Este 16 de octubre se cumplen 156 años del nacimiento del ingenioso y maravilloso poeta, dramaturgo y artista Oscar Wilde, he querido publicar este pequeño homenaje a una de las mentes más brillantes de la literatura de habla anglosajona y uno de los poetas más exquisitos de todos los tiempos. Aquí les dejo tres hermosos poemas de este gran talento que aún hoy en día me sigue sorprendiendo y despierta en mi alma bellas e inquietas aspiraciones e estimula mi frágil y exigua capacidad creadora.
Mi voz
En este mundo inquieto, moderno, apresurado,
tomamos todo aquello que nuestro corazón deseaba -tú y yo,
y ahora las velas blancas de nuestro barco están arriadas
y agotada la carga del navío.
Por ello, prematuras, empalidecen mis mejillas,
pues el llorar es mi contento huido
y el dolor ha apagado el rosa de mi boca
y la ruina corre las cortinas de mi lecho.
Pero toda esta vida atiborrada ha sido para ti
solamente una lira, un laúd, el encanto sutil
del violoncello, la música del mar
que duerme, mímico eco, en su concha marina.
Nueva contrición
El pecado fue mío; yo no había comprendido.
Así de nuevo la música aprisionada está en su cueva,
excepto ese lugar donde ola irregular y moribunda
impacienta con sus inquietos remolinos esta magra ribera.
Y en el pozo marchito de esta tierra
el verano ha cavado una tumba tan honda
que apenas puede el plomizo sauce ansiar
una plateada flor de la afilada mano del invierno.
Pero, ¿quién es aquel que por la ribera viene?
Amor, mira y pregúntate. ¿Quién es ése
que viene con vestidos teñidos desde el Sur?
Es tu nuevo Señor, que besará
las no violadas rosas de tu boca,
y yo he de llorar, he de adorar, como antes.
Tædium vitæ
Matar mi juventud con dagas impacientes; ostentar
la librea extravagante de esta edad mezquina;
dejar que cada mano vil se hunda en mi tesoro;
trenzar mi alma al cabello de una mujer
y ser sólo lacayo de Fortuna. Lo juro,
¡no me agrada! Todo eso es menos para mí
que la delgada espuma que se inquieta en el mar,
menos que el vilano sin semilla
en el aire estival. Mejor permanecer alejado
de esos necios que con calumnias se mofan de mi vida,
aunque no me conocen. Mejor el más humilde techo
para abrigar al peón más abatido
que volver a esa cueva oscura de riñas, donde mi alma blanca
besó por vez primera la boca del pecado.
Poemas de Oscar Wilde.
Traducción y Versión: E. Caracciolo Trejo.
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