En los inicios del siglo XIX surge en Viena y Alemania un florecimiento musical brillante ocasionado por la aparición del Romanticismo en la música. La traducción de sentimientos personales de gozo y alegría o sufrimiento y extremada agonía impone frecuentemente modificaciones y extremos cambios de forma que discrepan muchísimo de las reglas o normas admitidas durante el clasicismo. El músico romántico, como todos los artistas seguidores de este movimiento que inundo las artes en su totalidad, no consideraban el arte y l a música como una belleza objetiva, sino sencillamente como una forma más de expresar los estados de ánimo del hombre; el gran maestro e iniciador de este movimiento musical es Beethoven.
Ludwig van Beethoven nace en Bonn, Alemania, pero paso la mayor parte de sus años como músico productivo en Viena, entonces considerada la capital musical de Europa. La pobreza extrema y un padre estricto y severo además de déspota hicieron desgraciada la infancia su niñez y su vida de adulto fue una serie de dificultades motivadas en gran parte por su forma de ser poco práctica y su temperamento irascible, a esto se le añade que sus últimos años se ven entristecido por su miseria material y su sordera, que empezó a la edad de treinta años y luego se hizo total. Como consecuencia de este padecimiento no sólo se vio obligado a dejar de ejecutar el piano en público, sino que jamás pudo oír muchas de sus obras más hermosas y perfectas.
Durante las dos primeras décadas de su vida en Viena, Beethoven creó docenas de sonatas para piano, mucha música de cámara, ocho sinfonías, oberturas, una ópera y una misa; en esta época su trabajo aún esta lleno del clasicismo y se reconoce cierta influencia de Haydn y Mozart. Sin embargo en su quinta sinfonía Beethoven alcanza el apogeo de la lógica sinfónica, la sexta es la glorificación de la naturaleza, la séptima representa una orgía dionisíaca y la octava una genial y maravillosa evocación del espíritu del hombre del siglo XVIII, el Romanticismo de estos trabajos rompen el clasicismo en la música y el atrevimiento de nuestro músico Ludwig van Beethoven asombra a los críticos, músicos y público de su época.
Pero la sordera empieza a desequilibrar a Beethoven, su carácter iracundo, su extrema sensibilidad y sus recelos se acrecientan y se encierra en si mismo, no obstante el compositor se embarca en su última jornada artística, y en su soledad y en su mundo sin sonidos nos conduce a un universo de visiones, alucinaciones y espejismos, todos de una gran belleza plagados de un sentimiento exacerbado como ningún músico lo ha hecho, este espectacular mundo es producido con un orden y una voluntad de hierro a pesar de su locura.
De su última época compone la Misa en Re, la Novena Sinfonía con coros, llamada también Coral y sus últimos cuartetos que siguen siendo una de las concepciones musicales más grandiosas y bellas. Todo este postrero trabajo musical deslumbra y sorprende al oyente no tanto por su forma original o sus vastas proporciones, sino por su tono completamente nuevo en la historia de la música, su obra final expresa una voluntad infinita, una energía contagiante y un éxtasis casi orgásmico. Beethoven con su sentimiento y su fuerza musical ejercerá sobre todos los músicos posterior a él, una inspiración no sólo en la forma sino también en la manera de expresar los sentimientos personales. El carácter iracundo y fuerte, su locura y sordera junto con su deseo ferviente por la perfección artística al que creia no pertenecia su singular talento e ingenio, como su energía reprimida reformaron y transfiguraron el mundo musical y transformaron a Ludwig van Beethoven en el Gran Monstruo y Titán de la Música Universal.
Por Félix Esteves
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