Las relaciones sexuales
consensuales entre adultos del mismo sexo han sido legales en Francia durante
doscientos veinte años, esto se debe a una serie de acontecimientos que
empezaron con la Revolución Francesa, pero particularmente a la influencia de
Jean-Jacques-Regis de Cambacérès que desempeñó un papel importante en la
redacción de los códigos napoleónicos.
Cambacérès, que adolecía de un "pequeño
defecto" (petit défaut), un eufemismo de aquel entonces para adjetivar
la atracción sexual al propio sexo, y que era conocido entre sus cercanos con
el apodo de "Tía Turuleta"
, provocó revuelo y burlas dentro de la
conservativa época, no
obstante también le hizo un héroe a generaciones posteriores de hombres gay,
que acreditan a Cambacérès la despenalización de la homosexualidad en Francia.
La Asamblea Constituyente de
1789-91 fue de hecho la que derogó las leyes anti-sodomitas francesas en 1791,
y la legislación napoleónica sencillamente incorporó esta reforma anterior. Por
otra parte, el gobierno de Napoleón nunca demostró concretamente una tolerancia
de la actividad homosexual. Decididos a hacer cumplir los más altos estándares
morales en Francia, muchos de los funcionarios napoleónicos a veces ignoraron
el inconveniente de que la ley no penalizara los "crímenes contra la
naturaleza". Cuando consideraron un comportamiento sexual no convencional
una amenaza para la moral pública, no dudaron en tomar medidas represivas
contra pederasta y sodomitas, acordémonos que en aquella época de horror y
sangre el término Homosexual o Gay no existían, no obstante trataremos
de utilizarlos en ciertas ocasiones para refrescar
los textos aquí expuestos.
|
Jean Jacques Regis de Cambaceres |
Mucho antes del siglo XVIII, para
los franceses las palabras pederasta
(hombre adulto que tiene relaciones sexuales con niños) y sodomita (hombre que
se dedica a la sodomía o darse al coito anal) habían perdido su precisión
etimológica y en el lenguaje común se refirió ampliamente a cualquier hombre
que tuvo relaciones sexuales de cualquier tipo con otro hombre de cualquier
edad. Estos términos se podrían referir más libremente a hombres y mujeres que
se dedicaban a cualquier forma de cópula no reproductiva. Según una definición
jurídica de la 1780:
"La pederastia o sodomía es
el crimen de un hombre con un hombre, de una mujer con una mujer; incluso de un
hombre con una mujer, cuando, por el libertinaje inimaginable, no usan la ruta ordinaria de la procreación.
" 1
La ley francesa tradicionalmente
quemaba a los prescritos en la hoguera como el castigo apropiado para tales
actos, es decir para los delitos de pederastia y sodomía. Los jueces, en representación
de un veredicto y al imponer una pena, podrían citar el Derecho Romano
ejemplificado en los Códigos de Teodosiano y Justiniano, y que luego fueron
confirmado por Carlomagno, las costumbres medievales del derecho
consuetudinario, especialmente las Reglas Morales de Saint-Louis de 1270 y
varios siglos de precedente judicial.
En la práctica, sin embargo, las cortes
de ley francesa juzgaron pocas veces de pederasta y sodomitas en la edad
moderna y pronunciaron la sentencia de muerte incluso más raramente. Los
hombres ejecutados por sodomía a menudo eran culpables de crímenes capitales
adicionales. Por ejemplo, cinco de los siete sodomitas quemados en París entre
1714 y 1783 había cometido blasfemia, violación o asesinato. Las dos
excepciones fueron Bruno Lenoir y Jean Diot, estrangulados y quemados por el
verdugo públicamente en la Plaza de Grève, el 6 de julio de 1750, solo nada más
por haber tenido sexo la noche del 1 de enero en la Rue Montorgueil, como lo
explica la siguiente cita:
"La ejecución se llevó a
cabo con el fin de hacer un ejemplo, tanto más porque se dice que este crimen
se está volviendo muy común"... "Y porque estos dos trabajadores no
tenían ninguna relación con la persona de distinción, en la corte o de la
ciudad, y porque al parecer inculpaba a nadie, este ejemplo se hizo sin ninguna
consecuencia". 2
|
La Libertad guiando al Pueblo.
Delacroix. |
Sin embargo esta lección
terrorífica apenas pudo poner fin a la actividad sexual ilícita en Paris del siglo XVIII, que a todas luces, contó con miles
de homosexuales entre sus residentes. Michel Rey ha afirmado que algunos de
estos sodomitas desarrollaron un distintiva "forma de vida"3 por el siglo XVIII, formando
una comunidad de hombres de todas las clases sociales, cuya orientación sexual
la definió una identidad colectiva. Los hombres gays de la Francia de aquel
entonces utilizaron el cancaneo o cruising en las calles y parques, y se reunieron
todas las noches en tabernas particulares destinadas a ellos.
Los hombres gays por lo general
se movían o manejaban de forma amanerada, imitando el refinamiento aristocrático, la adopción de gestos afeminados y a veces la
auto denominación con apodos igualmente femeninos que hicieron de ello todo un
estilo de vida en esa población que cada vez era mayor, convirtiéndose en una
importante comunidad. La policía acosó y arrestó a menudo a muchos de ellos utilizando señuelos
e informadores pagados para tal fin.
Nobles y acomodados sodomitas generalmente fueron puestos en libertad con una
advertencia; el resto fueron detenidos generalmente por tres o cinco días, tal
vez algunos por una o dos semanas. “Los magistrados raramente se molestaron en enjuiciar
a los sodomitas arrestados en los tribunales.” 4
La revolución francesa trajo una
mayor libertad para los gays franceses de aquel entonces. Los políticos
revolucionarios intentaron rehacer la sociedad y el gobierno francés. Las
reformas incluyeron nuevas leyes penales inspiradas por las ideas progresistas
de la Ilustración en el crimen, la justicia y el castigo. La mayoría de los
filósofos sostuvieron opiniones relativamente liberales sobre el comportamiento
sexual no convencional. Incluso aquellos que no estaban de acuerdo con la
sodomía criticaron las penas existentes como excesivamente duras. Otros
argumentaron que castigar a los sodomitas sólo hizo más consciente al pueblo de
los otros estilos de vida pecaminosa y era mejor dejar tapada la olla de las obscenidades. La mayoría de los filósofos de
audacia, como Condorcet, Montesquieu negaron que la sociedad tuviera derecho a
castigar la sodomía u homosexualidad, y que esta era en cierta forma legal y
natural siempre que ocurriera en privado
y entre adultos que consienten. Algunos historiadores han afirmado que estas
avanzadas opiniones directamente influenciaron la Asamblea Constituyente cuando
omitió la pederastia y sodomía del Código Penal de 1791.
