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Patroclo y Aquiles |
La homosexualidad era un hecho común y corriente en la Antigua Grecia y las relaciones entre dos hombres era un hecho socialmente aceptado, además se hablaba y se escribía sobre el amor homoerótico con toda la naturalidad del mundo. Los griegos suponían que los hombres que amaban a otros hombres emularían, imitarían y tratarían de parecérseles, mientras que aquellos que amaban a las mujeres acabarían pareciéndose a su amada. Es decir que en la medida que más amabas a un hombre eras más hombre. Este enunciado o pensamiento esta reflejado en el discurso de Aristófanes en el “Banquete” de Platón y que cita muy bien Leopoldo Alas en su libro “Hablar desde el Trapecio”:
“ ‘Quienes aman a hombres y sienten placer en acostarse con hombres y en ser abrazados por hombres son también los muchachos más hermosos y jóvenes, y - naturalmente - los más masculinos.’ ”… “ ‘Una prueba clara de esto nos da el hecho de que, una vez adulto son los únicos que se comportan como hombres en sus carreras públicas.’ ” (1) (2)
La literatura griega popular de aquel entonces estaba llena de proezas homoeróticas de personajes típicamente masculinos como Zeus, Heracles, Ganímedes, Aquiles o Patroclo entre otros muchos. Igualmente su arte estaba pleno de hermosas imágenes donde se muestra el amor entre jóvenes o hombres, entre mortales masculinos y sus varoniles dioses. Aristóteles consideraba igualmente la homosexualidad como algo natural, y en su libro Ética a Nicómaco ya hace una distinción entre el homosexual pasivo y el activo, cito en esta oportunidad a Roger Benito Juliá que a su vez cita a Aristóteles:
“ ‘Esta disposición se da naturalmente en ciertas personas’ ”… “ ‘cuando la naturaleza es responsable, a nadie se le ocurriría llamar inmorales a esas personas en mayor medida que a las mujeres, porque en el coito éstas son más bien pasivas que activas’ ” … “ ‘Y el que un individuo con esta disposición la venza o ceda a ella no es un problema moral propiamente dicho.’ ” (3)
En la Grecia de los grandes filósofos no se les juzgaba a las personas o a sus ciudadanos sobre la base del sexo o preferencia sexual, en aquel entonces el calificativo era personas “castas” o “no castas”, “casadas” o “célibes”, nunca en categorías de homosexual o heterosexual, pues estas categorías no existían en el mundo helénico. En la Antigua Grecia no se concebía la orientación sexual como identificador social, cosa que sí se ha hecho y se sigue haciendo en las sociedades occidentales en el último siglo. La sociedad griega no distinguía el deseo o comportamiento sexual por el sexo biológico de quienes participaran, sino por cuánto se adaptaba dicho deseo o comportamiento a las normas sociales. Estas normas se basaban en el género, la edad y el estatus social.
Entre las parejas más famosas que se conocen del mundo heleno podemos hablar de Aquiles y Patroclo, Eurípides y Agatón de Atenas, Alejandro Magno y Hefestión, y la relación amorosa de Epaminondas y su amigo y soldado Cafisodoro ambos asesinados en la Batalla de Mantinea, los cuerpos de estos guerreros y amantes fueron enterrados juntos, pues su amor era bien conocido por todos los soldados griegos y ni siquiera en la muerte quisieron separarlos.
Por Félix Esteves
(1) Alas, leopoldo. Hablar desde el trapecio. -- Madrid: Huerga y Fierro Editores, 1995. Pag. 123
(3). Roger Benito Juliá. La Homosexualidad en la Edad Media. En : Medieval. -- Barcelona : Francs Editores, 2006. Pág. 38.
Me parece sumamente interesante todo esto de verdad. Ojala la sociedad de ahora pudiera ser como la griega antigua.
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