomo, inconfundible, no identificable ni homologable con ninguna realidad existente.
 
En “Romancero Gitano” Lorca logra una mixtura sabia e inteligente de rasgos clásicos con elementos vanguardistas. Por un lado, recoge la tradición de los romanceros españoles, comenzando sus poemas en mitad de la historia, en vez de en el comienzo de la misma, lo que se  conoce como “in medias res”, dejando en muchos casos un final abierto o inacabado, haciendo uso del narrador para sus descripciones y dando voz a los personajes, con diálogos de estilo directo que no están introducidos por verba dicendi.
 
 
Se debe destacar los múltiples elementos clásicos utilizados como las anáforas, repeticiones y formas paralelísticas que inundan todo el poemario, así como el tema y las maneras, muy populares o tradicionales, al igual que la simbología: el caballo como paradigma de la pasión, la luna como alegoría de la muerte o el uso de la flora, como las rosas o las siemprevivas como símbolos de la sangre y la muerte, respectivamente. En cuanto a los elementos vanguardista, destaca sobre todo su sin par uso de la metáfora como base de la imagen, elemento principal de todos los poemas. Todo ello da como resultado un romancero del siglo XX, uniendo los romances tradicionales y del Siglo de Oro (sobre todo de su admirado Góngora) con las rompedoras vanguardias de comienzos de siglo.
 
La tensión dramática en “Romancero Gitano” progresa octosílabo a octosílabo mientras lo lírico va punteando, como en los viejos romanceros, el progreso de la acción. Amor, sangre, sueño y muerte serán los temas que pautaran esos romances por medio de elementos que Lorca enfrenta hábil y discriminadamente: realidad e irrealidad, emotividad y crudeza realista, colorido y musicalidad.
 
“Poeta en Nueva York” es un libro escrito desde una estética que desborda el surrealismo y como un acto voluntario que no aniquila al autor sino que lo proyecta a nuevos planos de creación.  En 1929 Lorca viaja a la gran manzana lo cual le impacta la realidad contemplada entre el asfalto y los rascacielos. Pero tenemos que  considerar que Lorca fuera incapaz de "soportar" su experiencia neoyorkina, su mirada, su percepción, y en consecuencia, sus escritos sobre Nueva York, fueron el resultado de una decisión de “ver” y “escribir” el otro lado de la realidad, el otro mundo que se escondía bajo la belleza aparente de la gran manzana. No se puede negar que las “luces” andaluzas desaparecieron en esta nueva obra poética, Lorca es envuelto por una realidad de acero, humo, hormigón y mataderos, un mundo donde la violencia deja de ser gitana, para ser la violencia del mercado, donde el amor no se siente y la pasión erótica se minimiza bajo los mundos violentos de las finanzas, bajo el erotismo de un dólar quebrado. Por ello el poeta adopta el grito, la denuncia, el desafío a esa realidad que, la mayoría de las veces, se nos muestra como show, y decide jugar con ese show, para degradarlo, acusarlo y, de alguna manera, destruirlo.
 
En este nuevo poemario, escrito de sus vivencias neoyorkinas, se nota el cambio en la poética del autor en la influencia del verso libre de Walt Whitman. Se percibe también una nueva interpretación de los temas que su poética ya conocía: el recuerdo de la infancia, la tragedia del amor no correspondido, el sufrimiento injusto y la muerte violenta. Todos ellos se agudizan una vez expuestos dentro del contexto de la gran ciudad y la crisis económica internacional, y la poética de Lorca se abre más hacia lo social. Así, lejos de lo que algunos han llamado el fin de su poesía, los poemas de este libro constituyen la prefiguración de una poética con resonancias verdaderamente universales, de largo aliento estético y cofundadora de una estética emergente que llevaba en su seno los signos que, hoy, 70 años después, podríamos denominar protopoética de la escritura posmoderna.
 
“Poeta en Nueva York” se ha convertido en uno de los mayores problemas bibliográficos del siglo XX por el estado caótico en que quedo el manuscrito; este poemario, es un libro inacabado, Lorca quizás presintiendo lo peor se lo entrega a José Bergamín, quién lo hace editar después de la muerte del autor. De allí nace el otro libro también póstumo “Tierra y Luna”, y algo semejante ocurre con “Diwán del Tamarit”, también póstumo, formado por veintiún poemas divididos en gacelas y casidas, centrados en los dos grandes temas lorquianos: el amor y la muerte. Antes de estos poemarios apareció “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, que narra la cogida y muerte del torero en 1934 y realizado en algo más de 200 versos divididos en cuatro partes.
 
La obra poética de García Lorca se cierra con “Seis poemas gallegos” y la serie de once poemas amorosos titulada “Sonetos del amor oscuro”. Lorca siempre ha contado con el respeto y admiración incondicional de los poetas de generaciones posteriores a la Guerra Civil. Considerado un poeta maldito, su influencia se ha dejado sentir entre los poetas españoles del malditismo.
 