|
Napoleon Bonaparte. |
De hecho, los legisladores nunca
proporcionaron ninguna explicación por esta omisión, y ellos ni siquiera
debatieron la filosofía de la
Ilustración o que dicha filosofía haya guiado a los legisladores, pero
es más probable que la despenalización de la sodomía era simplemente una
consecuencia fortuita e imprevista de su secularización del derecho penal. En
su presentación del Código Penal recién elaborada para la Asamblea
Constituyente, Le Pelletier de Saint-Fargeau comentó que prohibió sólo "los
verdaderos crímenes"… y no…"los falsos delitos, creados por
superstición, feudalismo, el sistema tributario y el despotismo". 5
Aunque Le Pelletier no incluyó en
la lista de los crímenes creados por la superstición, que fueron ligados o creados por la religión cristiana (blasfemia,
herejía, sacrilegio y brujería y muy probablemente también bestialidad,
incesto, pederastia y sodomía), en estas ofensas anteriores, la legislación
revolucionaria pasó simplemente que estos actos eran juzgados en silencio, por
lo general no castigados u omitidos, aunque en la teoría merecían penas más
severas.
La Asamblea Constituyente
realmente votó por dos códigos distintos en 1791. El Código Penal de 1791 (del 6 de septiembre al 25 de octubre)
cubierto de delitos, es decir, faltas graves, por más de dos años de prisión y
juzgados por un jurado en las cortes criminales, y El Código
de Policía Municipal y la Policía Correccional, más comúnmente conocido
como la Ley del 19 al 22 de Julio de
1791, donde se especificaban los delitos menores, es decir, simples
ofensas, y que eran juzgados por simples
jueces en los tribunales correccionales. Veinte años después, el Código Penal de 1810, que no debe ser
confundido con el Código Napoleónico,
un nombre generalmente reservado para el Código
Civil de 1804, fue la combinación y revisión de las disposiciones del Código Penal de 1791 y la Ley del 19 al 22 de Julio de 1791.
El Código Penal de 1791 no incluyó ningún delito sexual que no fuera
la violación, que la jurisprudencia francesa definió como un crimen cuya
víctima era necesariamente femenina. Por otra parte, la Ley del 19 al 22 de Julio de 1791 declaró como ofensas públicas
contra la decencia, aunque aludía muy indirectamente, a las relaciones sexuales
de personas del mismo sexo en el Capítulo II, artículo 8 donde se declaró:
"Los acusados de haber
cometido un ultraje público, por una ofensa pública contra el pudor de la
mujer, por acciones indecorosa, por mostrar o vender imágenes obscenas, de
haber alentado a libertinaje, o haber corrompido a jóvenes de ambos sexos,
serán arrestados inmediatamente".
El Artículo 9 prescribe con una
multa de 50 a 100 libras y pena de prisión de no más de seis meses para
cualquier persona culpable de estos delitos, pero aquellos que anima el
libertinaje o había corrompido jóvenes fueron castigados con una pena de
prisión de más de un año. El Código Penal de 1810, que refleja el clima moral
más riguroso de los principios del siglo XIX, era de ninguna manera enteramente
reaccionario, pues en él no se mencionó la pederastia y sodomía. De hecho,
cuando el gobierno hizo el escrutinio a tribunales penales de la nación en 1803
por sus observaciones sobre el anteproyecto del código, sólo dos de los setenta
y cuatro tribunales, pidieron la inclusión o fijación de un artículo de
penalización contra la sodomía o crímenes contra la naturaleza.
Dos artículos en el Código Penal de 1810 se hicieron eco
del artículo 8 y 9 de la Ley del 19 al
22 de julio de 1791:
"Artículo 330: cualquier
persona que ha cometido una ofensa
pública contra la decencia será castigado con pena de prisión de tres meses a
un año y con una multa de 16 francos a 200 francos."
El otro artículo declaraba:
"Artículo 334:"… "cualquiera
que ha cometido una indecencia, por despertar, estimular o facilitando
habitualmente libertinaje o corrupción de los jóvenes de ambos sexos menores de
21"..., “podría ser encarcelado por seis meses a dos años y una multa de
50 a 500 francos."
El Código Penal de 1810 también amplió el artículo contra la
violación, añadiendo como delito la agresión sexual contra un hombre o mujer. El
Código Penal de 1791 (Capítulo II,
Sección I, Artículo 37) castigó "la violación será castigado por cuatro
años en trabajos forzados", mientras que el Código Penal de 1810 (artículo 331) lee:
"Todo aquel que comete el
delito de violación, o comete cualquier otro acto de indecencia pública,
consumado o intentado con violencia contra individuos de ambos sexos, será
castigado con prisión."
Los Artículo 332 y 333 establece
severas penas por el delito, incluyendo el encarcelamiento de por vida en
ciertas circunstancias. En suma, la legislación aprobó durante la Revolución Francesa y el periodo napoleónico
no proscribir la pederastia y sodomía en sí mismos. Simplemente había
criminalizado la agresión sexual, delitos públicos contra la decencia, aliento
de libertinaje y corrupción de los jóvenes de ambos sexos.
Si el significado de la agresión
sexual es evidente, la ley no presentó ninguna definición precisa de los
delitos que dejaron a la interpretación judicial. ¿Pero incluyó las ofensas
públicas contra la decencia pública la actividad sexual entre dos hombres? Un
juicio en 1794 demuestra que la respuesta era en absoluto evidente. En la noche
del 03 de febrero de 1794, una patrulla de la Armada detuvo a dos hombres en
los Campos Elysées después de ser vistos en una posición comprometedora,
semidesnudos y despeinados. Eran Etienne Rémy, un soldado de veinte años con
licencia por enfermedad y Jean Mallerange, un constructor y arreglador de
estufas de cincuenta años. En su juicio ante el Tribunal Correccional de París,
los jueces declararon que era necesario saber si los acusados eran culpables del
crimen
contra natura. Por supuesto, no ha habido ningún tal delito en los
libros desde 1791. El veredicto final del Tribunal, sin embargo, refleja la
legislación vigente.
