Una pastilla, una caricia que parece de algodón. Una medicina, un abrazo te regalo concediéndote dicha sin motivo y sin razón. Seco tu cuerpo pálido empapado de lágrimas o quizás sean gotitas de sudor que brotan de tu piel pidiéndole a la fiebre un poco de perdón. Ayer fue la noche de los negros besos, de la desvariada pasión, como fantasmas buscábamos encerrados en un susurro solamente amor… furtivo fue el aliento que resopló sobre los lóbulos que enseguida como nuestros pechos se sonrojaron, y los miembros se erguieron… los cuellos erizados, el mordisco felino, el baile rítmico, fugaz, raudo, débil, como todo lo que se hace bajo el signo del miedo llevado de la intransigencia de la cruel desesperación… el semen cálido que envenenado en las entrañas corrió… no hubo despedidas ni miradas de feliz consolación… ya no nos acordamos de lo que momentáneamente nuestra sed o nuestros deseo aplacó… Hoy te ofrezcos algodones, margaritas, mientras te leo mi poesía, ocultando mi tortuosa melancolía… mi dolor… solo tu mudo respiro, con tu indetenida y desencajada tos como respuesta a mi soledad que me acompaña en esta blanquísima habitación… y pienso ¿por qué no irme contigo? sí toda la vida tu fuiste mi lazarillo, mi fuerte bastón… me acuesto entonces a tu lado y tomo de tus labios quebrados tus suspiros tratando de llenarme de tu influjo, inútil me abrazo a tu cuerpo para darnos el clarificante calor… es un abrazo partido… porque tu alma tu cuerpo ya abandono, y mi pecho se abre como un gladiolo que en el camposanto creció, te veo partir, ahora solo soy esa triste flor que se queda sola, sin riego, sin caricias, desmayada sobre la tumba donde cruelmente se dejo. La conciencia se me nubla y una lluvia fría se desata en mi interior, mientras me culpo mil veces, y me reprocho por no utilizar preservativo, aquel bendito condón.
Una pequeña presentación
Los Mínimos y Máximos de Félix Esteves es una casa, un hogar, construido con amor, esfuerzo, dedicación y hasta con aburrimiento. Tiene muchas puertas donde todos pueden entrar. Tiene muchas habitaciones, donde de seguro en algunas podrás sentirte cómodo, y en otras, tal vez contrariado y hasta… por qué no… molesto. Sin embargo su propósito no es agradar ni molestar, no es ganar amigos ni enemigos… de todas maneras ambos son bienvenidos; su fin es mostrar y demostrar lo variopinto de una mirada, la pluralidad de una cosmogonía a través de mi “micromundo”, de lo exterior visto y sentido desde mi interioridad… es un grito contra la discriminación, es un arrullo de amor a la diversidad, es mi tarjeta de presentación como ser humano, como hombre, como gay y miembro de la comunidad LGBT... tal vez es algo más… no lo sé… aún lo estoy averiguando.
Félix Esteves
Amigos de Los Mínimos y Máximos
miércoles, 1 de diciembre de 2010
EL BENDITO CONDÓN/ LE PRÉSERVATIF BÉNI/ THE BLESSED CONDOM
Una pastilla, una caricia que parece de algodón. Una medicina, un abrazo te regalo concediéndote dicha sin motivo y sin razón. Seco tu cuerpo pálido empapado de lágrimas o quizás sean gotitas de sudor que brotan de tu piel pidiéndole a la fiebre un poco de perdón. Ayer fue la noche de los negros besos, de la desvariada pasión, como fantasmas buscábamos encerrados en un susurro solamente amor… furtivo fue el aliento que resopló sobre los lóbulos que enseguida como nuestros pechos se sonrojaron, y los miembros se erguieron… los cuellos erizados, el mordisco felino, el baile rítmico, fugaz, raudo, débil, como todo lo que se hace bajo el signo del miedo llevado de la intransigencia de la cruel desesperación… el semen cálido que envenenado en las entrañas corrió… no hubo despedidas ni miradas de feliz consolación… ya no nos acordamos de lo que momentáneamente nuestra sed o nuestros deseo aplacó… Hoy te ofrezcos algodones, margaritas, mientras te leo mi poesía, ocultando mi tortuosa melancolía… mi dolor… solo tu mudo respiro, con tu indetenida y desencajada tos como respuesta a mi soledad que me acompaña en esta blanquísima habitación… y pienso ¿por qué no irme contigo? sí toda la vida tu fuiste mi lazarillo, mi fuerte bastón… me acuesto entonces a tu lado y tomo de tus labios quebrados tus suspiros tratando de llenarme de tu influjo, inútil me abrazo a tu cuerpo para darnos el clarificante calor… es un abrazo partido… porque tu alma tu cuerpo ya abandono, y mi pecho se abre como un gladiolo que en el camposanto creció, te veo partir, ahora solo soy esa triste flor que se queda sola, sin riego, sin caricias, desmayada sobre la tumba donde cruelmente se dejo. La conciencia se me nubla y una lluvia fría se desata en mi interior, mientras me culpo mil veces, y me reprocho por no utilizar preservativo, aquel bendito condón.
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