 
No hay que olvidar el teatro de García Lorca, que es, con el de Valle-Inclán, el de mayor importancia escrito en castellano en el siglo XX. La carrera teatral de Lorca se inicia con apoyaturas líricas que apenas contienen dramatismo, pero que en sus últimos años, éste se irá imponiendo tanto en la escena como en la poesía. Su primer trabajo teatral “El maleficio de la mariposa” fue un fracaso, y pasan seis años para que el poeta vuelva a garrar una pluma para escribir para los escenarios, nace “María Pineda”, obra débil donde se mezcla tragedia y lírica, pero que no logra alcanzar la perfección de obras posteriores como su excelente trilogía en “Bodas de Sangre”, “Yerma” y “La casa de Bernarda Alba”.  Sangre, sexo y la maternidad, tres fuerzas constantes, protagonizan estos dramas que conjugan a la perfección popularismo con el primitivismo de las pasiones, además que llevan consigo el sabor trágico de unos personajes esquemáticos que parecen surgir del más puro teatro clásico griego.
 
 
Entre las farsas, escritas entre destacan “La zapatera prodigiosa”, en la que el ambiente andaluz sirve de soporte al conflicto, cervantino, entre imaginación y realidad, y “Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín”, complejo ritual de iniciación al amor. Tenemos también la patética solterona española hecha tablas en “Doña Rosita la soltera”.  Estan “El público” y “Así que pasen cinco años”, sus dos obras más herméticas, son una indagación en el hecho del teatro, la revolución y la presunta homosexualidad —la primera— y una exploración —la segunda— en la persona humana y en el sentido del vivir. Y su drama inacabado “Comedia sin título”, conectada con “El público”, donde Lorca logra crear un mundo absurdo, ilógico e irracional, anunciando lo que años más tarde sería el teatro del absurdo.
 
Siento que me quedo inconcluso, lleno de huecos, de elementos sin explorar, Federico García Lorca es demasiado grande en su forma, en su lírica y en su oscura cosmogonía, habría que leer más, investigar y adentrarse a todos sus mundos, el de los gitanos, el de los oscuros huecos y abismos neoyorkinos, en sus apostolados  cancioneros, habría que convertirse en sangre y agua, o imaginarse caballo y luna, tendría que nacer de nuevo Lorca para saber lo que sus duendes y monstruos gritan aún después de su trágica partida.
 
Bibliografía:

·         Armiño, Mauro.
Prologo / En: García Lorca: Antología poética.-- Madrid: Biblioteca Edaf, 1981. p. 13-31

 
·         Auclair,  Marcelle.
Vida y Muerte de  García Lorca.--  México: Era, 1972.

 
·         Correa, Gustavo.
La Poesía Mítica de Federico García Lorca.--  Oregon: University of OregonPublications, 1957.

 
·         Hernandez, Mario.
Introducción. / En:  Federico García Lorca: Canciones 1921-1924.—Madrid: Alianza Editorial, 1982. P. 11-25

 
·         Jiménez Bejarano, Catalina.
La poetica del espacio en la obra temprana de Federico García Lorca.-- Medellín: Homo Habitus, 2005

 
·         Joseph, Allen y Caballero, Juan.
Introducción.  / En: Federico García Lorca: Poema del Cante jondo.—Madrid: Edicion de Allen, 1987. P. 11-138.

 
·         Perez Silva, Vicente.
Federico García Lorca Bajo el Cielo  de la Nueva Granada.--  Bogotá: Instituto Caro  y Cuervo,  1986

 
·         Phillips, Allen W.
Sobre la poética de García Lorca.-- En: Revista Hispánica Moderna, Año 24, No. 1 (Jan., 1958), pp. 36-48

 
·         Sabourin Fornari, Jesús.
Mito y Realidad en Federico García Lorca.-- La Habana: Letras Cubanas, 1984.

 

Fuentes de Internet:

http://catedradepoesiaespanolacontemporanea.blogspot.com/2010/03/poemas-de-federico-garcia-lorca-i.html 
http://critica.cl/literatura/aproximaciones-a-la-poetica-de-federico-garcia-lorca
http://es.wikipedia.org/wiki/Federico_Garc%C3%ADa_Lorca
http://personal.telefonica.terra.es/web/apuntesasr/JoseCarlosCarrillo/LitJCCCarGen27.htm

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/garcia_lorca.htm

http://www.fuesp.com/revistas/documentos/CILH_11/CILH_11_055%20l%F3pez.pdf

http://www.gibralfaro.uma.es/criticalit/pag_1528.htm

http://www.los-poetas.com/a/biolorca.htm

 

Por Félix Esteves

1 comentario:

  1. Para colección este articulo. Muchos poemas que no conocía de Lorca llegaron a mi gracias a tu post.
    Chao

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