En 18 de marzo de 1794, el Tribunal,
invocó la Ley del 19 al 22 de julio de
1791, encontró Mallerange culpable de delito público contra la decencia,
fomentando el libertinaje y por corrupción al joven Rémy, y a Rémy culpable de
fomentar el libertinaje del hombre más viejo. Los dos fueron condenados a un
año de prisión. Mallerange y Rémy apelaron el veredicto. Cuando la corte de
Apelaciones escuchó su caso el 28 de marzo de 1794, los jueces estaban
perplejos. Señalaron que tal era el "horror inspirado por el delito de que
se acusaron a Mallerange y Rémy" que ninguna ley hablaba explícitamente
de sodomía e indicaron que el tribunal no tenía jurisdicción sobre él. Los
jueces pensaban que la ofensa probablemente cayó bajo las disposiciones sobre
delitos públicos contra la decencia en la Ley
del 19 al 22 de julio de 1791, pero el texto no mencionaba específicamente
sodomía y por lo tanto la interpretación de dicha ley y del caso tenía que ser
expuesta a una única autoridad.
Por lo tanto, el Tribunal de
Apelaciones suspendió el juicio hasta la respuesta de la Convención Nacional,
en cuanto a su jurisdicción y en cuanto a la sentencia contra el crimen en
cuestión. El 28 de abril de 1794, el Comité de la Convención sobre legislación
se negó a dar a los jueces la dirección buscada, declarando lacónicamente que el
Comité ha considerado que las consideraciones morales debían evitar el informe.
Los documentos revelan nada más sobre el caso: ni el veredicto final de los
jueces, ni el destino final de Rémy y Mallerange.
Lo que sucedió en 1794, también
ocurrió a principios del siglo XIX donde los tribunales correccionales
condenaron a pederastas y sodomitas por delitos públicos contra la decencia en
el mismo terreno que hombres y mujeres que tuvieron relaciones sexuales en
público. En junio de 1803, por ejemplo, el Tribunal Correccional de Le Blanc (Indre)
condenó a dos vendedores ambulantes a un año de cárcel tras declararlos a los
dos hombres culpables haber cometido ofensas públicas contra la decencia en la
vía pública. La misma sentencia se dictó en 1813 en el caso de un hombre y una
mujer que la policía encontró copulando en la noche en una calle de París. Es
decir, no se castigó el acto sexual homosexual en sí, si no el hecho de
ejecutarlo en la vía pública, al igual que el acto sexual heterosexual.
Las disposiciones legales contra la
fomentación del libertinaje y la corrupción de jóvenes de ambos sexos fueron
aún más problemáticas. La mayoría de los Juristas acordaron que en 1791 y 1810
los legisladores pretendieron penalizar sólo la prostitución infantil. Esta
interpretación restrictiva del texto significó que no era coercitiva a las relaciones
sexuales entre adultos y niños y que eran o fueron totalmente lícitas. Las
generaciones posteriores mostraron menos tolerancia hacia los adultos que
tenían relaciones sexuales con niños. En abril de 1832, enmiendas al código
penal tipificó como delito las relaciones sexuales con niños y niñas menores de
once años; treinta y un años después ocurrió una modificación en mayo de 1863 que
estableció la edad de consentimiento a los trece años. En agosto de 1942, el
gobierno de Vichy aumento la edad de consentimiento para las relaciones
homosexuales (pero no heterosexuales) a 21 años.
El régimen de Vichy no
criminalizó la homosexualidad per se, pero reintrodujo en la legislación
francesa el concepto de "crimen contra la naturaleza",
que la Asamblea Constituyente había suprimido en 1791. El Gobierno Provisional
del General de Gaulle confirmó este cambio reaccionario en enero de 1945. Sólo
desde agosto de 1982 la edad de consentimiento en Francia ha sido a la misma, 15
años para las relaciones heterosexuales y homosexuales. Excepto durante los
años 1942 hasta 1982, la ley francesa desde 1791 ha tratado como delitos
sexuales sin importar el sexo o la orientación sexual de las personas
involucradas. Pero este enfoque aparentemente tolerante e imparcial en el
derecho penal nunca significó que los legisladores, burócratas y magistrados
condonaron o perdonaron las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo.
Como un diccionario legal explicó en la década de 1830:
"Los diversos actos que sólo
hemos repasado, sin embargo vergonzoso y culpable pueden ser, ya no aparecen en
nuestra legislación penal"... "el legislador se limitó a penalizar
actos indecentes que llevaron a cabo en público, actos de corrupción en los
menores y la violencia contra la persona"... "acciones, cometidas en
privado, muchos de ellos oculto por un velo grueso (del secreto), no molestan
abiertamente a la sociedad que al no conocerlos y hacen daño sólo a los
autores, o quienes degradan. Por otra parte, ¿puede la justicia procesarlos sin
peligro?"… "¿Qué haría para desenmascarar tantos abismos ocultos,
tantos misterios vergonzosos? ¿La Moralidad beneficia estas revelaciones
viles?"… “¿Y entonces, cuáles serían las consecuencias de las intervenciones
del Estado? ¿No sancionar la Inquisición del juzgado de instrucción en la vida
privada de los ciudadanos?"... "en una palabra, ¿abrir el Santuario
del hogar?" 6
Este pasaje justifica la
despenalización de la pederastia y sodomía puramente por motivos prácticos: la
dificultad la labor policial en las actividades o delitos bien escondidos, el
escándalo resultante del juicio público y la amenaza a la privacidad personal
de un estado excesivamente celoso. Al mismo tiempo, presenta la pederastia y la
sodomía como nada menos moralmente repugnante.
Las primeras sociedades occidentales
modernas más o menos perseverantemente han condenado la homosexualidad, pero
las razones de esta hostilidad han cambiado con el tiempo. La legislación
moderna proscribió la sodomía como una
ofensa contra Dios. En el siglo XVIII, un período de "desacralización"
y "laicización",
el "pecado
de sodomía" fue redefinido en términos seculares como un "pecado
contra el orden, el estado y la naturaleza". Otra
mutación ocurrió en el siglo XIX: la medicalización de perversiones sexuales.
Los médicos empezaron a describir la homosexualidad en términos médicos como
una aberración y una enfermedad incluso. La ciencia médica en los días de
Napoleón, sin embargo abordó el tema con evidente disgusto y la sodomía todavía
se consideró principalmente como una violación del orden natural y una ofensa a
la sociedad. Como un médico declaró en 1781:
“Este delito contra la
naturaleza, que es probablemente tan rara como vergonzoso, no se trataría, diría
casi de seguro, una obra de medicina forense, si los tribunales no tienen la
ocasión de sancionar a los reos que se supone que lo cometieron”… “en
consecuencia, el doctor no está obligado a certificar tal rareza o vergüenza,
examinándolos y certificando que fue una
práctica voluntaria o no.” 7
Otro médico describe la sodomía
en 1813 como un "crimen que ofende la naturaleza y los miembros de la sociedad, y
que no puede ser reprimida con la suficiente rapidez." 8
El público en general en el
período de la Revolución Francesa y la
Época Napoleónica – en la medida que se documenta su opinión – compartió esta
antipatía, de que consideraciones religiosas parecen totalmente ausentes. En
1805, cuando varios soldados apresaron a dos pederastas en Chartres, una de las
tantas personas que vieron cuando fueron atrapados in fraganti les grito a las
víctimas que eran unos corruptos de la moral pública. En 1806, en Issoudun, el
padre de un niño de trece años que presentaba una infección anal les gritó a
las autoridades que era necesario echar del pueblo a los corruptos que corrompen a los niños. En 1812, el obispo de Valencia
demostró menos preocupación por la naturaleza pecaminosa de la sodomía que por
la amenaza que plantea a la sociedad y a la reputación de la iglesia, cuando le
pidió al Gobierno que lidiara con un clérigo que había sexualmente abusado de unos
niños.
Pero este tipo de llamadas para
las medidas gubernamentales contra pederastas y sodomitas no fueron tomadas en
cuenta en las reformas penales de 1791 y 1810. La represión sistemática no era
legalmente posible. Aunque los agentes de la policía aún acosaron a sodomitas
en París en la víspera de la Revolución Francesa, de 1791, según una
enciclopedia de jurisprudencia, "estos señores disfrutaron sus maneras
y gustos libremente." El acoso
o persecución no oficial, sin embargo, continuó, y la policía se iba a los
lugares de cancaneo o cruising como los Jardines de las Tullerías para atrapar
a los hombres que ellos mismos describían como "hombres que se complacen
mutuamente"
En la tarde del 25 de marzo de
1792, un batallón de voluntarios apostados en el Palacio de las Tullerías consiguieron
a un grupo de hombres que tenían sexo entre los árboles y capturaron a un
joven, Alexandre Coindé, un sirviente doméstico de veinte años, quien fue
entregado a un juez de paz, no obstante no existen datos ni escrituras de un
juicio y menos de una condena por parte de las autoridades. Informes de la
policía de París comenzaron a mencionar las actividades de pederastas y sodomitas
otra vez solamente en 1798 a 1799, esencialmente como evidencia de la
inmoralidad sin precedentes en la capital.
La policía lamentó su incapacidad
para detener la creciente ola de desenfreno. En mayo de 1798, un Comisario de
policía denunció los "viles abismos" de los pederastas que se dieron
cita todas las noches en los jardines del Palais-Royal. Asimismo las
autoridades se quejaron de que las leyes eran insuficientes para controlar
tanto la prostitución femenina y la masculina. En abril de 1799, se escribió
una queja de un agente que informó que algunos ciudadanos estaban indignados
sobre los pederastas que supuestamente acosaban a los hombres respetables,
mientras que los centinelas divertidos no hacían nada para detener este
comportamiento objetable. Otros informes de estos años hacen mención de la Rue
Saint-Fiacre, donde los gays de aquel entonces hacían cruising.
Casi no hay informes como éstos
en el Paris napoleónico, excepto uno de
septiembre de 1804, según la cual cada noche patrullas a lo largo de los Campos
Elíseos detuvieron regularmente a hombres y mujeres que eran prostitutas o
pederastas o carteristas. Es lógico suponer que el cancaneo o cruising gay pasó
en el París Napoleónico tanto como en el pasado o en el futuro, los
homosexuales probablemente adecuaron todos estos lugares a sus necesidades y a
las circunstancias de la sus épocas, las fuentes documentales desde el siglo
XVIII mencionan los Campos Elíseos, el Palais-Royal, las Tullerías y los diques
cercanos por el Sena como los centros de cancaneo gay y desde entonces hasta
hoy día sigue esta costumbre, y la falta de informes policiales de los siglos
XVIII y XIX sobre dicha actividad en París sugiere que la policía ya no molestaba
a los homosexuales o no la reprimían.
Los archivos de la policía
napoleónica revelan más sobre pederastia y sodomía en las provincias que en
París. Unos veinte expedientes documentan casos de hombres solitarios y algo
patéticos, generalmente sacerdotes o maestros de pueblos remotos, acusados de
abusar de niños locales y adolescentes. Pequeñas comunidades de sodomitas
existieron probablemente no detectados en muchas ciudades de provincias. La
policía descubrió estas comunidades en Chartres y Issoudun, ciudades de diez o
12 mil habitantes.
Por ejemplo los padres de la
ciudad de Issoudun habían expresado su profunda conmoción cuando informaron de
las actividades de pederastas y sodomitas en su ciudad en 1806; así la
investigación judicial en Issoudun se centraron en cinco hombres (cuatro
pederastas de clase media y el posadero que les había alquilado habitaciones),
aunque, según algunas informaciones existían en aquel entonces cuarenta
pederastas – predominante de la clase trabajadora y comerciantes – vivieron en
la ciudad. El Ministro de Justicia intervino desde París y suspendió y
prohibió cualquier juicio a los
implicados, arguyendo que si en verdad era necesario reprimir tal vicio era
demasiado peligroso para la moral pública juzgar sin tener pruebas contundentes
y seguras que pudieran crear un abismo judicial. En su
lugar refirió el caso al Ministro de policía, que sin tener pruebas suficientes
solo exilio a los cinco hombres de a diferentes ciudades por lo menos a 200
kilómetros de Issoudun. Por lo general la policía utilizaba el exilio interno
como una forma rápida, eficaz y discreta para lidiar con los disidentes
políticos y alborotadores de todas las tendencias.
Napoleón había fijado tal
política del gobierno después de un escándalo anterior en Chartres en la
primavera de 1805. La figura central en este caso era un farmacéutico llamado
Louis Nicolas Millet. Infelizmente
casado Millet llevó una vida sexual gay oculta. Mantenía relaciones sexuales
con prostitutos de la calle y con soldados jóvenes que pernotaban en la ciudad.
Muchas de sus aventuras sexuales eran encuentros de una sola vez, pero algunos duraron
varios meses, y llevaba igualmente una relación amorosa a largo plazo y sincera
con su ayudante en la farmacia. Millet pertenecía a una comunidad pequeña y
estrecha de sodomitas en Chartres. Tuvo contactos con otros hombres gays en París y así participó en una subcultura
aparentemente generalizada, similar a la "forma de vida" que Michel
Rey descrito en París del siglo XVIII.
Un soldados que era un sastre de regimiento
llamado Louis Fonteneau, en el último
invierno de 1805, fue atacado sexualmente
por un enmascarado en un baile de carnaval, ataque que solo se limitó a una
caricia en las nalgas. El sastre-soldado ofendido por tal ofensa preparo un
pequeño grupo de soldados y se iban a los bares y calles de cancaneo y cruising
en busca de víctimas. Él mismo se hacía pasar por gay para atrapar a los
ingenuos, así conoció a Louis Nicolas Millet y Lubin Cassegrain, que era el compañero
habitual de placeres homoeróticos del farmacéutico. Fonteneau invitó a Millet y
Cassegrain a unirse a él en una habitación de un hotel, en la tarde del 13
marzo de 1805. Era una trampa. Fonteneau, ayudado por sus compañeros, golpearon
a los dos hombres y luego los llevaron a la calle, donde fueron llamados
sinvergüenzas y sodomitas. Los magistrados quisieron cobrar a los soldados de asalto
criminal, hasta que se reveló las razones del ataque. En cambio cobraron a las
dos víctimas (Millet y a su amante Cassegrain) como ofensores de la moral y corruptores
de los jóvenes.
Este incidente menor de "ataque a los gay" en
Chartres provocó un debate jurídico entre los abogados fiscales y defensores y
el caso se presentó directamente a Napoleón. La controversia se centró sobre el
significado preciso de los artículos 8 y 9 de la Ley del 19 al 22 de Julio de 1791. Guillard, el fiscal del
Departamento de Eure-et-Loir, le resultaba imposible creer que las leyes, como
algunas personas parecen pensar, permanecían silenciosas en el tipo de delito
en cuestión. Reconoció que la legislación vigente no mencionaba realmente la sodomía
como un delito, pero atribuyo este silencio a la pudibundez de la Asamblea
Constituyente, que había evitado la palabra tal vez por respeto a la decencia
pública. No obstante, insistió Guillard, que los artículos 8 y 9 de la Ley del
19 al 22 de Julio de 1791, la sodomía estaba tácitamente prohibida, porque la sodomía
era por su propia naturaleza, una de las más horrendas violaciones de las "buenas costumbres". Además,
Guillard, advirtió, que si la ley no permitía el enjuiciamiento de los
arrestados pederastas y sodomitas, estos causaría una nueva jurisprudencia que
entonces liberaría a juzgar nuevos casos del delito, una situación que
claramente el fiscal encontró absurda e inaceptable.
Henri-Simon-Thibault Poullin de
Fleins, de la Fiscalía de Chartres, desafió a argumentos de Guillard punto por
punto. Poullin desmintió la noción de Guillard de que la Asamblea Constituyente
intentaba criminalizar la sodomía. Poullin también rechazó cualquier intento de
interpretar el artículo 8 y 9 tan ampliamente como sea posible, Guillard había
justificado alegando que de lo contrario pederastas y sodomitas queden sin
castigados. Poullin señaló que tampoco la legislación tipifica como delito la
bestialidad, que no era menos asqueroso que la sodomía, pero nadie había
pensado estirar el significado de los artículos 8 y 9 para poder aplicarlos a
este acto. En su opinión, pederasta y sodomitas estaban en abierta rebelión
contra el orden social. Eran por lo tanto en la disposición del soberano, que
era el único investido con la autoridad para determinar el destino de los
rebeldes. Guillard había advertido que si los tribunales no podían condenar a estos hombres, irían a la libertad.
Después de enunciar sus principios generales, Poullin llegó a la conclusión de
que el caso contra Millet y Cassegrain ya había recibido demasiada publicidad
en Chartres.
El broche de oro final retórico
se refirió a la costumbre medieval de cometer una copia del registro de ensayo
al fuego junto con los condenados sodomitas. Poullin simplemente significó que
no exista ningún juicio, y que en cambio Millet y Cassegrain debían ser
entregados a la policía. Guillard,
quien insistió en que la ley proscribe la sodomía, y quería probar que Millet y
Cassegrain eran sodomitas en los tribunales . Poullin, quien sostuvo que la
legislación vigente no cubría sodomía, sostuvo que la policía podía castigar
sin embargo Millet y Cassegrain por romper el pacto social de las buenas
costumbres. No se pusieron de acuerdo, los dos fiscales remitieron el caso
contencioso al Ministro de Justicia. El ministro dudó en tomar una decisión
final en un asunto tan delicado sin consultar a Napoleón.
Los enemigos de Napoleón acusaron
muchas veces a este de mala conducta
sexual, incluyendo incesto con su hermana Pauline y "Hábitos
socrático" con algunos amigos, no obstante
ninguna evidencia confirma las polémicas acusaciones. Recientemente, el Dr. Frank Richarson apoyó esos rumores afirmando que Napoleón fue de hecho
bisexual. Richardson puso a Napoleón "en el centro de la Escala de Kinsey,
llegando al punto siete de dicha escala que lo ubica en el intervalo o intermedio
entre el homosexual exclusivo y el heterosexual exclusivo, aunque negó que
Napoleón actuó siempre por sus impulsos homosexuales latentes: "Habría
sido absolutamente ajeno al carácter de Napoleón estar inclinado exclusivamente
a la sodomía".9 Las
especulaciones de Richardson se basan en interpretaciones más bien inverosímiles
de fuentes además dudosas.
Si Napoleón era homosexual o
bisexual, ciertamente no estaba familiarizado con los hombres que si lo fueron.
Los conoció como compañeros en la escuela militar, probablemente en el ejército
durante su carrera militar y sin duda entre quienes le sirvieron. Cambacérès
fue discreto, pero él no podía mantener sus inclinaciones en secreto y Napoleón
incluso le bromeó acerca de ellos. 10
José Fiévée, uno de los consejeros cercanos de Napoleón, incluso no ocultaba
sus inclinaciones. Como prefecto del Departamento de Nièvre de 1813 a 1815,
Fiévée vivió abiertamente con su amante, el escritor Théodore Leclercq y se
jactó: "Cuando uno tiene un vicio, uno debe saber cómo usarla." 11
Lo que sí parece cierto es que Napoleón era algo homofóbico pero trato de
controlarla y en la vida pública no hizo ningún acto o demostración de su
aversión. Esta actitud, la decisión de Napoleón en tal asunto de Millet, que
entró el 17 de julio de 1805, en una de sus reuniones semanales con el Ministro
de justicia, Napoleón aclaro que si bien Francia era un país que se ocupaba de
corregir los delitos y que la naturaleza ha demostrado que existían tales
delitos pero en poca frecuencia, los escándalos de dicho proceso judicial solo
tendería a multiplicarlos y que era mejor darle a dicho proceso otra mirada y
otra dirección.
Vemos como el
emperador aquí, había expresado
opiniones algo convencionales, no obstante al pedir "otra dirección"
indicó que Napoleón prefirió dejar las ofensas sexuales que las manejara la
policía, en lugar de por el sistema de Justicia Penal. La policía podía
reprimir eficazmente sin publicidad y sin escándalo, o simplemente no ocuparse
de dichos delitos por ser insignificantes para la Legislación del imperio. Al
final, por razones que desconocemos, la policía dejó libre a Millet, el
farmacéutico no pasó un solo día en la cárcel y pudo regresar a su farmacia en
Chartres. Pero la decisión de Napoleón en el caso de Millet tuvo consecuencias
de largo alcance, porque determina el papel de la política oficial en los años
venideros. El Ministro de Justicia resume la posición del gobierno en 1806:
"Probablemente deberíamos
consideramos que es una buena medida de precaución que nuestra legislación
moderna no ha clasificado entre los delitos y faltas de un vicio contra la
naturaleza, que las antiguas leyes sancionadas con la pena máxima. El Código de
Policía de Correccionales contiene sólo una disposición vaga en contra de
aquellos que cometen un delito contra la moral pública, que, en su caso, puede
aplicarse a individuos acusados de sodomía y la pederastia, cuando el azar o
la malicia revelan las públicas determinadas circunstancias escandalosas de su
vida privada; pero la investigación y el enjuiciamiento de tales hechos es
probablemente no es menos peligroso y no menos perjudicial para la moral de
dejar el crimen impune. Sin embargo, una investigación secreta que sea, no
pasará mucho tiempo antes de que el público conoce sobre el tema. En una
pequeña ciudad, se convierte en el tema de todas las conversaciones, sino que
despierta todas las pasiones " 12
El caso del cura del pueblo en
Normandía en 1811 demuestra cómo las autoridades por lo general tratan de incidentes
potencialmente escandalosos. El sacerdote sodomizó a un niño a quien preparaba
para la primera comunión. Él le dijo al niño "que era una penitencia y que
debía mantenerlo en secreto, como un secreto de confesión". Pero el chico
se lo dijo a su padre y a sus tíos, que
cogieron al cura en el acto. Un funcionario del Ministerio de Justicia
redactó una carta para la firma de su ministro. Se instruyó a los magistrados
locales, a pesar de su reticencia expresada a presentar cargos formales, para
enjuiciar al sacerdote en virtud del artículo 331 del Código Penal, que
penaliza asalto sexual.
En la carta redactada por el
funcionario se recomendaba que el juicio y el escándalo que este produciría
asustaría, por un castigo justo, a las personas que estarían dispuestas a
traicionar de esta manera la confianza de los padres y la santidad del
ministerio.
El ministro de Justicia vetó
estas recomendaciones y no envió la carta. En lugar de ello remitió el caso al
ministro de policía y el prefecto de Calvados. El prefecto inicialmente propuso
encarcelar al sacerdote por "varios años" y desterrarlo
definitivamente de la región. Al final, el obispo fue transferido a la diócesis
vecina de Bayeux. Si Millet en Chartres
y el sacerdote en Normandía sufrieron muy poco de la justicia policial, no
todos los pederastas y sodomitas que fueron agarrados por las autoridades eran
afortunados. En París, por ejemplo, aunque la policía no patrullaba las zonas
de cancaneo o cruising como antes, y muchos policías se hacían de la vista
gorda, el prefecto de la policía hizo someter a crueles castigos a los pocos pederastas
y sodomitas que cayeron en sus manos. Algunos de estos hombres habían cometido
delitos contemplados en la legislación, pero la mayoría no había violado
ninguna ley existente.
En 1804, por ejemplo, los agentes
de policía en busca de bienes robados en el apartamento de Philippe-Jacques
Bergerat de veintiocho años de edad, se toparon con su correspondencia amorosa con
Henry Duhem de treinta y cinco años de edad. El prefecto de la policía declaró
que tal inmoralidad bien atestiguada en las cartas, debía ser castigada y que
los involucrados debían ir a la cárcel.
Y así lo hizo, ambos hombres fueron presos por siete semanas pero en
cárceles diferentes para evitar que siguieran con su romance. Bergerat en Bicêtre
y Duhem en el asilo de St. Denis, luego fueron desterrados a ciudades
diferentes.
En 1805, la policía detuvo a François-Joseph
Tumerel de treinta y seis años de edad, , maestro de escuela en las afueras de
Bourg-la-Reine, por tener relaciones con dos de sus alumnos de nueve y diez
años durante la noche en el internado donde trabajaba. Tumerel confesó su culpa
pero que a veces su imaginación era más fuerte que su voluntad y que había actuado
inconscientemente. El prefecto de la policía encarceló a Tumerel durante un mes
en Santa Pélagie y luego lo desterró a Lyon. En 1806, la policía atrapo a un joven de 18 años por sodomita y por
prostituirse en las calles de Paris, el joven alegó que lo hizo porque tenía
dos meses sin trabajar y que el hambre y la necesidad lo obligaron a cometer
actos contra natura por dinero; el prefecto no lo apresó, sin embargo lo desterró
de Paris y lo envió a su ciudad natal.
En 1809, la policía se enteró de
que Pierre Vincent, que tenía una renta privada, y Bastien Trequet, un
camarero, ambos con antecedentes penales
por pederastia, vivían juntos en la Rue du Cherche-Midi, y cuyo estado de
convivencia tenían escandalizado a todo el vecindario; el prefecto de la a policía
ordenó a Vincent mudarse a la casa de su madre en Marsella y envió a Trequet a
la localidad bretona donde su padre era un granjero respetado. En el mismo año,
la policía detuvo a Pierre Henry de veintinueve años de edad, por haber
corrompido sexualmente a un niño de trece años. Henry era un relojero oficial
que había llegado recientemente de Vesoul. El prefecto de policía lo envió de
vuelta a Vesoul con la petición de que las autoridades locales lo mantuvieran
bajo estrecha vigilancia. En 1811, agentes de la policía encontraron a dos
jornaleros, Julien Pierre y Jean Stikens, teniendo sexo en las murallas, cerca
del bulevar Amelot. El prefecto de policía los encerró durante un mes en Bicêtre.
Todos estos casos fueron
efectuados bajo la legitimación del prefecto de la policía de Paris, que actuó
exclusivamente en su propia autoridad, las penas infligidas notablemente
similares en todos ellos: varias semanas en la cárcel y / o expulsión de París.
Ni siquiera se distingue entre pederastas cuyo comportamiento fue consensual y
privado, o los que cometieron indecencias públicas o en el abuso infantil. Todos
los funcionarios en otros lugares de Francia típicamente reaccionaron de la
misma manera, lo que puede sugerir que el sexo con los niños no se consideraba
entonces como cualquier delito aberrante, sino como otras formas de la
actividad sexual no convencional.
La intención original de la
Revolución y de la legislación Napoleónica era el control de los actos públicos, dejando
a los privados y consensuados encerrados en las cuatro paredes donde se
realizaron. El prefecto de policía, sin embargo, castigó incluso la conducta
sexual privada que juzgaba escandalosa o inmoral. Los prefectos de los
departamentos franceses hicieron lo mismo. Después de consultar con el
ministerio de la policía, impusieron sanciones administrativas a pederastas y
sodomitas que llegaron a su conocimiento: como en París, un par de semanas en
la cárcel y luego el destierro.
En sólo una instancia hizo un
prefecto acto con la gravedad excepcional. En diciembre de 1809, la policía
arrestó en Versalles a Pierre Barbier de sesenta y seis años de edad, , un
sastre jubilado, por "conducta disoluta" tras crear un disturbio
público por pelear con un hombre más joven. Barbier había pasado la noche con otro
hombre, que le robó el reloj y el dinero mientras dormía. Según los archivos
históricos Barbier era un borracho incurable que seducía con regularidad a los
jóvenes de dudosa reputación con vino y el dinero. Barbier terminaba acostándose
con aquellos chicos y estos terminaban siempre robándole, cosa que enfurecía
por supuesto a Barbier y terminaba peleándose con sus amantes ocasionales.
Estas reyertas habían ocasionado que Barbier terminara siempre en la
prefectura, además que una vez fue conseguido en acto de fornicación homoerótico
en un parque antes de la Revolución Francesa, y lo cual le valió en aquel
entonces su exilio de Versalles. Por los repetidos antecedentes penales de sodomía
Barbier fue condenado a cuatro años de prisión en una orden ministerial eclesiástica,
pero sin cargos de sodomía sino por libertinaje y por alteración del orden
público.
De hecho, las cortes napoleónicas
raramente tuvieron ocasión de tratar de pederastas y sodomitas. Hubo sólo
cuatro ensayos conocidos, tres de los cuales participan hombres que cometieron
abusos sexuales con niños. El profesor
Jean Claude Alméry, acusado en uno de estos ensayos, se trasladó de una ciudad
a otra en el sur de Francia, expulsado cuando su interés sexual por sus alumnos
llegó a ser demasiado obvio. Una noche en octubre de 1807, obligó a su
sirviente de dieciséis años de edad, a tener relaciones sexuales. El joven
sirviente huyó a Avignon y denunció a Alméry a las autoridades, y levanto
cargos contra él.
Un alto funcionario del Ministerio
de la policía, señaló que "la naturaleza
de la ofensa"... "no permite
enviarlo ante los tribunales", no obstante Alméry fue encarcelado
durante seis meses sin juicio. Por razones desconocidas el juicio siguió
adelante de todos modos. El 08 de enero de 1808, el Tribunal Correccional de
Aviñón condenó a Alméry a un año de prisión y una multa de 500 francos, la pena
máxima disponible bajo los artículos 8 y 9 de la Ley del 19 al 22 de Julio de 1791. En cualquier caso, la prisión no
reformó a Alméry, que tenían relaciones sexuales con otros reclusos hasta que
las autoridades carcelarias encerraron en confinamiento solitario al reo en
cuestión.
El tono criticón y chismoso de la
correspondencia u documentos oficiales del caso de Alméry es típico de las opiniones expresadas
sobre otros hombres acusados de pederastia y sodomía, ya sea con niños o con
adultos que consienten. El caso Alméry ejemplifica una persistente y profunda
antipatía hacia la sexualidad no convencional en la Francia del siglo XIX. Los
legisladores de la Asamblea Constituyente despenalizaron la sodomía en 1791,
pero este cambio no lo hizo socialmente aceptable. A lo menos, se hace suponer
que los legisladores no tenían ningún deseo de modificar las actitudes del
público. En el mejor de los casos conocidos de pederastas y sodomitas en la Revolución
y la Francia napoleónica se reunieron con tolerancia sonrientes de su sabor
peculiar. Y en el peor de los casos, los
hombres homosexuales fueron víctimas de violencia física a manos de quienes sin
saber actuar fueron obligados a actuar por un decreto administrativo que emana
de las autoridades del estado. Sin embargo, esta situación constituye una gran
mejora en su condición.
El antiguo régimen no había
quemado a muchos sodomitas, como para acabar con toda Francia, pero había quemado
lo suficiente para hacer sentir temor y terror. Con los cambios que se hicieron
en la Revolución Francesa y en la Era Napoleónica las cosas cambiaron, no tanto
como se quería, pero los hombres gays o los pederastas y sodomitas como eran
llamados, todavía sufrieron represión ocasional después de 1791, claro, ya no
tenían que temer a la estaca y al
ardiente fuego, y mucho menos a la guillotina (la nueva arma de la justicia) que
se utilizó solo en caso de traición a la patria y asesinato. Por otra parte, el
número de casos documentados de represión es extraordinariamente bajo para un
imperio de 30 millones de ciudadanos durante un período de veinticinco años. La
inmensa mayoría de los franceses homosexuales de aquella época vivieron su vida
sexual totalmente libre de acoso policial y enredos legales.
Paradójicamente, el prejuicio
social contra la sodomía a menudo se utilizó en cierta medida para proteger a
los hombres acusados de otros delitos sexuales que eran castigables bajo la ley.
Porque el gobierno eludió las consecuencias funestas de exponer sus viles acciones
al escrutinio público, y se los les dejó a la policía y a los prefectos
departamentales. Cuando la legislación no criminalizó a los actos socialmente
estigmatizados, como las relaciones sexuales consensuales entre hombres adultos
en privado, y no se impuso ningún castigo por decreto administrativo, los
prefectos y oficiales departamentales, como la propia policía ejercio su fuerza
arbitrariamente y muchas veces injustificadamente.
En el caso del orden, sin
embargo, administrativamente, las sanciones
impuestas fueron mucho menos graves que las sentencias dictadas por los
tribunales. Las ofensas públicas contra
la decencia trajeron un año en prisión. Lo mismo hizo el abuso infantil, como en
el caso de Jean-Claude Alméry. Después de 1832, cuando las enmiendas al código
penal hizo del abuso sexual infantil
equivalente a la violación, el crimen trajo mucho más duras condenas de muchos
años en trabajos forzados. Además, a mediados de siglo XIX, la policía francesa
comenzó una vez más a frenar el cancaneo o cruising homosexual en las ciudades.
El acoso sistemático continuó sin cesar durante más de un siglo. Para las
muchas ambigüedades del período, y de sus vacíos legales, la era revolucionaria
y napoleónica fue una época de relativa libertad para los homosexuales,
especialmente en comparación con años antes de 1789 y después de 1840 o 1850.
Los homosexuales franceses hoy
celebran su triunfo por conseguir el matrimonio gay o matrimonio igualitario, sin
embargo los Conservadores han estado quejándose violentamente sobre la decisión
de la Asamblea Nacional, a los
conservadores, reaccionarios, ultraderecha y a sus facciones fascistas hay que
recordarles que lucha de los Derechos Humanos empezó en Francia en 1790 y perduró
hasta principios del siglo XIX, sin embargo, la lucha de muchos ciudadanos no
ha terminado, no solo en Francia sino también en la gran mayoría del planeta
donde el colectivo LGBT batalla a diario para ser reconocidos como individuos
iguales a todos los demás, como ciudadanos de esta gran aldea global. Una de
las cosas más hermosas gritadas y llevadas en el corazón durante la Revolución Francesa
fue aquel lema que dice: Liberté, Égalité, Fraternité … Hoy más que
nunca ese decir es válido y tenemos que hacerlo nuestro.
Referencias
1 Pierre Jean Jacques Guillaume Guyot. tepertoire Universelle et raisonne dejurisprudence civile, criminelle, et beneficiale. Paris, 1785. Vol 13, pag. 60 / 61.
2 Maurice Lever. Les buchers de Sodome. Historie des Infames. Paris, 1985. p. 283.
3 Michel Rey. Ceremonies secretes, l'historie 63. Paris, 1984. p. 103
4 Maurice Lever. Ob. cit. p. 261.
5 Louis Michel Le Pelletier. Rapport sur le project du Code Penal. En Archives Parlamentaires du 1781 a1860. Editores J. Madival et E. Laurent. Paris, 1968. Num. 26, p. 321.
6 Adolphe Chevau and Faustine Helie. Theorie du Code Penal. Paris, 1837. Vol. 6, pags. 110, 112.
7 Francoise/Emmanuel Fodere. Traite de medecine legale. Paris, 1813. Vol 4 pags. 374.
8 Ibidem. p. 76.
9 Frank Richardson. Napoleon Bisexual Emperor. London, 1972. p. 72.
10 http://es.wikipedia.org/wiki/Jean_Jacques_Cambaceres
11 Joseph Tulard. Fievee, conseiller secret de Napoleon. Paris, 1985. p. 8
12 Dossier C2|1394. Reporte du Ministre de justice a Napoleon. Paris, 1806.
Fuentes de internet
Otras fuentes consultadas:
Copley, Antony. Sexual Moralities in France
1780-1980. Routledge. London and New York, 1989.
Dean, Carolyn J. The Frail Social Body
Pornography, Homosexuality, and Other Fantasies in
Interwar France. University
of California Press. Berkeley, Los Angeles, and London, 2000.
Gunter, Scott. The Elastic Closet A History of
Homosexuality in France 1942-present. Palgrave
MacMillan. New York, 2009.
McCaffrey, Enda. The Gay Republic Sexuality,
Citizenship and Subversion. Ashgate. Burlington, VT and Hampshire, England,
2005.
Nye, Robert A. Masculinity and Male Codes of
Honor in Modern France. University of California Press. Berkeley, Los Angeles,
and London, 1993.
Nye, Robert A. “Sex and Sexuality in France
since 1800.” p. 91-113 in Sexual Cultures in Europe Natural histories. editors
Franz X. Eder, Lesley Hall and Gert Hekma. Manchester University Press.
Manchester and New York, 1999.
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